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Las consideraciones del juez Gálvez con Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti

Rodrigo Perez
28 de octubre, 2017

En una banca que se encuentra en un pequeño corredor de la oficina del juez Miguel Ángel Gálvez se sentaban uno a la par de otro, Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti.

El área a la que solo tiene acceso el juez y sus colaboradores, cuenta con una puerta que da acceso directo a la sala de audiencias.

Ahí esperaban el inicio de las últimas fases de la etapa intermedia mientras platican amenamente alejados de las miradas de todos. Por el contrario, el resto de sindicados esperaban en la sala de audiencias.

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Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti ingresan a la sala de audiencias por una puerta que conectaba con el despacho del juez Miguel Ángel Gálvez.

En ese espacio semiprivado también permanecían hasta que se desocupaban los ascensores cuando el juez suspendía la jornada del día.

Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti tampoco compartieron durante las audiencias el mismo espacio con los demás acusados.

Siempre estuvieron separados por unas barandas de madera color naranja.

El exbinomio presidencial no compartía el mismo espacio, en la sala de audiencias, con el resto de sindicados en el caso La Línea. 

Más privilegios

El exbinomio presidencial tampoco usó el sanitario a donde acudía el resto de sindicados, los abogados defensores y los familiares de los privados de libertad preventiva. Ambos usaban los sanitarios que están en la oficina del juzgador.

Para ir al sanitario el resto de acusados tenían que llamar a su custodio para que les colocara, por medidas de seguridad, los grilletes.

Al ingresar al baño se los quitaban,  se los volvían a colocar al salir y de nuevo se los retiraban cuando ingresan en la sala de audiencias.

Los acusados en el caso La Línea eran llevados con grilletes a los servicios sanitarios.

“Para atrás por favor”, le dice con autoridad a un custodio un superior cuando éste colocaba los grilletes al frente de un procesado que va a salir de la sala de audiencias al baño.

“Yo tengo una carta con autorización” para que no me engrilleten hacia atrás dice en tono molesto el sindicado.

Lugar de intercambio de opiniones

El sanitario fue también un espacio donde los abogados o sindicados intercambian comentarios acerca de las argumentaciones del juez Miguel Ángel Gálvez.

El juzgador terminó enviando a juicio a Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti por los delitos de asociación ilícita, caso especial de defraudación aduanera y enriquecimiento ilícito. También envío a juicio a 26 acusados más y declaró la clausura provisional a dos.

“Lo que el Ministerio Público no dijo lo está complementando el juez”, le dijo en una ocasión uno a otro usuario del sanitario.

Se refería a las argumentaciones del juzgador antes de decidir quiénes iban a juicio.

“Está haciendo una interpretación muy amplia y subjetiva”, se escuchó que le respondieron.

De uso común

El área en donde se encuentran tres sanitarios e igual número de mingitorios y lavamanos fue utilizado tanto por hombres y mujeres, ya sea sindicados, abogados o familiares de los acusados. Menos por Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti.

Tres sanitarios estuvieron disponibles para los sindicados en el caso La Línea, sus familiares y abogados.

Las filas eran grandes, en especial durante los recesos que autorizó el juez o a la hora de almuerzo. Las mujeres debían esperar a que saliera el último hombre o viceversa, para hacer uso del sanitario.

“Hay alguien”, pregunta una mujer. Al no escuchar respuesta, ingresa junto con otras féminas y cierran la puerta que da acceso a los tres sanitarios.

El mismo servicio sanitario era usado por hombres y mujeres.

Estricta seguridad

Todos los sindicados, abogados, periodistas y familiares de los acusados eran registrados al ingresar en la sala de audiencias.

En el 14 nivel de la Torre de Tribunales donde llevó a cabo la etapa final de la fase intermedia de La Línea, hubo un importante despliegue de seguridad.

Al ingreso de la sala de audiencias había un arco detector de metales y sumado a ello un agente que revisaba las bolsas y a las personas.

Todos los que ingresaban en la sala de audiencias eran revisados por agentes del Organismo Judicial.

Eso causó en más de una ocasión algún inconveniente.  “A mí solo me revisa una vez”, dijo en una ocasión en tono molesto uno de los abogados al agente que lo revisaba.

También participaron en el despliegue de seguridad agentes de Sistema Penitenciario, del Organismo Judicial y de la Policía Nacional Civil.

Espacio útil hasta el final

El viernes, cuando el juez Gálvez envío a juicio a 28 acusados en el caso La Línea, ese espacio semiprivado sirvió para montar una estrategia para que Baldetti evitara a la Prensa.

Los medios de  comunicación esperaban afuera, en el área de ingreso a los elevadores, para fotografiarla y escuchar sus declaraciones.

El exmandatario regresó a la sala de audiencias por la puerta que desde la oficina del juez Gálvez da acceso directo al lugar y habló con los periodistas.

Cuando los medios de comunicación vieron a Baldetti, salió corriendo hacia un elevador que ya la estaba esperando.

Solo pocos medios lograron fotografiarla, pero en vano intentaron tomarle alguna declaración.

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Rodrigo Perez
28 de octubre, 2017

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El área a la que solo tiene acceso el juez y sus colaboradores, cuenta con una puerta que da acceso directo a la sala de audiencias.

Ahí esperaban el inicio de las últimas fases de la etapa intermedia mientras platican amenamente alejados de las miradas de todos. Por el contrario, el resto de sindicados esperaban en la sala de audiencias.

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Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti ingresan a la sala de audiencias por una puerta que conectaba con el despacho del juez Miguel Ángel Gálvez.

En ese espacio semiprivado también permanecían hasta que se desocupaban los ascensores cuando el juez suspendía la jornada del día.

Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti tampoco compartieron durante las audiencias el mismo espacio con los demás acusados.

Siempre estuvieron separados por unas barandas de madera color naranja.

El exbinomio presidencial no compartía el mismo espacio, en la sala de audiencias, con el resto de sindicados en el caso La Línea. 

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Para ir al sanitario el resto de acusados tenían que llamar a su custodio para que les colocara, por medidas de seguridad, los grilletes.

Al ingresar al baño se los quitaban,  se los volvían a colocar al salir y de nuevo se los retiraban cuando ingresan en la sala de audiencias.

Los acusados en el caso La Línea eran llevados con grilletes a los servicios sanitarios.

“Para atrás por favor”, le dice con autoridad a un custodio un superior cuando éste colocaba los grilletes al frente de un procesado que va a salir de la sala de audiencias al baño.

“Yo tengo una carta con autorización” para que no me engrilleten hacia atrás dice en tono molesto el sindicado.

Lugar de intercambio de opiniones

El sanitario fue también un espacio donde los abogados o sindicados intercambian comentarios acerca de las argumentaciones del juez Miguel Ángel Gálvez.

El juzgador terminó enviando a juicio a Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti por los delitos de asociación ilícita, caso especial de defraudación aduanera y enriquecimiento ilícito. También envío a juicio a 26 acusados más y declaró la clausura provisional a dos.

“Lo que el Ministerio Público no dijo lo está complementando el juez”, le dijo en una ocasión uno a otro usuario del sanitario.

Se refería a las argumentaciones del juzgador antes de decidir quiénes iban a juicio.

“Está haciendo una interpretación muy amplia y subjetiva”, se escuchó que le respondieron.

De uso común

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Tres sanitarios estuvieron disponibles para los sindicados en el caso La Línea, sus familiares y abogados.

Las filas eran grandes, en especial durante los recesos que autorizó el juez o a la hora de almuerzo. Las mujeres debían esperar a que saliera el último hombre o viceversa, para hacer uso del sanitario.

“Hay alguien”, pregunta una mujer. Al no escuchar respuesta, ingresa junto con otras féminas y cierran la puerta que da acceso a los tres sanitarios.

El mismo servicio sanitario era usado por hombres y mujeres.

Estricta seguridad

Todos los sindicados, abogados, periodistas y familiares de los acusados eran registrados al ingresar en la sala de audiencias.

En el 14 nivel de la Torre de Tribunales donde llevó a cabo la etapa final de la fase intermedia de La Línea, hubo un importante despliegue de seguridad.

Al ingreso de la sala de audiencias había un arco detector de metales y sumado a ello un agente que revisaba las bolsas y a las personas.

Todos los que ingresaban en la sala de audiencias eran revisados por agentes del Organismo Judicial.

Eso causó en más de una ocasión algún inconveniente.  “A mí solo me revisa una vez”, dijo en una ocasión en tono molesto uno de los abogados al agente que lo revisaba.

También participaron en el despliegue de seguridad agentes de Sistema Penitenciario, del Organismo Judicial y de la Policía Nacional Civil.

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Los medios de  comunicación esperaban afuera, en el área de ingreso a los elevadores, para fotografiarla y escuchar sus declaraciones.

El exmandatario regresó a la sala de audiencias por la puerta que desde la oficina del juez Gálvez da acceso directo al lugar y habló con los periodistas.

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