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Estabilidad laboral

Redacción República
03 de junio, 2017

Esta semana el diputado Fernando García presento una iniciativa de ley que propone que dentro de un matrimonio legal o una unión de hecho legalmente reconocida se prohíba el despido de un hombre de su trabajo si su cónyuge está embarazada. Y no saben cuánto me encanta revisar noticias publicadas en redes sociales y dirigirme a los comentarios para conocer qué opinan las personas de todos los procesos que se dan en el país.

Esta publicación, por ejemplo, se prestó a que fueran más aquellas personas que viven como “patrones” las que comentaran. Fueron muy pocos los comentarios que venían desde la clase trabajadora. La mayoría parecían hablar desde una posición privilegiada, así que preguntaban qué podría hacerse en caso de que los trabajadores no cumplieran con las expectativas que se le eran asignadas. Hubo otros comentarios, un poco más enfocados a la problemática de género, de algunas mujeres que en su mayoría no apoyaban la iniciativa porque reclamaban que pocos hombres son responsables cuando se trata de ejercer la paternidad. Así que esta ley, en dado caso, funcionaría como un beneficio extra para el padre de sus hijos y no para ellas. Y así, diversidad de enfoques más.

Lo cierto es que la ley aún no ha sido introducida y presentada completamente, falta mucho por conocer de ella. Y hasta que sepamos todas y cada una de sus intenciones, entonces seremos capaces de juzgarla. Pero esta, como muchas leyes más que se han propuesto en Guatemala, me hacen ser cada vez más consiente de cómo está de podrido nuestro funcionamiento legislativo y de cómo es de penoso el hecho de que por más buenas leyes que existan, pareciera que somos un pueblo que no se redime.

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Esta ley, por ejemplo, me parece buena hasta donde la conozco. Garantiza que no habrá un papá ni una mamá desempleada en la época más crucial de la vida del bebé. Y eso, por consiguiente, garantiza que la familia podrá sostenerse, podrá vivir al menos en condiciones dignas y que no tendrá que preocuparse por que de un día a otro la realidad como la conocían, cambié. Y me encanta que se haya tomado en cuenta el papel del padre, porque entonces se valoriza más el hecho de que éste permanezca presente en todo el embarazo de la mujer y no que se asuma que su ausencia es aceptable o válida.

Pero como todo lo demás en Guatemala, la ley también nos da dudas porque entonces se aseguraría el trabajo de personas que no dan la talla en lo que se les asigna y aún con una razón válida, no sería posible despedir a un trabajador que está dando problemas. Es decepcionante porque hay muchas cosas que la ley trae que son buenas, pero como estamos tan acostumbrados al hecho de no cumplir con nuestras obligaciones, rápido encontramos las desventajas de la propia solución.

La mayoría de personas consideró que iban a estar obligados a emplear a personas incompetentes en sus trabajos porque la mayoría de personas sabemos que son pocos aquellos que están comprometidos con sus tareas diarias. El promedio de trabajadores en Guatemala no es proactivo y probablemente es por eso que garantizar un empleo por al menos 6 meses a cualquier persona, es todo un problema.

Esto mismo es lo que pasa con todas nuestras demás leyes. Como guatemaltecos estamos tan acostumbrados a no cumplir con nuestras obligaciones ciudadanas, que cuando surge un beneficio nuevo condicionado por el cumplimiento de una obligación, preferimos decirle adiós al beneficio. Entonces, con este patrón de comportamiento, de verdad que está difícil que mejoremos nuestro plan y calidad de vida como ciudadanos. Tratemos de darle un vistazo más positivo y responsable a las leyes, entonces probablemente podremos cambiar cómo se ven ahora.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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Redacción República
03 de junio, 2017

Esta semana el diputado Fernando García presento una iniciativa de ley que propone que dentro de un matrimonio legal o una unión de hecho legalmente reconocida se prohíba el despido de un hombre de su trabajo si su cónyuge está embarazada. Y no saben cuánto me encanta revisar noticias publicadas en redes sociales y dirigirme a los comentarios para conocer qué opinan las personas de todos los procesos que se dan en el país.

Esta publicación, por ejemplo, se prestó a que fueran más aquellas personas que viven como “patrones” las que comentaran. Fueron muy pocos los comentarios que venían desde la clase trabajadora. La mayoría parecían hablar desde una posición privilegiada, así que preguntaban qué podría hacerse en caso de que los trabajadores no cumplieran con las expectativas que se le eran asignadas. Hubo otros comentarios, un poco más enfocados a la problemática de género, de algunas mujeres que en su mayoría no apoyaban la iniciativa porque reclamaban que pocos hombres son responsables cuando se trata de ejercer la paternidad. Así que esta ley, en dado caso, funcionaría como un beneficio extra para el padre de sus hijos y no para ellas. Y así, diversidad de enfoques más.

Lo cierto es que la ley aún no ha sido introducida y presentada completamente, falta mucho por conocer de ella. Y hasta que sepamos todas y cada una de sus intenciones, entonces seremos capaces de juzgarla. Pero esta, como muchas leyes más que se han propuesto en Guatemala, me hacen ser cada vez más consiente de cómo está de podrido nuestro funcionamiento legislativo y de cómo es de penoso el hecho de que por más buenas leyes que existan, pareciera que somos un pueblo que no se redime.

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Esta ley, por ejemplo, me parece buena hasta donde la conozco. Garantiza que no habrá un papá ni una mamá desempleada en la época más crucial de la vida del bebé. Y eso, por consiguiente, garantiza que la familia podrá sostenerse, podrá vivir al menos en condiciones dignas y que no tendrá que preocuparse por que de un día a otro la realidad como la conocían, cambié. Y me encanta que se haya tomado en cuenta el papel del padre, porque entonces se valoriza más el hecho de que éste permanezca presente en todo el embarazo de la mujer y no que se asuma que su ausencia es aceptable o válida.

Pero como todo lo demás en Guatemala, la ley también nos da dudas porque entonces se aseguraría el trabajo de personas que no dan la talla en lo que se les asigna y aún con una razón válida, no sería posible despedir a un trabajador que está dando problemas. Es decepcionante porque hay muchas cosas que la ley trae que son buenas, pero como estamos tan acostumbrados al hecho de no cumplir con nuestras obligaciones, rápido encontramos las desventajas de la propia solución.

La mayoría de personas consideró que iban a estar obligados a emplear a personas incompetentes en sus trabajos porque la mayoría de personas sabemos que son pocos aquellos que están comprometidos con sus tareas diarias. El promedio de trabajadores en Guatemala no es proactivo y probablemente es por eso que garantizar un empleo por al menos 6 meses a cualquier persona, es todo un problema.

Esto mismo es lo que pasa con todas nuestras demás leyes. Como guatemaltecos estamos tan acostumbrados a no cumplir con nuestras obligaciones ciudadanas, que cuando surge un beneficio nuevo condicionado por el cumplimiento de una obligación, preferimos decirle adiós al beneficio. Entonces, con este patrón de comportamiento, de verdad que está difícil que mejoremos nuestro plan y calidad de vida como ciudadanos. Tratemos de darle un vistazo más positivo y responsable a las leyes, entonces probablemente podremos cambiar cómo se ven ahora.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo