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Comunicación e inteligencia emocional

Jorge Alvarado
08 de junio, 2017

Hoy se dice mucho sobre el estrés, que se ha convertido en el principal verdugo de la persona común y se manifiesta de diferentes formas bloqueando el desarrollo normal y el logro de objetivos específicos, pero quizás solo son juegos mentales que nos ponen a prueba, porque una cosa es el mundo imaginario, es decir, el mundo interno que existe en nuestra mente, y otra el simbólico o mundo externo.

La inteligencia emocional es una “destreza” que está dividida en tres fases muy peculiares: conocer, interpretar y enfrentar, tanto sentimientos, comportamientos y actitudes propias y de terceros para asimilar mejor nuestros pensamientos, como del entorno en los diferentes procesos de interacción cotidiana. En ese sentido, el manejo del “Self” como decía Goofman, es la capacidad de identificar mis roles en la sociedad y en cualquier ámbito en el que me desarrolle, en otras palabras, lograr conectar tanto en el plano intrapersonal, de lo cual no se habla mucho, y en el interpersonal, que es de lo que más escuchamos.

Todos los seres humanos interactúan en el trabajo, algo que se vuelve complicado por las diferentes personalidades con las que han de convivir, en ese sentido, la inteligencia emocional aborda dos temas fundamentales que son la comunicación asertiva y la empatía, como principios básicos para resolver conflictos con otros, que tienen que ver con el liderazgo y la cooperación entre las partes.

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El desgaste emocional es diario, pero también natural, sin embargo, si la persona no es capaz de inhibirse o de contemplar ese desgaste como un proceso necesario o no sabe desahogarlo, puede caer presa de una serie de vicios que le afectan mentalmente, como la negatividad, estar a la defensiva, mal humor, tristeza y odio, entre otros.

La inteligencia emocional tiene que ver con la interpretación de los objetivos personales y las motivaciones que nos permitan encontrar un espacio para autoregularnos cuando las cosas no marchen bien. Sucede que a menudo, en la cotidianidad, nos volvemos impulsivos, intolerantes y reprimidos, para que esto no suceda es necesario comprender los tres puntos del desarrollo de la inteligencia emocional, que son: emocional (algo que sentimos), intelectual (algo que entendemos), y conductual (algo que hacemos) para manejarnos de mejor manera ante la adversidad, pero sobre todo ante las situaciones difíciles. El punto es que seamos capaces de salir adelante siempre, y entendamos que nuestra mente es tan poderosa que nos reinventa en la medida en que los problemas se presentan.

En el campo de la Comunicación, no hay comunicación buena o mala, solamente resultados que deben ser evaluados según la interacción con nosotros mismos, pero también con los demás. Debemos plantearnos los peores escenarios posibles para estructurar soluciones y no más problemas, el pensamiento estratégico se ejercita al resolver panoramas difíciles.

Así las cosas, al referirme a la inteligencia hablo de la buena disponibilidad de enfrentar algo, por eso resulta importante no confundirla con el cociente intelectual, pues más bien se trata de saber manejar los laberintos de la mente en situaciones difíciles. Esta reflexión nos debería llevar al campo de la conducta, porque me niego a juzgar la inteligencia de otras personas, más bien se trata de una cuestión de actitud, aptitud y competencia, pero sobre todo de destrezas adquiridas.

En definitiva, saber comunicarnos con nosotros mismos es el principio básico para hacerlo con los demás, pues como mencioné antes, el conocimiento es una de las tres fases que nos permitirá explorarnos para estar al tanto de nuestros límites y saber que cuando las cosas los rebasan, podremos enfrentarlas. También es importante la interpretación, eso se refiere a  reconocer los impulsos, pero también los estímulos, y estar atentos a registrar patrones de conducta, en esta fase la observación es vital –todos necesitamos ser interpretes de la realidad– y por último, el enfrentamiento, que trata sobre cómo reaccionamos a lo bueno o malo que nos sucede, el mayor reto en esta etapa no es resolver el problema, sino enfrentar y vencer el miedo que a veces nos convierte en personas erráticas y pasivas.

En todo este proceso la comunicación juega un papel fundamental para mantener una escucha activa, la transmisión de mensajes convincentes y la automotivación. Con un espíritu de lucha puedes ganar o perder en la batalla, pero no puedes perder si no lo has dejado todo en ella, si fuiste vencido antes del inicio, entonces no tienes una buena inteligencia emocional.

En conclusión, como dice el adagio popular “Las batallas más grandes son las que libramos en nuestro interior”, necesitamos trabajar la empatía para lograr avanzar en positivo, aunque el entorno sea negativo, porque necesitamos estar convencidos de que somos capaces de lograrlo y sobrevivir ante la adversidad. Lo que te define es lo que puedes demostrar, es decir, lo mejor de ti.

 

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Comunicación e inteligencia emocional

Jorge Alvarado
08 de junio, 2017

Hoy se dice mucho sobre el estrés, que se ha convertido en el principal verdugo de la persona común y se manifiesta de diferentes formas bloqueando el desarrollo normal y el logro de objetivos específicos, pero quizás solo son juegos mentales que nos ponen a prueba, porque una cosa es el mundo imaginario, es decir, el mundo interno que existe en nuestra mente, y otra el simbólico o mundo externo.

La inteligencia emocional es una “destreza” que está dividida en tres fases muy peculiares: conocer, interpretar y enfrentar, tanto sentimientos, comportamientos y actitudes propias y de terceros para asimilar mejor nuestros pensamientos, como del entorno en los diferentes procesos de interacción cotidiana. En ese sentido, el manejo del “Self” como decía Goofman, es la capacidad de identificar mis roles en la sociedad y en cualquier ámbito en el que me desarrolle, en otras palabras, lograr conectar tanto en el plano intrapersonal, de lo cual no se habla mucho, y en el interpersonal, que es de lo que más escuchamos.

Todos los seres humanos interactúan en el trabajo, algo que se vuelve complicado por las diferentes personalidades con las que han de convivir, en ese sentido, la inteligencia emocional aborda dos temas fundamentales que son la comunicación asertiva y la empatía, como principios básicos para resolver conflictos con otros, que tienen que ver con el liderazgo y la cooperación entre las partes.

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El desgaste emocional es diario, pero también natural, sin embargo, si la persona no es capaz de inhibirse o de contemplar ese desgaste como un proceso necesario o no sabe desahogarlo, puede caer presa de una serie de vicios que le afectan mentalmente, como la negatividad, estar a la defensiva, mal humor, tristeza y odio, entre otros.

La inteligencia emocional tiene que ver con la interpretación de los objetivos personales y las motivaciones que nos permitan encontrar un espacio para autoregularnos cuando las cosas no marchen bien. Sucede que a menudo, en la cotidianidad, nos volvemos impulsivos, intolerantes y reprimidos, para que esto no suceda es necesario comprender los tres puntos del desarrollo de la inteligencia emocional, que son: emocional (algo que sentimos), intelectual (algo que entendemos), y conductual (algo que hacemos) para manejarnos de mejor manera ante la adversidad, pero sobre todo ante las situaciones difíciles. El punto es que seamos capaces de salir adelante siempre, y entendamos que nuestra mente es tan poderosa que nos reinventa en la medida en que los problemas se presentan.

En el campo de la Comunicación, no hay comunicación buena o mala, solamente resultados que deben ser evaluados según la interacción con nosotros mismos, pero también con los demás. Debemos plantearnos los peores escenarios posibles para estructurar soluciones y no más problemas, el pensamiento estratégico se ejercita al resolver panoramas difíciles.

Así las cosas, al referirme a la inteligencia hablo de la buena disponibilidad de enfrentar algo, por eso resulta importante no confundirla con el cociente intelectual, pues más bien se trata de saber manejar los laberintos de la mente en situaciones difíciles. Esta reflexión nos debería llevar al campo de la conducta, porque me niego a juzgar la inteligencia de otras personas, más bien se trata de una cuestión de actitud, aptitud y competencia, pero sobre todo de destrezas adquiridas.

En definitiva, saber comunicarnos con nosotros mismos es el principio básico para hacerlo con los demás, pues como mencioné antes, el conocimiento es una de las tres fases que nos permitirá explorarnos para estar al tanto de nuestros límites y saber que cuando las cosas los rebasan, podremos enfrentarlas. También es importante la interpretación, eso se refiere a  reconocer los impulsos, pero también los estímulos, y estar atentos a registrar patrones de conducta, en esta fase la observación es vital –todos necesitamos ser interpretes de la realidad– y por último, el enfrentamiento, que trata sobre cómo reaccionamos a lo bueno o malo que nos sucede, el mayor reto en esta etapa no es resolver el problema, sino enfrentar y vencer el miedo que a veces nos convierte en personas erráticas y pasivas.

En todo este proceso la comunicación juega un papel fundamental para mantener una escucha activa, la transmisión de mensajes convincentes y la automotivación. Con un espíritu de lucha puedes ganar o perder en la batalla, pero no puedes perder si no lo has dejado todo en ella, si fuiste vencido antes del inicio, entonces no tienes una buena inteligencia emocional.

En conclusión, como dice el adagio popular “Las batallas más grandes son las que libramos en nuestro interior”, necesitamos trabajar la empatía para lograr avanzar en positivo, aunque el entorno sea negativo, porque necesitamos estar convencidos de que somos capaces de lograrlo y sobrevivir ante la adversidad. Lo que te define es lo que puedes demostrar, es decir, lo mejor de ti.

 

República es ajena a la opinión expresada en este artículo