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Nuevo modelo para financiar infraestructura

Claudia Galán
19 de julio, 2017

Priorizar recursos para invertir en infraestructura productiva representa el camino seguro para inyectar dinamismo económico.

América Latina invierte US$150 millones al año en infraestructura, lo que representa un 3% del PIB regional. Por su parte, los países asiáticos invierten cerca del 10% del PIB en infraestructura. Se estima que la inversión debe duplicarse en América Latina para cerrar brechas, principalmente para reducir la pobreza.

En el caso particular de Guatemala la inversión en infraestructura representa solamente el 1% del PIB. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), un incremento sostenido del 1% en la inversión pública permitiría reducir la pobreza en cinco puntos e incrementaría 1.2% la producción nacional.

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En este sentido, la apuesta por la infraestructura productiva permitiría una transformación para el país. Sin embargo, la pregunta de oro es: ¿Cómo financiarla?

Muchas han sido las discusiones en aumentar el déficit fiscal con el fin de financiar ese gasto a través de más deuda. Sin embargo, este camino parece poco viable tras las experiencias de inversiones no focalizadas y transparentes que han perjudicado los beneficios para el país.

Otro camino es focalizar recursos durante un periodo de tiempo a través de un Fondo de Infraestructura. El objetivo principal es colocar recursos para apalancar proyectos. Para ello, se busca emplear recursos en forma directa, al tomar los activos de las concesiones que se han desarrollado y colocarlos como patrimonio. Se trata que la infraestructura que genera ingresos para el Estado pueda capitalizar este fondo.

La baja ejecución en el Ministerio de Comunicaciones (15% presupuesto asignado a junio),  podría convertirse en una oportunidad para trasladar recursos a priorizar para este fondo en un plazo de 5 años.

Pensar en un camino a corto plazo priorizando las necesidades actuales y urgentes al reconstruir la red vial permitiría una transformación económica y social para el país.

Mientras no exista un plan de contingencia con los recursos existentes, es imposible avanzar a pasos firmes para transformar nuestra sociedad.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Nuevo modelo para financiar infraestructura

Claudia Galán
19 de julio, 2017

Priorizar recursos para invertir en infraestructura productiva representa el camino seguro para inyectar dinamismo económico.

América Latina invierte US$150 millones al año en infraestructura, lo que representa un 3% del PIB regional. Por su parte, los países asiáticos invierten cerca del 10% del PIB en infraestructura. Se estima que la inversión debe duplicarse en América Latina para cerrar brechas, principalmente para reducir la pobreza.

En el caso particular de Guatemala la inversión en infraestructura representa solamente el 1% del PIB. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), un incremento sostenido del 1% en la inversión pública permitiría reducir la pobreza en cinco puntos e incrementaría 1.2% la producción nacional.

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En este sentido, la apuesta por la infraestructura productiva permitiría una transformación para el país. Sin embargo, la pregunta de oro es: ¿Cómo financiarla?

Muchas han sido las discusiones en aumentar el déficit fiscal con el fin de financiar ese gasto a través de más deuda. Sin embargo, este camino parece poco viable tras las experiencias de inversiones no focalizadas y transparentes que han perjudicado los beneficios para el país.

Otro camino es focalizar recursos durante un periodo de tiempo a través de un Fondo de Infraestructura. El objetivo principal es colocar recursos para apalancar proyectos. Para ello, se busca emplear recursos en forma directa, al tomar los activos de las concesiones que se han desarrollado y colocarlos como patrimonio. Se trata que la infraestructura que genera ingresos para el Estado pueda capitalizar este fondo.

La baja ejecución en el Ministerio de Comunicaciones (15% presupuesto asignado a junio),  podría convertirse en una oportunidad para trasladar recursos a priorizar para este fondo en un plazo de 5 años.

Pensar en un camino a corto plazo priorizando las necesidades actuales y urgentes al reconstruir la red vial permitiría una transformación económica y social para el país.

Mientras no exista un plan de contingencia con los recursos existentes, es imposible avanzar a pasos firmes para transformar nuestra sociedad.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo