Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

¿Partidos políticos o élites gobernantes?

Redacción
22 de septiembre, 2017

La falacia de que la DEMOCRACIA, significa el gobierno del pueblo por el pueblo, es cada vez más evidente. Y déjenme expresar porqué digo esto. Sí aplicamos un cálculo matemático del porcentaje de la población que realmente pertenece a los partidos políticos, no es muy atrevido decir, que difícilmente alcance un 1% de la población total, por lejos. Pero si hilamos todavía más fino, la cosa es mucho peor. Porque los dirigentes de estas organizaciones políticas, que tienen influencia a lo interno de los partidos políticos, o peor aún, en el gobierno una vez llegan a este. Quienes realmente ostentan o se abrogan la representación de todos, se reduce a un alícuota de la población muy insignificante.
La otra mentira es que los guatemaltecos vivimos en una Democracia. Porque en última instancia, lo que es toda clase de desviaciones de la misma, tales como oclocrasia, oligocracia y sobre todo una partidocracia. Concepto en el cual, los únicos que representan al pueblo, son aquellos grupúsculos, que son dueños de los partidos políticos y nadie más. A estos zares de la política, quienes les sirven, son aquellos serviles a sueldo o qué por interés se granjean una posición, en los gobiernos extractivos y corruptos, por cuatros años. Y lo triste, es que estos politiqueros o burócratas de oficio son camaleones, incrustados en las mafias de los ministerios, secretarios, direcciones y demás dependencias gubernamentales, protegidas y asociadas con los sindicatos. Lugares desde donde manejan los hilos de la corrupción y la impunidad.
Aún cuando hay personas que sin lugar a dudas son la excepción a la regla. Y que deben ser muchas, pero muchos otros son sanguijuelas que extraen la sangre de recursos del huésped estatal, de una forma parasitaria. De tal manera que asemejan una enfermedad crónica que no mata al paciente, sino lo mantienen en un estado de debilidad institucional que estorba y mata lentamente a la Nación.
Estos parásitos institucionales, simplemente despilfarran los recursos extraídos de los ciudadanos y drenan las fuerzas del Estado, de una manera total. Tal cual una enfermedad mortal pero lenta.

De tal suerte que, enfermedades graves requieren tratamientos invasivos para su curación. La corrupción y la impunidad provocada por las estructuras politiqueras requieren cambios desde la raíz del problema, para subsanar la enfermedad, que generan los partidos políticos. Y por ende depurar los gobernantes. Pues, nos toca escoger de la escoria, que ya nos eligieron para los puestos públicos, en una farsa llamada elecciones representativas y libres.

La dictadura de los dueños de los partidos, es tal, qué tras bambalinas, unos se financian a los otros en una macabra estratagema de cuotas de poder.
Nos venden a sus engendros como una nueva política. Cuando lo único que son en realidad, es una sustitución de las generaciones ya decrepitas.
Y lo más grave es el opio de hacernos pensar qué, los ciudadanos tenemos el poder de elegir a nuestras autoridades. Increíble pensar que estamos dispuestos a defender este remedo de “Democracia” hasta con nuestra propia vida. Cuán ingenuos y manipulados somos en realidad.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Y sí tenemos duda de la legalidad de esta farsa, podemos acudir a las instancias legales. A donde los jueces y magistrados, hábilmente colocados, cual alfiles, para qué basados en una justicia hecha a la medida, estos títeres usen la discrecionalidad de la ley y nos dejan sin la opción de ejercer un derecho que nos respalde, o en mejor situación nos dé la posibilidad de una representación legítima.
Lo más triste de este entramado legal, que nos amarra y encadena a este sistema perverso, es que cualquier cambio para corregirlo debe pasar por las propias manos de los que se benefician de él. Ya que los representantes de todos son justamente los que los “Dictadores de la Política” nos han colocado en el tablero de ajedrez, llamado Congreso de la República.

Es ingenuo pensar que aquellos a quienes el sistema da los privilegios y el control de los hilos políticos, sean los mismos que por motivación propia, quiera hacer cambios que den la representación política a otros que no sean ellos mismos.

Desafortunadamente, la única manera de erradicar una enfermedad política, como la que hoy tenemos, se da por medio de un corte de tajo de las actuales estructuras politiqueras, tal cual la guillotina de la Revolución Francesa. Y esto tampoco garantiza el resultado a largo plazo, pues el espacio que unos dejan, será ocupado por otra gavilla de rufianes de la politiquería, que muestre lo que los hombres son y no lo que debieran ser. Por tanto, cuando la República decclina, se convierte en Democracia y cuando la Democracia decclina termina en Tiranía y Caos. Y a esto lo llamamos NATURLEZA HUMANA.
La propuesta debiera ser un gobierno de notables, transitorio, que ejecutara un pacto de Nación, en donde grupos de todos los sectores y con representación real, diseñaran la Guatemala que todos queremos. Existe la coyuntura para que este gobierno designara un gabinete ideal, con metas claras y puntos de chequeo definidos
Debe negociarse y consensuarse una ley Electoral y de partidos políticos, que nos blinde al futuro de los intereses politiqueros y permita un sistema electoral libre de privilegios y sin dictaduras políticas. Qué garantice que la elección de las próximas autoridades sea a prueba de la naturaleza humana. Con distritos uninominales, sin más de una reelección, sin antejuicio a delitos ajenos al cargo, evaluación de desempeño de los titularizados, de acuerdo a metas objetivas, elección a medio periodo de la mitad de los miembros del Congreso, posibilidad de desaforo por mal desempeño, equidad de los recursos de campaña, etc.
Aunque todos los demás temas se originan de la Ley Electoral, Deben revisarse leyes como la de Servicio Civil, en base a requisitos mínimos y meritocracia; la ley de Compras y Contrataciones, de una manera sencilla, pero transparente, eficaz y eficiente. Una ley del servicio judicial, verdaderamente independiente autónoma, pero sobretodo justa y apegada a derecho y ejecutada por los más doctos en la ley. En síntesis, CONFIANZA en nuestras autoridades.

POR ESTA CAUSA LOS SISTEMAS ELECTORALES DEBEN SER A PRUEBA DE LOS MISMOS HOMBRES, PARA QUE PERDUREN LO SUFICIENTE PARA QUE SEAN FUNCIONALES Y REPRESENTATIVOS DEL PUEBLO.

Los peligros de la Democracia:
1. La glorificación de la mediocridad.
2. La elección de gobernantes viles e ignorantes.
3. El desconocimiento de los hechos primordiales de la evolución social.
4. El peligro del sufragio universal en manos de mayorías incultas e indolentes.
5. La esclavitud a la opinión pública, no siempre tiene razón la mayoría.

Septiembre 2017​reflexionespoliticasyotras.blogspot.com
​www.republicagt.com​[email protected]
​​[email protected],com

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

¿Partidos políticos o élites gobernantes?

Redacción
22 de septiembre, 2017

La falacia de que la DEMOCRACIA, significa el gobierno del pueblo por el pueblo, es cada vez más evidente. Y déjenme expresar porqué digo esto. Sí aplicamos un cálculo matemático del porcentaje de la población que realmente pertenece a los partidos políticos, no es muy atrevido decir, que difícilmente alcance un 1% de la población total, por lejos. Pero si hilamos todavía más fino, la cosa es mucho peor. Porque los dirigentes de estas organizaciones políticas, que tienen influencia a lo interno de los partidos políticos, o peor aún, en el gobierno una vez llegan a este. Quienes realmente ostentan o se abrogan la representación de todos, se reduce a un alícuota de la población muy insignificante.
La otra mentira es que los guatemaltecos vivimos en una Democracia. Porque en última instancia, lo que es toda clase de desviaciones de la misma, tales como oclocrasia, oligocracia y sobre todo una partidocracia. Concepto en el cual, los únicos que representan al pueblo, son aquellos grupúsculos, que son dueños de los partidos políticos y nadie más. A estos zares de la política, quienes les sirven, son aquellos serviles a sueldo o qué por interés se granjean una posición, en los gobiernos extractivos y corruptos, por cuatros años. Y lo triste, es que estos politiqueros o burócratas de oficio son camaleones, incrustados en las mafias de los ministerios, secretarios, direcciones y demás dependencias gubernamentales, protegidas y asociadas con los sindicatos. Lugares desde donde manejan los hilos de la corrupción y la impunidad.
Aún cuando hay personas que sin lugar a dudas son la excepción a la regla. Y que deben ser muchas, pero muchos otros son sanguijuelas que extraen la sangre de recursos del huésped estatal, de una forma parasitaria. De tal manera que asemejan una enfermedad crónica que no mata al paciente, sino lo mantienen en un estado de debilidad institucional que estorba y mata lentamente a la Nación.
Estos parásitos institucionales, simplemente despilfarran los recursos extraídos de los ciudadanos y drenan las fuerzas del Estado, de una manera total. Tal cual una enfermedad mortal pero lenta.

De tal suerte que, enfermedades graves requieren tratamientos invasivos para su curación. La corrupción y la impunidad provocada por las estructuras politiqueras requieren cambios desde la raíz del problema, para subsanar la enfermedad, que generan los partidos políticos. Y por ende depurar los gobernantes. Pues, nos toca escoger de la escoria, que ya nos eligieron para los puestos públicos, en una farsa llamada elecciones representativas y libres.

La dictadura de los dueños de los partidos, es tal, qué tras bambalinas, unos se financian a los otros en una macabra estratagema de cuotas de poder.
Nos venden a sus engendros como una nueva política. Cuando lo único que son en realidad, es una sustitución de las generaciones ya decrepitas.
Y lo más grave es el opio de hacernos pensar qué, los ciudadanos tenemos el poder de elegir a nuestras autoridades. Increíble pensar que estamos dispuestos a defender este remedo de “Democracia” hasta con nuestra propia vida. Cuán ingenuos y manipulados somos en realidad.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Y sí tenemos duda de la legalidad de esta farsa, podemos acudir a las instancias legales. A donde los jueces y magistrados, hábilmente colocados, cual alfiles, para qué basados en una justicia hecha a la medida, estos títeres usen la discrecionalidad de la ley y nos dejan sin la opción de ejercer un derecho que nos respalde, o en mejor situación nos dé la posibilidad de una representación legítima.
Lo más triste de este entramado legal, que nos amarra y encadena a este sistema perverso, es que cualquier cambio para corregirlo debe pasar por las propias manos de los que se benefician de él. Ya que los representantes de todos son justamente los que los “Dictadores de la Política” nos han colocado en el tablero de ajedrez, llamado Congreso de la República.

Es ingenuo pensar que aquellos a quienes el sistema da los privilegios y el control de los hilos políticos, sean los mismos que por motivación propia, quiera hacer cambios que den la representación política a otros que no sean ellos mismos.

Desafortunadamente, la única manera de erradicar una enfermedad política, como la que hoy tenemos, se da por medio de un corte de tajo de las actuales estructuras politiqueras, tal cual la guillotina de la Revolución Francesa. Y esto tampoco garantiza el resultado a largo plazo, pues el espacio que unos dejan, será ocupado por otra gavilla de rufianes de la politiquería, que muestre lo que los hombres son y no lo que debieran ser. Por tanto, cuando la República decclina, se convierte en Democracia y cuando la Democracia decclina termina en Tiranía y Caos. Y a esto lo llamamos NATURLEZA HUMANA.
La propuesta debiera ser un gobierno de notables, transitorio, que ejecutara un pacto de Nación, en donde grupos de todos los sectores y con representación real, diseñaran la Guatemala que todos queremos. Existe la coyuntura para que este gobierno designara un gabinete ideal, con metas claras y puntos de chequeo definidos
Debe negociarse y consensuarse una ley Electoral y de partidos políticos, que nos blinde al futuro de los intereses politiqueros y permita un sistema electoral libre de privilegios y sin dictaduras políticas. Qué garantice que la elección de las próximas autoridades sea a prueba de la naturaleza humana. Con distritos uninominales, sin más de una reelección, sin antejuicio a delitos ajenos al cargo, evaluación de desempeño de los titularizados, de acuerdo a metas objetivas, elección a medio periodo de la mitad de los miembros del Congreso, posibilidad de desaforo por mal desempeño, equidad de los recursos de campaña, etc.
Aunque todos los demás temas se originan de la Ley Electoral, Deben revisarse leyes como la de Servicio Civil, en base a requisitos mínimos y meritocracia; la ley de Compras y Contrataciones, de una manera sencilla, pero transparente, eficaz y eficiente. Una ley del servicio judicial, verdaderamente independiente autónoma, pero sobretodo justa y apegada a derecho y ejecutada por los más doctos en la ley. En síntesis, CONFIANZA en nuestras autoridades.

POR ESTA CAUSA LOS SISTEMAS ELECTORALES DEBEN SER A PRUEBA DE LOS MISMOS HOMBRES, PARA QUE PERDUREN LO SUFICIENTE PARA QUE SEAN FUNCIONALES Y REPRESENTATIVOS DEL PUEBLO.

Los peligros de la Democracia:
1. La glorificación de la mediocridad.
2. La elección de gobernantes viles e ignorantes.
3. El desconocimiento de los hechos primordiales de la evolución social.
4. El peligro del sufragio universal en manos de mayorías incultas e indolentes.
5. La esclavitud a la opinión pública, no siempre tiene razón la mayoría.

Septiembre 2017​reflexionespoliticasyotras.blogspot.com
​www.republicagt.com​[email protected]
​​[email protected],com

República es ajena a la opinión expresada en este artículo