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Ni envejecen ni mueren

Gabriel Arana Fuentes
14 de julio, 2017

“Nunca me pierdo las tiras cómicas en los periódicos, costumbre de toda la vida. Antes de empezar a leer libros de letra corrida, me fasciné con las revistas de historietas donde los personajes eran obra de la mano de un dibujante, y lo que decían aparecía escrito dentro de globitos.

Y no sólo eso. Además de las historietas cómicas, provengo de las narraciones dramatizadas en la radio, y del cine. Todos ellas son maneras de contar, y así aprendí a apreciarlas. La palabra, mi instrumento de expresión, se vería excitada por esos otros instrumentos que aparentemente le son ajenos: la imagen fija, pero cambiante, de los dibujos de los comics; la imagen en movimiento del cine; y la voz sin imagen de la radio.

Cuando a un escritor se le pregunta por los primeros libros que leyó, generalmente comienza citando Sandokán, de Emilio Salgari, o La Isla del tesoro, de Stevenson. Pero yo no leí esos libros de niño, sino que los oí, interpretados por las voces del Cuadro Dramático de Radio Mundial”.

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Lee el texto completo de Sergio Ramírez en este enlace

Ni envejecen ni mueren

Gabriel Arana Fuentes
14 de julio, 2017

“Nunca me pierdo las tiras cómicas en los periódicos, costumbre de toda la vida. Antes de empezar a leer libros de letra corrida, me fasciné con las revistas de historietas donde los personajes eran obra de la mano de un dibujante, y lo que decían aparecía escrito dentro de globitos.

Y no sólo eso. Además de las historietas cómicas, provengo de las narraciones dramatizadas en la radio, y del cine. Todos ellas son maneras de contar, y así aprendí a apreciarlas. La palabra, mi instrumento de expresión, se vería excitada por esos otros instrumentos que aparentemente le son ajenos: la imagen fija, pero cambiante, de los dibujos de los comics; la imagen en movimiento del cine; y la voz sin imagen de la radio.

Cuando a un escritor se le pregunta por los primeros libros que leyó, generalmente comienza citando Sandokán, de Emilio Salgari, o La Isla del tesoro, de Stevenson. Pero yo no leí esos libros de niño, sino que los oí, interpretados por las voces del Cuadro Dramático de Radio Mundial”.

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