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Asi no se logra un mejor nivel de vida

Ramon Parellada
03 de noviembre, 2017

Está claro que todos estamos de acuerdo en que es deseable lograr un mayor bienestar. Incluso quienes ignoran los principios de la economía saben que es bueno que la gente mejore su nivel de vida. De hecho, este es el fin por el cual trabajamos, nos esforzamos y sacrificamos tanto.

Un mayor nivel de vida implica que la gente viva mejor, que viva más años en mejores condiciones de salud y nivel de vida. Esto es que tengan mejor alimentación, vestido, vivienda para comenzar, pero también poder gozar de muchas cosas que la libertad ha permitido crear a través del sistema de mercado libre.

La gente busca también cosas que no parecen ser de primera necesidad pero que al fin y al cabo son deseadas y demandadas por los consumidores que somos todos. Todo esto cae, quiéranlo o no, dentro de lo material. Lo espiritual también puede caber aquí y cada quién en su libertad puede colocarla dentro de su escala de valores como una de sus prioridades, pero no puede obligar a otros a que sea también su prioridad. Eso es respetar los derechos individuales de cada quién. Pero volviendo a lo material, se necesita que la gente tenga más ingresos para poder utilizarlos en todas esas cosas que hacen su vida mejor.

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Lo material es indispensable para que los pobres dejen de serlo. Mientras más rápido logremos producir y tener más bienes y servicios, más pronto podremos mejorar nuestro nivel de vida y el de todos los demás.

La mentalidad re-distribucionista, muy popular en nuestros días, implica separar la creación de riqueza de la distribución de la misma. Grave error. Sin embargo, ¡No podemos comernos lo que no existe! Lo cierto es que mientras se crea la riqueza ésta se va distribuyendo entre todos aquellos que participan de la misma. También se benefician los que no participan, los que viven en la sociedad donde se crea esa riqueza pues encontrarán más y mejores productos lo que implica diversas calidades y precios donde escoger. También crecerán las empresas ya existentes y verán multiplicadas sus oportunidades.

Las desigualdades, otro tema populista de nuestros tiempos, no se eliminarán, pero esto, a mi juicio, no resulta importante si al final todos estaremos mejor, en especial los más pobres quienes mejorarán más que proporcionalmente su nivel de vida. Sin embargo, en libertad, los más pobres llegan a gozar de las cosas que los más ricos también disfrutan.

Otro argumento populista en favor de los pobres consiste en que el estado le debe proporcionar ciertas seguridades consideradas como fundamentales tales como seguro de desempleo, seguro de salud, educación gratuita, transporte barato, alimentación, recreación, vacaciones pagadas y muchas otras cosas incluyendo justicia distributiva y no solo la conmutativa. Esto se conoce como el Estado Benefactor que ha roto los límites de lo que cada quién debe decidir por sí mismo en su vida ya que se supone que quienes gobiernan lo saben mejor que uno.

El profesor Rafael Termes en su libro El poder Creador del Riesgo comentaba que, “la renuncia a niveles personales de mayor realización, tanto espiritual como material, por la aversión al riesgo que la búsqueda que estos logros entraña, va produciendo la impresión de que el hombre contemporáneo ha dejado de anhelar el máximo posible, para convertirse en aspirante a la mediocre seguridad”.

El Estado Benefactor tiene que ver también con el mal uso,  los gobiernos le han dado a la palabra Solidaridad. La usan para aumentar impuestos a modo de ser más solidarios con los pobres. Pero la solidaridad sólo se puede dar en un ambiente de libertad y voluntariedad. No existe solidaridad coercitiva. Los impuestos son coercitivos.

El Impuesto solidario es una contradicción de términos al igual que los almuerzos, la educación y salud solidaria y gratuita. El nombre es muy bonito y toca nuestros sentimientos, pero en el fondo implica coerción, ineficiencia, corrupción y perdida de libertad.

Solo un mercado libre en un Estado de Derecho crea prosperidad. Todo lo demás es un engaño, un fraude. No seamos ingenuos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Asi no se logra un mejor nivel de vida

Ramon Parellada
03 de noviembre, 2017

Está claro que todos estamos de acuerdo en que es deseable lograr un mayor bienestar. Incluso quienes ignoran los principios de la economía saben que es bueno que la gente mejore su nivel de vida. De hecho, este es el fin por el cual trabajamos, nos esforzamos y sacrificamos tanto.

Un mayor nivel de vida implica que la gente viva mejor, que viva más años en mejores condiciones de salud y nivel de vida. Esto es que tengan mejor alimentación, vestido, vivienda para comenzar, pero también poder gozar de muchas cosas que la libertad ha permitido crear a través del sistema de mercado libre.

La gente busca también cosas que no parecen ser de primera necesidad pero que al fin y al cabo son deseadas y demandadas por los consumidores que somos todos. Todo esto cae, quiéranlo o no, dentro de lo material. Lo espiritual también puede caber aquí y cada quién en su libertad puede colocarla dentro de su escala de valores como una de sus prioridades, pero no puede obligar a otros a que sea también su prioridad. Eso es respetar los derechos individuales de cada quién. Pero volviendo a lo material, se necesita que la gente tenga más ingresos para poder utilizarlos en todas esas cosas que hacen su vida mejor.

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Lo material es indispensable para que los pobres dejen de serlo. Mientras más rápido logremos producir y tener más bienes y servicios, más pronto podremos mejorar nuestro nivel de vida y el de todos los demás.

La mentalidad re-distribucionista, muy popular en nuestros días, implica separar la creación de riqueza de la distribución de la misma. Grave error. Sin embargo, ¡No podemos comernos lo que no existe! Lo cierto es que mientras se crea la riqueza ésta se va distribuyendo entre todos aquellos que participan de la misma. También se benefician los que no participan, los que viven en la sociedad donde se crea esa riqueza pues encontrarán más y mejores productos lo que implica diversas calidades y precios donde escoger. También crecerán las empresas ya existentes y verán multiplicadas sus oportunidades.

Las desigualdades, otro tema populista de nuestros tiempos, no se eliminarán, pero esto, a mi juicio, no resulta importante si al final todos estaremos mejor, en especial los más pobres quienes mejorarán más que proporcionalmente su nivel de vida. Sin embargo, en libertad, los más pobres llegan a gozar de las cosas que los más ricos también disfrutan.

Otro argumento populista en favor de los pobres consiste en que el estado le debe proporcionar ciertas seguridades consideradas como fundamentales tales como seguro de desempleo, seguro de salud, educación gratuita, transporte barato, alimentación, recreación, vacaciones pagadas y muchas otras cosas incluyendo justicia distributiva y no solo la conmutativa. Esto se conoce como el Estado Benefactor que ha roto los límites de lo que cada quién debe decidir por sí mismo en su vida ya que se supone que quienes gobiernan lo saben mejor que uno.

El profesor Rafael Termes en su libro El poder Creador del Riesgo comentaba que, “la renuncia a niveles personales de mayor realización, tanto espiritual como material, por la aversión al riesgo que la búsqueda que estos logros entraña, va produciendo la impresión de que el hombre contemporáneo ha dejado de anhelar el máximo posible, para convertirse en aspirante a la mediocre seguridad”.

El Estado Benefactor tiene que ver también con el mal uso,  los gobiernos le han dado a la palabra Solidaridad. La usan para aumentar impuestos a modo de ser más solidarios con los pobres. Pero la solidaridad sólo se puede dar en un ambiente de libertad y voluntariedad. No existe solidaridad coercitiva. Los impuestos son coercitivos.

El Impuesto solidario es una contradicción de términos al igual que los almuerzos, la educación y salud solidaria y gratuita. El nombre es muy bonito y toca nuestros sentimientos, pero en el fondo implica coerción, ineficiencia, corrupción y perdida de libertad.

Solo un mercado libre en un Estado de Derecho crea prosperidad. Todo lo demás es un engaño, un fraude. No seamos ingenuos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo