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Luis Felipe Garrán
05 de julio, 2017

5287 asesinatos el año pasado; 6656 hace dos. En 2015 encadenaron tres días de agosto (mes en que celebran a su patrono) en los que batieron el récord de “el día más violento del siglo”, con 40, 42 y 43 homicidios en cada uno. Su capital promedia casi 137 casos como esos por cada 100,000 habitantes. Así se expone El Salvador al mundo, con unas cifras que no le hacen justicia a la belleza de país que es, pero que reflejan una cruda realidad.
Aún con todo eso, cuando un periódico de aquel país le preguntó a un policía local sobre los viajes de salvadoreños a Guatemala, respondió: “Lo mejor es quedarse aquí y no salir a arriesgarse”.

Hace un par de días crucé la frontera Valle Nuevo (no por primera vez en el año; tampoco por última) hacia el país vecino, en donde a ese paso lo llaman Las Chinamas. Más allá de tener que hacer una fila de carros que jamás había visto, no tuve ningún problema. Pasar con DPI es lo más sencillo del mundo y no hay necesidad de leer un talonario del suelo a la cintura con requisitos y recomendaciones para turistear allí. Es casi como seguir en casa, solo que escuchas menos eses al hablar. Cosas del acento.

Pero esa tranquilidad solo se percibe cuando vas de chapín a tierra de cheros. El viaje a la inversa es casi como ir a Mordor.
Pasamos unos días con unos amigos de por allá que solían venir mucho a Guatemala… pero ya no más. Cuando les planteamos que vinieran de visita, lo primero fue poner una sonrisa nerviosa. “Pero solo en excursión” fue la respuesta positiva; “es que da miedo”, la más frecuente.

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La prensa salvadoreña destaca los asaltos que sus paisanos sufren en las carreteras guatemaltecas, sobre todo en la que va, precisamente, de Valle Nuevo/Las Chinamas a la capital. Si pones en Google “asaltos a salvadoreños en Guatemala”, te aparecen, incluso, una serie de recomendaciones de seguridad, como viajar en caravana, usar placas guatemaltecas (auto de alquiler) o JAMÁS (tal cual, en mayúsculas) viajar de noche.

Hice la misma búsqueda con la fórmula invertida… no aparece nada.
Históricamente los salvadoreños han sido una gran fuente de ingresos a través del turismo para nuestro país. Según el Inguat, en febrero de este año, el 41% de extranjeros que entró a Guatemala eran del país vecino, y casi nueve de cada diez de ellos lo hicieron como turistas. La aduana más frecuentada fue Valle Nuevo, con un 19% del total de movimientos migratorios del país. Y eso se puede ir perdiendo.

Xetulul, Xocomil, el Auto Safarí Chapín, Antigua Guatemala… son verdaderos atractivos para que nuestros vecinos se decidan a venir al país, pero los asaltos, secuestros exprés y extorsiones en las que se ven en total desventaja desde el momento en el que entran con una placa blanquiazul de líneas horizontales, son motivos de peso para no hacerlo.
Quedará por ver si Guatemala es realmente “el secreto”.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Luis Felipe Garrán
05 de julio, 2017

5287 asesinatos el año pasado; 6656 hace dos. En 2015 encadenaron tres días de agosto (mes en que celebran a su patrono) en los que batieron el récord de “el día más violento del siglo”, con 40, 42 y 43 homicidios en cada uno. Su capital promedia casi 137 casos como esos por cada 100,000 habitantes. Así se expone El Salvador al mundo, con unas cifras que no le hacen justicia a la belleza de país que es, pero que reflejan una cruda realidad.
Aún con todo eso, cuando un periódico de aquel país le preguntó a un policía local sobre los viajes de salvadoreños a Guatemala, respondió: “Lo mejor es quedarse aquí y no salir a arriesgarse”.

Hace un par de días crucé la frontera Valle Nuevo (no por primera vez en el año; tampoco por última) hacia el país vecino, en donde a ese paso lo llaman Las Chinamas. Más allá de tener que hacer una fila de carros que jamás había visto, no tuve ningún problema. Pasar con DPI es lo más sencillo del mundo y no hay necesidad de leer un talonario del suelo a la cintura con requisitos y recomendaciones para turistear allí. Es casi como seguir en casa, solo que escuchas menos eses al hablar. Cosas del acento.

Pero esa tranquilidad solo se percibe cuando vas de chapín a tierra de cheros. El viaje a la inversa es casi como ir a Mordor.
Pasamos unos días con unos amigos de por allá que solían venir mucho a Guatemala… pero ya no más. Cuando les planteamos que vinieran de visita, lo primero fue poner una sonrisa nerviosa. “Pero solo en excursión” fue la respuesta positiva; “es que da miedo”, la más frecuente.

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La prensa salvadoreña destaca los asaltos que sus paisanos sufren en las carreteras guatemaltecas, sobre todo en la que va, precisamente, de Valle Nuevo/Las Chinamas a la capital. Si pones en Google “asaltos a salvadoreños en Guatemala”, te aparecen, incluso, una serie de recomendaciones de seguridad, como viajar en caravana, usar placas guatemaltecas (auto de alquiler) o JAMÁS (tal cual, en mayúsculas) viajar de noche.

Hice la misma búsqueda con la fórmula invertida… no aparece nada.
Históricamente los salvadoreños han sido una gran fuente de ingresos a través del turismo para nuestro país. Según el Inguat, en febrero de este año, el 41% de extranjeros que entró a Guatemala eran del país vecino, y casi nueve de cada diez de ellos lo hicieron como turistas. La aduana más frecuentada fue Valle Nuevo, con un 19% del total de movimientos migratorios del país. Y eso se puede ir perdiendo.

Xetulul, Xocomil, el Auto Safarí Chapín, Antigua Guatemala… son verdaderos atractivos para que nuestros vecinos se decidan a venir al país, pero los asaltos, secuestros exprés y extorsiones en las que se ven en total desventaja desde el momento en el que entran con una placa blanquiazul de líneas horizontales, son motivos de peso para no hacerlo.
Quedará por ver si Guatemala es realmente “el secreto”.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo