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Arde Venezuela

Salvador Paiz
03 de agosto, 2017

Sigo sin entender cómo un país con tantos recursos, tanta riqueza y tanto potencial, pudo llegar hasta este punto de quiebre. El escenario en el que viven los venezolanos pareciera ser una distopía sacada de un libro de ciencia ficción.

Mientras el país se desmorona, Nicolás Maduro parece ignorarlo y se “atornilla” al poder. El pasado domingo el presidente Maduro llevó a cabo un proceso de elección de Asamblea Nacional Constituyente (ANC). La mayoría de los ciudadanos, para quiénes tener algo tan simple como un rollo de papel de baño es un lujo, se ausentaron del proceso. Según datos oficiales, la participación fue del 41.53%, pero la oposición estimó que esta fue del 12%. De cualquier manera, los que votaron, lo hicieron en un esquema altamente cuestionado. Smartmatic, la empresa que tuvo a su cargo el sistema de votación, denunció “manipulación” en el dato de participación. Con la ANC, Maduro podría tomar control completo de Venezuela y consolidar su poder indefinidamente.

Muchas preguntas surgen en mi mente al observar esta situación: ¿por qué la comunidad internacional se ha tardado tanto en responder en defensa de la democracia y los derechos humanos de los venezolanos?, ¿por qué han sido tan tibias sus respuestas? ¿cómo lograron las autoridades venezolanas ser electas para gobernar? ¿cómo han logrado mantenerse en el poder? y, ¿por qué se aferran tanto a él? Arde Venezuela y no hay bomberos a la vista.

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Parece no importar que hay gente muriendo de hambre por falta de alimentos, que 28 niños fallecen diariamente por la precaria situación, que en los últimos meses más de 100 personas inocentes han muerto en manos de este régimen, que no haya medicinas, y la lista sigue. Digo esto porque la respuesta de los autoproclamados “defensores de la democracia” (la ONU, la OEA, el mismo Estados Unidos, entre otros) ha sido tardía y tibia. Ello se debe a una confluencia de factores. Quizás el principal es la capacidad corruptora del régimen Chavista a los gobiernos de la región. La compra de voluntades vía Petrocaribe y sus derivados es un burdo acto de corrupción a gran escala. Esos “petrodólares” iban claramente condicionados a apoyo en foros internacionales. A estos actos de corrupción, debemos sumarle: (i) aquellos grupos que defienden el régimen ciegamente por considerar que cualquier mancha tiñe a todas las izquierdas de la región, (ii) ONG que también fueron sobornadas por “donaciones” condicionadas, etc.

Los “petrodólares” compran voluntades internacionales, pero no explican por sí solos el enorme enriquecimiento de los “boliburgueses” en y cerca del poder venezolano. Para entender esto, debemos analizar más allá de la retórica del socialismo del siglo XXI que los ha “seducido”. Detrás de este telón, se esconde un cartel criminal a cargo del gobierno. Este opera a nivel transnacional y en negocios como narcotráfico, lavado de dinero, arbitraje de moneda, entre otros. No lo digo yo, lo ha dicho William Brownfield, subsecretario de la INL de EE.UU. y ex embajador de su país en Venezuela. En sus palabras “hacía los últimos años de la década pasada, casi no había ninguna institución venezolana (…), que no estuviera penetrada por el narcotráfico”. John P. Walters, ex director de la ONDCP también confirmó lo mismo. En 2005 describió a Hugo Chávez como “el principal facilitador del tránsito de cocaína a Europa y otras partes del hemisferio”.

Sin duda, son muchos crímenes a los que estos gobernantes se enfrentarían si perdieran el control del país, desde corrupción y abuso de poder, hasta violaciones a los derechos humanos y narcotráfico. No les queda otra opción que apretar más el cinturón, cueste lo que cueste. ¿A qué país se pueden ir sin ser extraditados? ¿en qué país pueden gastar los réditos de su empresa criminal? Muchos dictadores se aferran al poder, pero en esta dictadura en particular, aferrarse al poder con más fuerza es lo único que les queda. La única forma de disfrutar los frutos podridos de sus negocios criminales.

www.salvadorpaiz.com
@salva_paiz

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Arde Venezuela

Salvador Paiz
03 de agosto, 2017

Sigo sin entender cómo un país con tantos recursos, tanta riqueza y tanto potencial, pudo llegar hasta este punto de quiebre. El escenario en el que viven los venezolanos pareciera ser una distopía sacada de un libro de ciencia ficción.

Mientras el país se desmorona, Nicolás Maduro parece ignorarlo y se “atornilla” al poder. El pasado domingo el presidente Maduro llevó a cabo un proceso de elección de Asamblea Nacional Constituyente (ANC). La mayoría de los ciudadanos, para quiénes tener algo tan simple como un rollo de papel de baño es un lujo, se ausentaron del proceso. Según datos oficiales, la participación fue del 41.53%, pero la oposición estimó que esta fue del 12%. De cualquier manera, los que votaron, lo hicieron en un esquema altamente cuestionado. Smartmatic, la empresa que tuvo a su cargo el sistema de votación, denunció “manipulación” en el dato de participación. Con la ANC, Maduro podría tomar control completo de Venezuela y consolidar su poder indefinidamente.

Muchas preguntas surgen en mi mente al observar esta situación: ¿por qué la comunidad internacional se ha tardado tanto en responder en defensa de la democracia y los derechos humanos de los venezolanos?, ¿por qué han sido tan tibias sus respuestas? ¿cómo lograron las autoridades venezolanas ser electas para gobernar? ¿cómo han logrado mantenerse en el poder? y, ¿por qué se aferran tanto a él? Arde Venezuela y no hay bomberos a la vista.

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Parece no importar que hay gente muriendo de hambre por falta de alimentos, que 28 niños fallecen diariamente por la precaria situación, que en los últimos meses más de 100 personas inocentes han muerto en manos de este régimen, que no haya medicinas, y la lista sigue. Digo esto porque la respuesta de los autoproclamados “defensores de la democracia” (la ONU, la OEA, el mismo Estados Unidos, entre otros) ha sido tardía y tibia. Ello se debe a una confluencia de factores. Quizás el principal es la capacidad corruptora del régimen Chavista a los gobiernos de la región. La compra de voluntades vía Petrocaribe y sus derivados es un burdo acto de corrupción a gran escala. Esos “petrodólares” iban claramente condicionados a apoyo en foros internacionales. A estos actos de corrupción, debemos sumarle: (i) aquellos grupos que defienden el régimen ciegamente por considerar que cualquier mancha tiñe a todas las izquierdas de la región, (ii) ONG que también fueron sobornadas por “donaciones” condicionadas, etc.

Los “petrodólares” compran voluntades internacionales, pero no explican por sí solos el enorme enriquecimiento de los “boliburgueses” en y cerca del poder venezolano. Para entender esto, debemos analizar más allá de la retórica del socialismo del siglo XXI que los ha “seducido”. Detrás de este telón, se esconde un cartel criminal a cargo del gobierno. Este opera a nivel transnacional y en negocios como narcotráfico, lavado de dinero, arbitraje de moneda, entre otros. No lo digo yo, lo ha dicho William Brownfield, subsecretario de la INL de EE.UU. y ex embajador de su país en Venezuela. En sus palabras “hacía los últimos años de la década pasada, casi no había ninguna institución venezolana (…), que no estuviera penetrada por el narcotráfico”. John P. Walters, ex director de la ONDCP también confirmó lo mismo. En 2005 describió a Hugo Chávez como “el principal facilitador del tránsito de cocaína a Europa y otras partes del hemisferio”.

Sin duda, son muchos crímenes a los que estos gobernantes se enfrentarían si perdieran el control del país, desde corrupción y abuso de poder, hasta violaciones a los derechos humanos y narcotráfico. No les queda otra opción que apretar más el cinturón, cueste lo que cueste. ¿A qué país se pueden ir sin ser extraditados? ¿en qué país pueden gastar los réditos de su empresa criminal? Muchos dictadores se aferran al poder, pero en esta dictadura en particular, aferrarse al poder con más fuerza es lo único que les queda. La única forma de disfrutar los frutos podridos de sus negocios criminales.

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@salva_paiz

República es ajena a la opinión expresada en este artículo