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Diputados en tu cama II

María Dolores Arias
16 de mayo, 2017

En mi artículo anterior  hablaba acerca de la iniciativa de “Ley de protección a la Vida y a la Familia”, hacía un resumen de su contenido y establecía la importancia de los derechos individuales como un principio moral para poder convivir en sociedad y que la función principal del gobierno es proteger que no se violen.

Nuestra moral es ese código de valores que guía nuestras decisiones y acciones, las cuales determinan el propósito y curso de nuestra vida. Por lo tanto debemos actuar acorde a nuestro mejor juicio para obtener y/o conservar lo que valoramos, respetando ese mismo derecho en los demás. Si estamos de acuerdo en este principio básico entonces nadie debería de imponer su visión de vida a los demás.

Esta iniciativa  viola este principio básico en el capítulo III ya que inicia mencionando, en la exposición de motivos que los “grupos minoritarios” (como si importara la cantidad) proponen pensamientos y prácticas incongruentes con la moral cristiana.  Es decir, para estos diputados la única moral válida es la que propone el cristianismo, ignorando “convenientemente” que existe libertad de culto e incluso libertad de no profesar religión alguna. ¿Qué pasaría si la mayoría fuera musulmana, hindú o budista? ¿Le daría a esa mayoría, el derecho a imponer su visión de vida a los cristianos?

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En el artículo 14 decretan que “los niños y niñas  tienen derecho a vivir con una familia nuclear”, que anteriormente definen como la agrupación de padre, madre e hijos.   Imponen, una vez más por la fuerza de la ley, su moral y visión de familia. ¿Convierten en ilegales a las demás familias que se han formado por afinidad? ¿Me pregunto si con esta disposición eliminan la adopción por parte de solteros? ¿Importa acaso, para estos diputados, la idoneidad de los padres?

En el artículo 15 determinan que son los padres quienes tienen el derecho a elegir el tipo de educación que recibirán sus hijos de acuerdo a sus convicciones morales y religiosas y que nadie podrá limitarlos. ¿Son conscientes los diputados que para realmente ejercer este derecho, se debería empezar por eliminar la educación estatal? ¿Se debería eliminar la injerencia del gobierno en los asuntos de la educación de los hijos? ¿Se debería eliminar la obligación de cursar, o financiar, la educación estatal, ya que podría estar en desacuerdo con los contenidos por estar en contra de sus convicciones? ¿Que cada quién debería dar sus recursos en dónde se enseñe aquello con lo que está de acuerdo? Si entienden esto, creo que sería lo único rescatable pero, obviamente, no tiene esa finalidad.

La contradicción es tal que en el mismo artículo que reconocen el derecho de los padres a decidir la educación de sus hijos, prohíben a las escuelas públicas y privadas  a enseñar programas relacionados con la diversidad sexual y la ideología de género, también les prohíben enseñar como normales las conductas sexuales distintas a la heterosexualidad. ¿Y entonces en qué estamos? ¿Cómo pueden ejercer su libertad de elección los padres que están de acuerdo con esos programas? ¿Tienen la libertad de actuar siempre y cuando sea acorde a lo que el diputado decide que es correcto? Eso ni es libertad ni un derecho es más bien un permiso del magnánimo y omnisciente diputado. Puedes elegir, siempre y cuando elija lo que ya decidieron por ti.

Más adelante, artículo 16 y 17, legislan sobre con quién usted se puede casar o unir y van más allá, puesto que expresamente  le prohíben con quién casarse o unirse. Aducen que el matrimonio  es una institución social por la que un hombre y una mujer, nótese la aclaración, así nacidos, se unen legalmente. Si el matrimonio así como la familia son una institución social como ellos afirman, entonces deberían saber que las instituciones evolucionan y se transforman acorde con las acciones de los individuos: en libertad los individuos experimentan y aquellas evoluciones exitosas son adoptadas por el resto y las que no, se eliminan con el tiempo, tal fue el caso de la vida hippie en su momento.

La contradicción continúa en el artículo 18 cuando hablan de “libertad de conciencia y expresión” primero afirman que todos tienen derecho a su libertad de conciencia y expresión y que dentro de esa libertad no estaban obligados a aceptar como normal las conductas y prácticas no heterosexuales. Sin embargo obligan previamente a los demás a no enseñar sobre la diversidad ¿entonces?  Así como nadie debe ser perseguido  por no aceptar como normal la diversidad sexual, tampoco deberían prohibirles a quienes deseen expresar su apoyo a dichas ideas.

Los diputados se creen con el derecho de imponer su moral y de castigar a aquellos que piensen y actúen diferente. Creen que tienen el derecho de imponerles su código de valores pero no sólo eso, además se creen con el derecho de castigarlo si no actúa acorde a lo que ellos deciden.

Nadie, absolutamente nadie, puede o debe decidir qué es lo mejor para usted. Nadie, mayoría o minoría, con la excusa del bien común puede violar su derecho a la vida, libertad o propiedad. Nadie tiene derecho a decidir por usted con quién desea compartir su principal valor, su vida. Si transigimos estos principios básicos debemos  ser conscientes que sólo es cuestión de tiempo para que nuestra vida le pertenezca al grupo más poderoso.

@Md30

Facebook.com/Mda30

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

 

Diputados en tu cama II

María Dolores Arias
16 de mayo, 2017

En mi artículo anterior  hablaba acerca de la iniciativa de “Ley de protección a la Vida y a la Familia”, hacía un resumen de su contenido y establecía la importancia de los derechos individuales como un principio moral para poder convivir en sociedad y que la función principal del gobierno es proteger que no se violen.

Nuestra moral es ese código de valores que guía nuestras decisiones y acciones, las cuales determinan el propósito y curso de nuestra vida. Por lo tanto debemos actuar acorde a nuestro mejor juicio para obtener y/o conservar lo que valoramos, respetando ese mismo derecho en los demás. Si estamos de acuerdo en este principio básico entonces nadie debería de imponer su visión de vida a los demás.

Esta iniciativa  viola este principio básico en el capítulo III ya que inicia mencionando, en la exposición de motivos que los “grupos minoritarios” (como si importara la cantidad) proponen pensamientos y prácticas incongruentes con la moral cristiana.  Es decir, para estos diputados la única moral válida es la que propone el cristianismo, ignorando “convenientemente” que existe libertad de culto e incluso libertad de no profesar religión alguna. ¿Qué pasaría si la mayoría fuera musulmana, hindú o budista? ¿Le daría a esa mayoría, el derecho a imponer su visión de vida a los cristianos?

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En el artículo 14 decretan que “los niños y niñas  tienen derecho a vivir con una familia nuclear”, que anteriormente definen como la agrupación de padre, madre e hijos.   Imponen, una vez más por la fuerza de la ley, su moral y visión de familia. ¿Convierten en ilegales a las demás familias que se han formado por afinidad? ¿Me pregunto si con esta disposición eliminan la adopción por parte de solteros? ¿Importa acaso, para estos diputados, la idoneidad de los padres?

En el artículo 15 determinan que son los padres quienes tienen el derecho a elegir el tipo de educación que recibirán sus hijos de acuerdo a sus convicciones morales y religiosas y que nadie podrá limitarlos. ¿Son conscientes los diputados que para realmente ejercer este derecho, se debería empezar por eliminar la educación estatal? ¿Se debería eliminar la injerencia del gobierno en los asuntos de la educación de los hijos? ¿Se debería eliminar la obligación de cursar, o financiar, la educación estatal, ya que podría estar en desacuerdo con los contenidos por estar en contra de sus convicciones? ¿Que cada quién debería dar sus recursos en dónde se enseñe aquello con lo que está de acuerdo? Si entienden esto, creo que sería lo único rescatable pero, obviamente, no tiene esa finalidad.

La contradicción es tal que en el mismo artículo que reconocen el derecho de los padres a decidir la educación de sus hijos, prohíben a las escuelas públicas y privadas  a enseñar programas relacionados con la diversidad sexual y la ideología de género, también les prohíben enseñar como normales las conductas sexuales distintas a la heterosexualidad. ¿Y entonces en qué estamos? ¿Cómo pueden ejercer su libertad de elección los padres que están de acuerdo con esos programas? ¿Tienen la libertad de actuar siempre y cuando sea acorde a lo que el diputado decide que es correcto? Eso ni es libertad ni un derecho es más bien un permiso del magnánimo y omnisciente diputado. Puedes elegir, siempre y cuando elija lo que ya decidieron por ti.

Más adelante, artículo 16 y 17, legislan sobre con quién usted se puede casar o unir y van más allá, puesto que expresamente  le prohíben con quién casarse o unirse. Aducen que el matrimonio  es una institución social por la que un hombre y una mujer, nótese la aclaración, así nacidos, se unen legalmente. Si el matrimonio así como la familia son una institución social como ellos afirman, entonces deberían saber que las instituciones evolucionan y se transforman acorde con las acciones de los individuos: en libertad los individuos experimentan y aquellas evoluciones exitosas son adoptadas por el resto y las que no, se eliminan con el tiempo, tal fue el caso de la vida hippie en su momento.

La contradicción continúa en el artículo 18 cuando hablan de “libertad de conciencia y expresión” primero afirman que todos tienen derecho a su libertad de conciencia y expresión y que dentro de esa libertad no estaban obligados a aceptar como normal las conductas y prácticas no heterosexuales. Sin embargo obligan previamente a los demás a no enseñar sobre la diversidad ¿entonces?  Así como nadie debe ser perseguido  por no aceptar como normal la diversidad sexual, tampoco deberían prohibirles a quienes deseen expresar su apoyo a dichas ideas.

Los diputados se creen con el derecho de imponer su moral y de castigar a aquellos que piensen y actúen diferente. Creen que tienen el derecho de imponerles su código de valores pero no sólo eso, además se creen con el derecho de castigarlo si no actúa acorde a lo que ellos deciden.

Nadie, absolutamente nadie, puede o debe decidir qué es lo mejor para usted. Nadie, mayoría o minoría, con la excusa del bien común puede violar su derecho a la vida, libertad o propiedad. Nadie tiene derecho a decidir por usted con quién desea compartir su principal valor, su vida. Si transigimos estos principios básicos debemos  ser conscientes que sólo es cuestión de tiempo para que nuestra vida le pertenezca al grupo más poderoso.

@Md30

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo