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Todos podemos ser activistas

Redacción República
30 de septiembre, 2017

El mundo feminista celebró está semana la firma del rey Salmán bin Abdulaziz en un decreto que después de décadas de opresión, por fin autoriza a las mujeres a conducir vehículos en Arabia Saudita. Este era el único país en el que aún se sostenía esta prohibición para las mujeres pero después del martes, la historia cambió.

Bueno, cambio específicamente en éste aspecto: las mujeres ahora podrán conducir un automóvil. Pero muchos de sus derechos básicos permanecen vetados. Si usted es mujer, imagínese no poder salir de casa sin el acompañamiento de un hombre de la familia, necesitar el permiso legal de este hombre también para trabajar, para poder viajar, INCLUSO para poder realizarse una operación quirúrgica. Suena increíblemente ilógico ¿verdad? Pero es la realidad que día a día se ve en Arabia Saudita. Varios activistas celebraron la decisión del rey Salmán y se muestran felices porque dentro de los avances que quiere lograr para su país, se encuentra el empoderamiento (lento pero seguro) de las mujeres.

Cuando hablamos de éste tipo de situaciones, es muy fácil hacer visible el machismo y el sistema patriarcal que existe aún en el mundo. Y es fácil admitirlo, porque ¿quién va a negarse a aceptar la vigencia de éstos términos cuando se entera de las barbaridades que tienen que vivir las mujeres en ese país? Lo que si es complicado es evidenciar la vigencia de estos temas en sociedades como la nuestra que ya esta bastante más avanzada en temas de igualdad y reconocimiento del poder femenino.

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Hay una cosa interesante que la activista Chimamanda Ngozi Adichie dice en uno de sus libros. Ella menciona que cuando en una sociedad existe verdadera igualdad, el resentimiento ni siquiera puede llegar a existir. Pero me parece que en nuestra sociedad guatemalteca, si existe demasiado resentimiento aún. Resentimiento por una desigualdad salarial, por oportunidades que aún se ven nubladas para las mujeres, por opresión sexual, falta de proyectos de vida en las niñas guatemaltecas y un sin fin de cosas más.

Así que sigo sosteniendo que hace falta un verdadero activismo para resaltar el hecho de que aún en medio de todo el desastre que es nuestro país, las niñas y mujeres necesitan que les prestemos atención. Ayudar a que el género femenino alcance una plena igualdad, también es ayudar a la economía del país, a nuestra producción de capital humano; incluso ayudar a nuestras niñas y mujeres es impulsar el desarrollo de Guatemala, lo que pasa es que cómo nos cuesta unir los cabos para reconocerlo.

El activismo podemos comenzar a ejercerlo ustedes y yo. Podemos tomar la iniciativa de trabajar como consciencias despiertas a donde quiera que vayamos. Por experiencia propia puedo asegurarles que hace falta solo un comentario o una actitud para que las personas que nos rodeen sean consientes de las repetitivas desigualdades que se dan en la vida de una mujer guatemalteca. Y cuando aprendemos a hablar, cuando aprendemos a rechazar los comentarios machistas innecesarios, cuando nos revelamos de alguna manera al sistema con el que nos enseñaron que deberíamos funcionar… las cosas van cambiando. Las personas comienzan a considerar sus palabras y actitudes frente a nosotros y así, comenzamos a animar a otros a tener una consciencia despierta también.

A mi me gusta pensar que “ser mujer” nunca debería de determinar si puedo o no hacer algo. Y creo firmemente que el mundo celebraría el tener vidas más felices si este pensamiento también se instalara en el corazón de todas las culturas.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Todos podemos ser activistas

Redacción República
30 de septiembre, 2017

El mundo feminista celebró está semana la firma del rey Salmán bin Abdulaziz en un decreto que después de décadas de opresión, por fin autoriza a las mujeres a conducir vehículos en Arabia Saudita. Este era el único país en el que aún se sostenía esta prohibición para las mujeres pero después del martes, la historia cambió.

Bueno, cambio específicamente en éste aspecto: las mujeres ahora podrán conducir un automóvil. Pero muchos de sus derechos básicos permanecen vetados. Si usted es mujer, imagínese no poder salir de casa sin el acompañamiento de un hombre de la familia, necesitar el permiso legal de este hombre también para trabajar, para poder viajar, INCLUSO para poder realizarse una operación quirúrgica. Suena increíblemente ilógico ¿verdad? Pero es la realidad que día a día se ve en Arabia Saudita. Varios activistas celebraron la decisión del rey Salmán y se muestran felices porque dentro de los avances que quiere lograr para su país, se encuentra el empoderamiento (lento pero seguro) de las mujeres.

Cuando hablamos de éste tipo de situaciones, es muy fácil hacer visible el machismo y el sistema patriarcal que existe aún en el mundo. Y es fácil admitirlo, porque ¿quién va a negarse a aceptar la vigencia de éstos términos cuando se entera de las barbaridades que tienen que vivir las mujeres en ese país? Lo que si es complicado es evidenciar la vigencia de estos temas en sociedades como la nuestra que ya esta bastante más avanzada en temas de igualdad y reconocimiento del poder femenino.

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Hay una cosa interesante que la activista Chimamanda Ngozi Adichie dice en uno de sus libros. Ella menciona que cuando en una sociedad existe verdadera igualdad, el resentimiento ni siquiera puede llegar a existir. Pero me parece que en nuestra sociedad guatemalteca, si existe demasiado resentimiento aún. Resentimiento por una desigualdad salarial, por oportunidades que aún se ven nubladas para las mujeres, por opresión sexual, falta de proyectos de vida en las niñas guatemaltecas y un sin fin de cosas más.

Así que sigo sosteniendo que hace falta un verdadero activismo para resaltar el hecho de que aún en medio de todo el desastre que es nuestro país, las niñas y mujeres necesitan que les prestemos atención. Ayudar a que el género femenino alcance una plena igualdad, también es ayudar a la economía del país, a nuestra producción de capital humano; incluso ayudar a nuestras niñas y mujeres es impulsar el desarrollo de Guatemala, lo que pasa es que cómo nos cuesta unir los cabos para reconocerlo.

El activismo podemos comenzar a ejercerlo ustedes y yo. Podemos tomar la iniciativa de trabajar como consciencias despiertas a donde quiera que vayamos. Por experiencia propia puedo asegurarles que hace falta solo un comentario o una actitud para que las personas que nos rodeen sean consientes de las repetitivas desigualdades que se dan en la vida de una mujer guatemalteca. Y cuando aprendemos a hablar, cuando aprendemos a rechazar los comentarios machistas innecesarios, cuando nos revelamos de alguna manera al sistema con el que nos enseñaron que deberíamos funcionar… las cosas van cambiando. Las personas comienzan a considerar sus palabras y actitudes frente a nosotros y así, comenzamos a animar a otros a tener una consciencia despierta también.

A mi me gusta pensar que “ser mujer” nunca debería de determinar si puedo o no hacer algo. Y creo firmemente que el mundo celebraría el tener vidas más felices si este pensamiento también se instalara en el corazón de todas las culturas.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo