Ver películas de terror, no dormir, cortarse los brazos y en el último día, suicidarse. Muchos medios han hablado acerca del “reto de la ballena azul”, pero no había mucha información concreta al respecto. Hasta ahora.
El autor fue identificado como Philopp Budeikin, de 22 años, un ex alumno de psicología que durante años fue víctima de violencia por parte de su madre y hermano. Expulsado en el tercer año, Budeikin se escudó en la red VKontakte, el Facebook de Rusia.
Sus comunidades virtuales llegaron a ser conocidas como “F57” y apodadas los grupos de la muerte. Usando el alias Philipp Liss, fue arrestado en 2016 por fomentar el suicidio entre jóvenes. El reto de la Ballena Azul no es nuevo, comenzó en 2013 y según autoridades rusas ha cobrado la vida de por lo menos 130 personas.
Monitoreando a los participantes, obligaba por medio de manipulación, burlas y amenazas con la intención de realizar una limpieza social, según dijo en una reciente entrevista a la página saintpetersburg.ru. “Planeé el concepto del proyecto, los niveles y etapas específicas”. Dijo sin mostrar remordimiento.
Según Budeikin, hay dos tipos de personas: “seres humanos y los residuales que no tienen valor para la sociedad”, a ellos estaba enfocado el reto.
¿Por qué hasta ahora cobró interés la “ballena azul”?
En Latinoamérica no se había detectado el juego, pero el 11 de abril dos personas se suicidaron tras completar el reto de 50 días en Paraíba, Brasil. El 28 de abril, la última víctima de al que se tiene conocimiento se suicidó en Colombia. Maylen Lizette de 13 años completó el macabro juego.
Se cree que aún hay grupos en redes sociales que buscan enganchar a jóvenes para retarlos y empujarlos a completar el reto de la ballena azul. “Los desafíos a través de la web comienzan como una acción inofensiva, escalando rápidamente al punto de poner en riesgo la vida del extorsionado”, declaró. “Internet es como la calle, uno deja a su niño solo en la web y no sabe lo que pueda pasar’, explicó Patricia Peck Pinheiro, abogada especialista en delito digital, a la revista digital Cultura Colectiva.
Ver películas de terror, no dormir, cortarse los brazos y en el último día, suicidarse. Muchos medios han hablado acerca del “reto de la ballena azul”, pero no había mucha información concreta al respecto. Hasta ahora.
El autor fue identificado como Philopp Budeikin, de 22 años, un ex alumno de psicología que durante años fue víctima de violencia por parte de su madre y hermano. Expulsado en el tercer año, Budeikin se escudó en la red VKontakte, el Facebook de Rusia.
Sus comunidades virtuales llegaron a ser conocidas como “F57” y apodadas los grupos de la muerte. Usando el alias Philipp Liss, fue arrestado en 2016 por fomentar el suicidio entre jóvenes. El reto de la Ballena Azul no es nuevo, comenzó en 2013 y según autoridades rusas ha cobrado la vida de por lo menos 130 personas.
Monitoreando a los participantes, obligaba por medio de manipulación, burlas y amenazas con la intención de realizar una limpieza social, según dijo en una reciente entrevista a la página saintpetersburg.ru. “Planeé el concepto del proyecto, los niveles y etapas específicas”. Dijo sin mostrar remordimiento.
Según Budeikin, hay dos tipos de personas: “seres humanos y los residuales que no tienen valor para la sociedad”, a ellos estaba enfocado el reto.
¿Por qué hasta ahora cobró interés la “ballena azul”?
En Latinoamérica no se había detectado el juego, pero el 11 de abril dos personas se suicidaron tras completar el reto de 50 días en Paraíba, Brasil. El 28 de abril, la última víctima de al que se tiene conocimiento se suicidó en Colombia. Maylen Lizette de 13 años completó el macabro juego.
Se cree que aún hay grupos en redes sociales que buscan enganchar a jóvenes para retarlos y empujarlos a completar el reto de la ballena azul. “Los desafíos a través de la web comienzan como una acción inofensiva, escalando rápidamente al punto de poner en riesgo la vida del extorsionado”, declaró. “Internet es como la calle, uno deja a su niño solo en la web y no sabe lo que pueda pasar’, explicó Patricia Peck Pinheiro, abogada especialista en delito digital, a la revista digital Cultura Colectiva.