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Arte Eicónico y la Obligatoriedad de la Belleza

Redacción República
07 de noviembre, 2017

En mi artículo anterior estudiamos la importancia y contribución del filósofo Antoine-Chrysostome Quatremère de Quincy con su teoría de la imagen en la imitación de las bellas artes. Con este artículo culminaré mi investigación de esta línea evolutiva de conocimiento, para establecer el marco teórico en el descubrimiento y definición de las mejores definiciones de arte que yo he encontrado hasta ahora, desde la Antigüedad hasta la Modernidad. Ahora tendremos la base teórica necesaria y fundamental para poder aprender a apreciar, a crear y enseñar a crear en los procesos creativos de las artes visuales, que es unos de los principales objetivos de estos estudios. Este artículo en particular está dedicado, esencialmente, a las excelentes enseñanzas de mi altamente valorado catedrático en filosofía del arte, el Arquitecto Warren Orbaugh, ya que él es el que acuña el adjetivo “eicónico” y lo suma al nombre de la definición objetiva de arte, ofreciéndonos así, una mejor diferenciación entre el concepto tradicional de arte y como hoy día se conoce a las artes visuales, literarias, escénicas, música y a la arquitectura; como hace cien años se conoció a las bellas artes y hace más de dos mil a las artes miméticas. Veamos a continuación cuál es su innovación y cómo estructura él su razonamiento, fundamentado principalmente en Aristóteles, Batteux, Quatremére y Ayn Rand para llegar a la conclusión de su nuevo nombramiento “Arte Eicónico”.

Primero, dice Orbaugh, preguntémonos, tratando de encontrar cuál es el común denominador conceptual entre ellas, qué tipo de obras producen estas artes miméticas o bellas artes, qué es común en la producción de una pintura, de una escultura, de la música, de una danza, de una obra de teatro, ópera, película e inclusive de una obra arquitectónica o de una obra literaria. Observemos una pintura de William-Adolphe Bouguereau y analicemos qué tipo de producto es, al igual que una de Caravaggio, Vermeer o inclusive de Velásquez; y si en escultura comparamos lo producido por Benvenuto Cellini, o más contemporáneamente, por Rodin, podemos encontrar en todos los anteriores que, lo que se crea es una imagen, del latín imago, producto que resulta de la acción de imitar (mímesis griega), que es un artefacto que representa un parecido a, o la apariencia de la realidad percibida, como Quatremére de Quincy ya lo había expresado. Esta imagen es una especie de representación visual, que a la vez se aplica literalmente también en relación con las otras artes miméticas con sus respectivas percepciones sensoriales y combinaciones de las mismas en diversas circunstancias, como lo son imágenes auditivas, olfativas, táctiles, gustativas, así como mentales, producto de la inducción lingüística.
El PRIMER COMÚN DENOMINDADOR entre los anteriores ejemplos mencionados de pinturas y escultura integradas a las artes miméticas o todas las bellas artes es que éstas producen una IMAGEN. El SEGUNDO COMÚN DENOMINADOR que encontramos es que en todas existe BELLEZA, pero el Profesor Orbaugh se cuestiona ¿por qué tienen que ser bellas? Y la respuesta se encuentra, esencialmente en la claridad de expresión del algo (sentido de vida, idea, filosofía generalizada en una emoción) que el artista quiere comunicar, ya que, si no comunica ese algo, lo cual significaría comunicar nada y como la nada no existe, se destruye su identidad, se destruye su propósito, se destruye el arte y deja de nacer. Para que una obra de arte pictórico o escultórica se materialice estamos obligados a que exista una imagen que deberá ser comprensible y clara; deberá poderse percibir, apreciar y entender sin dificultad ni confusión. Esta claridad se logra, en un alto porcentaje, a través de la belleza, de la composición armónica, que no es más que un tipo de orden, que entre más perfecta la armonía, entre más bella, mayor claridad produce la imagen. Warren Orbaugh dice:

“Como se compone de partes, el compositor o productor tiene que lograr unidad en la variedad, logrando a la vez, variedad en la unidad. Componer es ordenar los elementos según un principio integrador, por medio de la simetría, que comprende la proporción, el ritmo, la analogía; la definición, que comprende la magnitud, la precisión.”

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Las anteriores relaciones que contribuyen a alcanzar orden y variación son herramientas de la sintaxis y composición de una obra, y se alcanzan cuando nos adentramos en el campo de la morfología, que es el estudio de los principios matemáticos que hacen a la naturaleza ser lo que es. Dicha ciencia será atendida con mayor profundidad y puesta en práctica en un futuro artículo dedicado a la disciplina de la composición.

“El Nacimiento de Venus” de Bouguereau es un excelente ejemplo de cómo podemos ilustrar las anteriores características ordenadores de una composición bella. Dicha imagen, aparte de utilizar simetría, proporción, ritmo, analogía, variación, perspectiva de tres planos, está cumpliendo con lo que Aristóteles dice en su “Poética” y es que una obra de arte debe ser un todo organizado, su principio o base, la parte media y el final o remate (principio de tripartición) deben estar incluidos en la obra creada, ya que son principios universales de todos los elementos en la naturaleza y el universo, como también nos enseña que dichos elementos son infinitamente variados y a la vez infinitamente unidos. Dicha unión perfecta es lograda con la integración de cada una de las partes al caber de manera insinuada en sus formas de espiral repetidas e invertidas.


El Nacimiento de Venus, William-Adolphe Bouguereau,1879. Óleo sobre lienzo, 218 cm x 300 cm de alto. Museo de Orsay, París, Francia.

Por ejemplo, tanto en la imagen de la pintura de “La Captura de Cristo” como en la del “Enterramiento de Cristo”, ambas de Caravaggio, la simetría, no sólo se logra con la división equitativa de áreas equivalentes compartidas de manera formal, sino que, con el contraste de luces extremos como el claroscuro y el contraste cromático de matices de combinaciones armónicas complementarias, familiares y alternas poco saturadas. Se eligen y exaltan ejes principales dentro de una geometría formal, las cuales se integrar con las figuras variadas, siendo unificadas y ordenadas a través de la exaltación de sus límites esquinados con las principales diagonales del formato, lo que logra expresar definición y certeza a través de la delimitación.


La Captura de Cristo, Michelangelo Merisi da Caravaggio,1602. Óleo sobre lienzo, 133,5 cm x 169,5 cm de ancho. Galería Nacional de Irlanda, Dublín, Irlanda.


El Enterramiento de Cristo, Michelangelo Merisi da Caravaggio,1603-4. Óleo sobre lienzo, 203 cm x 300 cm de alto. Pinacoteca Vaticana, Roma, Italia.

Ya que el arte debe ser producto de la aplicación lógica y con maestría de conocimiento demostrado, como dice la definición aristotélica del concepto arte, será indispensable, si lo que deseamos lograr es que una obra de arte sea buena o muy buena o una obra maestra, es que sea lo más excelente posible. Es por ello por lo que la configuración formal de la imagen debe ser tal que la relación proporcional entre partes diversas y el todo sea de manera que se logre alcanzar unidad en la variedad y variedad en la unidad de una forma perfectamente armónica. El propósito del orden en la composición de la imagen es conseguir la armonía perfecta entre sus elementos. Esta perfección armónica contribuye a expresar claridad en la visión del mundo que se desea recrear. Y claridad es lo que cualquier manera de expresión necesita para poder cumplir con su función; que el mensaje llegue. Una obra de arte hará sentir a alguien, sólo y siempre y cuando logre comunicar su idea, su visión, su sentido de vida concretado.

El TERCER COMÚN DENOMINADOR que encontramos en estas pinturas es que no sólo existe BELLEZA en una IMAGEN para comunicar, sino que dicha imagen tiene SENTIDO. La imagen en su totalidad no es lo mismo que una representación gráfica (símbolo lingüístico). La imagen de una pintura, o escultura, o arquitectura, o teatro, o danza, o música, o cine, o pieza literaria, u ópera, es una concepción de la realidad, en forma de entidad concreta, perceptible sensorialmente. La visión del mundo que la imagen concretiza no es tanto un símbolo, sino más bien una alegoría, una ficción que da a entender esa concepción de la realidad del autor. El signo gráfico indica la realidad (signos de tránsito, de peligro); la imagen es una ficción, no indica la realidad, sino que presenta una valoración ontológica de ésta. Por ello, para distinguir este arte de otras artes, W. Orbaugh la nombró según su medio de producción y como eikon (del griego) significa imagen, figura, estatua, pintura, retrato, representación, él la llamó “Arte Eicónico”, siendo ésta la facultad de producir imágenes sensibles bellas con sentido dirigido por razonamiento verdadero, y su contrario, no arte o incapacidad, la facultad de producir imágenes con ausencia de sentido y de belleza de acuerdo a un razonamiento equivocado. La imagen en cuestión es de acción humana y es una visión que ha sido recreada. W.O. amplía y concluye:

“El Arte Eicónico es aquel cuya producción consiste en imágenes bellas con sentido, siendo el sentido la construcción selectiva de la realidad comprendida de acuerdo con lo que el productor considera ontológicamente esencial. El criterio de selección se basa en su visión ontológica del mundo”.

Estas imágenes, que pueden ser visuales, auditivas, táctiles, y/o inducidas, se perciben por medio de los sentidos. La característica única de la obra de Arte Eicónico es la de ser una conceptualización crítica de la realidad que puede ser percibida en forma sensual como un objeto concreto, a lo que Ayn Rand llama el proceso psico-epistemológico, que es precisamente la interrelación entre la idea y la forma abstracta que uno concibe en la mente; y que en el arte es el proceso invertido. Uno observa la idea concretada, y luego entiende la idea y la disfruta por identificación o la rechaza por repulsión.

Dicho por W.O. de otra manera es que en la imagen se expresa senso-perceptivamente el pensamiento que el artista tiene sobre el mundo real o posible, y que el contemplador identifica por medio de un proceso de pensamiento noético (de noesis que significa visión intelectual). El que aprecia una obra de arte eicónico conoce por medio de la reflexión sobre la imagen percibida. La expresión de la imagen contiene dos aspectos: la forma o estructura compositiva (belleza), y la materia o contenido del argumento (el sentido). El objeto de la estructura formal es la belleza. El objeto de la materia es la actualización de la idea, el sentido.

El Arte Eicónico abarca la pintura, la escultura, la música, la danza, el teatro, la literatura, la fotografía, el cine y la arquitectura. El Arq. Orbaugh agrega el nuevo adjetivo al nombre arte y las clasifica según su medio de expresión: pintura es el Arte Eicónico bidimensional que utiliza pigmentos como medio de expresión sobre una superficie bidimensional; la escultura es la que utiliza los sólidos tridimensionales como medio de expresión; la danza es el Arte Eicónico que utiliza el movimiento del propio cuerpo como medio de expresión en el espacio(tetradimensional); la arquitectura es el Arte Eicónico, que utiliza la edificación como medio de expresión; la música es el Arte Eicónico que utiliza los sonidos como medio de expresión; el teatro es el Arte Eicónico que utiliza el dialogo y la gesticulación como medio de expresión. La literatura es el Arte Eicónico que usa los conceptos, las palabras, el lenguaje escrito como el medio expresivo y es unos de los más ricos porque utiliza de manera descriptiva todas las anteriores. El Arquitecto Orbaugh considera que podemos clasificar las artes según lo que producen de la siguiente forma:

Yo considero que el Profesor Warren Orbaugh innova principalmente agregando el adjetivo eicónico al nombre Arte e integrando la obligatoriedad de la belleza en la definición (complementando la de Ayn Rand) en el contexto de que contribuye en la clarificación del mensaje a comunicar, no tanto por el placer que provoca en nuestra mente cuasi existencialmente al hacernos sentir vivos y en florecimiento, sino por la parte formal con la que ayuda a ordenar y comunicar. En los próximos artículos trataré un nuevo tema y es el de poder contribuir en proveer una serie de herramientas intelectuales para facilitar la mejor valoración del buen arte y por supuesto también la creación del mismo. Se llamará “Una Fórmula Científica para Crear Arte”, en cuyo estudio teórico y práctico utilizaré como pilar para desarrollar una fórmula de creatividad la siguiente definición:
EL ARTE (EICÓNICO) ES LA RE- CREACIÓN SELECTIVA DE LA REALIDAD DE ACUERDO A LOS JUICIOS DE VALOR METAFÍSICOS DEL ARTISTA, en donde dicha re- creación se logra a través de UNA IMAGEN BELLA CON SENTIDO.

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Arte Eicónico y la Obligatoriedad de la Belleza

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07 de noviembre, 2017

En mi artículo anterior estudiamos la importancia y contribución del filósofo Antoine-Chrysostome Quatremère de Quincy con su teoría de la imagen en la imitación de las bellas artes. Con este artículo culminaré mi investigación de esta línea evolutiva de conocimiento, para establecer el marco teórico en el descubrimiento y definición de las mejores definiciones de arte que yo he encontrado hasta ahora, desde la Antigüedad hasta la Modernidad. Ahora tendremos la base teórica necesaria y fundamental para poder aprender a apreciar, a crear y enseñar a crear en los procesos creativos de las artes visuales, que es unos de los principales objetivos de estos estudios. Este artículo en particular está dedicado, esencialmente, a las excelentes enseñanzas de mi altamente valorado catedrático en filosofía del arte, el Arquitecto Warren Orbaugh, ya que él es el que acuña el adjetivo “eicónico” y lo suma al nombre de la definición objetiva de arte, ofreciéndonos así, una mejor diferenciación entre el concepto tradicional de arte y como hoy día se conoce a las artes visuales, literarias, escénicas, música y a la arquitectura; como hace cien años se conoció a las bellas artes y hace más de dos mil a las artes miméticas. Veamos a continuación cuál es su innovación y cómo estructura él su razonamiento, fundamentado principalmente en Aristóteles, Batteux, Quatremére y Ayn Rand para llegar a la conclusión de su nuevo nombramiento “Arte Eicónico”.

Primero, dice Orbaugh, preguntémonos, tratando de encontrar cuál es el común denominador conceptual entre ellas, qué tipo de obras producen estas artes miméticas o bellas artes, qué es común en la producción de una pintura, de una escultura, de la música, de una danza, de una obra de teatro, ópera, película e inclusive de una obra arquitectónica o de una obra literaria. Observemos una pintura de William-Adolphe Bouguereau y analicemos qué tipo de producto es, al igual que una de Caravaggio, Vermeer o inclusive de Velásquez; y si en escultura comparamos lo producido por Benvenuto Cellini, o más contemporáneamente, por Rodin, podemos encontrar en todos los anteriores que, lo que se crea es una imagen, del latín imago, producto que resulta de la acción de imitar (mímesis griega), que es un artefacto que representa un parecido a, o la apariencia de la realidad percibida, como Quatremére de Quincy ya lo había expresado. Esta imagen es una especie de representación visual, que a la vez se aplica literalmente también en relación con las otras artes miméticas con sus respectivas percepciones sensoriales y combinaciones de las mismas en diversas circunstancias, como lo son imágenes auditivas, olfativas, táctiles, gustativas, así como mentales, producto de la inducción lingüística.
El PRIMER COMÚN DENOMINDADOR entre los anteriores ejemplos mencionados de pinturas y escultura integradas a las artes miméticas o todas las bellas artes es que éstas producen una IMAGEN. El SEGUNDO COMÚN DENOMINADOR que encontramos es que en todas existe BELLEZA, pero el Profesor Orbaugh se cuestiona ¿por qué tienen que ser bellas? Y la respuesta se encuentra, esencialmente en la claridad de expresión del algo (sentido de vida, idea, filosofía generalizada en una emoción) que el artista quiere comunicar, ya que, si no comunica ese algo, lo cual significaría comunicar nada y como la nada no existe, se destruye su identidad, se destruye su propósito, se destruye el arte y deja de nacer. Para que una obra de arte pictórico o escultórica se materialice estamos obligados a que exista una imagen que deberá ser comprensible y clara; deberá poderse percibir, apreciar y entender sin dificultad ni confusión. Esta claridad se logra, en un alto porcentaje, a través de la belleza, de la composición armónica, que no es más que un tipo de orden, que entre más perfecta la armonía, entre más bella, mayor claridad produce la imagen. Warren Orbaugh dice:

“Como se compone de partes, el compositor o productor tiene que lograr unidad en la variedad, logrando a la vez, variedad en la unidad. Componer es ordenar los elementos según un principio integrador, por medio de la simetría, que comprende la proporción, el ritmo, la analogía; la definición, que comprende la magnitud, la precisión.”

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Las anteriores relaciones que contribuyen a alcanzar orden y variación son herramientas de la sintaxis y composición de una obra, y se alcanzan cuando nos adentramos en el campo de la morfología, que es el estudio de los principios matemáticos que hacen a la naturaleza ser lo que es. Dicha ciencia será atendida con mayor profundidad y puesta en práctica en un futuro artículo dedicado a la disciplina de la composición.

“El Nacimiento de Venus” de Bouguereau es un excelente ejemplo de cómo podemos ilustrar las anteriores características ordenadores de una composición bella. Dicha imagen, aparte de utilizar simetría, proporción, ritmo, analogía, variación, perspectiva de tres planos, está cumpliendo con lo que Aristóteles dice en su “Poética” y es que una obra de arte debe ser un todo organizado, su principio o base, la parte media y el final o remate (principio de tripartición) deben estar incluidos en la obra creada, ya que son principios universales de todos los elementos en la naturaleza y el universo, como también nos enseña que dichos elementos son infinitamente variados y a la vez infinitamente unidos. Dicha unión perfecta es lograda con la integración de cada una de las partes al caber de manera insinuada en sus formas de espiral repetidas e invertidas.


El Nacimiento de Venus, William-Adolphe Bouguereau,1879. Óleo sobre lienzo, 218 cm x 300 cm de alto. Museo de Orsay, París, Francia.

Por ejemplo, tanto en la imagen de la pintura de “La Captura de Cristo” como en la del “Enterramiento de Cristo”, ambas de Caravaggio, la simetría, no sólo se logra con la división equitativa de áreas equivalentes compartidas de manera formal, sino que, con el contraste de luces extremos como el claroscuro y el contraste cromático de matices de combinaciones armónicas complementarias, familiares y alternas poco saturadas. Se eligen y exaltan ejes principales dentro de una geometría formal, las cuales se integrar con las figuras variadas, siendo unificadas y ordenadas a través de la exaltación de sus límites esquinados con las principales diagonales del formato, lo que logra expresar definición y certeza a través de la delimitación.


La Captura de Cristo, Michelangelo Merisi da Caravaggio,1602. Óleo sobre lienzo, 133,5 cm x 169,5 cm de ancho. Galería Nacional de Irlanda, Dublín, Irlanda.


El Enterramiento de Cristo, Michelangelo Merisi da Caravaggio,1603-4. Óleo sobre lienzo, 203 cm x 300 cm de alto. Pinacoteca Vaticana, Roma, Italia.

Ya que el arte debe ser producto de la aplicación lógica y con maestría de conocimiento demostrado, como dice la definición aristotélica del concepto arte, será indispensable, si lo que deseamos lograr es que una obra de arte sea buena o muy buena o una obra maestra, es que sea lo más excelente posible. Es por ello por lo que la configuración formal de la imagen debe ser tal que la relación proporcional entre partes diversas y el todo sea de manera que se logre alcanzar unidad en la variedad y variedad en la unidad de una forma perfectamente armónica. El propósito del orden en la composición de la imagen es conseguir la armonía perfecta entre sus elementos. Esta perfección armónica contribuye a expresar claridad en la visión del mundo que se desea recrear. Y claridad es lo que cualquier manera de expresión necesita para poder cumplir con su función; que el mensaje llegue. Una obra de arte hará sentir a alguien, sólo y siempre y cuando logre comunicar su idea, su visión, su sentido de vida concretado.

El TERCER COMÚN DENOMINADOR que encontramos en estas pinturas es que no sólo existe BELLEZA en una IMAGEN para comunicar, sino que dicha imagen tiene SENTIDO. La imagen en su totalidad no es lo mismo que una representación gráfica (símbolo lingüístico). La imagen de una pintura, o escultura, o arquitectura, o teatro, o danza, o música, o cine, o pieza literaria, u ópera, es una concepción de la realidad, en forma de entidad concreta, perceptible sensorialmente. La visión del mundo que la imagen concretiza no es tanto un símbolo, sino más bien una alegoría, una ficción que da a entender esa concepción de la realidad del autor. El signo gráfico indica la realidad (signos de tránsito, de peligro); la imagen es una ficción, no indica la realidad, sino que presenta una valoración ontológica de ésta. Por ello, para distinguir este arte de otras artes, W. Orbaugh la nombró según su medio de producción y como eikon (del griego) significa imagen, figura, estatua, pintura, retrato, representación, él la llamó “Arte Eicónico”, siendo ésta la facultad de producir imágenes sensibles bellas con sentido dirigido por razonamiento verdadero, y su contrario, no arte o incapacidad, la facultad de producir imágenes con ausencia de sentido y de belleza de acuerdo a un razonamiento equivocado. La imagen en cuestión es de acción humana y es una visión que ha sido recreada. W.O. amplía y concluye:

“El Arte Eicónico es aquel cuya producción consiste en imágenes bellas con sentido, siendo el sentido la construcción selectiva de la realidad comprendida de acuerdo con lo que el productor considera ontológicamente esencial. El criterio de selección se basa en su visión ontológica del mundo”.

Estas imágenes, que pueden ser visuales, auditivas, táctiles, y/o inducidas, se perciben por medio de los sentidos. La característica única de la obra de Arte Eicónico es la de ser una conceptualización crítica de la realidad que puede ser percibida en forma sensual como un objeto concreto, a lo que Ayn Rand llama el proceso psico-epistemológico, que es precisamente la interrelación entre la idea y la forma abstracta que uno concibe en la mente; y que en el arte es el proceso invertido. Uno observa la idea concretada, y luego entiende la idea y la disfruta por identificación o la rechaza por repulsión.

Dicho por W.O. de otra manera es que en la imagen se expresa senso-perceptivamente el pensamiento que el artista tiene sobre el mundo real o posible, y que el contemplador identifica por medio de un proceso de pensamiento noético (de noesis que significa visión intelectual). El que aprecia una obra de arte eicónico conoce por medio de la reflexión sobre la imagen percibida. La expresión de la imagen contiene dos aspectos: la forma o estructura compositiva (belleza), y la materia o contenido del argumento (el sentido). El objeto de la estructura formal es la belleza. El objeto de la materia es la actualización de la idea, el sentido.

El Arte Eicónico abarca la pintura, la escultura, la música, la danza, el teatro, la literatura, la fotografía, el cine y la arquitectura. El Arq. Orbaugh agrega el nuevo adjetivo al nombre arte y las clasifica según su medio de expresión: pintura es el Arte Eicónico bidimensional que utiliza pigmentos como medio de expresión sobre una superficie bidimensional; la escultura es la que utiliza los sólidos tridimensionales como medio de expresión; la danza es el Arte Eicónico que utiliza el movimiento del propio cuerpo como medio de expresión en el espacio(tetradimensional); la arquitectura es el Arte Eicónico, que utiliza la edificación como medio de expresión; la música es el Arte Eicónico que utiliza los sonidos como medio de expresión; el teatro es el Arte Eicónico que utiliza el dialogo y la gesticulación como medio de expresión. La literatura es el Arte Eicónico que usa los conceptos, las palabras, el lenguaje escrito como el medio expresivo y es unos de los más ricos porque utiliza de manera descriptiva todas las anteriores. El Arquitecto Orbaugh considera que podemos clasificar las artes según lo que producen de la siguiente forma:

Yo considero que el Profesor Warren Orbaugh innova principalmente agregando el adjetivo eicónico al nombre Arte e integrando la obligatoriedad de la belleza en la definición (complementando la de Ayn Rand) en el contexto de que contribuye en la clarificación del mensaje a comunicar, no tanto por el placer que provoca en nuestra mente cuasi existencialmente al hacernos sentir vivos y en florecimiento, sino por la parte formal con la que ayuda a ordenar y comunicar. En los próximos artículos trataré un nuevo tema y es el de poder contribuir en proveer una serie de herramientas intelectuales para facilitar la mejor valoración del buen arte y por supuesto también la creación del mismo. Se llamará “Una Fórmula Científica para Crear Arte”, en cuyo estudio teórico y práctico utilizaré como pilar para desarrollar una fórmula de creatividad la siguiente definición:
EL ARTE (EICÓNICO) ES LA RE- CREACIÓN SELECTIVA DE LA REALIDAD DE ACUERDO A LOS JUICIOS DE VALOR METAFÍSICOS DEL ARTISTA, en donde dicha re- creación se logra a través de UNA IMAGEN BELLA CON SENTIDO.

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