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Redacción
04 de octubre, 2017

Decía Manuel José Leonardo Arce Leal en el Diario El Gráfico, 6 de junio de 1878: “Yo no quisiera ser de aquí, amo con todo lo que soy este suelo y su gente.

Por eso mismo sufro de manera atroz.

Por eso mismo me duele hasta el aire que pasa.

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Por eso mismo no quisiera estar aquí.

No quisiera ser de aquí.

No quisiera amar tanto a este país, a esta gente.

El amor se me transforma en dolor.

Y eso no es justo.

El amor ha sido siempre alegre, constructivo, sinónimo de felicidad y optimismo.

Yo amo mi país y es un amor triste, impotente, infeliz, que me duele, que todos los días tiene nuevas llagas, que siempre está más y más crucificado.

Veo su mapa cercenado una y otra vez.

Veo su historia de burlas crueles y sangrientas.

Veo su geografía amenazada por el planeta.

Veo a sus moradores misérrimos, enfermos, raquíticos, hambrientos.

Veo su suelo ubérrimo, inútilmente ubérrimo para la mayor parte de sus habitantes.

Veo su violencia progresiva y galopante.

Veo, vivo su tragedia incesante y me duele.

Me duele tanto como me duele decir yo no quisiera estar aquí, yo no quisiera ser de aquí.

Porque ser de aquí es una enfermedad incurable.

Uno se va y entonces la nostalgia.

Uno se va, pero las noticias lo persiguen, los ojos buscan siempre un algo de aquí, la distancia castiga.

Uno se va.

Pero, aunque se vaya: uno anda llevando su Guatemala adentro, como un amado cáncer, como una idea fija.

Como un verde corazón que siempre duele al palpitar y que palpita siempre.

Yo no quisiera estar aquí, yo no quisiera ser de aquí.

Y aunque me duele el dolor del mundo, perdóneseme, per duelen menos otros países, que este.

Me voy a veces, me meto en un libro y me voy.

Tomo un pasaje de canción, o recuerdo y me voy.

Escribo una carta, me meto con ella en el sobre me pongo en el correo y me voy.

Pero dura muy poco mi viaje.

Desde adentro de mí mismo, este pequeño y cruel país, se me hace presente, me sangra, me duele.

Cuánto amor en el dolor.

Cuanto dolor en el amor.

Que dura eres Guatemala.”

Este poema lo he visto reproducido por medios de comunicación en 2017. El autor nació en el primer gobierno de Jorge Ubico Castañeda y murió en la época en la cual Oscar Humberto Mejía Víctores convocaba a elecciones para trasladar el gobierno a manos de civiles. Durante su constantes idas y venidas entre Francia, Santa Tecla y Guatemala, su vida personal recorre y repasa la existencia en Guatemala que vive en el pasado, su nostalgia por el presente y su futuro.

Sin embargo, la historia de Guatemala es muchísimo más que un poema. Es historia, es moral, es vida y es a ella a la que debemos orientarnos para hacer de la patria un ara y no un pedestal. Puede el actual presidente si lee un poco de historia y separa la paja del trigo y entiende el logro y honestidad de Enrique Peralta Azurdia.

Enrique Peralta Azurdia: reduce su salario en un 50% pero otorga a la ciudadanía el bono de la navidad conocido como aguinaldo. Paga la deuda externa, pero es el único gobierno de la historia que deja un superávit en la tesorería del Estado. Crea el IRTRA, provee un apoyo al ordenamiento jurídico. Construye cinco escuelas cada mes y exonera a las universidades y colegios que se dedican a la educación de toda clase de impuestos.

Crea la ley de emisión del pensamiento, elimina los gastos confidenciales y el nepotismo. Disuelve el Congreso de la República y con ese dinero crea hospitales. Crea la Secretaría de Bienestar Social de Guatemala para favorecer el área rural y funda el Banco de los trabajadores con la calidad humana de un apoyo al guatemalteco y no de una intermediación financiera sin alma.

Reduce la corrupción y evita el nepotismo. Su familia vive de su trabajo honrado y sus hijos y sus nietos mantienen sus vidas en la esfera de su privado. Por eso la frase debe ser: Guatemala no eres dura, sino que brindas oportunidades a quien trabaja con honestidad.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Redacción
04 de octubre, 2017

Decía Manuel José Leonardo Arce Leal en el Diario El Gráfico, 6 de junio de 1878: “Yo no quisiera ser de aquí, amo con todo lo que soy este suelo y su gente.

Por eso mismo sufro de manera atroz.

Por eso mismo me duele hasta el aire que pasa.

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Por eso mismo no quisiera estar aquí.

No quisiera ser de aquí.

No quisiera amar tanto a este país, a esta gente.

El amor se me transforma en dolor.

Y eso no es justo.

El amor ha sido siempre alegre, constructivo, sinónimo de felicidad y optimismo.

Yo amo mi país y es un amor triste, impotente, infeliz, que me duele, que todos los días tiene nuevas llagas, que siempre está más y más crucificado.

Veo su mapa cercenado una y otra vez.

Veo su historia de burlas crueles y sangrientas.

Veo su geografía amenazada por el planeta.

Veo a sus moradores misérrimos, enfermos, raquíticos, hambrientos.

Veo su suelo ubérrimo, inútilmente ubérrimo para la mayor parte de sus habitantes.

Veo su violencia progresiva y galopante.

Veo, vivo su tragedia incesante y me duele.

Me duele tanto como me duele decir yo no quisiera estar aquí, yo no quisiera ser de aquí.

Porque ser de aquí es una enfermedad incurable.

Uno se va y entonces la nostalgia.

Uno se va, pero las noticias lo persiguen, los ojos buscan siempre un algo de aquí, la distancia castiga.

Uno se va.

Pero, aunque se vaya: uno anda llevando su Guatemala adentro, como un amado cáncer, como una idea fija.

Como un verde corazón que siempre duele al palpitar y que palpita siempre.

Yo no quisiera estar aquí, yo no quisiera ser de aquí.

Y aunque me duele el dolor del mundo, perdóneseme, per duelen menos otros países, que este.

Me voy a veces, me meto en un libro y me voy.

Tomo un pasaje de canción, o recuerdo y me voy.

Escribo una carta, me meto con ella en el sobre me pongo en el correo y me voy.

Pero dura muy poco mi viaje.

Desde adentro de mí mismo, este pequeño y cruel país, se me hace presente, me sangra, me duele.

Cuánto amor en el dolor.

Cuanto dolor en el amor.

Que dura eres Guatemala.”

Este poema lo he visto reproducido por medios de comunicación en 2017. El autor nació en el primer gobierno de Jorge Ubico Castañeda y murió en la época en la cual Oscar Humberto Mejía Víctores convocaba a elecciones para trasladar el gobierno a manos de civiles. Durante su constantes idas y venidas entre Francia, Santa Tecla y Guatemala, su vida personal recorre y repasa la existencia en Guatemala que vive en el pasado, su nostalgia por el presente y su futuro.

Sin embargo, la historia de Guatemala es muchísimo más que un poema. Es historia, es moral, es vida y es a ella a la que debemos orientarnos para hacer de la patria un ara y no un pedestal. Puede el actual presidente si lee un poco de historia y separa la paja del trigo y entiende el logro y honestidad de Enrique Peralta Azurdia.

Enrique Peralta Azurdia: reduce su salario en un 50% pero otorga a la ciudadanía el bono de la navidad conocido como aguinaldo. Paga la deuda externa, pero es el único gobierno de la historia que deja un superávit en la tesorería del Estado. Crea el IRTRA, provee un apoyo al ordenamiento jurídico. Construye cinco escuelas cada mes y exonera a las universidades y colegios que se dedican a la educación de toda clase de impuestos.

Crea la ley de emisión del pensamiento, elimina los gastos confidenciales y el nepotismo. Disuelve el Congreso de la República y con ese dinero crea hospitales. Crea la Secretaría de Bienestar Social de Guatemala para favorecer el área rural y funda el Banco de los trabajadores con la calidad humana de un apoyo al guatemalteco y no de una intermediación financiera sin alma.

Reduce la corrupción y evita el nepotismo. Su familia vive de su trabajo honrado y sus hijos y sus nietos mantienen sus vidas en la esfera de su privado. Por eso la frase debe ser: Guatemala no eres dura, sino que brindas oportunidades a quien trabaja con honestidad.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo