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Cómo destruir la economía de un país en un sencillo paso

Redacción
03 de diciembre, 2017

La insostenibilidad e inviabilidad de la renta básica universal

Como cada vez que los colectivos sociales se empeñan por meternos una idea en la cabeza, en los últimos días se ha puesto de moda nuevamente plantear la Renta Básica Universal como solución infalible para la desigualdad ante la que muchos se rasgan las vestiduras hoy en día.

Como cada vez que estas ideas están basadas en sentimentalismo irracional, la Renta Básica Universal vuelve a aparecer como algo utópico, injusto y sobre todo, insostenible e inviable. Aquí intentaré desglosar el argumento igualitarista sobre el que se basa, para discutir a fondo los problemas que conllevaría su hipotética aplicación.

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En Guatemala, la Renta Básica Universal se presenta como la panacea al sistema económico actual, diseñado para concentrar la riqueza del país en manos de unos pocos. Este sistema se llama mercantilismo o Capitalismo de Estado, sumamente distinto pero común y erróneamente asociado al Capitalismo Liberal o de Libre Mercado. Hay que conceder que, como el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales asevera, este sistema es causa de la desigualdad y de la pobreza. Causa, en nuestro caso, una desigualdad jurídica y una pobreza económica sumamente perceptible.

No obstante, la solución para la desigualdad jurídica no es más que la limitación del gobierno -la desestatización de nuestro sistema político económico a través de la extracción del gobierno en la economía-. No obstante, se nos presenta la Renta Básica como solución porque, nos dicen, al otorgar un estipendio periódico a cada ciudadano por el hecho de ser ciudadano, se erradicaría la pobreza. Es un razonamiento que no tiene pies ni cabeza.

Sucede, en efecto, lo siguiente: dice el economista Juan Ramón Rallo de este estipendio que “cada individuo recibe una porción de la producción de los demás sin aportarles a los demás producción propia que ellos consideren suficientemente valiosa”. Es, en pocas palabras, redistribución de riqueza, no creación de la misma. No hay forma de erradicar la pobreza más que crear su opuesto directo: riqueza.

La renta básica no es ningún aporte a la sociedad porque no disminuye la desigualdad económica: si todos reciben una cantidad determinada por igual, todos se mantienen en sus posiciones económicas y sociales sin generar más cambios que el detrimento en el patrimonio de unos y otros para volver a repartirlo todo, dejando en el camino los costos de recaudación y repartición que conlleva.

En ese sentido, no podemos obviar el hecho de que la recaudación tributaria en Guatemala es un fracaso, y su utilización, otro aún más deplorable. La estadísticas del Centro de Estudios Económico Sociales establece que aunque la proyección de recaudación para el 2017 era de Q57.9 miles de millones y que probablemente recaude, al final Q 55 millardos. Aunado a eso, el presupuesto para el 2018 establece que la recaudación será de Q63 millardos, cuestión que resulta tan poco viable como real. Por si fuera poco, demuestra poca solvencia tanto en planificación como en recaudación y ejecución.

Los ciudadanos que nos veríamos afectados por esta medida merecemos una explicación sobre cómo quitarle dinero al sector privado realmente puede generar empleo, además de la creación de empleos en las instancias de Gobierno que resultan un dolor de cabeza para el Estado. Y recordemos, sobre todo, que “sector privado” no son sólo las grandes empresas. Son las pequeñas, medianas y microempresas en cuyo detrimento se recaudan fondos para repartirlos, eliminando potenciales fuentes de creación de empleos estables.

Merecemos también una explicación sobre cómo exactamente cambiaría sustancialmente el sistema económico actual y no de manera momentánea, teniendo en cuenta que no limitaría la intervención estatal, sino la aumentaría, haciendo al sistema y sus usuarios susceptibles a clientelismo político y  más mercantilismo del que dice renegar.

Aún así, no todo es negativo. De esta mala propuesta podemos sustraer dos buenas, que señala Juan Ramón Rallo: renta de propietarios y renta de subsistencia subsidiaria. Para adentrarse en estos temas, recomiendo fuertemente tanto su artículo* como su libro “Contra la Renta Básica”.

La Renta Básica no es ninguna panacea. En política y economía no existen los remedios milagrosos y es absurdo calificar la RBU como uno de ellos. Es loable la intención de sacar a tantos guatemaltecos de la pobreza, pero la forma de hacerlo debe ser marcar el camino con la razón por delante a través de las ciencias económicas y humanas de las que disponemos para no sufrir reveses que terminen destrozando, en un paso muy sencillo, la economía nacional.

*http://juanramonrallo.com/2014/05/renta-basica-infinanciable-y-egoista/index.html

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Cómo destruir la economía de un país en un sencillo paso

Redacción
03 de diciembre, 2017

La insostenibilidad e inviabilidad de la renta básica universal

Como cada vez que los colectivos sociales se empeñan por meternos una idea en la cabeza, en los últimos días se ha puesto de moda nuevamente plantear la Renta Básica Universal como solución infalible para la desigualdad ante la que muchos se rasgan las vestiduras hoy en día.

Como cada vez que estas ideas están basadas en sentimentalismo irracional, la Renta Básica Universal vuelve a aparecer como algo utópico, injusto y sobre todo, insostenible e inviable. Aquí intentaré desglosar el argumento igualitarista sobre el que se basa, para discutir a fondo los problemas que conllevaría su hipotética aplicación.

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En Guatemala, la Renta Básica Universal se presenta como la panacea al sistema económico actual, diseñado para concentrar la riqueza del país en manos de unos pocos. Este sistema se llama mercantilismo o Capitalismo de Estado, sumamente distinto pero común y erróneamente asociado al Capitalismo Liberal o de Libre Mercado. Hay que conceder que, como el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales asevera, este sistema es causa de la desigualdad y de la pobreza. Causa, en nuestro caso, una desigualdad jurídica y una pobreza económica sumamente perceptible.

No obstante, la solución para la desigualdad jurídica no es más que la limitación del gobierno -la desestatización de nuestro sistema político económico a través de la extracción del gobierno en la economía-. No obstante, se nos presenta la Renta Básica como solución porque, nos dicen, al otorgar un estipendio periódico a cada ciudadano por el hecho de ser ciudadano, se erradicaría la pobreza. Es un razonamiento que no tiene pies ni cabeza.

Sucede, en efecto, lo siguiente: dice el economista Juan Ramón Rallo de este estipendio que “cada individuo recibe una porción de la producción de los demás sin aportarles a los demás producción propia que ellos consideren suficientemente valiosa”. Es, en pocas palabras, redistribución de riqueza, no creación de la misma. No hay forma de erradicar la pobreza más que crear su opuesto directo: riqueza.

La renta básica no es ningún aporte a la sociedad porque no disminuye la desigualdad económica: si todos reciben una cantidad determinada por igual, todos se mantienen en sus posiciones económicas y sociales sin generar más cambios que el detrimento en el patrimonio de unos y otros para volver a repartirlo todo, dejando en el camino los costos de recaudación y repartición que conlleva.

En ese sentido, no podemos obviar el hecho de que la recaudación tributaria en Guatemala es un fracaso, y su utilización, otro aún más deplorable. La estadísticas del Centro de Estudios Económico Sociales establece que aunque la proyección de recaudación para el 2017 era de Q57.9 miles de millones y que probablemente recaude, al final Q 55 millardos. Aunado a eso, el presupuesto para el 2018 establece que la recaudación será de Q63 millardos, cuestión que resulta tan poco viable como real. Por si fuera poco, demuestra poca solvencia tanto en planificación como en recaudación y ejecución.

Los ciudadanos que nos veríamos afectados por esta medida merecemos una explicación sobre cómo quitarle dinero al sector privado realmente puede generar empleo, además de la creación de empleos en las instancias de Gobierno que resultan un dolor de cabeza para el Estado. Y recordemos, sobre todo, que “sector privado” no son sólo las grandes empresas. Son las pequeñas, medianas y microempresas en cuyo detrimento se recaudan fondos para repartirlos, eliminando potenciales fuentes de creación de empleos estables.

Merecemos también una explicación sobre cómo exactamente cambiaría sustancialmente el sistema económico actual y no de manera momentánea, teniendo en cuenta que no limitaría la intervención estatal, sino la aumentaría, haciendo al sistema y sus usuarios susceptibles a clientelismo político y  más mercantilismo del que dice renegar.

Aún así, no todo es negativo. De esta mala propuesta podemos sustraer dos buenas, que señala Juan Ramón Rallo: renta de propietarios y renta de subsistencia subsidiaria. Para adentrarse en estos temas, recomiendo fuertemente tanto su artículo* como su libro “Contra la Renta Básica”.

La Renta Básica no es ninguna panacea. En política y economía no existen los remedios milagrosos y es absurdo calificar la RBU como uno de ellos. Es loable la intención de sacar a tantos guatemaltecos de la pobreza, pero la forma de hacerlo debe ser marcar el camino con la razón por delante a través de las ciencias económicas y humanas de las que disponemos para no sufrir reveses que terminen destrozando, en un paso muy sencillo, la economía nacional.

*http://juanramonrallo.com/2014/05/renta-basica-infinanciable-y-egoista/index.html

República es ajena a la opinión expresada en este artículo