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¿Un vaso medio lleno o medio vacío?

Salvador Paiz
01 de junio, 2017

No hay duda que el agua de nuestro vaso se encuentra a medias y que nuestro país tiene grandes oportunidades para mejorar. Es válido que todos tengamos perspectivas distintas al respecto. Para algunos el vaso está medio lleno y, para otros, está medio vacío. El debatir abiertamente y con respeto sobre estas perspectivas es justamente la base de la democracia. Sin embargo, lo que no se vale es echarle tierra al poco de agua que tiene el vaso para afirmar que las cosas están peores de lo que muestran. Eso es estropear la muestra y poco científico.

Tuve la oportunidad de participar en el foro “Paraíso Desigual” la semana pasada. Allí escuché todo tipo de datos, afirmaciones y opiniones. Entiendo que el objetivo del evento era posicionar la desigualdad en el imaginario ciudadano. Sin embargo, el “mercadeo” del concepto se tradujo en una competencia dónde los ponentes se esmeraban por lanzar una estadística peor que la anterior sobre la situación de Guatemala. Ciertamente me repugnan las estadísticas sociales del país y reconozco que no estamos haciendo lo suficiente por cambiar esa realidad al ritmo que nuestra conciencia nos exige. Sin embargo, no comulgo con el gran empeño en definir a un “malvado” a quién se le pueda echar la culpa, en lugar de observar las cifras y analizar lo que nos dicen los datos.

Si verdaderamente queremos debatir el tema de la desigualdad, mi recomendación es hacer un debate técnico con expertos y opiniones de cada lado del debate. Es la única forma de asegurar la pureza del agua y que no se introduzcan otros elementos que puedan estropear la muestra. Eso no quiere decir que vayamos a estar de acuerdo en todo, pero permitiría avanzar sobre un debate más serio. Yo inclusive buscaría ampliar la temática del debate para hablar sobre el país que queremos, el “cómo” vamos a llegar de aquí a allá, cuánto cuesta ese país, la responsabilidad individual de cada actor y sector, y los sacrificios que cada uno estamos dispuestos a hacer para lograrlo. Debemos de estar dispuestos a conversar sobre ciertas vacas sagradas e inclusive ofrecer en sacrificio algunas de ellas.

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Por mi parte, tengo una perspectiva optimista respecto a todo esto, ya que veo el vaso “medio lleno”. Veo un país que ha depurado un alto número de políticos y cleptócratas, manteniendo (por ahora) la estabilidad democrática. Un país cuya concentración económica va en un decidido proceso de diversificación. Prueba de ello es la reducción de más de 100 puntos en el Índice de Herfindahl, el cual mide la concentración de industrias en una economía, en un plazo de 15 años. Hoy vemos un gran número de nuevos sectores y actores tales como exportadores de software, BPOs, comercio electrónico, entre otros, que no existían hace 20 años. Veo un país dónde las empresas formales aportan el 3.2% del PIB en ISR (de un total de la recaudación de 3.6%) más de lo que aportan en ISR las empresas en países como Estados Unidos (2.3% del PIB). Ese aporte se genera con tan solo 35% de las empresas y los empleos en la formalidad. Me pregunto, ¿cuánto sería el aporte si todos nos formalizamos?

Además, veo un país dónde se reduce la desigualdad. Si comparamos los datos de las distintas entregas de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), observamos cambios positivos en algunos indicadores. Por ejemplo, en cuanto al Coeficiente de GINI, el cual mide la desigualdad según ingresos, se muestra un cambio de 0.60 en el 2000 a 0,53 en el 2014. Otro indicador es el aumento en el ingreso promedio, el cual aumentó de Q1,100 en 2002, a Q2,131 en 2015. Por otro lado, el ingreso per cápita ha crecido de $252 en 1960 a $3,903 en 2015. Ciertamente aún es un nivel insuficiente, pero vamos en la dirección correcta. A nivel regional, la evidencia de un período de análisis de 65 años (1950 a 2015) muestra cambios importantes en la desigualdad. En primer lugar, los niveles de ingreso subieron (mediana igual al US$20 mil) y la desigualdad se redujo (mediana igual a 0.43). Es importante que entendamos que ningún país mejora sus ingresos manteniendo o reduciendo su desigualdad. De hecho, 42 países de los 167 del mundo, ya se encuentran en ese cuadrante de países más prósperos y con baja desigualdad. De esos 42, 31 de ellos pasaron por un proceso en el que se incrementó la desigualdad antes de reducirse. En nuestro país, un dato interesante es que la desigualdad en las áreas indígenas es mayor que la desigualdad en áreas ladinas y mayor que entre áreas indígenas y áreas ladinas

Como decía mi abuelo, hablando se entiende la gente. Este tipo de foros y diálogos son importantísimos, no solo para que podamos hablar de nuestra perspectiva de estas problemáticas, sino también para hablar de nuestras propuestas y las premisas que las sustentan. Me da la impresión que, a pesar de que tratamos de rasgarnos las vestiduras para decir que estamos en desacuerdo y sin menospreciar las diferencias reales entre perspectivas, muchas de las propuestas sí son reconciliables. Por lo que escuché en el foro, todos buscamos cómo garantizar acceso a educación y salud, políticas de protección social, cómo contar con un sistema de justicia efectivo (accesible para toda la población y donde las reglas nos apliquen a todos por igual), cómo alcanzar la formalización del empleo y una reforma fiscal.

Es momento que los guatemaltecos cambiemos de perspectiva. Es momento de que dejemos de enfatizar las cosas que nos diferencian y nos separan, y comencemos buscar la ruta común para construir un país más próspero. ¿El vaso está medio lleno o medio vacío? Mejor centremos el debate en cómo llenarlo.

www.salvadorpaiz.com

@salva_paiz

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

¿Un vaso medio lleno o medio vacío?

Salvador Paiz
01 de junio, 2017

No hay duda que el agua de nuestro vaso se encuentra a medias y que nuestro país tiene grandes oportunidades para mejorar. Es válido que todos tengamos perspectivas distintas al respecto. Para algunos el vaso está medio lleno y, para otros, está medio vacío. El debatir abiertamente y con respeto sobre estas perspectivas es justamente la base de la democracia. Sin embargo, lo que no se vale es echarle tierra al poco de agua que tiene el vaso para afirmar que las cosas están peores de lo que muestran. Eso es estropear la muestra y poco científico.

Tuve la oportunidad de participar en el foro “Paraíso Desigual” la semana pasada. Allí escuché todo tipo de datos, afirmaciones y opiniones. Entiendo que el objetivo del evento era posicionar la desigualdad en el imaginario ciudadano. Sin embargo, el “mercadeo” del concepto se tradujo en una competencia dónde los ponentes se esmeraban por lanzar una estadística peor que la anterior sobre la situación de Guatemala. Ciertamente me repugnan las estadísticas sociales del país y reconozco que no estamos haciendo lo suficiente por cambiar esa realidad al ritmo que nuestra conciencia nos exige. Sin embargo, no comulgo con el gran empeño en definir a un “malvado” a quién se le pueda echar la culpa, en lugar de observar las cifras y analizar lo que nos dicen los datos.

Si verdaderamente queremos debatir el tema de la desigualdad, mi recomendación es hacer un debate técnico con expertos y opiniones de cada lado del debate. Es la única forma de asegurar la pureza del agua y que no se introduzcan otros elementos que puedan estropear la muestra. Eso no quiere decir que vayamos a estar de acuerdo en todo, pero permitiría avanzar sobre un debate más serio. Yo inclusive buscaría ampliar la temática del debate para hablar sobre el país que queremos, el “cómo” vamos a llegar de aquí a allá, cuánto cuesta ese país, la responsabilidad individual de cada actor y sector, y los sacrificios que cada uno estamos dispuestos a hacer para lograrlo. Debemos de estar dispuestos a conversar sobre ciertas vacas sagradas e inclusive ofrecer en sacrificio algunas de ellas.

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Por mi parte, tengo una perspectiva optimista respecto a todo esto, ya que veo el vaso “medio lleno”. Veo un país que ha depurado un alto número de políticos y cleptócratas, manteniendo (por ahora) la estabilidad democrática. Un país cuya concentración económica va en un decidido proceso de diversificación. Prueba de ello es la reducción de más de 100 puntos en el Índice de Herfindahl, el cual mide la concentración de industrias en una economía, en un plazo de 15 años. Hoy vemos un gran número de nuevos sectores y actores tales como exportadores de software, BPOs, comercio electrónico, entre otros, que no existían hace 20 años. Veo un país dónde las empresas formales aportan el 3.2% del PIB en ISR (de un total de la recaudación de 3.6%) más de lo que aportan en ISR las empresas en países como Estados Unidos (2.3% del PIB). Ese aporte se genera con tan solo 35% de las empresas y los empleos en la formalidad. Me pregunto, ¿cuánto sería el aporte si todos nos formalizamos?

Además, veo un país dónde se reduce la desigualdad. Si comparamos los datos de las distintas entregas de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), observamos cambios positivos en algunos indicadores. Por ejemplo, en cuanto al Coeficiente de GINI, el cual mide la desigualdad según ingresos, se muestra un cambio de 0.60 en el 2000 a 0,53 en el 2014. Otro indicador es el aumento en el ingreso promedio, el cual aumentó de Q1,100 en 2002, a Q2,131 en 2015. Por otro lado, el ingreso per cápita ha crecido de $252 en 1960 a $3,903 en 2015. Ciertamente aún es un nivel insuficiente, pero vamos en la dirección correcta. A nivel regional, la evidencia de un período de análisis de 65 años (1950 a 2015) muestra cambios importantes en la desigualdad. En primer lugar, los niveles de ingreso subieron (mediana igual al US$20 mil) y la desigualdad se redujo (mediana igual a 0.43). Es importante que entendamos que ningún país mejora sus ingresos manteniendo o reduciendo su desigualdad. De hecho, 42 países de los 167 del mundo, ya se encuentran en ese cuadrante de países más prósperos y con baja desigualdad. De esos 42, 31 de ellos pasaron por un proceso en el que se incrementó la desigualdad antes de reducirse. En nuestro país, un dato interesante es que la desigualdad en las áreas indígenas es mayor que la desigualdad en áreas ladinas y mayor que entre áreas indígenas y áreas ladinas

Como decía mi abuelo, hablando se entiende la gente. Este tipo de foros y diálogos son importantísimos, no solo para que podamos hablar de nuestra perspectiva de estas problemáticas, sino también para hablar de nuestras propuestas y las premisas que las sustentan. Me da la impresión que, a pesar de que tratamos de rasgarnos las vestiduras para decir que estamos en desacuerdo y sin menospreciar las diferencias reales entre perspectivas, muchas de las propuestas sí son reconciliables. Por lo que escuché en el foro, todos buscamos cómo garantizar acceso a educación y salud, políticas de protección social, cómo contar con un sistema de justicia efectivo (accesible para toda la población y donde las reglas nos apliquen a todos por igual), cómo alcanzar la formalización del empleo y una reforma fiscal.

Es momento que los guatemaltecos cambiemos de perspectiva. Es momento de que dejemos de enfatizar las cosas que nos diferencian y nos separan, y comencemos buscar la ruta común para construir un país más próspero. ¿El vaso está medio lleno o medio vacío? Mejor centremos el debate en cómo llenarlo.

www.salvadorpaiz.com

@salva_paiz

República es ajena a la opinión expresada en este artículo