Comunión, familia y grandes conversaciones son las que se desarrollan alrededor de una mesa con una bebida de café en mano. El aroma y el sabor abre hemisferios cerebrales encausados a la fraternidad, la identidad y la amistad.
El 1 de octubre se celebra el día Internacional del Café. Será la tercera vez que se conmemora esta fecha y para la Asociación Nacional del Café, es sinónimo de orgullo celebrar un producto nacional reconocido a nivel mundial, que reúne lo mejor de una cultura como la guatemalteca.
La plazoleta de Anacafé está llena de empresas y productores del grano que muestran las diversas clases de cafés de las 8 regiones del país que lo producen. En la entrada, las eliminatorias de la Competencia Nacional de Aeropress 2017 se lleva a cabo. Compiten los mejores baristas del país esto para ir a la competencia mundial a celebrarse en Seúl, Corea del Sur en Noviembre próximo.
El primer ganador fue Álvaro Rosales que ya pasó a cuartos de final. Las eliminatorias son todo este sábado para que mañana domingo, junto con la celebración Día Internacional se defina el campeón nacional.
Rosales tiene un restaurante y se metió a la aventura barista cuando le pedían una taza de café y no tenía mucha idea de cómo hacer una. La necesidad lo llevó a aprender cómo se hace una bebida que excediera las exigencias de sus comensales. Han pasado 4 años para llegar a tener experiencia. Escucharlo cómo combinar la temperatura del agua, los filtros, los distintos cafés y todo ello como un barista profesional es como ver a un científico poseído.
“Una vez que entré a este mundo del café ya no se puede salir”, dice con aquella resignación y sonrisa irónica. En su stand Santa Clara Coffee Group, enseña a los visitantes el manejo de los tiempos, la combinación 360 en el filtro. Nos explica en simples términos el por qué de lo importante de la temperatura del agua, la causa por la que se tiene que mojar los filtros antes de echar el café molido.
Todo con la precisión de alguien cuya pasión y entrega lo ha llevado a tratar el grano con respeto. Esto para servir una taza de café con olor y sabor vibrante cuyo largo camino finaliza en el paladar del consumidor.
Jordán Cucuy inició como un conserje en un restaurante y un día vio como el barista hacía un capuccino. Quedó en un estado de encantamiento. “Quiero hacer eso”, le dijo al barista ¿me enseñás?. Así, se quedó todas las tardes después de su jornada a aprender a hacer una taza de café y todas sus combinaciones.
Eché a perder como 20 libras de café en lo que aprendía, recuerda. “Una vez visité los cafetales y me di cuenta del duro trabajo que hacen las personas recolectando el grano, tostarlo y lavarlo. Todo lo que pasa y el sacrificio que conlleva entregarlo a el restaurante donde trabajas para que vos podás molerlo y hacer una taza de café”.
“Aprendí a valorar todo ese trabajo. Cada vez que hago una taza me recuerdo de todas esas personas que participan en esa labor para que yo entregue una taza de café de calidad. Me capacité más. Llevo 5 años de en esto del café”, recuerda.
La concentración que ponen ambos es cautivante. Es decir no es un mero capricho hacer una taza y darla como servir agua. Hay una mística más que las mediciones y la ciencia; porque la tiene. Sirven el café como si fuera para ellos. Cada muestra que tomé yo, como periodista, es una disertación sobre cómo funciona el sentido del gusto y cómo activa tus sentidos.
Consentirse con una taza de café
Claro, hice las preguntas tontas del caso. Como por ejemplo, cómo hacer para mudar mi mal gusto por el café instantáneo al café normal y guatemalteco. Incluso le mencioné a Jordán que tenía una cafetera pero que por tiempo y la holgazanería de no la usarla me impedía tomarme una taza como Dios manda. Mientras esto sucedía, Pablo Roberto Ramos ganaba su pase a los cuartos de la competencia de Aeropress.
Cucuy fue directo y atacó mi bolsillo. “Una libra de café te cuesta entre 40 y 50 quetzales. Un bote de café instantáneo te cuesta entre 60 hasta 70 quetzales. Con una bolsa de café ayudás a toda esa cadena de personas que se levantan a las 5 de la mañana a cultivar y recolectar el grano. A los que lo lavan y lo tuestan. Con la compra de un bote ayudás a una corporación”.
El razonamiento no se quedó ahí y no es un juicio provocado por los efectos de la bebida, es que en verdad lo creen. Además tocó otro nervio. “El café es bueno tiene muchos beneficios para la salud”, me dijo. “Probalo, usá tu máquina, hay que consentirse. Te vas a enganchar. Te va gustar la satisfacción de hacerte una taza de café como es en verdad”. Me quedé sin palabras.
El evento dura hasta mañana. Si no puede hoy y leyó esto acérquese. El domingo promete ser emocionante. Serán las finales de la competencia de Aeropress. Vaya a Anacafé la dirección es Calle del Café, 5ta calle 0-50 en zona 14. Hay comida y tanto café qué probar.
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“Una vez que entré a este mundo del café ya no se puede salir”, dice con aquella resignación y sonrisa irónica. En su stand Santa Clara Coffee Group, enseña a los visitantes el manejo de los tiempos, la combinación 360 en el filtro. Nos explica en simples términos el por qué de lo importante de la temperatura del agua, la causa por la que se tiene que mojar los filtros antes de echar el café molido.
Todo con la precisión de alguien cuya pasión y entrega lo ha llevado a tratar el grano con respeto. Esto para servir una taza de café con olor y sabor vibrante cuyo largo camino finaliza en el paladar del consumidor.
Jordán Cucuy inició como un conserje en un restaurante y un día vio como el barista hacía un capuccino. Quedó en un estado de encantamiento. “Quiero hacer eso”, le dijo al barista ¿me enseñás?. Así, se quedó todas las tardes después de su jornada a aprender a hacer una taza de café y todas sus combinaciones.
Eché a perder como 20 libras de café en lo que aprendía, recuerda. “Una vez visité los cafetales y me di cuenta del duro trabajo que hacen las personas recolectando el grano, tostarlo y lavarlo. Todo lo que pasa y el sacrificio que conlleva entregarlo a el restaurante donde trabajas para que vos podás molerlo y hacer una taza de café”.
“Aprendí a valorar todo ese trabajo. Cada vez que hago una taza me recuerdo de todas esas personas que participan en esa labor para que yo entregue una taza de café de calidad. Me capacité más. Llevo 5 años de en esto del café”, recuerda.
La concentración que ponen ambos es cautivante. Es decir no es un mero capricho hacer una taza y darla como servir agua. Hay una mística más que las mediciones y la ciencia; porque la tiene. Sirven el café como si fuera para ellos. Cada muestra que tomé yo, como periodista, es una disertación sobre cómo funciona el sentido del gusto y cómo activa tus sentidos.
Consentirse con una taza de café
Claro, hice las preguntas tontas del caso. Como por ejemplo, cómo hacer para mudar mi mal gusto por el café instantáneo al café normal y guatemalteco. Incluso le mencioné a Jordán que tenía una cafetera pero que por tiempo y la holgazanería de no la usarla me impedía tomarme una taza como Dios manda. Mientras esto sucedía, Pablo Roberto Ramos ganaba su pase a los cuartos de la competencia de Aeropress.
Cucuy fue directo y atacó mi bolsillo. “Una libra de café te cuesta entre 40 y 50 quetzales. Un bote de café instantáneo te cuesta entre 60 hasta 70 quetzales. Con una bolsa de café ayudás a toda esa cadena de personas que se levantan a las 5 de la mañana a cultivar y recolectar el grano. A los que lo lavan y lo tuestan. Con la compra de un bote ayudás a una corporación”.
El razonamiento no se quedó ahí y no es un juicio provocado por los efectos de la bebida, es que en verdad lo creen. Además tocó otro nervio. “El café es bueno tiene muchos beneficios para la salud”, me dijo. “Probalo, usá tu máquina, hay que consentirse. Te vas a enganchar. Te va gustar la satisfacción de hacerte una taza de café como es en verdad”. Me quedé sin palabras.
El evento dura hasta mañana. Si no puede hoy y leyó esto acérquese. El domingo promete ser emocionante. Serán las finales de la competencia de Aeropress. Vaya a Anacafé la dirección es Calle del Café, 5ta calle 0-50 en zona 14. Hay comida y tanto café qué probar.
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