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En todos lados se cuecen habas

Betty Marroquin
12 de diciembre, 2017

El desmadre que están viviendo en Estados Unidos, especialmente en DC y Alabama, más lo que está sucediendo con el FBI en el caso Mueller, suena mucho como lo que estamos viviendo en Guatemala.

Primero, el tema del acoso sexual. Me pregunto cuantos casos de los que suenan son verdaderos, cuantos sujeto a la interpretación de una mujer que quien sabe que frustraciones y traumas tenga, todo es subjetivo en ese tema, a menos que haya violencia o extorsión comprobadas. Es la palabra de la acusadora contra la palabra del acusado, pero las redes y los medios siempre condenan a priori al acusado y dan por sentado cual Biblia lo que diga la mujer. Soy mujer, y me huele muy mal semejante abuso de la condición de mujer. Y peor aún, las dudas que semejante situación provocan, más bien van en detrimento de quienes sí han sido abusadas y presentan su caso ante las autoridades.

Si en Guatemala el tema fuese tomado en serio, cuantos diputados y políticos no tendrían que dejar sus cargos.

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El poder cuasi supremo que se ha auto adjudicado el FBI para perseguir a quienes no son santos de la devoción del funcionario investigador, suena igualito a la caza de brujas que vemos en Guatemala. Se ha demostrado que el FBI usa las tácticas más cuestionables posibles, con tal de bajarse a quién les resulta incómodo. ¿Suena familiar?

El 1 de diciembre el ex Asesor del Presidente Donald Trump, Michael Flynn, presentó su testimonio sobre una acusación en su contra en la investigación sobre el role de Rusia en la política interna y electoral de los Estados Unidos. Flynn admitió haber mentido a un agente federal sobre comunicaciones con el Embajador ruso en diciembre y por haber recibido millones de una empresa turca mientras ocupaba su cargo en la Casa Blanca. Mueller quería el cargo de Director del FBI, cuando éste le fuera dado a James Comey en el 2013. Según parece, a Mueller jamás le pasó que le dieran el cargo a Comey durante el gobierno del ex Presidente Bill Clinton y ahora que ostenta el cargo pasa la factura. Todo este drama ha derivado en la politización de la justicia. Los Demócratas estiran y encogen la “obstrucción a la justicia” mientras que los Republicanos lo hacen con el espionaje. Es decir, si uno se opone a lo que el FBI está haciendo, que es claramente una demostración de que el poder absoluto corrompe absolutamente, es querer la obstrucción de justicia. Y quienes están a favor, están en favor de la politización del espionaje, que está eliminando las libertades individuales. Si se opone es pro Trump, y si está en favor es pro Clinton. ¿Suena familiar?

Las contradicciones que estamos viendo en Estados Unidos son alarmantes y odiosas. Por un lado, la protección de la libertad individual y la mentalidad del políticamente correcto que prohibe la celebración de la Navidad incluyendo el decir “feliz Navidad”, y por otro, la anuencia a llegar a pagar para espiar hasta con quien duerme el oponente, todo por objetivos de poder político.

Todo es acoso sexual, desde invitar más de una vez a una mujer a salir hasta tocarle el codo sin pedir permiso, y las acusaciones de cualquier mujer contra quien sea, son válidas, resultado de las campañas de “concientización” sobre el tema. Pero las mujeres pueden salir con la ropa interior de fuera, a la vista, y los hombres no deben pensar ni sentir nada, deben ser y actuar como robots. De ver un grupo de millenials bailando en New York mi confusión aumenta porque parecía como si todos fueran con todos, sexualmente hablando. Tiempos complejos, es decir poco.

Pero todo eso se traslada a lo político, porque es una cadena cuyos eslabones van unidos. Los hombres que aplauden lo del acoso lo hacen porque no han sido víctimas. Debieran estar seguros antes que nadie de hace 20 años vendrá tras ellos. Obvio, si no tienen dinero o poder, se salvarán de seguro porque los acusados tienen una o ambas cosas.

Es así que vivimos en una sociedad hipócrita, dónde se aplaude a mujeres semi desnudas en el escenario y vestidas con poca tela en el mundo real, pululan los burdeles de todo nivel, sociedades de swingers, bailamos al ritmo de canciones que hablan de sexo con toda apertura, y se refleja igual en todas las otras formas de arte. Ah, pero que a un hombre no se le ocurra insistir en cortejar a una mujer porque lo puede acusar de acoso sexual, ya no digamos que se atreva a tocarle el codo. Y luego nos preguntamos y vemos en redes toneladas de artículos de “como conquistar a los hombres” o alegatos de que no hay hombres porque abundan las solteras. Si yo fuera hombre, creo que me volvería monje o pediría permiso por escrito y notarial antes de preguntarle a una mujer si quiere salir a tomar una taza de agua caliente conmigo. Con esto no quiero decir que no hay hombres que se pasan de la raya, son abusivos, actúan como verdaderos patanes trogloditas, violadores y demás. Claro que los hay, pero antes de destruirle la vida a alguien debieran de existir pruebas contundentes del hecho. No creo justo que sea la palabra de ella contra la de el.

En cuanto al tema de corrupción, ¿es lógico que los corruptos fiscalicen a los corruptos? Y ahí la dejo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

En todos lados se cuecen habas

Betty Marroquin
12 de diciembre, 2017

El desmadre que están viviendo en Estados Unidos, especialmente en DC y Alabama, más lo que está sucediendo con el FBI en el caso Mueller, suena mucho como lo que estamos viviendo en Guatemala.

Primero, el tema del acoso sexual. Me pregunto cuantos casos de los que suenan son verdaderos, cuantos sujeto a la interpretación de una mujer que quien sabe que frustraciones y traumas tenga, todo es subjetivo en ese tema, a menos que haya violencia o extorsión comprobadas. Es la palabra de la acusadora contra la palabra del acusado, pero las redes y los medios siempre condenan a priori al acusado y dan por sentado cual Biblia lo que diga la mujer. Soy mujer, y me huele muy mal semejante abuso de la condición de mujer. Y peor aún, las dudas que semejante situación provocan, más bien van en detrimento de quienes sí han sido abusadas y presentan su caso ante las autoridades.

Si en Guatemala el tema fuese tomado en serio, cuantos diputados y políticos no tendrían que dejar sus cargos.

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El 1 de diciembre el ex Asesor del Presidente Donald Trump, Michael Flynn, presentó su testimonio sobre una acusación en su contra en la investigación sobre el role de Rusia en la política interna y electoral de los Estados Unidos. Flynn admitió haber mentido a un agente federal sobre comunicaciones con el Embajador ruso en diciembre y por haber recibido millones de una empresa turca mientras ocupaba su cargo en la Casa Blanca. Mueller quería el cargo de Director del FBI, cuando éste le fuera dado a James Comey en el 2013. Según parece, a Mueller jamás le pasó que le dieran el cargo a Comey durante el gobierno del ex Presidente Bill Clinton y ahora que ostenta el cargo pasa la factura. Todo este drama ha derivado en la politización de la justicia. Los Demócratas estiran y encogen la “obstrucción a la justicia” mientras que los Republicanos lo hacen con el espionaje. Es decir, si uno se opone a lo que el FBI está haciendo, que es claramente una demostración de que el poder absoluto corrompe absolutamente, es querer la obstrucción de justicia. Y quienes están a favor, están en favor de la politización del espionaje, que está eliminando las libertades individuales. Si se opone es pro Trump, y si está en favor es pro Clinton. ¿Suena familiar?

Las contradicciones que estamos viendo en Estados Unidos son alarmantes y odiosas. Por un lado, la protección de la libertad individual y la mentalidad del políticamente correcto que prohibe la celebración de la Navidad incluyendo el decir “feliz Navidad”, y por otro, la anuencia a llegar a pagar para espiar hasta con quien duerme el oponente, todo por objetivos de poder político.

Todo es acoso sexual, desde invitar más de una vez a una mujer a salir hasta tocarle el codo sin pedir permiso, y las acusaciones de cualquier mujer contra quien sea, son válidas, resultado de las campañas de “concientización” sobre el tema. Pero las mujeres pueden salir con la ropa interior de fuera, a la vista, y los hombres no deben pensar ni sentir nada, deben ser y actuar como robots. De ver un grupo de millenials bailando en New York mi confusión aumenta porque parecía como si todos fueran con todos, sexualmente hablando. Tiempos complejos, es decir poco.

Pero todo eso se traslada a lo político, porque es una cadena cuyos eslabones van unidos. Los hombres que aplauden lo del acoso lo hacen porque no han sido víctimas. Debieran estar seguros antes que nadie de hace 20 años vendrá tras ellos. Obvio, si no tienen dinero o poder, se salvarán de seguro porque los acusados tienen una o ambas cosas.

Es así que vivimos en una sociedad hipócrita, dónde se aplaude a mujeres semi desnudas en el escenario y vestidas con poca tela en el mundo real, pululan los burdeles de todo nivel, sociedades de swingers, bailamos al ritmo de canciones que hablan de sexo con toda apertura, y se refleja igual en todas las otras formas de arte. Ah, pero que a un hombre no se le ocurra insistir en cortejar a una mujer porque lo puede acusar de acoso sexual, ya no digamos que se atreva a tocarle el codo. Y luego nos preguntamos y vemos en redes toneladas de artículos de “como conquistar a los hombres” o alegatos de que no hay hombres porque abundan las solteras. Si yo fuera hombre, creo que me volvería monje o pediría permiso por escrito y notarial antes de preguntarle a una mujer si quiere salir a tomar una taza de agua caliente conmigo. Con esto no quiero decir que no hay hombres que se pasan de la raya, son abusivos, actúan como verdaderos patanes trogloditas, violadores y demás. Claro que los hay, pero antes de destruirle la vida a alguien debieran de existir pruebas contundentes del hecho. No creo justo que sea la palabra de ella contra la de el.

En cuanto al tema de corrupción, ¿es lógico que los corruptos fiscalicen a los corruptos? Y ahí la dejo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo