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Llueve sobre mojado

Salvador Paiz
09 de noviembre, 2017

En los últimos meses nos ha llovido sobre mojado. Pareciera que la situación de nuestro país se agrava cada vez más. Los resultados de algunas de las evaluaciones internacionales más importantes, recientemente publicados, han sido negativos y frustrantes. Primero fue el retroceso de 6 posiciones en el Índice de Competitividad Global, luego la calificación de BB- de Standard & Poors y ahora el retroceso en el índice Doing Business del Banco Mundial (BM).

El Doing Business mide la facilidad para hacer negocios en 190 países del mundo, entre los cuales está el nuestro. Para ello, evalúa 10 indicadores que miden la regulación empresarial y la protección de los derechos de propiedad, las consecuencias derivadas de dicha regulación y, por último, analizan el alcance de la protección legal. Algunos de estos indicadores son la facilidad apertura de una empresa, trámite de licencias de construcción, conexión a servicio de electricidad, obtención de créditos, pago de impuestos, cumplimiento de contratos y otros. Este índice es utilizado como fuente de información para otros indicadores, calificaciones de riesgo, informes de riesgo comercial o publicaciones especializadas. En otras palabras, el Doing Business determina nuestra reputación como país, ya sea como paraíso de inversión o como fábrica de pobreza.

Lamentablemente para los resultados del 2018, el BM dio a conocer una de las caídas más duras para nuestro país, un retroceso de 9 posiciones contra el año pasado y 24 posiciones en tres años. En esta edición, Guatemala ocupa el puesto 97 entre 190 economías. Esto se debió principalmente a los cambios negativos en dos indicadores: la apertura de una empresa y el trámite de licencias de construcción. Bajamos 20 posiciones en el primero debido al incremento en el número de procedimientos (de 7 a 8) y días (de 19.5 a 26.5). Respecto al segundo, tuvimos un retroceso debido a la decisión del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales de expandir la clasificación de proyectos que requieren un estudio de impacto ambiental formal, por lo que el proceso para autorizar una construcción ahora es mucho más costoso y tardado. Es importante mencionar que dentro de los requisitos de licencias de construcción, está un dictamen sanitario por parte del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), para regular aspectos relacionados a sistemas de abastecimiento de aguas residuales, sistemas de drenaje sanitario y pluvial, etc. El MSPAS no ha tenido la capacidad para llevar a cabo estos dictámenes por falta de recursos y conocimiento para aplicar la norma.

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Es positivo que las construcciones se sometan a validaciones ambientales y de salud, sin embargo, el resultado es contraproducente debido a la incapacidad de nuestro aparato de gobierno para implementar los cambios que son necesarios para acompañar esas iniciativas. En vez de mejorar, desmejoramos en el tema de construcción. Pero además, lo desmejoramos por iniciativa propia. Se genera un retroceso cuando estos esfuerzos no se acompañan de la asignación presupuestaria pertinente en un plan y de los proyectos específicos para generar las capacidades inexistentes. Cuestionémonos, si el actual ministro de salud se enfrenta ante la encrucijada de priorizar la aprobación de licencias de construcción o el tratamiento de pacientes con un estado de salud grave, ¿qué hace?

¿Cómo darle la vuelta a este indicador para el 2019? Sugiero priorizar un verdadero plan de ejecución de infraestructura estratégica. No resolverá todos nuestros problemas, pero implicaría una victoria temprana y visible. Además empezaría a mostrar un Estado con capacidad de implementación de proyectos vanguardistas.

Me considero una persona optimista. Me gusta ver el vaso medio lleno y no medio vacío. No quiero caer en el pesimismo y en la resignación, y los invito a que ustedes tampoco. Por eso pienso que los sucesos de los últimos meses son un llamado de atención que no podemos ignorar. Estas tres evaluaciones nos han dado la alerta que no estamos haciendo las cosas bien. Nuestro país necesita buenas noticias, cosas de que sentirnos orgullosos, ¿qué vamos a hacer para obtenerlas?

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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En los últimos meses nos ha llovido sobre mojado. Pareciera que la situación de nuestro país se agrava cada vez más. Los resultados de algunas de las evaluaciones internacionales más importantes, recientemente publicados, han sido negativos y frustrantes. Primero fue el retroceso de 6 posiciones en el Índice de Competitividad Global, luego la calificación de BB- de Standard & Poors y ahora el retroceso en el índice Doing Business del Banco Mundial (BM).

El Doing Business mide la facilidad para hacer negocios en 190 países del mundo, entre los cuales está el nuestro. Para ello, evalúa 10 indicadores que miden la regulación empresarial y la protección de los derechos de propiedad, las consecuencias derivadas de dicha regulación y, por último, analizan el alcance de la protección legal. Algunos de estos indicadores son la facilidad apertura de una empresa, trámite de licencias de construcción, conexión a servicio de electricidad, obtención de créditos, pago de impuestos, cumplimiento de contratos y otros. Este índice es utilizado como fuente de información para otros indicadores, calificaciones de riesgo, informes de riesgo comercial o publicaciones especializadas. En otras palabras, el Doing Business determina nuestra reputación como país, ya sea como paraíso de inversión o como fábrica de pobreza.

Lamentablemente para los resultados del 2018, el BM dio a conocer una de las caídas más duras para nuestro país, un retroceso de 9 posiciones contra el año pasado y 24 posiciones en tres años. En esta edición, Guatemala ocupa el puesto 97 entre 190 economías. Esto se debió principalmente a los cambios negativos en dos indicadores: la apertura de una empresa y el trámite de licencias de construcción. Bajamos 20 posiciones en el primero debido al incremento en el número de procedimientos (de 7 a 8) y días (de 19.5 a 26.5). Respecto al segundo, tuvimos un retroceso debido a la decisión del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales de expandir la clasificación de proyectos que requieren un estudio de impacto ambiental formal, por lo que el proceso para autorizar una construcción ahora es mucho más costoso y tardado. Es importante mencionar que dentro de los requisitos de licencias de construcción, está un dictamen sanitario por parte del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), para regular aspectos relacionados a sistemas de abastecimiento de aguas residuales, sistemas de drenaje sanitario y pluvial, etc. El MSPAS no ha tenido la capacidad para llevar a cabo estos dictámenes por falta de recursos y conocimiento para aplicar la norma.

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Es positivo que las construcciones se sometan a validaciones ambientales y de salud, sin embargo, el resultado es contraproducente debido a la incapacidad de nuestro aparato de gobierno para implementar los cambios que son necesarios para acompañar esas iniciativas. En vez de mejorar, desmejoramos en el tema de construcción. Pero además, lo desmejoramos por iniciativa propia. Se genera un retroceso cuando estos esfuerzos no se acompañan de la asignación presupuestaria pertinente en un plan y de los proyectos específicos para generar las capacidades inexistentes. Cuestionémonos, si el actual ministro de salud se enfrenta ante la encrucijada de priorizar la aprobación de licencias de construcción o el tratamiento de pacientes con un estado de salud grave, ¿qué hace?

¿Cómo darle la vuelta a este indicador para el 2019? Sugiero priorizar un verdadero plan de ejecución de infraestructura estratégica. No resolverá todos nuestros problemas, pero implicaría una victoria temprana y visible. Además empezaría a mostrar un Estado con capacidad de implementación de proyectos vanguardistas.

Me considero una persona optimista. Me gusta ver el vaso medio lleno y no medio vacío. No quiero caer en el pesimismo y en la resignación, y los invito a que ustedes tampoco. Por eso pienso que los sucesos de los últimos meses son un llamado de atención que no podemos ignorar. Estas tres evaluaciones nos han dado la alerta que no estamos haciendo las cosas bien. Nuestro país necesita buenas noticias, cosas de que sentirnos orgullosos, ¿qué vamos a hacer para obtenerlas?

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