Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Necesitamos una nueva primavera revolucionaria

Antonio Melgar
24 de octubre, 2017

Hay fechas muy significativas en el imaginario de la sociedad guatemalteca y una de ellas por supuesto que es la del 20 de octubre de un lejano 1944, que además creo es la de mayor trascendencia y contra un régimen liderado en ese momento por Federico Ponce Vaides.

Ese momento histórico dejo logros que hasta la fecha se mantienen, entre ellos el Código de Trabajo que busca dar equilibrio y dar un trato justo a los trabajadores en un país que el que la explotación se hace evidente por la brecha entre ricos y pobres, y que se acrecienta con la opresión de la clase obrera trabajadora en manos de los mismos de siempre.
Por supuesto que todo esto no quiere decir que no existan malos trabajadores, porque también buscan explotar y valerse de las normas para sus fines propios, escudándose en el discurso de la explotación patronal, sabiendo que sus intenciones son espurias y de interés particular y no por el bien común.

La Revolución de 1944 también dejó el Instituto Guatemalteco de Seguro Social, institución que ha sido muchas veces criticada por la mala administración de sus dirigentes y que en varias ocasiones solo la buscan para saquear sus arcas.
Mientras la autonomía universitaria es algo de lo que los San Carlistas pueden estar orgullosos, y sin dejar por un lado el voto a los analfabetos, el reconocimiento a la propiedad privada, reforma a la educación y la creación de la ciudad olímpica, solo por mencionar algunos de los resultados que surgieron al existir la unidad de la ciudadanía que entonces gritaba para exigir tratos justos y de dignificación de un país sometido a gobiernos dictatoriales.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Esos 10 años conocidos como de primavera democrática, dieron un respiro de esperanza no solo para Guatemala sino para toda Latinoamérica, pero lamentablemente todos esos esfuerzos de una nación prospera en ese tiempo dieron al traste y unos cuantos años después en 1960 sucede el enfrentamiento interno que produjo incuantificables daños a un país que ahora en estos tiempos sigue luchando en la búsqueda desarrollo.
Pero todas esas esperanzas, ahora se ven truncadas por la corrupción y la impunidad, que ahora nos enfrascan en una nueva lucha que pareciera nunca acabar, y que se percibe incluso como una batalla que tardará años en librarse, porque los resultados hay que saber no son inmediatos, las instituciones no pueden solas, nosotros tenemos un compromiso.
La corrupción por muchos años ha dejado una empoderada clase de vieja política, con mucho dinero y poder que ante la posibilidad de perder sus recursos se defienden con todo, desde discursos mediatizados en busca la polarización, y que por supuesto tienen como fin el principio maquiavélico de: divide y vencerás.

Todo esto lleva un mensaje de petición, y de urgencia de una nueva Revolución y que se debe dar ahora contra este mal llamado corrupción e impunidad, en donde todos los sectores se tienen que unir para acabar con todo esto.
Sé que es complicado como en aquella época, pero recordemos que todo esto no es imposible y aquella vez se dio, yo espero que esta nueva generación de buenos guatemaltecos logre realizar una Revolución como la del 44, y que de paso a una nueva primavera democrática que permita la construcción de nuevo país para todos y no solo a manos de unos cuantos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Necesitamos una nueva primavera revolucionaria

Antonio Melgar
24 de octubre, 2017

Hay fechas muy significativas en el imaginario de la sociedad guatemalteca y una de ellas por supuesto que es la del 20 de octubre de un lejano 1944, que además creo es la de mayor trascendencia y contra un régimen liderado en ese momento por Federico Ponce Vaides.

Ese momento histórico dejo logros que hasta la fecha se mantienen, entre ellos el Código de Trabajo que busca dar equilibrio y dar un trato justo a los trabajadores en un país que el que la explotación se hace evidente por la brecha entre ricos y pobres, y que se acrecienta con la opresión de la clase obrera trabajadora en manos de los mismos de siempre.
Por supuesto que todo esto no quiere decir que no existan malos trabajadores, porque también buscan explotar y valerse de las normas para sus fines propios, escudándose en el discurso de la explotación patronal, sabiendo que sus intenciones son espurias y de interés particular y no por el bien común.

La Revolución de 1944 también dejó el Instituto Guatemalteco de Seguro Social, institución que ha sido muchas veces criticada por la mala administración de sus dirigentes y que en varias ocasiones solo la buscan para saquear sus arcas.
Mientras la autonomía universitaria es algo de lo que los San Carlistas pueden estar orgullosos, y sin dejar por un lado el voto a los analfabetos, el reconocimiento a la propiedad privada, reforma a la educación y la creación de la ciudad olímpica, solo por mencionar algunos de los resultados que surgieron al existir la unidad de la ciudadanía que entonces gritaba para exigir tratos justos y de dignificación de un país sometido a gobiernos dictatoriales.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Esos 10 años conocidos como de primavera democrática, dieron un respiro de esperanza no solo para Guatemala sino para toda Latinoamérica, pero lamentablemente todos esos esfuerzos de una nación prospera en ese tiempo dieron al traste y unos cuantos años después en 1960 sucede el enfrentamiento interno que produjo incuantificables daños a un país que ahora en estos tiempos sigue luchando en la búsqueda desarrollo.
Pero todas esas esperanzas, ahora se ven truncadas por la corrupción y la impunidad, que ahora nos enfrascan en una nueva lucha que pareciera nunca acabar, y que se percibe incluso como una batalla que tardará años en librarse, porque los resultados hay que saber no son inmediatos, las instituciones no pueden solas, nosotros tenemos un compromiso.
La corrupción por muchos años ha dejado una empoderada clase de vieja política, con mucho dinero y poder que ante la posibilidad de perder sus recursos se defienden con todo, desde discursos mediatizados en busca la polarización, y que por supuesto tienen como fin el principio maquiavélico de: divide y vencerás.

Todo esto lleva un mensaje de petición, y de urgencia de una nueva Revolución y que se debe dar ahora contra este mal llamado corrupción e impunidad, en donde todos los sectores se tienen que unir para acabar con todo esto.
Sé que es complicado como en aquella época, pero recordemos que todo esto no es imposible y aquella vez se dio, yo espero que esta nueva generación de buenos guatemaltecos logre realizar una Revolución como la del 44, y que de paso a una nueva primavera democrática que permita la construcción de nuevo país para todos y no solo a manos de unos cuantos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo