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Mala interpretación de la crisis

Jorge Alvarado
23 de septiembre, 2017

La falacia más grande es que en nuestro país hay polarización sectorial. No existe la confrontación, lo que sí hay es una serie de actores que a la hora de ejercer su liderazgo titubean sobre qué hacer y a quién apoyar.

El presidente va a cumplir un mes sin dar la cara ante los medios de comunicación, además, se acuña en la posición de víctima, pero ostenta sus dotes de emperador romano lleno de valentía y determinación para seguir dando batalla en una guerra que tiene perdida. Sigue sin poder interpretar la crisis y su comunicación es autoritaria e impositiva. Mientras más pasa el tiempo, se siente más seguro de que hace lo correcto, aunque en el fondo sabe que el final es cuestión de tiempo.

No hay nada peor que ser incapaz de analizar el entorno en el que nos movemos, porque si estuviera consciente de que cada error lo acerca más a la mediocridad y al fracaso, no ondearía con soberbia la bandera de la derrota.

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La coyuntura indica que el presidente Morales no es parte de la solución, sino más bien es parte del problema. Primero se le ocurrió ir a la ONU a mediados de agosto para hablar sobre circunscribir el mandato de Cicig sin pruebas.

No cabe duda que las personas que rodean al presidente Morales no le advierten sobre sus errores, él ha sido valiente, pero no inteligente. En un gobierno, la planeación estratégica es clave para interactuar con los diferentes públicos, algo que nadie le ha explicado.

Los medios de comunicación internacional se burlan del presidente Morales, es terrible que nadie lo respete, porque nunca intentó comunicarse bien con sus audiencias claves. Aquí hay dos alternativas, o todo mundo está en contra de él, o definitivamente sus errores son del tamaño del universo. Esta es la hora que el presidente Morales no ha caído en cuenta de que la crisis está en él mismo y que las batallas más grandes son las que libra en su interior.

El 27 de agosto se saltó la barda tratando de expulsar al jefe de Cicig, Iván Velásquez, al declararlo non grato, de forma unilateral. Después, como parte de un plan totalmente predecible y anunciado, activó al Congreso para rechazar su solicitud de antejuicio y posteriormente para hacer reformas a los artículos 407 y al 50 y 51 del Código Penal, sobre el tema del financiamiento ilícito y las penas conmutables. Esto ha sido una de las aberraciones más grandes y depravadas de un sistema político mediocre, viciado y corrompido.

La Corte de Constitucionalidad le enmendó la plana al dejar sin efecto la expulsión de Iván Velasquez, y también al Congreso al dejar sin efecto la aprobación de las reformas al Código Penal, y finalmente ante la presión ciudadana, el mismo Congreso dio marcha atrás y eliminó las reformas aprobadas.

La situación es muy clara, perdimos al señor presidente Jimmy Morales en un viaje sin retorno. Es increíble que a estas alturas todavía no haya comprendido la magnitud de la crisis. El representante de la unidad nacional fracasó al no hacer siquiera el intento de liderar y capitalizar la agenda de la crisis política del 2015.

El mandatario se encuentra en una especie de letargo del cual es cautivo y, lo que es peor, no interpreta las señales de su entorno, no existen asesores que le proporcionen análisis de riesgo, análisis prospectivo para prever los posibles escenarios.

La clave está en que la Embajada de los Estados Unidos lo ha dejado sin apoyo. En la víspera de la llegada del nuevo embajador de los Estados Unidos a Guatemala, Luis Arreaga, el Gobierno ha adoptado la postura de las monarquías medievales que concentraban el poder absoluto y que lo ejercían arbitrariamente.

Para ser prácticos, el Gobierno del presidente Morales está a punto de caer, porque ya ha colapsado bajo los siguientes argumentos:

1. El presidente Morales está gobernando con otros, y no con sus ministros, así como tampoco para la población.
2. Los ministros claves ya renunciaron al gobierno, me refiero a Francisco Rivas de Gobernacion, Héctor estrada de Finanzas, Leticia Teleguario de Trabajo, Lucrecia Hernández de Salud y Carlos Raúl Morales de Relaciones Exteriores.
3. El presidente Morales sigue encaprichado en pelear una batalla que ya perdió contra Iván Velásquez.
4. Además, es parte del plan para debilitar al Ministerio Público y eliminar a la Cicig.
5. Es parte del complot junto con la mayoría de diputado al Congreso para defender la corrupción.
6. Su discurso sobre actores que polarizan, sobre la judicialización de la política y la politización de la justicia, no tiene argumentos.
La crisis política no ha terminado, apenas está comenzando, el problema no es si el presidente renuncia o no, eso ya es indiferente; no es si los diputados renuncian o no, lo importante es qué vamos a hacer con el sistema político y electoral, además de replantear la actualización de la reforma a la Constitución.

Los posibles escenarios de la crisis nos llevan hacia la salida del presidente Morales del Gobierno, algo que no es tan importante como los cambios estructurales que sí hay que hacer, pues no son las personas, sino las instituciones las que deben cambiar, pero para que funcionen bien hay que hacer reformas, quitar a personas que no comprenden el tema de la corrupción y la impunidad.

El presidente Morales es una buena persona, pero eso no le alcanza para gobernar el país. Su legado será el de un presidente superado por la realidad y que encima de todo, se corrompió en el camino. No supo administrar su cuota de poder para luchar por el verdadero clamor popular.

En definitiva, el presidente Morales es una víctima de su propio ego y soberbia, sumado a que las personas que le rodean no tenían la capacidad ni la lucidez para ayudarle a interpretar los momentos históricos que le están tocando vivir.

El mandatario no ha caído en cuenta que el dialogo tuvo que haber empezado antes de dañar la institucionalidad del estado y la imagen del país a nivel mundial, basta con ver las publicaciones y reportajes de diferentes medios a nivel mundial para darse cuenta que somos un chiste y que estamos pagando caro la falta de cultura política.

En suma, la última palabra no está dicha y cada batalla que el presidente Morales podría tomar como victoria solamente podría ser el anuncio del fracaso en la guerra. Por eso la comunicación estratégica es tan importante porque te permite ir un paso adelante, después de que se han contemplado una hoja de ruta y sus planes de contingencia, así como de crisis. En este Gobierno solamente estamos viendo que cada movimiento no es parte de un plan de gobierno, sino es parte de un plan obscuro para no retomar el rumbo correcto.

El verdadero mensaje para el Congreso y el Ejecutivo llegara, tarde o temprano llegara cuando se den cuenta que el poder los embriago tanto que no pudieron prever la tormenta del rechazo ciudadano que esta pasmado como en el 20S y como muchas otras manifestaciones del pueblo. No entender que servidor público es un empleado del pueblo y que por eso se debe al pueblo los hará despertar con una goma tremenda y lo peor de todo será al darse que no son nadie, que quizás nunca lo fueron. Lo único que sintieron fue una probadita del poder que seguramente les dejara una gran lección de vida.

En conclusión, seguimos en un proceso de cambio muy doloroso pero necesario, estamos en una transformación y en un momento en el que los ciudadanos deben darse cuenta que se necesita buscar el liderazgo de notables, que bajo consenso logre llegar a la dupla para vicepresidente y futuro presidente, que deberá impulsarse con el respaldo del pueblo, los cambios en el Congreso o una Asamblea Nacional Constituyente, porque esta crisis necesita una válvula de escape integral depurable, pero sobre todo auto sostenible.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Mala interpretación de la crisis

Jorge Alvarado
23 de septiembre, 2017

La falacia más grande es que en nuestro país hay polarización sectorial. No existe la confrontación, lo que sí hay es una serie de actores que a la hora de ejercer su liderazgo titubean sobre qué hacer y a quién apoyar.

El presidente va a cumplir un mes sin dar la cara ante los medios de comunicación, además, se acuña en la posición de víctima, pero ostenta sus dotes de emperador romano lleno de valentía y determinación para seguir dando batalla en una guerra que tiene perdida. Sigue sin poder interpretar la crisis y su comunicación es autoritaria e impositiva. Mientras más pasa el tiempo, se siente más seguro de que hace lo correcto, aunque en el fondo sabe que el final es cuestión de tiempo.

No hay nada peor que ser incapaz de analizar el entorno en el que nos movemos, porque si estuviera consciente de que cada error lo acerca más a la mediocridad y al fracaso, no ondearía con soberbia la bandera de la derrota.

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La coyuntura indica que el presidente Morales no es parte de la solución, sino más bien es parte del problema. Primero se le ocurrió ir a la ONU a mediados de agosto para hablar sobre circunscribir el mandato de Cicig sin pruebas.

No cabe duda que las personas que rodean al presidente Morales no le advierten sobre sus errores, él ha sido valiente, pero no inteligente. En un gobierno, la planeación estratégica es clave para interactuar con los diferentes públicos, algo que nadie le ha explicado.

Los medios de comunicación internacional se burlan del presidente Morales, es terrible que nadie lo respete, porque nunca intentó comunicarse bien con sus audiencias claves. Aquí hay dos alternativas, o todo mundo está en contra de él, o definitivamente sus errores son del tamaño del universo. Esta es la hora que el presidente Morales no ha caído en cuenta de que la crisis está en él mismo y que las batallas más grandes son las que libra en su interior.

El 27 de agosto se saltó la barda tratando de expulsar al jefe de Cicig, Iván Velásquez, al declararlo non grato, de forma unilateral. Después, como parte de un plan totalmente predecible y anunciado, activó al Congreso para rechazar su solicitud de antejuicio y posteriormente para hacer reformas a los artículos 407 y al 50 y 51 del Código Penal, sobre el tema del financiamiento ilícito y las penas conmutables. Esto ha sido una de las aberraciones más grandes y depravadas de un sistema político mediocre, viciado y corrompido.

La Corte de Constitucionalidad le enmendó la plana al dejar sin efecto la expulsión de Iván Velasquez, y también al Congreso al dejar sin efecto la aprobación de las reformas al Código Penal, y finalmente ante la presión ciudadana, el mismo Congreso dio marcha atrás y eliminó las reformas aprobadas.

La situación es muy clara, perdimos al señor presidente Jimmy Morales en un viaje sin retorno. Es increíble que a estas alturas todavía no haya comprendido la magnitud de la crisis. El representante de la unidad nacional fracasó al no hacer siquiera el intento de liderar y capitalizar la agenda de la crisis política del 2015.

El mandatario se encuentra en una especie de letargo del cual es cautivo y, lo que es peor, no interpreta las señales de su entorno, no existen asesores que le proporcionen análisis de riesgo, análisis prospectivo para prever los posibles escenarios.

La clave está en que la Embajada de los Estados Unidos lo ha dejado sin apoyo. En la víspera de la llegada del nuevo embajador de los Estados Unidos a Guatemala, Luis Arreaga, el Gobierno ha adoptado la postura de las monarquías medievales que concentraban el poder absoluto y que lo ejercían arbitrariamente.

Para ser prácticos, el Gobierno del presidente Morales está a punto de caer, porque ya ha colapsado bajo los siguientes argumentos:

1. El presidente Morales está gobernando con otros, y no con sus ministros, así como tampoco para la población.
2. Los ministros claves ya renunciaron al gobierno, me refiero a Francisco Rivas de Gobernacion, Héctor estrada de Finanzas, Leticia Teleguario de Trabajo, Lucrecia Hernández de Salud y Carlos Raúl Morales de Relaciones Exteriores.
3. El presidente Morales sigue encaprichado en pelear una batalla que ya perdió contra Iván Velásquez.
4. Además, es parte del plan para debilitar al Ministerio Público y eliminar a la Cicig.
5. Es parte del complot junto con la mayoría de diputado al Congreso para defender la corrupción.
6. Su discurso sobre actores que polarizan, sobre la judicialización de la política y la politización de la justicia, no tiene argumentos.
La crisis política no ha terminado, apenas está comenzando, el problema no es si el presidente renuncia o no, eso ya es indiferente; no es si los diputados renuncian o no, lo importante es qué vamos a hacer con el sistema político y electoral, además de replantear la actualización de la reforma a la Constitución.

Los posibles escenarios de la crisis nos llevan hacia la salida del presidente Morales del Gobierno, algo que no es tan importante como los cambios estructurales que sí hay que hacer, pues no son las personas, sino las instituciones las que deben cambiar, pero para que funcionen bien hay que hacer reformas, quitar a personas que no comprenden el tema de la corrupción y la impunidad.

El presidente Morales es una buena persona, pero eso no le alcanza para gobernar el país. Su legado será el de un presidente superado por la realidad y que encima de todo, se corrompió en el camino. No supo administrar su cuota de poder para luchar por el verdadero clamor popular.

En definitiva, el presidente Morales es una víctima de su propio ego y soberbia, sumado a que las personas que le rodean no tenían la capacidad ni la lucidez para ayudarle a interpretar los momentos históricos que le están tocando vivir.

El mandatario no ha caído en cuenta que el dialogo tuvo que haber empezado antes de dañar la institucionalidad del estado y la imagen del país a nivel mundial, basta con ver las publicaciones y reportajes de diferentes medios a nivel mundial para darse cuenta que somos un chiste y que estamos pagando caro la falta de cultura política.

En suma, la última palabra no está dicha y cada batalla que el presidente Morales podría tomar como victoria solamente podría ser el anuncio del fracaso en la guerra. Por eso la comunicación estratégica es tan importante porque te permite ir un paso adelante, después de que se han contemplado una hoja de ruta y sus planes de contingencia, así como de crisis. En este Gobierno solamente estamos viendo que cada movimiento no es parte de un plan de gobierno, sino es parte de un plan obscuro para no retomar el rumbo correcto.

El verdadero mensaje para el Congreso y el Ejecutivo llegara, tarde o temprano llegara cuando se den cuenta que el poder los embriago tanto que no pudieron prever la tormenta del rechazo ciudadano que esta pasmado como en el 20S y como muchas otras manifestaciones del pueblo. No entender que servidor público es un empleado del pueblo y que por eso se debe al pueblo los hará despertar con una goma tremenda y lo peor de todo será al darse que no son nadie, que quizás nunca lo fueron. Lo único que sintieron fue una probadita del poder que seguramente les dejara una gran lección de vida.

En conclusión, seguimos en un proceso de cambio muy doloroso pero necesario, estamos en una transformación y en un momento en el que los ciudadanos deben darse cuenta que se necesita buscar el liderazgo de notables, que bajo consenso logre llegar a la dupla para vicepresidente y futuro presidente, que deberá impulsarse con el respaldo del pueblo, los cambios en el Congreso o una Asamblea Nacional Constituyente, porque esta crisis necesita una válvula de escape integral depurable, pero sobre todo auto sostenible.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo