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Es tendencia

Betty Marroquin
17 de octubre, 2017

Así dicen hoy día en redes sociales, cuando un tema ha sido comentado mucho en Tweeter, etc. En este caso, no me referiré a ese tipo de tendencia, sino a la que veo a nivel mundial, que es preocupante para quienes amamos la libertad. Creo que existe una enorme confusión entre los términos que definen las ideologías, sobre el concepto mismo de lo que constituye una ideología, y por ende, sobre como esto afecta nuestro diario vivir. La gente parece pedir una forma de gobierno que no existe, o al menos, que no está definida.

Por un lado estamos quienes tenemos la dicha de trabajar, muy ocupados día con día tratando de ser productivos, de aportar algo a nuestro país, a nuestra sociedad, y de sentir que “algo hicimos” que de frutos en algún momento. Trabajamos para lograr estabilidad económica, que nos ayude a garantizar un presente positivo y un futuro prometedor, para desembocar en una vejez segura. Pero eso requiere casi toda nuestra atención, exige el uso de nuestras neuronas, y al final, terminamos exhaustos y cuasi incapaces de ver lo que acontece en nuestro entorno. Por otro, quienes no producen nada, no lo han hecho nunca y están convencidos que “papá gobierno” o que los que tienen más, deben darles todo gratis, sólo porque sí. Se agarran entonces de que son un grupo racial considerado más “débil” o de que son de alguno de los dos nuevos sexos débiles (mujeres o trans), o que son minoría de lo que sea, para extender la palma de la mano sea mental que literal y esperar que caiga maná del cielo.

Paralelo a eso, está la profunda frustración con los gobiernos de turno, que se palpa a nivel mundial. En Europa las sociedades, supuestamente más educadas, claman desde independencia regional, hasta los extremos del espectro ideológico. Cuando no triunfa la extrema derecha, lo hace la extrema izquierda. Cuando no son los radicales, son los separatistas. Es como si todas las ideas de Hobbes, Locke, Hayek, Von Misses, Cicerón, Aristóteles, Julio César, Maquiavelo, Dante, y tantos otros quedaran en el olvido.

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Que unidos somos más fuertes, parece un concepto de otro planeta. Y así, vemos lo que sucede en Cataluña y que quisieran algunos en Escocia, por ejemplo. En el caso de Europa, siento que ya ni siquiera es el marxismo el que la pega. Los europeos quieren gobiernos que les den todo gratis, si bien trabajan para pagar impuestos, se endeudan para irse de vacaciones en agosto (o para casarse), pero quieren tener todas las libertades posibles. Desde la pedofilia hasta el bestialismo, los civilizados europeos no se miden. Quieren ser libres de hacer lo que se les venga en gana, no tener freno alguno, ni religioso ni legal, ni de ninguna índole. Ah, pero aman el paternalismo. Contradictorio, es decir poco. Luego nos vienen a imponer de todo a nosotros, como si quisieran que nos comportemos como acólitos de Iglesia. A nosotros nos imponen resarcimientos, complejos de culpa con nuestros compatriotas de origen indígena, nos inculcan complejos de abusadores, etc, pero ellos estimulan el turismo pedófilo a Tailandia y Africa. Hipócritas.

Luego nos quieren imponer gobiernos que nos digan hasta como lavarnos los dientes, a pesar de ellos querer hacer lo que les venga en gana sin freno alguno. No quieren que tengamos desarrollo, financian a quienes se oponen a las hidroeléctricas, a las minas, a las plantas procesadoras de productos naturales, etc, aunque estas cumplan con los más altos cánones internacionales que dictan sus respectivas industrias. Ah, pero ellos tienen cuanta mina, hidro etc se les pega la gana. Pero quieren nuestra materia prima, entonces ¿cómo así que no quieren que sean explotadas pero quieren el producto? Será que una vez que quiebren a sus competencias estadounidenses y canadienses querrán entrar ellos con los chinos, si los chinos o los rusos no les comen el mandado, a explotar lo que sus socios locales les permitan. Curiosamente, la tendencia es que quienes se oponen a estas industrias no se han percatado que por ejemplo, mientras más hidros hay menos pagan de luz, y más oportunidad hay de llevar energía eléctrica a los lugares más remotos. Quienes atacan las minas no caen en la cuenta que cada vez que usan un interruptor o su compu o su cel para manifestar sus genialidades los minerales que no quieren que sean explotados entran en acción. Es decir, quieren progreso pero sin los materiales, quieren energía pero sin las fuentes, quieren que todos nademos en plata pero sin trabajar y sin producir.

Tendencia es pues elegir gobiernos socialistas, pero anhelar libertades absolutas. Buscar el paternalismo que dé de la “a” a la “z”, pero permitiendo un libertinaje absoluto. Expresar cuanta vulgaridad y patanería se le pase por la mente, pero que lo respeten. No hay respeto hacia los pensamientos, creencias o religiones de otros, pero no toleran críticas hacia las suyas. Todas estas tendencias ilógicas e inexplicables se me hace que nos llevarán tarde o temprano a la debacle. Hoy casi no termino con nota optimista. Casi, porque aún quiero creer que vemos esto porque quienes son más vocales son quienes tienen más tiempo para perderlo expresando sus locuras. Quiero creer que los que trabajan y permanecen silenciosos son mayoría, y que todas estas contradicciones y estas locuras no darán fruto. Quiero creer que hay esperanzas, que podremos avanzar y no retroceder o desviarnos del camino hacia el progreso, respetando la naturaleza, de la igualdad ante la ley respetando nuestras diferencias, de la paz con respeto mutuo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Es tendencia

Betty Marroquin
17 de octubre, 2017

Así dicen hoy día en redes sociales, cuando un tema ha sido comentado mucho en Tweeter, etc. En este caso, no me referiré a ese tipo de tendencia, sino a la que veo a nivel mundial, que es preocupante para quienes amamos la libertad. Creo que existe una enorme confusión entre los términos que definen las ideologías, sobre el concepto mismo de lo que constituye una ideología, y por ende, sobre como esto afecta nuestro diario vivir. La gente parece pedir una forma de gobierno que no existe, o al menos, que no está definida.

Por un lado estamos quienes tenemos la dicha de trabajar, muy ocupados día con día tratando de ser productivos, de aportar algo a nuestro país, a nuestra sociedad, y de sentir que “algo hicimos” que de frutos en algún momento. Trabajamos para lograr estabilidad económica, que nos ayude a garantizar un presente positivo y un futuro prometedor, para desembocar en una vejez segura. Pero eso requiere casi toda nuestra atención, exige el uso de nuestras neuronas, y al final, terminamos exhaustos y cuasi incapaces de ver lo que acontece en nuestro entorno. Por otro, quienes no producen nada, no lo han hecho nunca y están convencidos que “papá gobierno” o que los que tienen más, deben darles todo gratis, sólo porque sí. Se agarran entonces de que son un grupo racial considerado más “débil” o de que son de alguno de los dos nuevos sexos débiles (mujeres o trans), o que son minoría de lo que sea, para extender la palma de la mano sea mental que literal y esperar que caiga maná del cielo.

Paralelo a eso, está la profunda frustración con los gobiernos de turno, que se palpa a nivel mundial. En Europa las sociedades, supuestamente más educadas, claman desde independencia regional, hasta los extremos del espectro ideológico. Cuando no triunfa la extrema derecha, lo hace la extrema izquierda. Cuando no son los radicales, son los separatistas. Es como si todas las ideas de Hobbes, Locke, Hayek, Von Misses, Cicerón, Aristóteles, Julio César, Maquiavelo, Dante, y tantos otros quedaran en el olvido.

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Que unidos somos más fuertes, parece un concepto de otro planeta. Y así, vemos lo que sucede en Cataluña y que quisieran algunos en Escocia, por ejemplo. En el caso de Europa, siento que ya ni siquiera es el marxismo el que la pega. Los europeos quieren gobiernos que les den todo gratis, si bien trabajan para pagar impuestos, se endeudan para irse de vacaciones en agosto (o para casarse), pero quieren tener todas las libertades posibles. Desde la pedofilia hasta el bestialismo, los civilizados europeos no se miden. Quieren ser libres de hacer lo que se les venga en gana, no tener freno alguno, ni religioso ni legal, ni de ninguna índole. Ah, pero aman el paternalismo. Contradictorio, es decir poco. Luego nos vienen a imponer de todo a nosotros, como si quisieran que nos comportemos como acólitos de Iglesia. A nosotros nos imponen resarcimientos, complejos de culpa con nuestros compatriotas de origen indígena, nos inculcan complejos de abusadores, etc, pero ellos estimulan el turismo pedófilo a Tailandia y Africa. Hipócritas.

Luego nos quieren imponer gobiernos que nos digan hasta como lavarnos los dientes, a pesar de ellos querer hacer lo que les venga en gana sin freno alguno. No quieren que tengamos desarrollo, financian a quienes se oponen a las hidroeléctricas, a las minas, a las plantas procesadoras de productos naturales, etc, aunque estas cumplan con los más altos cánones internacionales que dictan sus respectivas industrias. Ah, pero ellos tienen cuanta mina, hidro etc se les pega la gana. Pero quieren nuestra materia prima, entonces ¿cómo así que no quieren que sean explotadas pero quieren el producto? Será que una vez que quiebren a sus competencias estadounidenses y canadienses querrán entrar ellos con los chinos, si los chinos o los rusos no les comen el mandado, a explotar lo que sus socios locales les permitan. Curiosamente, la tendencia es que quienes se oponen a estas industrias no se han percatado que por ejemplo, mientras más hidros hay menos pagan de luz, y más oportunidad hay de llevar energía eléctrica a los lugares más remotos. Quienes atacan las minas no caen en la cuenta que cada vez que usan un interruptor o su compu o su cel para manifestar sus genialidades los minerales que no quieren que sean explotados entran en acción. Es decir, quieren progreso pero sin los materiales, quieren energía pero sin las fuentes, quieren que todos nademos en plata pero sin trabajar y sin producir.

Tendencia es pues elegir gobiernos socialistas, pero anhelar libertades absolutas. Buscar el paternalismo que dé de la “a” a la “z”, pero permitiendo un libertinaje absoluto. Expresar cuanta vulgaridad y patanería se le pase por la mente, pero que lo respeten. No hay respeto hacia los pensamientos, creencias o religiones de otros, pero no toleran críticas hacia las suyas. Todas estas tendencias ilógicas e inexplicables se me hace que nos llevarán tarde o temprano a la debacle. Hoy casi no termino con nota optimista. Casi, porque aún quiero creer que vemos esto porque quienes son más vocales son quienes tienen más tiempo para perderlo expresando sus locuras. Quiero creer que los que trabajan y permanecen silenciosos son mayoría, y que todas estas contradicciones y estas locuras no darán fruto. Quiero creer que hay esperanzas, que podremos avanzar y no retroceder o desviarnos del camino hacia el progreso, respetando la naturaleza, de la igualdad ante la ley respetando nuestras diferencias, de la paz con respeto mutuo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo