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Del tráfico y sus círculos viciosos

Redacción
03 de junio, 2017

Todo surgió en una conversación mientras, estancados en las calles de la zona 10, debatíamos sobre eso que teníamos enfrente: las interminables filas de carros adornando el pintoresco tráfico de la Ciudad de Guatemala.

Era fin de mes, estaba lloviendo y veníamos de la zona 1. Con estas tres indicaciones, cualquier guatemalteco pensará que ese fue el escenario perfecto para que se manifestara el temible tráfico. ¡Y vaya que lo fue! Hicimos tres horas de tráfico para llegar a nuestras casas. ¡Tres horas para un trayecto que regularmente toma 25 minutos!
Durante esa infinidad de minutos muchos temas cayeron sobre el tablero del carro, y uno de ellos, obviamente, fue el tráfico. Empezamos con las típicas quejas, luego los chistes de la situación que tanto nos caracterizan a los chapines y, finalmente, la plática profunda iniciada por una pregunta un tanto filosófica (dentro del contexto claro): ¿Qué podemos hacer para evitar/erradicar el tráfico?

Un silencio adornado por el ruido de las bocinas de los demás autos siguió la pregunta. Intervine, sin tener respuesta clara, con una anécdota. “Hace un par de meses tuve la oportunidad de hacerle esta misma pregunta al Señor Alcalde Arzú”, dije recordando aquellos días en que trabajé para una radio. “Recuerdo que el tema de moda era el famoso teleférico. ¿Sabes qué me respondió?”. Mi acompañante negó con la cabeza. “Me dijo: Mientras las personas que están acostumbradas a utilizar sus autos para ir a cualquier lugar no comiencen a utilizar el transporte público, no habrá ningún teleférico ni metro ni tren que nos ayude a salir de estas colas. Los medios de transporte, sean cuales sean, solamente son utilizados por aquellos que siempre han adoptado esos medios y no por el resto de gente que va en sus propios carros”.

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Aquel día me quedé pensando en esa respuesta. El alcalde tenía razón hasta cierto punto. Sin embargo, como toda solución a un gran problema, la cosa no era sencilla. Si los que utilizamos nuestros autos migráramos al transporte público… ¿cómo llegaríamos a todos los lugares que queremos si el Transmetro solamente pasa por ciertos sectores específicos de la ciudad? Bueno, hay camionetas rojas y Transurbanos que si recorren la mayoría del departamento (la mayoría, ojo al dato). ¿Pero que hay de la seguridad? ¿Qué me garantiza saber que voy a llegar al trabajo con mi computadora, mi reloj, mi billetera, mi celular y mis zapatos? Mejor dicho, ¿Qué me garantiza saber que voy a llegar siquiera? Claro, el auto no es una garantía total de seguridad, pero si es más “seguro” que el transporte público, no hay dudas. Sin embargo, al utilizar mi auto me sumo a las interminables colas del tráfico y me convierto en una de las causas del estancamiento por el exceso de automóviles en una ciudad que pobremente diseñada.
¿Lo ven? Es un círculo vicioso.

Transporte público, alcance, seguridad, auto propio, tránsito y de vuelta otra vez. ¿Por dónde empezar? ¿Cuál es más importante? No lo sé. Les dejo este tema sobre el tablero de sus autos, o sobre el sillón de la camioneta, para que lo piensen cada vez que queden atrapados en las calles de nuestra… “bella” y peculiar ciudad. Mi acompañante, hasta la fecha, tampoco me ha respondido esta pregunta. Solamente me dijo: “esto del tráfico es un círculo vicioso”. Tiene razón.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Del tráfico y sus círculos viciosos

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03 de junio, 2017

Todo surgió en una conversación mientras, estancados en las calles de la zona 10, debatíamos sobre eso que teníamos enfrente: las interminables filas de carros adornando el pintoresco tráfico de la Ciudad de Guatemala.

Era fin de mes, estaba lloviendo y veníamos de la zona 1. Con estas tres indicaciones, cualquier guatemalteco pensará que ese fue el escenario perfecto para que se manifestara el temible tráfico. ¡Y vaya que lo fue! Hicimos tres horas de tráfico para llegar a nuestras casas. ¡Tres horas para un trayecto que regularmente toma 25 minutos!
Durante esa infinidad de minutos muchos temas cayeron sobre el tablero del carro, y uno de ellos, obviamente, fue el tráfico. Empezamos con las típicas quejas, luego los chistes de la situación que tanto nos caracterizan a los chapines y, finalmente, la plática profunda iniciada por una pregunta un tanto filosófica (dentro del contexto claro): ¿Qué podemos hacer para evitar/erradicar el tráfico?

Un silencio adornado por el ruido de las bocinas de los demás autos siguió la pregunta. Intervine, sin tener respuesta clara, con una anécdota. “Hace un par de meses tuve la oportunidad de hacerle esta misma pregunta al Señor Alcalde Arzú”, dije recordando aquellos días en que trabajé para una radio. “Recuerdo que el tema de moda era el famoso teleférico. ¿Sabes qué me respondió?”. Mi acompañante negó con la cabeza. “Me dijo: Mientras las personas que están acostumbradas a utilizar sus autos para ir a cualquier lugar no comiencen a utilizar el transporte público, no habrá ningún teleférico ni metro ni tren que nos ayude a salir de estas colas. Los medios de transporte, sean cuales sean, solamente son utilizados por aquellos que siempre han adoptado esos medios y no por el resto de gente que va en sus propios carros”.

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Aquel día me quedé pensando en esa respuesta. El alcalde tenía razón hasta cierto punto. Sin embargo, como toda solución a un gran problema, la cosa no era sencilla. Si los que utilizamos nuestros autos migráramos al transporte público… ¿cómo llegaríamos a todos los lugares que queremos si el Transmetro solamente pasa por ciertos sectores específicos de la ciudad? Bueno, hay camionetas rojas y Transurbanos que si recorren la mayoría del departamento (la mayoría, ojo al dato). ¿Pero que hay de la seguridad? ¿Qué me garantiza saber que voy a llegar al trabajo con mi computadora, mi reloj, mi billetera, mi celular y mis zapatos? Mejor dicho, ¿Qué me garantiza saber que voy a llegar siquiera? Claro, el auto no es una garantía total de seguridad, pero si es más “seguro” que el transporte público, no hay dudas. Sin embargo, al utilizar mi auto me sumo a las interminables colas del tráfico y me convierto en una de las causas del estancamiento por el exceso de automóviles en una ciudad que pobremente diseñada.
¿Lo ven? Es un círculo vicioso.

Transporte público, alcance, seguridad, auto propio, tránsito y de vuelta otra vez. ¿Por dónde empezar? ¿Cuál es más importante? No lo sé. Les dejo este tema sobre el tablero de sus autos, o sobre el sillón de la camioneta, para que lo piensen cada vez que queden atrapados en las calles de nuestra… “bella” y peculiar ciudad. Mi acompañante, hasta la fecha, tampoco me ha respondido esta pregunta. Solamente me dijo: “esto del tráfico es un círculo vicioso”. Tiene razón.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo