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Palabras, palabras, palabras

Diana Brown
11 de julio, 2017

“Las palabras son los clavos para fijar las ideas.” E. Godín

La comunicación es la llave de la vida. Se ha modificado su entrega; desde la época prehistórica los dibujos sobre murales fueron el medio de relato de eventos. Entonces después se codificaron los dibujos, inició el lenguaje estructurado, en forma oral y escrito.  También se escribió sobre muros, luego manuscritos sobre pergaminos y papel.   Se desarrolló la imprenta, que dio lugar a publicaciones masivas, periódicos, libros, revistas que por siglos fueron los medios tradicionales de transmitir mensajes. En cuanto la tecnología nació a la vida de la comunicación, la misma  no solo cambió en la velocidad de las comunicaciones, también afectó al modo de usar el lenguaje;  sobre su ítem más elemental que es la palabra.  El cambio se inició en un correo electrónico, que luego se redujo a mensajitos, tweets, emoticons y acrónimos que son abreviaturas de vocablos. Entre más abreviada la palabra , menos connotación se percibe.  Y ese descriptivo entorno de la palabra, los adjetivos, los artículos y demás conectores, permite una interpretación subliminal del contenido del mensaje.

Las destrezas del siglo veintiuno, este siglo, exigen grandes poderes de comunicación. El lenguaje pasa las fronteras culturales  por la ultra carretera cibernética, las traducciones de obras clásicas y nuevas arriban con simple pulsar de la tecla. El uso adecuado del lenguaje queda por momentos en las huellas de sus palabras. La amplitud de las variadas interpretaciones de los vocablos, puede torcer su comprensión y llevar a conclusiones que no se pretendieron. Y unido al uso de la palabra, se encuentra la interpretación de la misma, según la cultura, el entorno de la comunidad, la crianza familiar y los pre juicios que suceden, sin querer.

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Si se está consciente del poder que tiene la palabra, y cómo su uso puede influir poderosamente en las vidas de las personas;  también se puede estar usando, consciente o inconscientemente, una programación neurolingüística. El uso de la palabra en varias instancias, la docencia, la política,  la literatura, crea ambientes emotivos, muchas veces de manera metaconsciente, y ejerce influencia en cómo se comprende el mensaje. Este mensaje influye al receptor, pueda ser a través de sugerencias subliminales que sin sentir, encaminan al pensamiento, al concepto, a la acción.

Los conceptos de neurolingüística, neuroaprendizaje, neuroliderazgo no son nuevos, aunque sus nombres si lo son. El descubrimiento del funcionamiento del cerebro, cómo las neuronas se comunican entre si  y crean enlaces que afianzan el aprendizaje, pudiéndose ser observados por los avances en tecnología, abre la puerta de la comprensión del proceso de aprendizaje.  Y se regresa a la llave de la puerta, la palabra, que abre el camino a la sabiduría.

La comunicación se vive en muchos planos; el lenguaje corporal, oral, escrito, y ahora cerebral. Pero, Usted está abierto a la invitación de explorar el mundo alrededor de cada palabra que se utiliza. Y la labor educativo se afianza en la palabra, el vehículo de la comprensión y aprendizaje. Una sola palabra mal utilizada condenará  la curiosidad y deseo de continuar en la aventura de aprender.

Se invita a examinar la propia comunicación, la ruta de alcance al otro. En alguna ocasión, en comentario sobre las dinámicas de programación neurolingüística, una experta invitó a pensar sobre el uso de la palabra “pero”. Se usa con gran frecuencia; y sin sentir, que con ella se está encaminado a un enfoque negativo, un freno al desarrollo de un concepto o de una acción. Y así como es una pequeña palabra de cuatro letras, el docente, el político o el padre de familia puede empujar el receptor a lo negativo.

¿Qué es lo más importante? Reconocer este poder de la palabra y usarlo para perfeccionar la comunicación, verbal, corporal, entre pares, entre aprendices. Las facilidades de la comunicación moderna no puede erradicar la amplitud de expresión que existe cuando se habla con cuidado. ¡Obsérvese! Y a las personas a su alrededor quienes reaccionan a las provocaciones inconscientes que se transmiten, pues los humanos son reactivos! Y provocan las palabras! O para bien o para mal!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Palabras, palabras, palabras

Diana Brown
11 de julio, 2017

“Las palabras son los clavos para fijar las ideas.” E. Godín

La comunicación es la llave de la vida. Se ha modificado su entrega; desde la época prehistórica los dibujos sobre murales fueron el medio de relato de eventos. Entonces después se codificaron los dibujos, inició el lenguaje estructurado, en forma oral y escrito.  También se escribió sobre muros, luego manuscritos sobre pergaminos y papel.   Se desarrolló la imprenta, que dio lugar a publicaciones masivas, periódicos, libros, revistas que por siglos fueron los medios tradicionales de transmitir mensajes. En cuanto la tecnología nació a la vida de la comunicación, la misma  no solo cambió en la velocidad de las comunicaciones, también afectó al modo de usar el lenguaje;  sobre su ítem más elemental que es la palabra.  El cambio se inició en un correo electrónico, que luego se redujo a mensajitos, tweets, emoticons y acrónimos que son abreviaturas de vocablos. Entre más abreviada la palabra , menos connotación se percibe.  Y ese descriptivo entorno de la palabra, los adjetivos, los artículos y demás conectores, permite una interpretación subliminal del contenido del mensaje.

Las destrezas del siglo veintiuno, este siglo, exigen grandes poderes de comunicación. El lenguaje pasa las fronteras culturales  por la ultra carretera cibernética, las traducciones de obras clásicas y nuevas arriban con simple pulsar de la tecla. El uso adecuado del lenguaje queda por momentos en las huellas de sus palabras. La amplitud de las variadas interpretaciones de los vocablos, puede torcer su comprensión y llevar a conclusiones que no se pretendieron. Y unido al uso de la palabra, se encuentra la interpretación de la misma, según la cultura, el entorno de la comunidad, la crianza familiar y los pre juicios que suceden, sin querer.

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Los conceptos de neurolingüística, neuroaprendizaje, neuroliderazgo no son nuevos, aunque sus nombres si lo son. El descubrimiento del funcionamiento del cerebro, cómo las neuronas se comunican entre si  y crean enlaces que afianzan el aprendizaje, pudiéndose ser observados por los avances en tecnología, abre la puerta de la comprensión del proceso de aprendizaje.  Y se regresa a la llave de la puerta, la palabra, que abre el camino a la sabiduría.

La comunicación se vive en muchos planos; el lenguaje corporal, oral, escrito, y ahora cerebral. Pero, Usted está abierto a la invitación de explorar el mundo alrededor de cada palabra que se utiliza. Y la labor educativo se afianza en la palabra, el vehículo de la comprensión y aprendizaje. Una sola palabra mal utilizada condenará  la curiosidad y deseo de continuar en la aventura de aprender.

Se invita a examinar la propia comunicación, la ruta de alcance al otro. En alguna ocasión, en comentario sobre las dinámicas de programación neurolingüística, una experta invitó a pensar sobre el uso de la palabra “pero”. Se usa con gran frecuencia; y sin sentir, que con ella se está encaminado a un enfoque negativo, un freno al desarrollo de un concepto o de una acción. Y así como es una pequeña palabra de cuatro letras, el docente, el político o el padre de familia puede empujar el receptor a lo negativo.

¿Qué es lo más importante? Reconocer este poder de la palabra y usarlo para perfeccionar la comunicación, verbal, corporal, entre pares, entre aprendices. Las facilidades de la comunicación moderna no puede erradicar la amplitud de expresión que existe cuando se habla con cuidado. ¡Obsérvese! Y a las personas a su alrededor quienes reaccionan a las provocaciones inconscientes que se transmiten, pues los humanos son reactivos! Y provocan las palabras! O para bien o para mal!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo