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Nuestra mentalidad de cangrejos

Redacción República
03 de agosto, 2017

Hay algo curioso sobre los cangrejos; cuando se coloca uno en un cubo, seguramente tratará de escalar y escapar. Sin embargo, en un cubo lleno de cangrejos ninguno puede escapar, porque cada uno de ellos empuja hacia abajo a los otros, evitando que alguno pueda salirse y escapar hacia la libertad.

Los sociólogos utilizan metafóricamente los términos “mentalidad de cangrejo” o “cangrejos en un cubo”, refiriéndose a alguien que esté intentando mejorar sus circunstancias, pero es impedido por otros que no desean que tenga éxito y lo arrastran hacia abajo a compartir el destino colectivo del grupo.

Mentalidad de cangrejo significa que “si yo no puedo lograr algo tampoco lo lograrás tú”, cuando miembros de un grupo intentan negar o disminuir los logros de alguien que obtiene éxito sobre otros del grupo. No tengo idea de por qué los cangrejos lo hacen, pero en la analogía con la conducta humana, la envidia y los celos son los sospechosos habituales por la mentalidad de cangrejo.

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El síndrome de los cangrejos en el cubo es la actitud negativa que las personas toman frente al éxito de otros. Muchos de nosotros podemos identificarlo con esfuerzos para comenzar un negocio, mejorar nuestra educación, hacer ejercicios o dietas, solamente para ser disuadidos por otros alrededor nuestro diciéndonos que no vale la pena el esfuerzo.

Pero la mentalidad de cangrejo no se limita a los individuos. Puede observarse en la conducta de grupos, comunidades y naciones. Y aunque la mentalidad de cangrejo es universal, en algunas sociedades se convierte en una coordinada actividad nacional bajo los disfraces del igualitarismo, redistribución de riquezas, igualdad de ingresos, y esfuerzos similares para echar abajo a quienes buscan triunfar.

Esa es, por supuesto, la política de regímenes comunistas como Cuba y Corea del Norte, donde las ideologías colectivistas recurren a nuestro sentido de envidia y promueven el deseo de lo inmerecido. En China, cuando el líder comunista Deng Xiaoping introdujo reformas de mercado en 1984, intentó contrarrestar la mentalidad de cangrejo con su famosa frase “enriquecerse es glorioso”. En contraste, en Cuba el general Raul Castro insiste en que a las actividades económicas “no estatales” no se les permitirá “concentración de riqueza”.

En Europa oriental, tras décadas de experiencia comunista, las sociedades postcomunistas sufren hoy todavía severos casos del síndrome de mentalidad de cangrejo mientras intentan fomentar el espíritu emprendedor y ampliar los éxitos económicos. Formas más sutiles y extraoficiales de mentalidad de cangrejo pueden observarse en culturas latinas, entre otras, donde existe cierto estigma hacia la comunidad empresarial y el éxito en general.

En Europa históricamente, y por transmisión cultural en América Latina, la buena vida a la que aspiraba la mayoría era una vida de ocio; una vida libre de trabajo resumida en el aristocrático caballero que no ensuciaba sus manos con negocios. En América Latina se traduce en políticas gubernamentales que fracasan por no promover condiciones para que las personas puedan crear, comerciar y prosperar para escapar del cubo de la pobreza; y en una ciudadanía que prefiere opciones ocupacionales centradas abrumadoramente en medicina y leyes.

En EEUU estamos comenzando a condenar el individualismo, los negocios y los incentivos de las ganancias, promoviendo una cultura de que nos cuiden dentro del cubo comunitario. Parecemos olvidar que cuando alguien nos cuida ese alguien decide por nosotros. Nuestra libertad disminuye.

Para escapar del cubo necesitamos promover actitudes sociales enfocadas en lograr lo más posible de nuestras vidas, sin envidiar los logros de los demás. Necesitamos exaltar el éxito, no castigarlo. Entender que la riqueza no consumida (es decir, el capital acumulado) de quienes han escapado del cubo de la pobreza antes que nosotros, son los ahorros que, desplegados por emprendedores, alimentan el crecimiento económico de una nación.

Deberíamos encontrar inspiración en los logros de aquellos que escaparon del cubo y enseñar a otros a escalar para escapar también. Quizás, si escaláramos juntos, podríamos inclinar el cubo y salir todos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Nuestra mentalidad de cangrejos

Redacción República
03 de agosto, 2017

Hay algo curioso sobre los cangrejos; cuando se coloca uno en un cubo, seguramente tratará de escalar y escapar. Sin embargo, en un cubo lleno de cangrejos ninguno puede escapar, porque cada uno de ellos empuja hacia abajo a los otros, evitando que alguno pueda salirse y escapar hacia la libertad.

Los sociólogos utilizan metafóricamente los términos “mentalidad de cangrejo” o “cangrejos en un cubo”, refiriéndose a alguien que esté intentando mejorar sus circunstancias, pero es impedido por otros que no desean que tenga éxito y lo arrastran hacia abajo a compartir el destino colectivo del grupo.

Mentalidad de cangrejo significa que “si yo no puedo lograr algo tampoco lo lograrás tú”, cuando miembros de un grupo intentan negar o disminuir los logros de alguien que obtiene éxito sobre otros del grupo. No tengo idea de por qué los cangrejos lo hacen, pero en la analogía con la conducta humana, la envidia y los celos son los sospechosos habituales por la mentalidad de cangrejo.

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El síndrome de los cangrejos en el cubo es la actitud negativa que las personas toman frente al éxito de otros. Muchos de nosotros podemos identificarlo con esfuerzos para comenzar un negocio, mejorar nuestra educación, hacer ejercicios o dietas, solamente para ser disuadidos por otros alrededor nuestro diciéndonos que no vale la pena el esfuerzo.

Pero la mentalidad de cangrejo no se limita a los individuos. Puede observarse en la conducta de grupos, comunidades y naciones. Y aunque la mentalidad de cangrejo es universal, en algunas sociedades se convierte en una coordinada actividad nacional bajo los disfraces del igualitarismo, redistribución de riquezas, igualdad de ingresos, y esfuerzos similares para echar abajo a quienes buscan triunfar.

Esa es, por supuesto, la política de regímenes comunistas como Cuba y Corea del Norte, donde las ideologías colectivistas recurren a nuestro sentido de envidia y promueven el deseo de lo inmerecido. En China, cuando el líder comunista Deng Xiaoping introdujo reformas de mercado en 1984, intentó contrarrestar la mentalidad de cangrejo con su famosa frase “enriquecerse es glorioso”. En contraste, en Cuba el general Raul Castro insiste en que a las actividades económicas “no estatales” no se les permitirá “concentración de riqueza”.

En Europa oriental, tras décadas de experiencia comunista, las sociedades postcomunistas sufren hoy todavía severos casos del síndrome de mentalidad de cangrejo mientras intentan fomentar el espíritu emprendedor y ampliar los éxitos económicos. Formas más sutiles y extraoficiales de mentalidad de cangrejo pueden observarse en culturas latinas, entre otras, donde existe cierto estigma hacia la comunidad empresarial y el éxito en general.

En Europa históricamente, y por transmisión cultural en América Latina, la buena vida a la que aspiraba la mayoría era una vida de ocio; una vida libre de trabajo resumida en el aristocrático caballero que no ensuciaba sus manos con negocios. En América Latina se traduce en políticas gubernamentales que fracasan por no promover condiciones para que las personas puedan crear, comerciar y prosperar para escapar del cubo de la pobreza; y en una ciudadanía que prefiere opciones ocupacionales centradas abrumadoramente en medicina y leyes.

En EEUU estamos comenzando a condenar el individualismo, los negocios y los incentivos de las ganancias, promoviendo una cultura de que nos cuiden dentro del cubo comunitario. Parecemos olvidar que cuando alguien nos cuida ese alguien decide por nosotros. Nuestra libertad disminuye.

Para escapar del cubo necesitamos promover actitudes sociales enfocadas en lograr lo más posible de nuestras vidas, sin envidiar los logros de los demás. Necesitamos exaltar el éxito, no castigarlo. Entender que la riqueza no consumida (es decir, el capital acumulado) de quienes han escapado del cubo de la pobreza antes que nosotros, son los ahorros que, desplegados por emprendedores, alimentan el crecimiento económico de una nación.

Deberíamos encontrar inspiración en los logros de aquellos que escaparon del cubo y enseñar a otros a escalar para escapar también. Quizás, si escaláramos juntos, podríamos inclinar el cubo y salir todos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo