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Redacción
20 de mayo, 2017

Veo en la televisión la noticia de un ataque armado. Dos muertos, tiros al aire y en el asfalto charcos y charcos de sangre. La cámara enfoca uno de los cuerpos, se detiene en los zapatos y luego con el otro fallecido, la cámara termina en sus calcetines. Como si esto no fuera suficiente todo lo anterior, de repente veo en la tele, por varios segundos, un pequeño río de sangre cayendo desde las gradas del vehículo.

Contando lo anterior diré que me decepciono bastante de mí. Reaccioné hasta un nivel bastante avanzado. Los más triste es sin duda que esta noticia se replicó ayer, lo hará mañana y el día siguiente. Diferente escenario y protagonistas. Pero al final todo termina en un mismo sitio: el morbo.

¿A qué costo? Todas las víctimas tienen familias, personas a las que les duele que la vida les haya sido arrancada en el momento menos pensado y de la forma más cruel, siendo un número más en las estadísticas. Y no solo cargan con el dolor, también con la macabra posibilidad que todos los medios de comunicación repliquen la fatal imagen una y otra vez.

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Y todo por qué, por el morbo. Basta con mirar las timelines en facebook. Videos de heridas expuestas, de choques, de ataques, de todo. Tengo que recordar las imágenes de Brenda Domínguez quién fue atropellada mientras exigía sus derechos. Y digo tengo porque circularon las imágenes del momento por todas las redes sociales. Por lo que la familia entró en contacto con la persona guatemalteca con más seguidores en Twitter, Amilcar Montejo; para pedirle que se dejaran de difundir las imágenes.

No fomentemos morbo y no caigamos en él. Si acudimos a cualquier medio que sea para informarnos no para encontrar una manera de satisfacer el morbo. Humanizar la información y recordar que después de todo somos personas hablando sobre personas con personas.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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20 de mayo, 2017

Veo en la televisión la noticia de un ataque armado. Dos muertos, tiros al aire y en el asfalto charcos y charcos de sangre. La cámara enfoca uno de los cuerpos, se detiene en los zapatos y luego con el otro fallecido, la cámara termina en sus calcetines. Como si esto no fuera suficiente todo lo anterior, de repente veo en la tele, por varios segundos, un pequeño río de sangre cayendo desde las gradas del vehículo.

Contando lo anterior diré que me decepciono bastante de mí. Reaccioné hasta un nivel bastante avanzado. Los más triste es sin duda que esta noticia se replicó ayer, lo hará mañana y el día siguiente. Diferente escenario y protagonistas. Pero al final todo termina en un mismo sitio: el morbo.

¿A qué costo? Todas las víctimas tienen familias, personas a las que les duele que la vida les haya sido arrancada en el momento menos pensado y de la forma más cruel, siendo un número más en las estadísticas. Y no solo cargan con el dolor, también con la macabra posibilidad que todos los medios de comunicación repliquen la fatal imagen una y otra vez.

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Y todo por qué, por el morbo. Basta con mirar las timelines en facebook. Videos de heridas expuestas, de choques, de ataques, de todo. Tengo que recordar las imágenes de Brenda Domínguez quién fue atropellada mientras exigía sus derechos. Y digo tengo porque circularon las imágenes del momento por todas las redes sociales. Por lo que la familia entró en contacto con la persona guatemalteca con más seguidores en Twitter, Amilcar Montejo; para pedirle que se dejaran de difundir las imágenes.

No fomentemos morbo y no caigamos en él. Si acudimos a cualquier medio que sea para informarnos no para encontrar una manera de satisfacer el morbo. Humanizar la información y recordar que después de todo somos personas hablando sobre personas con personas.

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