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La nueva mentira repetida

Redacción República
29 de mayo, 2017

“Una mentira repetida muchas veces termina convirtiéndose en una gran verdad”. Que no se sepa aún si esto lo dijo Vladimir Lenin o Joseph Goebbels, es lo suficientemente irónico como para que ahora sea de importancia. Igual sus respectivos regímenes totalitarios le hicieron justicia a ambos. Lo aplicaron a cabalidad. Trasciende el tiempo y la historia, la mentira. Es necia y atractiva. Se nutre de imaginación e ignorancia. Suele ser dogmática. Escribe libros, los publica. Gana premios Nobel de importancia. Se denomina justa, plural, equitativa, democrática. 

Jean François Revel, francés pero genial, la describió y denunció magistralmente en su momento. Pero nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. (Es tan corta la guerra y tan largo el olvido). La mentira militante se desplomó con el muro de Berlín y fracasó en Guatemala, a pesar de las balas y los votos. Y hoy, atrevida y despechada, se reinventa. Quiere consagrarse como la única poseedora de la justicia (aún cuando es su máxima detractora, su más hábil mercenaria). E insiste en gobernar de la mano de extranjeros, para variar, que gustan de insultar nuestra inteligencia y amabilidad. 

Señores y señoras, desde el “Cabaret de la Revolución” de la Habana y bailando salsa al ritmo esbirro de las balas en Caracas, les presentamos a la inolvidable, a la única, a la irreemplazable, a la ultra vedette, a la nueva diva del socialismo del Siglo XXI. Yes. Se nos dejó venir “progre”, la condenada. Se hizo Botox, liposucción. Es teckie. Es pop. Poética, además, la “nueva narrativa” nos promete rebasar en curva, caminando las calles de la ciudad, codo a codo, porque sos mi amor, mi cómplice y todo. 

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Y somos mucho más que dos. Es decir, sin género definido, porque ahora ya somos “entes”. Así que en brigada nacional se impulsarán los baños “arco iris” y la alfabetización de todo el abecedario LGBT+. Se promoverá, además, una trascendental y urgente educación sexual, impartida a control remoto -o Skype- por la mismísima Mariela Castro, sexóloga cubana, de reconocida trayectoria familiar. (Pero la tiranía y el machismo reaccionario de Raúl, su padre revolucionario, es silencio, es tabú). 

Será la nación más “avant-garde”, la más “ménage à trois” y la más incluyente de toda América Central. Súper ancestral, eso sí, tendrá que ser la agenda agraria nacional. Guatemala profunda será sostenible y ecológica. Faltaba más, habrá que reciclar. Pasarlo todo de una mano a otra, será de rigor. La madre tierra, en particular, porque lo piden sus hijos, los ríos, el calentamiento global. Todo se nacionalizará. En cuentas privadas, eso sí, para que los “nuevos revolucionarios” también disfruten de los paraísos fiscales, al mejor estilo dandy de los hijos de Castro y de Chávez. Profunda, sin duda, sería esa caída para Guatemala. 

Políticamente correcta, siempre hipócrita, la mentira repetida trasciende. Se expresa deliberadamente en los círculos más educados, más exclusivos de la sociedad nacional e internacional. Es la nueva regla de etiqueta. Es del jet-set, la nueva urbanidad. Ladies first, cual Jessica Valenti. ¿Pero qué decir ahora sin ofender, babe? No se. Déjame buscarlo en algún libro de Chomsky. ¿Y cómo hay que referirse a un “indio” o a un “negro”, honey? En francés o en inglés, como cuando están las “maids”: “African-Latin American” y/o “Pan-Asian-Latin-American”. ¿O será  “Native Hispanic American”?

La mentira repetitiva es necia e intransigente, pero sigue siendo una mentira. Por eso, “La Rebelión en la Granja” de George Orwell y la nota de despedida del poeta Reynaldo Arenas antes de su suicidio: “Cuba será libre, yo ya lo soy”.  Todo un safari, la cacería en los países tercermundistas sigue usando rifles occidentales, del primer mundo. Y salvo el bla, bla, bla socialista que resuena cual pesadilla y disco rallado, todo se calla. Todos callan. No hablan de Venezuela, por ejemplo, que se desangra. No hablan de Cuba, con más de 57 años de gobierno tiránico y totalitario. Como cuando los frailes llegaban de la mano de Hernán Cortés: por la igualdad religiosa, por la vida espiritual de los pueblos indígenas, por su bien.  No fue por territorio o por poder. Sin embargo, oro parece, plata no es, el que no lo adivine, bien tonto es. ¿Maduro? Oremos, pues. ¿Será que es lo único que nos queda? “Je ne sais pas”. Pero que no quepa duda, nos iremos frontal, de frente siempre con la verdad. Porque como diría Quevedo: serán ceniza, más tendrá sentido, polvo serán, más polvo enamorado…con ese amor constante, más allá de la muerte, por la libertad. 

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

La nueva mentira repetida

Redacción República
29 de mayo, 2017

“Una mentira repetida muchas veces termina convirtiéndose en una gran verdad”. Que no se sepa aún si esto lo dijo Vladimir Lenin o Joseph Goebbels, es lo suficientemente irónico como para que ahora sea de importancia. Igual sus respectivos regímenes totalitarios le hicieron justicia a ambos. Lo aplicaron a cabalidad. Trasciende el tiempo y la historia, la mentira. Es necia y atractiva. Se nutre de imaginación e ignorancia. Suele ser dogmática. Escribe libros, los publica. Gana premios Nobel de importancia. Se denomina justa, plural, equitativa, democrática. 

Jean François Revel, francés pero genial, la describió y denunció magistralmente en su momento. Pero nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. (Es tan corta la guerra y tan largo el olvido). La mentira militante se desplomó con el muro de Berlín y fracasó en Guatemala, a pesar de las balas y los votos. Y hoy, atrevida y despechada, se reinventa. Quiere consagrarse como la única poseedora de la justicia (aún cuando es su máxima detractora, su más hábil mercenaria). E insiste en gobernar de la mano de extranjeros, para variar, que gustan de insultar nuestra inteligencia y amabilidad. 

Señores y señoras, desde el “Cabaret de la Revolución” de la Habana y bailando salsa al ritmo esbirro de las balas en Caracas, les presentamos a la inolvidable, a la única, a la irreemplazable, a la ultra vedette, a la nueva diva del socialismo del Siglo XXI. Yes. Se nos dejó venir “progre”, la condenada. Se hizo Botox, liposucción. Es teckie. Es pop. Poética, además, la “nueva narrativa” nos promete rebasar en curva, caminando las calles de la ciudad, codo a codo, porque sos mi amor, mi cómplice y todo. 

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Y somos mucho más que dos. Es decir, sin género definido, porque ahora ya somos “entes”. Así que en brigada nacional se impulsarán los baños “arco iris” y la alfabetización de todo el abecedario LGBT+. Se promoverá, además, una trascendental y urgente educación sexual, impartida a control remoto -o Skype- por la mismísima Mariela Castro, sexóloga cubana, de reconocida trayectoria familiar. (Pero la tiranía y el machismo reaccionario de Raúl, su padre revolucionario, es silencio, es tabú). 

Será la nación más “avant-garde”, la más “ménage à trois” y la más incluyente de toda América Central. Súper ancestral, eso sí, tendrá que ser la agenda agraria nacional. Guatemala profunda será sostenible y ecológica. Faltaba más, habrá que reciclar. Pasarlo todo de una mano a otra, será de rigor. La madre tierra, en particular, porque lo piden sus hijos, los ríos, el calentamiento global. Todo se nacionalizará. En cuentas privadas, eso sí, para que los “nuevos revolucionarios” también disfruten de los paraísos fiscales, al mejor estilo dandy de los hijos de Castro y de Chávez. Profunda, sin duda, sería esa caída para Guatemala. 

Políticamente correcta, siempre hipócrita, la mentira repetida trasciende. Se expresa deliberadamente en los círculos más educados, más exclusivos de la sociedad nacional e internacional. Es la nueva regla de etiqueta. Es del jet-set, la nueva urbanidad. Ladies first, cual Jessica Valenti. ¿Pero qué decir ahora sin ofender, babe? No se. Déjame buscarlo en algún libro de Chomsky. ¿Y cómo hay que referirse a un “indio” o a un “negro”, honey? En francés o en inglés, como cuando están las “maids”: “African-Latin American” y/o “Pan-Asian-Latin-American”. ¿O será  “Native Hispanic American”?

La mentira repetitiva es necia e intransigente, pero sigue siendo una mentira. Por eso, “La Rebelión en la Granja” de George Orwell y la nota de despedida del poeta Reynaldo Arenas antes de su suicidio: “Cuba será libre, yo ya lo soy”.  Todo un safari, la cacería en los países tercermundistas sigue usando rifles occidentales, del primer mundo. Y salvo el bla, bla, bla socialista que resuena cual pesadilla y disco rallado, todo se calla. Todos callan. No hablan de Venezuela, por ejemplo, que se desangra. No hablan de Cuba, con más de 57 años de gobierno tiránico y totalitario. Como cuando los frailes llegaban de la mano de Hernán Cortés: por la igualdad religiosa, por la vida espiritual de los pueblos indígenas, por su bien.  No fue por territorio o por poder. Sin embargo, oro parece, plata no es, el que no lo adivine, bien tonto es. ¿Maduro? Oremos, pues. ¿Será que es lo único que nos queda? “Je ne sais pas”. Pero que no quepa duda, nos iremos frontal, de frente siempre con la verdad. Porque como diría Quevedo: serán ceniza, más tendrá sentido, polvo serán, más polvo enamorado…con ese amor constante, más allá de la muerte, por la libertad. 

República es ajena a la opinión expresada en este artículo