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Filgua 2017: crónica de un escape

Redacción
22 de julio, 2017

Me desperté con un intento del Ejecutivo para declarar un Estado de Calamidad que dejaría sin efecto la Ley de Compras y Contrataciones en un país que desconfía tanto de sus autoridades como para entregarle un cheque en blanco a uno de los ministerios más corruptos de la historia (si, el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda MICIVI) para arreglar las carreteras. Cuando nada parecía más ridículo, me topé con la propuesta del diputado Marvin Orellana de suspender el impuesto de circulación debido a las pésimas condiciones en las que se encuentran las carreteras. ¿En serio? ¿Esa es la solución? ¡No pagar impuestos! ¿Y entonces cómo arreglaríamos este problema? Claro, los impuestos no se están utilizando de la manera adecuada, pero la solución está dirigida a mejorar las condiciones del gasto público y transparentar los mecanismos de trabajo, no a cortar el flujo principal de dinero.

Estaba ahogándome en estas reflexiones cuando recordé que todavía tenía la resaca de un #ViernesDeCICIG en el que, irónicamente, había caído una multitud de implicados en el caso Construcción y Corrupción, en el que empresas de cartón facturaban sumas millonarias provenientes de sobornos, todo esto bajo la dirección del exministro del MICIVI, Alejandro Sinibaldi alias “El Fisiquín”. A la bola de nieve que me perseguía se le sumó el rídiculo e innecesario escándalo de la tienda virtual “María Chula” iniciado por la partida de sentimentalistas tóxicos de la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo contra los Pueblos Indígenas en Guatemala (Codisra); una comisión que de estar haciendo su trabajo podría hacer mucho bien pero que, como de costumbre, no hace más que atormentar el hormiguero.

Necesitaba un descanso mental. Salir del inscesante circo político, el bombardeo mediático y esconderme en algún lugar sano. Fui sabio. Pisé el acelerador y, con buena compañía, llegué a Forum Majadas para refugiarme en la Feria del Libro Internacional en Guatemala (Filgua) 2017. ¡Porque no hay nada que cure a un país en crisis como la buena lectura!

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Había escrito en mi blog de Relato que en Guatemala, de cada cien personas solo una lee por placer. Aunque me entristezca la estadística, debo reconocer que yo soy esa persona que lee por placery por eso iba con tres metas. Primero, arrasaría con todos los puestos de libros para encontrar la edición de portada blanca de El Juego Del Ángel de Carlos Ruiz Safón, libro que había buscado por casi un mes. Segundo, indagaría en todos los estantes de Sophos, Artemis y De Museo en busca de más obras de Francisco Pérez de Antón. Había terminado de leer “El Silencio de los Justos” en enero y no necesité más para catapultar a este genial autor a mi lista de escritores favoritos e imperdibles. Y tercero, encontraría un libro inesperado, de esos que caen en tus manos sin haberlos buscado mucho, y te roban mil suspiros acompañados de millones de ideas que te motivan a sentarte a escribir de inmediato.

Para mi suerte, cumplí con mis tres propósitos. Encontré la edición de Zafón que estaba buscando, me llevé otro libro de Pérez de Antón (La guerra de los capinegros) y llegó a mis manos uno de los libros más antiguos y extraños que he visto en mi vida. Una amiga lo encontró. Antiguo, roto, manchado y con una quemadura que ocupaba al menos 30 hojas. No quise leer el título del misterioso libro; preferí quedarme con la duda. ¿Qué hacía ese libro ahí? ¿Quién lo compraría y quién quisiera venderlo? ¿Qué historias encerraban esos desperfectos materiales? ¿Qué secreto revelaba esa tinta que hace siglos fue plasmada en aquellas hojas amarillentas?

Para escapar, encontrarme, aprender y sorprenderme. Por esas y muchas razones más decidí ir a esta feria del libro que se realiza hace 17 años y que representa una esperanza para salvaguardar la cultura y educación de este país. Tal como dijo el escritor francés François Mauriac, “la lectura es una puerta abierta a un mundo encantado” y gracias a Filgua 2017 pude comprobarlo otra vez.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Filgua 2017: crónica de un escape

Redacción
22 de julio, 2017

Me desperté con un intento del Ejecutivo para declarar un Estado de Calamidad que dejaría sin efecto la Ley de Compras y Contrataciones en un país que desconfía tanto de sus autoridades como para entregarle un cheque en blanco a uno de los ministerios más corruptos de la historia (si, el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda MICIVI) para arreglar las carreteras. Cuando nada parecía más ridículo, me topé con la propuesta del diputado Marvin Orellana de suspender el impuesto de circulación debido a las pésimas condiciones en las que se encuentran las carreteras. ¿En serio? ¿Esa es la solución? ¡No pagar impuestos! ¿Y entonces cómo arreglaríamos este problema? Claro, los impuestos no se están utilizando de la manera adecuada, pero la solución está dirigida a mejorar las condiciones del gasto público y transparentar los mecanismos de trabajo, no a cortar el flujo principal de dinero.

Estaba ahogándome en estas reflexiones cuando recordé que todavía tenía la resaca de un #ViernesDeCICIG en el que, irónicamente, había caído una multitud de implicados en el caso Construcción y Corrupción, en el que empresas de cartón facturaban sumas millonarias provenientes de sobornos, todo esto bajo la dirección del exministro del MICIVI, Alejandro Sinibaldi alias “El Fisiquín”. A la bola de nieve que me perseguía se le sumó el rídiculo e innecesario escándalo de la tienda virtual “María Chula” iniciado por la partida de sentimentalistas tóxicos de la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo contra los Pueblos Indígenas en Guatemala (Codisra); una comisión que de estar haciendo su trabajo podría hacer mucho bien pero que, como de costumbre, no hace más que atormentar el hormiguero.

Necesitaba un descanso mental. Salir del inscesante circo político, el bombardeo mediático y esconderme en algún lugar sano. Fui sabio. Pisé el acelerador y, con buena compañía, llegué a Forum Majadas para refugiarme en la Feria del Libro Internacional en Guatemala (Filgua) 2017. ¡Porque no hay nada que cure a un país en crisis como la buena lectura!

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Había escrito en mi blog de Relato que en Guatemala, de cada cien personas solo una lee por placer. Aunque me entristezca la estadística, debo reconocer que yo soy esa persona que lee por placery por eso iba con tres metas. Primero, arrasaría con todos los puestos de libros para encontrar la edición de portada blanca de El Juego Del Ángel de Carlos Ruiz Safón, libro que había buscado por casi un mes. Segundo, indagaría en todos los estantes de Sophos, Artemis y De Museo en busca de más obras de Francisco Pérez de Antón. Había terminado de leer “El Silencio de los Justos” en enero y no necesité más para catapultar a este genial autor a mi lista de escritores favoritos e imperdibles. Y tercero, encontraría un libro inesperado, de esos que caen en tus manos sin haberlos buscado mucho, y te roban mil suspiros acompañados de millones de ideas que te motivan a sentarte a escribir de inmediato.

Para mi suerte, cumplí con mis tres propósitos. Encontré la edición de Zafón que estaba buscando, me llevé otro libro de Pérez de Antón (La guerra de los capinegros) y llegó a mis manos uno de los libros más antiguos y extraños que he visto en mi vida. Una amiga lo encontró. Antiguo, roto, manchado y con una quemadura que ocupaba al menos 30 hojas. No quise leer el título del misterioso libro; preferí quedarme con la duda. ¿Qué hacía ese libro ahí? ¿Quién lo compraría y quién quisiera venderlo? ¿Qué historias encerraban esos desperfectos materiales? ¿Qué secreto revelaba esa tinta que hace siglos fue plasmada en aquellas hojas amarillentas?

Para escapar, encontrarme, aprender y sorprenderme. Por esas y muchas razones más decidí ir a esta feria del libro que se realiza hace 17 años y que representa una esperanza para salvaguardar la cultura y educación de este país. Tal como dijo el escritor francés François Mauriac, “la lectura es una puerta abierta a un mundo encantado” y gracias a Filgua 2017 pude comprobarlo otra vez.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo