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¿Es más gobierno la solución a la desnutrición crónica?

María Dolores Arias
27 de junio, 2017

La desgracia de la desnutrición crónica no es simplemente que exista la pobreza sino que no hay la esperanza de romper el ciclo pernicioso. La desgracia es que en lugar de fomentar las inversiones que poco a poco cambien el futuro del país, se empeñan en alejarla. Asfixian a quienes ya están establecidos y ahuyentan a quienes podrían invertir.

La semana pasada se dieron a conocer los resultados del informe “Revisión Estratégica de la Situación de Seguridad Alimentaria y Nutricional en Guatemala” cuyo énfasis fue en la desnutrición crónica que presentó la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, Asies, con el apoyo técnico y financiero por el Programa Mundial de Alimentos, PMA, de la ONU.

En dicho informe, destaca que en 1965, en una encuesta realizada por el Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá, la tasa de desnutrición en niños menores de 5 años era de un 63.5% y que para el 2015, según los datos de la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil, era de un 46.5%

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Lo anterior quiere decir que en 50 años, el gobierno sólo logró reducir 17 puntos porcentuales la desnutrición, es decir apenas casi el 27% de la misma. Con esta tendencia, al gobierno guatemalteco le tomaría 125 años erradicar la desnutrición crónica, según los cálculos de quienes presentaron el informe.

Con este panorama poco, sino es que, nada alentador, surgen las diferentes visiones de cómo resolver este problema y ayudar a los más pobres que son quienes en su mayoría sufren de esta deficiencia alimenticia.

Hay quienes proponen más intervención del gobierno, la redistribución de la riqueza y más impuestos, mientras que los otros proponen menos gobierno, más creación de riqueza e iniciativas privadas que ayuden a generar riqueza en los más necesitados y faciliten la benevolencia entre los individuos.

Los primeros, los estatistas-colectivistas consideran que la raíz de este problema es el crecimiento económico descontrolado, es decir, sin el control gubernamental. Consideran que la riqueza se concentra, ya sea en regiones, sectores agroindustriales o comerciales y que eso genera la desigualdad, según ellos, causa de la pobreza y la pobreza extrema en el resto de la población.

Según los estatistas-colectivistas esta situación se agrava ante la baja inversión estatal, las deficiencias en la infraestructura, la corrupción en el gobierno, y la inseguridad jurídica y pública. Por lo que la solución que proponen es aumentar los impuestos para que el gobierno tenga suficientes recursos, así como el aumento de los salarios.

Sin embargo, el sentido común nos hace pensar que, si en 50 años el gobierno no ha logrado reducir significativamente la desnutrición crónica ¿por qué ahora sí lo lograría? Año con año, el presupuesto se incrementa y los resultados son muy pobres en comparación con lo invertido. Además si la corrupción en el manejo de los impuestos ha permeado en muchas partes ¿por qué, entonces, darles más dinero?

Al contrario de lo que piensan los estatistas-colectivistas, el problema no es combatir la pobreza mediante la redistribución de la riqueza sino de favorecer su creación. La riqueza no se puede crear si no generamos bienes y servicios de valor que podamos intercambiar libre y voluntariamente.

Hablar de combatir la desnutrición crónica mientras se ahuyentan las inversiones, se complican las regulaciones, aumenta la falta de certeza jurídica, como pasa con las hidroeléctricas. Se bloquean los accesos de las empresas, como con las mineras o se secuestran las instalaciones de agroindustrias es un absurdo.

Existe evidencia de sobra que demuestra que las iniciativas privadas, tales como las fundaciones, son más efectivas y eficientes a la hora de ayudar a los más necesitados ya que, con mucho menos recursos de los que tiene el gobierno, logran mejores resultados.

La desnutrición crónica no se resolverá con más gobierno. Son los individuos en lo privado, cada quien en su ámbito de acción y no el gobierno, los que lograrán desarrollar el país. Al gobierno solo le corresponde proteger los derechos individuales y abstenerse de estorbar. ¿Se necesitarán otros 50 años para darnos cuenta que la intervención del gobierno es el problema?

@Md30
Facebook.com/Mda30

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

¿Es más gobierno la solución a la desnutrición crónica?

María Dolores Arias
27 de junio, 2017

La desgracia de la desnutrición crónica no es simplemente que exista la pobreza sino que no hay la esperanza de romper el ciclo pernicioso. La desgracia es que en lugar de fomentar las inversiones que poco a poco cambien el futuro del país, se empeñan en alejarla. Asfixian a quienes ya están establecidos y ahuyentan a quienes podrían invertir.

La semana pasada se dieron a conocer los resultados del informe “Revisión Estratégica de la Situación de Seguridad Alimentaria y Nutricional en Guatemala” cuyo énfasis fue en la desnutrición crónica que presentó la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, Asies, con el apoyo técnico y financiero por el Programa Mundial de Alimentos, PMA, de la ONU.

En dicho informe, destaca que en 1965, en una encuesta realizada por el Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá, la tasa de desnutrición en niños menores de 5 años era de un 63.5% y que para el 2015, según los datos de la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil, era de un 46.5%

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Lo anterior quiere decir que en 50 años, el gobierno sólo logró reducir 17 puntos porcentuales la desnutrición, es decir apenas casi el 27% de la misma. Con esta tendencia, al gobierno guatemalteco le tomaría 125 años erradicar la desnutrición crónica, según los cálculos de quienes presentaron el informe.

Con este panorama poco, sino es que, nada alentador, surgen las diferentes visiones de cómo resolver este problema y ayudar a los más pobres que son quienes en su mayoría sufren de esta deficiencia alimenticia.

Hay quienes proponen más intervención del gobierno, la redistribución de la riqueza y más impuestos, mientras que los otros proponen menos gobierno, más creación de riqueza e iniciativas privadas que ayuden a generar riqueza en los más necesitados y faciliten la benevolencia entre los individuos.

Los primeros, los estatistas-colectivistas consideran que la raíz de este problema es el crecimiento económico descontrolado, es decir, sin el control gubernamental. Consideran que la riqueza se concentra, ya sea en regiones, sectores agroindustriales o comerciales y que eso genera la desigualdad, según ellos, causa de la pobreza y la pobreza extrema en el resto de la población.

Según los estatistas-colectivistas esta situación se agrava ante la baja inversión estatal, las deficiencias en la infraestructura, la corrupción en el gobierno, y la inseguridad jurídica y pública. Por lo que la solución que proponen es aumentar los impuestos para que el gobierno tenga suficientes recursos, así como el aumento de los salarios.

Sin embargo, el sentido común nos hace pensar que, si en 50 años el gobierno no ha logrado reducir significativamente la desnutrición crónica ¿por qué ahora sí lo lograría? Año con año, el presupuesto se incrementa y los resultados son muy pobres en comparación con lo invertido. Además si la corrupción en el manejo de los impuestos ha permeado en muchas partes ¿por qué, entonces, darles más dinero?

Al contrario de lo que piensan los estatistas-colectivistas, el problema no es combatir la pobreza mediante la redistribución de la riqueza sino de favorecer su creación. La riqueza no se puede crear si no generamos bienes y servicios de valor que podamos intercambiar libre y voluntariamente.

Hablar de combatir la desnutrición crónica mientras se ahuyentan las inversiones, se complican las regulaciones, aumenta la falta de certeza jurídica, como pasa con las hidroeléctricas. Se bloquean los accesos de las empresas, como con las mineras o se secuestran las instalaciones de agroindustrias es un absurdo.

Existe evidencia de sobra que demuestra que las iniciativas privadas, tales como las fundaciones, son más efectivas y eficientes a la hora de ayudar a los más necesitados ya que, con mucho menos recursos de los que tiene el gobierno, logran mejores resultados.

La desnutrición crónica no se resolverá con más gobierno. Son los individuos en lo privado, cada quien en su ámbito de acción y no el gobierno, los que lograrán desarrollar el país. Al gobierno solo le corresponde proteger los derechos individuales y abstenerse de estorbar. ¿Se necesitarán otros 50 años para darnos cuenta que la intervención del gobierno es el problema?

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo