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La polarización ideológica de Estados Unidos

Redacción República
21 de septiembre, 2017

Si en inglés “con” y “pro” son opuestos, ¿es el Congreso lo opuesto al progreso? Ese viejo chiste político me vino a la mente mientras revisaba el informe recientemente publicado del Pew Research Center sobre la polarización política del público americano.

El informe confirma lo que todos sospechábamos: “Republicanos y Demócratas están más divididos a lo largo de líneas ideológicas -y la antipatía partidista es más profunda y más extensa- que en cualquier otro momento en las últimas dos décadas”. Este fenómeno merece nuestra reflexión crítica porque la polarización de la política americana a lo largo de contornos ideológicos resulta en un gobierno disfuncional donde las diferencias políticas son insolubles y nada se logra.

En cierto sentido esto es la continuación del tema de las “facciones” traído a colación en 1787 por Alexander Hamilton y James Madison en los ensayos 9 y 10 de los Documentos Federalistas.

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Las diferencias políticas pueden producirse por razones diferentes a la ideología, tales como la búsqueda de favores, seguir a un líder carismático, influencia de la prensa, y cosas de ese tipo. Sin embargo, la nueva división americana aparenta ser ideológica, específicamente sobre lo que constituye el papel legítimo del gobierno en nuestras vidas.

El mencionado informe de Pew muestra que la proporción de americanos que expresan opiniones consistentemente conservadoras o consistentemente liberales se ha duplicado durante las últimas dos décadas. En otras palabras, ideológicamente nos hemos convertido en mucho más rígidos, y la coincidencia ideológica entre los dos partidos ha disminuido.

Actualmente, el 92% de los Republicanos están a la derecha de la media Demócrata, comparado con el 64% hace veinte años. Y el 94% de los Demócratas están a la izquierda de la media Republicana, cuando era un 70% en 1994. La animosidad partidista se ha incrementado en cada partido, y los electores con una visión altamente negativa del partido opuesto se han más que duplicado.

Los académicos argumentan sobre si la polarización política se origina con las élites, de arriba hacia abajo, o con la población, de abajo hacia arriba. Escoja usted, pero el hecho es que cuando la polarización ocurre los líderes políticos asumen posiciones más diferenciadas. ¿Es eso bueno o malo?

La palabra ideología tiene mala fama, y el vocablo ideólogo obtuvo un sentido peyorativo cuando Napoleón Bonaparte lo utilizaba para ridiculizar a sus oponentes políticos. Sin embargo, una ideología es un sistema coherente de ideas que se afirma en nuestras suposiciones sobre la realidad. Las implicaciones de la polarización política no son necesariamente claras, y la polarización de la política americana puede incluir consecuencias tanto beneficiosas como perjudiciales.

Desde la perspectiva de los que favorecemos un gobierno limitado, la inactividad legislativa que impide el crecimiento de los gobiernos es un buen resultado. Si una perjudicial deuda nacional de Estados Unidos de $151,000 por contribuyente significa eficiencia gubernamental, entonces sería preferible la paralización legislativa. Por otra parte, la división pública en los asuntos internacionales puede socavar la tenacidad de una nación, fortalecer a los enemigos y desanimar a los aliados.

Antes de demonizar la polarización ideológica de la política americana, consideremos cómo podría acrecentar la responsabilidad de los políticos con los electores. En un entorno polarizado, los funcionarios electos deben tomar posiciones distintivamente definidas y preferiblemente ejemplares. Sus promesas de campaña permanecen más visibles, y tendrán menos campo de maniobra para sutilezas que eviten la censura de los votantes.

Cuando se trata de asuntos que enfrentan a la nación, encontrarse ideológicamente en el medio, como se sugiere a menudo, no necesariamente conduce a legislación de elevada calidad.

De acuerdo a algunos politólogos, otra consecuencia positiva de la polarización es que resulta en votaciones informadas políticamente. Es decir, cuando los electores tienen opciones más claras se enfocan más en las diferencias sustanciales de las políticas de los candidatos que en sus atributos personales y el discurso político se basa más en las ideas políticas que en la edad, género u otras características del candidato.

Todos reconocemos que nuestros políticos deben gobernar eficazmente y ocuparse de los asuntos de la población, y que la polarización política acrecienta el embotellamiento de nuestro proceso legislativo reduciendo el volumen de legislación promulgada. Sin embargo, gobernar eficazmente no requiere la promulgación de grandes cantidades de nueva legislación. Aceptemos también que, no promulgar innecesariamente nueva legislación, es de por si, una acción legislativa legítima y decisiva.

El último libro del Dr. Azel es “Reflexiones sobre la libertad”

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

La polarización ideológica de Estados Unidos

Redacción República
21 de septiembre, 2017

Si en inglés “con” y “pro” son opuestos, ¿es el Congreso lo opuesto al progreso? Ese viejo chiste político me vino a la mente mientras revisaba el informe recientemente publicado del Pew Research Center sobre la polarización política del público americano.

El informe confirma lo que todos sospechábamos: “Republicanos y Demócratas están más divididos a lo largo de líneas ideológicas -y la antipatía partidista es más profunda y más extensa- que en cualquier otro momento en las últimas dos décadas”. Este fenómeno merece nuestra reflexión crítica porque la polarización de la política americana a lo largo de contornos ideológicos resulta en un gobierno disfuncional donde las diferencias políticas son insolubles y nada se logra.

En cierto sentido esto es la continuación del tema de las “facciones” traído a colación en 1787 por Alexander Hamilton y James Madison en los ensayos 9 y 10 de los Documentos Federalistas.

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Las diferencias políticas pueden producirse por razones diferentes a la ideología, tales como la búsqueda de favores, seguir a un líder carismático, influencia de la prensa, y cosas de ese tipo. Sin embargo, la nueva división americana aparenta ser ideológica, específicamente sobre lo que constituye el papel legítimo del gobierno en nuestras vidas.

El mencionado informe de Pew muestra que la proporción de americanos que expresan opiniones consistentemente conservadoras o consistentemente liberales se ha duplicado durante las últimas dos décadas. En otras palabras, ideológicamente nos hemos convertido en mucho más rígidos, y la coincidencia ideológica entre los dos partidos ha disminuido.

Actualmente, el 92% de los Republicanos están a la derecha de la media Demócrata, comparado con el 64% hace veinte años. Y el 94% de los Demócratas están a la izquierda de la media Republicana, cuando era un 70% en 1994. La animosidad partidista se ha incrementado en cada partido, y los electores con una visión altamente negativa del partido opuesto se han más que duplicado.

Los académicos argumentan sobre si la polarización política se origina con las élites, de arriba hacia abajo, o con la población, de abajo hacia arriba. Escoja usted, pero el hecho es que cuando la polarización ocurre los líderes políticos asumen posiciones más diferenciadas. ¿Es eso bueno o malo?

La palabra ideología tiene mala fama, y el vocablo ideólogo obtuvo un sentido peyorativo cuando Napoleón Bonaparte lo utilizaba para ridiculizar a sus oponentes políticos. Sin embargo, una ideología es un sistema coherente de ideas que se afirma en nuestras suposiciones sobre la realidad. Las implicaciones de la polarización política no son necesariamente claras, y la polarización de la política americana puede incluir consecuencias tanto beneficiosas como perjudiciales.

Desde la perspectiva de los que favorecemos un gobierno limitado, la inactividad legislativa que impide el crecimiento de los gobiernos es un buen resultado. Si una perjudicial deuda nacional de Estados Unidos de $151,000 por contribuyente significa eficiencia gubernamental, entonces sería preferible la paralización legislativa. Por otra parte, la división pública en los asuntos internacionales puede socavar la tenacidad de una nación, fortalecer a los enemigos y desanimar a los aliados.

Antes de demonizar la polarización ideológica de la política americana, consideremos cómo podría acrecentar la responsabilidad de los políticos con los electores. En un entorno polarizado, los funcionarios electos deben tomar posiciones distintivamente definidas y preferiblemente ejemplares. Sus promesas de campaña permanecen más visibles, y tendrán menos campo de maniobra para sutilezas que eviten la censura de los votantes.

Cuando se trata de asuntos que enfrentan a la nación, encontrarse ideológicamente en el medio, como se sugiere a menudo, no necesariamente conduce a legislación de elevada calidad.

De acuerdo a algunos politólogos, otra consecuencia positiva de la polarización es que resulta en votaciones informadas políticamente. Es decir, cuando los electores tienen opciones más claras se enfocan más en las diferencias sustanciales de las políticas de los candidatos que en sus atributos personales y el discurso político se basa más en las ideas políticas que en la edad, género u otras características del candidato.

Todos reconocemos que nuestros políticos deben gobernar eficazmente y ocuparse de los asuntos de la población, y que la polarización política acrecienta el embotellamiento de nuestro proceso legislativo reduciendo el volumen de legislación promulgada. Sin embargo, gobernar eficazmente no requiere la promulgación de grandes cantidades de nueva legislación. Aceptemos también que, no promulgar innecesariamente nueva legislación, es de por si, una acción legislativa legítima y decisiva.

El último libro del Dr. Azel es “Reflexiones sobre la libertad”

República es ajena a la opinión expresada en este artículo