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De brincos, haraganes y flores

Carolina Castellanos
01 de septiembre, 2017

Ir al interior de nuestra querida Guate es todo un reto. Además de la inseguridad,  tenemos que sortear los hoyos y decidir en cuál queremos irnos, pues no irse entre ninguno ya no es una opción. En esa línea de ideas, iba yo brincando de hoyo en hoyo, tratando de llegar a San Rafael las Flores, municipio del Departamento de Santa Rosa.  Tuve una muy agradable sorpresa: justo en el límite municipal entre Casillas y San Rafael las Flores, ¡dejé de brincar! De un metro al siguiente empieza una súper carretera en perfectas condiciones construida hace varios años por la Minera San Rafael. Ese es el primer beneficio con el que uno se encuentra al ir allá.

Un momento antes, entre brinco y brinco, llegué al municipio de Casillas, sumamente sucio, por cierto.  Un grupo de hombres, haraganes al extremo, estaba allí parado a la orilla del camino. Resulta que son los opositores a la mina. Se la pasan allí todo el día deteniendo a los carros que “tienen cara” de llevar insumos a la mina o de trabajar allí. Violando todas las leyes posibles, los detienen, los interrogan y, si así les parece, no les permiten continuar su camino. ¿Qué tal? Obviamente alguien les está pagando a estos haraganes. Seguramente no tienen trabajo, ni lo tendrán porque están bloqueando su gran oportunidad de tenerlo al oponerse a la mina.

Estos haraganes que no desean trabajar, son los que han sido manipulados por CALAS y tienen cerrada la mina. Es increíble cómo un grupo pequeño tiene capacidad, y dinero, para lograr esta aberración. Se basan en que hay xincas y que no se hizo la consulta previa según lo manda el Convenio 169 para pueblos indígenas. Más increíble es que los jueces no hayan creído, o no consultaron, al RENAP. En la audiencia pública que hubo el lunes, el representante de RENAP testificó que no hay xincas en el área de incidencia de la mina. Así las cosas, tenemos haraganes violando la ley, desempleados y sin posibilidad de tener trabajo en el futuro cercano.

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 La mina El Escobal emplea a 1,500 personas que perciben un salario digno, muy superior al salario mínimo. Esta gran cantidad de personas consumen productos y servicios, en su mayoría de San Rafael las Flores. Algo que resulta “un lujo” cuando se tiene empleo, es ir a comer a un restaurante. Un ingreso mensual permite darse estos pequeños lujos.

Uno de los lugares de elección, por su calidad y buen servicio, es la churrasquería de Don Pepe, llamada así en honor a su propietario. Conversé con él. Me dice que lleva ya más de dos meses de operar en números rojos pues, dado que la mina está cerrada, ya no llegan clientes.

También me dijo don Pepe: “los alcaldes, una vez electos, se toman la pastilla de alcalditis. Ésta hace que ya no escuchen, ya no vean, ya no cumplan. San Rafael las Flores ha recibido más de Q120 millones en regalías de la mina en  tres y medio años. El municipio se ve bastante bien, iluminado y con buenas calles en algunas áreas. Pero me dice don Pepe: “con todo ese dinero, para un municipio de 14,000 habitantes, ya no estaría preguntando cuántas casas faltan sino de qué tamaño las construye”. Hombre honesto e inteligente don Pepe.

 Se han generado 6,000 empleos indirectos, el Estado ha recibido más de mil millones entre regalías e impuestos. Los propietarios a quienes se les compraron terrenos, un total de 225 familias, han recibido el 0.5% de las regalías. En promedio, cada familia ha recibido un aproximado de Q130,000 quetzales. Una parte de esto lo han donado para proyectos de desarrollo.

Puedo seguir hablando de números, datos, leyes, justicia. Lo que más importa, y llora sangre, es la churrasquería de don Pepe, los 19 negocios que han cerrado sus puertas y lo que era “un pueblo fantasma”, en palabras de don Pepe, que estaba haciendo honor a su nombre: floreciendo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

De brincos, haraganes y flores

Carolina Castellanos
01 de septiembre, 2017

Ir al interior de nuestra querida Guate es todo un reto. Además de la inseguridad,  tenemos que sortear los hoyos y decidir en cuál queremos irnos, pues no irse entre ninguno ya no es una opción. En esa línea de ideas, iba yo brincando de hoyo en hoyo, tratando de llegar a San Rafael las Flores, municipio del Departamento de Santa Rosa.  Tuve una muy agradable sorpresa: justo en el límite municipal entre Casillas y San Rafael las Flores, ¡dejé de brincar! De un metro al siguiente empieza una súper carretera en perfectas condiciones construida hace varios años por la Minera San Rafael. Ese es el primer beneficio con el que uno se encuentra al ir allá.

Un momento antes, entre brinco y brinco, llegué al municipio de Casillas, sumamente sucio, por cierto.  Un grupo de hombres, haraganes al extremo, estaba allí parado a la orilla del camino. Resulta que son los opositores a la mina. Se la pasan allí todo el día deteniendo a los carros que “tienen cara” de llevar insumos a la mina o de trabajar allí. Violando todas las leyes posibles, los detienen, los interrogan y, si así les parece, no les permiten continuar su camino. ¿Qué tal? Obviamente alguien les está pagando a estos haraganes. Seguramente no tienen trabajo, ni lo tendrán porque están bloqueando su gran oportunidad de tenerlo al oponerse a la mina.

Estos haraganes que no desean trabajar, son los que han sido manipulados por CALAS y tienen cerrada la mina. Es increíble cómo un grupo pequeño tiene capacidad, y dinero, para lograr esta aberración. Se basan en que hay xincas y que no se hizo la consulta previa según lo manda el Convenio 169 para pueblos indígenas. Más increíble es que los jueces no hayan creído, o no consultaron, al RENAP. En la audiencia pública que hubo el lunes, el representante de RENAP testificó que no hay xincas en el área de incidencia de la mina. Así las cosas, tenemos haraganes violando la ley, desempleados y sin posibilidad de tener trabajo en el futuro cercano.

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 La mina El Escobal emplea a 1,500 personas que perciben un salario digno, muy superior al salario mínimo. Esta gran cantidad de personas consumen productos y servicios, en su mayoría de San Rafael las Flores. Algo que resulta “un lujo” cuando se tiene empleo, es ir a comer a un restaurante. Un ingreso mensual permite darse estos pequeños lujos.

Uno de los lugares de elección, por su calidad y buen servicio, es la churrasquería de Don Pepe, llamada así en honor a su propietario. Conversé con él. Me dice que lleva ya más de dos meses de operar en números rojos pues, dado que la mina está cerrada, ya no llegan clientes.

También me dijo don Pepe: “los alcaldes, una vez electos, se toman la pastilla de alcalditis. Ésta hace que ya no escuchen, ya no vean, ya no cumplan. San Rafael las Flores ha recibido más de Q120 millones en regalías de la mina en  tres y medio años. El municipio se ve bastante bien, iluminado y con buenas calles en algunas áreas. Pero me dice don Pepe: “con todo ese dinero, para un municipio de 14,000 habitantes, ya no estaría preguntando cuántas casas faltan sino de qué tamaño las construye”. Hombre honesto e inteligente don Pepe.

 Se han generado 6,000 empleos indirectos, el Estado ha recibido más de mil millones entre regalías e impuestos. Los propietarios a quienes se les compraron terrenos, un total de 225 familias, han recibido el 0.5% de las regalías. En promedio, cada familia ha recibido un aproximado de Q130,000 quetzales. Una parte de esto lo han donado para proyectos de desarrollo.

Puedo seguir hablando de números, datos, leyes, justicia. Lo que más importa, y llora sangre, es la churrasquería de don Pepe, los 19 negocios que han cerrado sus puertas y lo que era “un pueblo fantasma”, en palabras de don Pepe, que estaba haciendo honor a su nombre: floreciendo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo