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¿Quién tiene el poder político?

Betty Marroquin
08 de mayo, 2017

Cuando era niña, creciendo en pleno conflicto armado, con reductos de la guerrilla en la ciudad, sin poder viajar de noche en carretera por los puestos de registro de la guerrilla que cobraban impuesto de guerra, época de temor generalizado, se sabía que el poder político se repartía entre el Ejército, el Presidente, el CACIF y el Arzobispo. Hoy día, ya no es así.

El Ejército fue anulado con los Acuerdos de Paz Firme y Duradera (hasta el nombre da risa, considerando como estamos) y el nuevo empoderamiento de los anti-militares encarnado en un sector de la sociedad civil. Entre un presupuesto con menos del 1% del Presupuesto General de la Nación, y una fuerte y decidida guerra trasladada a tribunales y a desinformar a la opinión pública sobre como fue realmente la guerra y el origen mismo del conflicto armado, no tienen ya prácticamente poder político alguno. Tenemos pues un Ejército que cuando nos conviene queremos que defienda la frontera (por ejemplo, con Belice), pero con cáscaras de huevo. Lo mandan a reparar pupitres, o levantar escombros. Aunque encuestas en redes sociales demuestran que un buen porcentaje de guatemaltecos quisieran verlos combatiendo al crimen organizado, especialmente, ahora que asesinar agentes de la Policía Nacional Civil está de moda.

El Presidente de la República, una persona bien intencionada, pero con un magro apoyo de los otros entes de poder tradicionales, no puede resolver como antes porque no tiene ni el colmillo (Ejército y PNC fuertes) ni el apoyo tácito de los otros poderes tradicionales. Quienes lo critican, o no entienden eso, o lo critican porque ese se ha vuelto el deporte nacional, o les pagan para hacerle la guerra mediática. Fácil criticar, quisiera verlos volverse un ocho ocupando esa silla, en esta coyuntura.

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El CACIF tampoco es ya el todopoderoso que algunos quisieran creer. Me da la impresión que están pasando por un momento complejo, en el que su forma tradicional de ver su papel ha cambiado y no saben aún exactamente como manejarlo. Controlan las empresas más fuertes, sin duda, pero más que nunca, esa parte de la sociedad civil manipulada, ideológicamente sesgada y con clara agenda destructiva, pareciera con una cuasi espada de Damocles sobre estos grandes proveedores de empleo. Guste o no, son quienes más empleo estable y en regla generan y otorgan en Guatemala. Ah, pero si la envidia fuera tinta… Todos los que critican esas manzanas, comérselas quisieran. A todos les gustaría tener avión privado, vivir lujosamente, etcétera, pero no tienen ni idea de lo que se necesita para llegar. Aquí me dirán los de siempre que los empresarios son todos unos aprovechados que se han enriquecido a costa del pueblo. Argumento tan trillado y demostrada falacia, que ni me molestaré en responderles. Y contrario a lo que dicen, yo no estoy en la planilla de ningún empresario.

En cuanto al Arzobispado, bueno, que decir. Hace décadas que es claro de que pata cojean, pero no midiéndose en varias oportunidades, han perdido poder político entre sus mismos feligreses. Somos varios los Católicos practicantes que no estamos de acuerdo con la postura política del Arzobispado de turno.

El poder político hoy día reside en el pueblo, en la sociedad civil. Esa sociedad civil fragmentada, ideológicamente dividida, que tira la cuerda en direcciones opuestas trátese de lo que se trate.

¿Qué hacer? Es difícil encontrar una estrategia, un punto de convergencia, cuando una parte es pagada para adoptar posturas ideológicas. La industria del resarcimiento y de las donaciones sin fiscalización alguna es muy fuerte. Los que tratamos de defender todo lo que significa libertad, luchamos día diario por ser productivos, por ser eficientes, por se honestos y con la frente en alto, dar lo mejor que podemos a nuestro país. Muchos lo hacemos por amor al país, porque ni hijos tenemos.

Lastimosamente, el patriotismo que vimos en la población en el 2014 como que entró en letargo. ¿Si los mismos que manifestaron en los tiempos del asesinato de Rosenberg o para la caída del PP se lanzaran a las calles de blanco, nuevamente, sábado para no causar tanto problema porque somos gente productiva y no parasitaria, y manifestáramos nuestro sentir, creen que no nos escucharían? La derecha está muy ocupada con sus individualidades, su vida, su trabajo, sus ocupaciones, y pocos le dedican tiempo al civismo, al país, a construir y/o salvar patria. A diferencia de la contraparte, a la que le pagan por sus actividades políticas, la derecha nos limitamos a opinar y a ir al Congreso de vez en cuando. No nos dedicamos ni siquiera a las redes.

Las redes sociales son la principal arma con la que contamos para defender nuestras ideas, nuestros valores, nuestra visión. Diseminar información es práctica cotidiana. Sin embargo, sabemos que las redes, como todo en la vida, pueden ser utilizadas para fines destructivos. Muchos de nosotros, los que creemos en la sacrosanta Libertad, estamos dispuestos a poner el bien del país por encima del propio, tender puentes, negociar, dialogar, encontrar consensos. Siguiendo con mi tradicional mentalidad positiva, quiero pensar que un día quienes hoy quieren acabar con nosotros despertarán y de pronto pensarán “hora de hacer algo por el país, unidos y con amor a la libertad” que también es de ellos. Un día entenderán que luchar por mantener a Guatemala libre y soberana implica que todos y cada uno de nosotros siga siendo libre y soberano, incluyendo los que no creen ni en la libertad ni en la soberanía.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

¿Quién tiene el poder político?

Betty Marroquin
08 de mayo, 2017

Cuando era niña, creciendo en pleno conflicto armado, con reductos de la guerrilla en la ciudad, sin poder viajar de noche en carretera por los puestos de registro de la guerrilla que cobraban impuesto de guerra, época de temor generalizado, se sabía que el poder político se repartía entre el Ejército, el Presidente, el CACIF y el Arzobispo. Hoy día, ya no es así.

El Ejército fue anulado con los Acuerdos de Paz Firme y Duradera (hasta el nombre da risa, considerando como estamos) y el nuevo empoderamiento de los anti-militares encarnado en un sector de la sociedad civil. Entre un presupuesto con menos del 1% del Presupuesto General de la Nación, y una fuerte y decidida guerra trasladada a tribunales y a desinformar a la opinión pública sobre como fue realmente la guerra y el origen mismo del conflicto armado, no tienen ya prácticamente poder político alguno. Tenemos pues un Ejército que cuando nos conviene queremos que defienda la frontera (por ejemplo, con Belice), pero con cáscaras de huevo. Lo mandan a reparar pupitres, o levantar escombros. Aunque encuestas en redes sociales demuestran que un buen porcentaje de guatemaltecos quisieran verlos combatiendo al crimen organizado, especialmente, ahora que asesinar agentes de la Policía Nacional Civil está de moda.

El Presidente de la República, una persona bien intencionada, pero con un magro apoyo de los otros entes de poder tradicionales, no puede resolver como antes porque no tiene ni el colmillo (Ejército y PNC fuertes) ni el apoyo tácito de los otros poderes tradicionales. Quienes lo critican, o no entienden eso, o lo critican porque ese se ha vuelto el deporte nacional, o les pagan para hacerle la guerra mediática. Fácil criticar, quisiera verlos volverse un ocho ocupando esa silla, en esta coyuntura.

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El CACIF tampoco es ya el todopoderoso que algunos quisieran creer. Me da la impresión que están pasando por un momento complejo, en el que su forma tradicional de ver su papel ha cambiado y no saben aún exactamente como manejarlo. Controlan las empresas más fuertes, sin duda, pero más que nunca, esa parte de la sociedad civil manipulada, ideológicamente sesgada y con clara agenda destructiva, pareciera con una cuasi espada de Damocles sobre estos grandes proveedores de empleo. Guste o no, son quienes más empleo estable y en regla generan y otorgan en Guatemala. Ah, pero si la envidia fuera tinta… Todos los que critican esas manzanas, comérselas quisieran. A todos les gustaría tener avión privado, vivir lujosamente, etcétera, pero no tienen ni idea de lo que se necesita para llegar. Aquí me dirán los de siempre que los empresarios son todos unos aprovechados que se han enriquecido a costa del pueblo. Argumento tan trillado y demostrada falacia, que ni me molestaré en responderles. Y contrario a lo que dicen, yo no estoy en la planilla de ningún empresario.

En cuanto al Arzobispado, bueno, que decir. Hace décadas que es claro de que pata cojean, pero no midiéndose en varias oportunidades, han perdido poder político entre sus mismos feligreses. Somos varios los Católicos practicantes que no estamos de acuerdo con la postura política del Arzobispado de turno.

El poder político hoy día reside en el pueblo, en la sociedad civil. Esa sociedad civil fragmentada, ideológicamente dividida, que tira la cuerda en direcciones opuestas trátese de lo que se trate.

¿Qué hacer? Es difícil encontrar una estrategia, un punto de convergencia, cuando una parte es pagada para adoptar posturas ideológicas. La industria del resarcimiento y de las donaciones sin fiscalización alguna es muy fuerte. Los que tratamos de defender todo lo que significa libertad, luchamos día diario por ser productivos, por ser eficientes, por se honestos y con la frente en alto, dar lo mejor que podemos a nuestro país. Muchos lo hacemos por amor al país, porque ni hijos tenemos.

Lastimosamente, el patriotismo que vimos en la población en el 2014 como que entró en letargo. ¿Si los mismos que manifestaron en los tiempos del asesinato de Rosenberg o para la caída del PP se lanzaran a las calles de blanco, nuevamente, sábado para no causar tanto problema porque somos gente productiva y no parasitaria, y manifestáramos nuestro sentir, creen que no nos escucharían? La derecha está muy ocupada con sus individualidades, su vida, su trabajo, sus ocupaciones, y pocos le dedican tiempo al civismo, al país, a construir y/o salvar patria. A diferencia de la contraparte, a la que le pagan por sus actividades políticas, la derecha nos limitamos a opinar y a ir al Congreso de vez en cuando. No nos dedicamos ni siquiera a las redes.

Las redes sociales son la principal arma con la que contamos para defender nuestras ideas, nuestros valores, nuestra visión. Diseminar información es práctica cotidiana. Sin embargo, sabemos que las redes, como todo en la vida, pueden ser utilizadas para fines destructivos. Muchos de nosotros, los que creemos en la sacrosanta Libertad, estamos dispuestos a poner el bien del país por encima del propio, tender puentes, negociar, dialogar, encontrar consensos. Siguiendo con mi tradicional mentalidad positiva, quiero pensar que un día quienes hoy quieren acabar con nosotros despertarán y de pronto pensarán “hora de hacer algo por el país, unidos y con amor a la libertad” que también es de ellos. Un día entenderán que luchar por mantener a Guatemala libre y soberana implica que todos y cada uno de nosotros siga siendo libre y soberano, incluyendo los que no creen ni en la libertad ni en la soberanía.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo