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Pornografía: La nueva droga

María Renée Estrada
17 de agosto, 2017

Quien crea que la cultura porno no es masiva, no ha visto los informes anuales de Pornhub. Pornhub es uno de los mayores sitios online de pornografía, y uno de los que más datos comparte sobre los hábitos de quienes visitan su página. Según sus estadísticas 60% de los consumidores mundiales son millennials, y casi dos tercios de su consumo lo hacen desde un dispositivo móvil.

Sin duda alguna mundialmente existe una cultura sexual sumamente tergiversada, y existen teorías que vinculan muchos de los problemas que hoy por hoy enfrentamos en cuanto a abuso sexual con el amplio consumo pornográfico. Por otro lado también habrá quienes defienden a capa y espada la libertad individual de consumir pornografía. Pero considerando que uno de los retos más grandes de la sociedad actual es disminuir y eliminar todo tipo de violencia contra la mujer y los niños, y la gran necesidad de construir una cultura de la dignidad de la persona y los derechos humanos fundamentales, pongo sobre la mesa la idea de reflexionar en torno a esta temática.

La pornografía es una de las industrias más poderosas y rentables en el mundo actualmente (en Estados Unidos genera más que la NBA[1]), y muchas personas argumentan que es una opción de tipo personal y naturaleza aceptable. Pero si por un momento decidimos aterrizar en la realidad y descender de la nube de lo «pseudo-placentero», todos deberíamos tener una razón para ser «anti-porno»: La pornografía es la fuerza más degradante contra la persona, especialmente contra la mujer.

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En muchas ocasiones no existe un límite en la propia noción de lo que beneficia y lo que perjudica la vida sexual, y quizá son muy poco conocidas las grandes consecuencias que la pornografía tiene en la psique humana: construye una imagen poco realista sobre la sexualidad y las relaciones sexuales (e inclusive las arruina directamente), tergiversa las expectativas del ser humano y alimenta/desencadena conductas sumamente riesgosas. Por lo tanto la pornografía no solamente es ficción, sino que al mismo tiempo es gravemente dañina para el ser humano. Hay quienes le tipifican como la nueva droga. Existen diferentes estudios que apoyan estas ideas,  como por ejemplo el vínculo entre el consumo de pornografía y el abuso de menores, la relación entre la pornografía y el tráfico de personas, y la conexión entre el abuso sexual y la pornografía. Algunos medios internacionales, organizaciones de la sociedad civil, universidades y activistas han abordado la temática.

Considero que, como adultos que somos, es imperante comprender la magnitud que pueden llegar a tener nuestras decisiones personales, basadas en la libertad individual. Y que al ser seres eminentemente sociales no podemos pretender que nuestras decisiones y acciones no vayan a tener eventualmente un impacto colectivo. Al mismo tiempo debemos estar alerta y tomar medidas preventivas en cuanto a la magnitud que esta problemática representa a nivel familia, comunidad, y sociedad.

Por ejemplo, muchos padres de familia  no tienen la menor idea o creen que, sus hijos no son víctimas de la adicción a la pornografía. Al mismo tiempo según un estudio expuesto en el encuentro anual de la American Sociological Association, el consumo de pornografía aumenta las posibilidades de que los matrimonios se divorcien.

Según algunas estadísticas de la página web estadounidense “Covenant Eyes”:

  • 9 de cada 10 niños y 6 de cada 10 niñas están expuestas a la pornografía antes de los 18 años de edad.
  • La primera exposición a la pornografía entre los niños es de 12 años de edad, en promedio.
  • 15% de los niños y 9% de las niñas han visto pornografía infantil en línea.
  • 71% de los adolescentes han hecho algo para esconder su actividad en línea de sus padres.
  • 20% de los jóvenes de 16 años y 30% de los de 17 años de edad han realizado sexting.

Un reporte estadístico sobre pornografía, realizado por Covenant Eyes en el 2015, cita a la socióloga Jill Manning cuando expone que el consumo de pornografía está asociado con las siguientes seis tendencias, entre otras:

  • Mayor apetito por pornografía más gráfica y actividad sexual asociada con prácticas abusivas, ilegales o inseguras.
  • Disminución de la intimidad matrimonial y la satisfacción sexual.
  • Infidelidad.
  • Un número creciente de personas que luchan contra un comportamiento sexual compulsivo y adictivo.
  • Devaluación de la monogamia, el matrimonio y la crianza de los hijos.

La sexualidad humana es fascinante y sumamente compleja. Tiene sus luces y como todo, también puede tener sus sombras. A los jóvenes, tanto padres de familia como educadores, debemos inculcarles la idea de que empiecen una vida sexual activa lo más tarde posible, y esto debe ir acompañado de una educación integral, basada en la comunicación asertiva, que les ayude a desarrollarse de mejor manera respecto a su sexualidad. No nos compremos tan fácil los argumentos decadentes que nos quieren vender hoy por hoy. La dignidad y la sexualidad humana son demasiado valiosas como para violentarlas tan descaradamente.

*El 24 de agosto se llevará a cabo en Guatemala una conferencia sobre los efectos nocivos de la pornografía, una para padres de familia y otra para adolescentes y jóvenes, ingrese aquí para más información.

[1] RICH, FRANK (2001): “Naked Capitalists: There’s No Business Like Porn Business”. New York Times Magazine, 20 de mayo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Pornografía: La nueva droga

María Renée Estrada
17 de agosto, 2017

Quien crea que la cultura porno no es masiva, no ha visto los informes anuales de Pornhub. Pornhub es uno de los mayores sitios online de pornografía, y uno de los que más datos comparte sobre los hábitos de quienes visitan su página. Según sus estadísticas 60% de los consumidores mundiales son millennials, y casi dos tercios de su consumo lo hacen desde un dispositivo móvil.

Sin duda alguna mundialmente existe una cultura sexual sumamente tergiversada, y existen teorías que vinculan muchos de los problemas que hoy por hoy enfrentamos en cuanto a abuso sexual con el amplio consumo pornográfico. Por otro lado también habrá quienes defienden a capa y espada la libertad individual de consumir pornografía. Pero considerando que uno de los retos más grandes de la sociedad actual es disminuir y eliminar todo tipo de violencia contra la mujer y los niños, y la gran necesidad de construir una cultura de la dignidad de la persona y los derechos humanos fundamentales, pongo sobre la mesa la idea de reflexionar en torno a esta temática.

La pornografía es una de las industrias más poderosas y rentables en el mundo actualmente (en Estados Unidos genera más que la NBA[1]), y muchas personas argumentan que es una opción de tipo personal y naturaleza aceptable. Pero si por un momento decidimos aterrizar en la realidad y descender de la nube de lo «pseudo-placentero», todos deberíamos tener una razón para ser «anti-porno»: La pornografía es la fuerza más degradante contra la persona, especialmente contra la mujer.

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En muchas ocasiones no existe un límite en la propia noción de lo que beneficia y lo que perjudica la vida sexual, y quizá son muy poco conocidas las grandes consecuencias que la pornografía tiene en la psique humana: construye una imagen poco realista sobre la sexualidad y las relaciones sexuales (e inclusive las arruina directamente), tergiversa las expectativas del ser humano y alimenta/desencadena conductas sumamente riesgosas. Por lo tanto la pornografía no solamente es ficción, sino que al mismo tiempo es gravemente dañina para el ser humano. Hay quienes le tipifican como la nueva droga. Existen diferentes estudios que apoyan estas ideas,  como por ejemplo el vínculo entre el consumo de pornografía y el abuso de menores, la relación entre la pornografía y el tráfico de personas, y la conexión entre el abuso sexual y la pornografía. Algunos medios internacionales, organizaciones de la sociedad civil, universidades y activistas han abordado la temática.

Considero que, como adultos que somos, es imperante comprender la magnitud que pueden llegar a tener nuestras decisiones personales, basadas en la libertad individual. Y que al ser seres eminentemente sociales no podemos pretender que nuestras decisiones y acciones no vayan a tener eventualmente un impacto colectivo. Al mismo tiempo debemos estar alerta y tomar medidas preventivas en cuanto a la magnitud que esta problemática representa a nivel familia, comunidad, y sociedad.

Por ejemplo, muchos padres de familia  no tienen la menor idea o creen que, sus hijos no son víctimas de la adicción a la pornografía. Al mismo tiempo según un estudio expuesto en el encuentro anual de la American Sociological Association, el consumo de pornografía aumenta las posibilidades de que los matrimonios se divorcien.

Según algunas estadísticas de la página web estadounidense “Covenant Eyes”:

  • 9 de cada 10 niños y 6 de cada 10 niñas están expuestas a la pornografía antes de los 18 años de edad.
  • La primera exposición a la pornografía entre los niños es de 12 años de edad, en promedio.
  • 15% de los niños y 9% de las niñas han visto pornografía infantil en línea.
  • 71% de los adolescentes han hecho algo para esconder su actividad en línea de sus padres.
  • 20% de los jóvenes de 16 años y 30% de los de 17 años de edad han realizado sexting.

Un reporte estadístico sobre pornografía, realizado por Covenant Eyes en el 2015, cita a la socióloga Jill Manning cuando expone que el consumo de pornografía está asociado con las siguientes seis tendencias, entre otras:

  • Mayor apetito por pornografía más gráfica y actividad sexual asociada con prácticas abusivas, ilegales o inseguras.
  • Disminución de la intimidad matrimonial y la satisfacción sexual.
  • Infidelidad.
  • Un número creciente de personas que luchan contra un comportamiento sexual compulsivo y adictivo.
  • Devaluación de la monogamia, el matrimonio y la crianza de los hijos.

La sexualidad humana es fascinante y sumamente compleja. Tiene sus luces y como todo, también puede tener sus sombras. A los jóvenes, tanto padres de familia como educadores, debemos inculcarles la idea de que empiecen una vida sexual activa lo más tarde posible, y esto debe ir acompañado de una educación integral, basada en la comunicación asertiva, que les ayude a desarrollarse de mejor manera respecto a su sexualidad. No nos compremos tan fácil los argumentos decadentes que nos quieren vender hoy por hoy. La dignidad y la sexualidad humana son demasiado valiosas como para violentarlas tan descaradamente.

*El 24 de agosto se llevará a cabo en Guatemala una conferencia sobre los efectos nocivos de la pornografía, una para padres de familia y otra para adolescentes y jóvenes, ingrese aquí para más información.

[1] RICH, FRANK (2001): “Naked Capitalists: There’s No Business Like Porn Business”. New York Times Magazine, 20 de mayo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo