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¿Galletas crudas o bien cocinadas?

Salvador Paiz
14 de diciembre, 2017

Al cierre de este año, nos podemos asignar una buena calificación en el cumplimiento de los 180 días de clase. Empresarios por la Educación (ExE) y Mejoremos Guate presentaron los resultados del monitoreo de esta variable la semana pasada. Gracias a los esfuerzos del Mineduc y toda la comunidad educativa, los resultados son positivos. 

El sistema de monitoreo de días de clases de ExE y Mejoremos Guate inició en 2013. Desde entonces esta plataforma digital ha sido alimentada por miembros de la comunidad a través de reportes de apertura o cierre de centros educativos. A diferencia de años pasados, este 2017 se registró un cumplimiento de 170 días de clase promedio, muy cerca de la meta de 180 días.

Del 16 de enero al 31 de octubre, la plataforma recibió 56,780 reportes. De ese total, el 89% indicó centros educativos abiertos y el 11% los mostró cerrados por distintas razones, tales como manifestaciones, huelgas, actividades o celebraciones. Cabe resaltar que, dentro de ese promedio, existen un grupo de escuelas que no dan la talla. Por ejemplo, el monitoreo de Izabal mostró el 48% de los días como cerrados, le sigue Sololá con un 25%, la ciudad capital con un 16% y luego seis departamentos (Petén, Quiché y otros) con un 13%.

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Se preguntarán, ¿por qué es tan importante que se cumplan 180 días de clase? Según ExE, es uno de los tres factores a monitorear para asegurar una educación de calidad en nuestro país. Los factores son: (i) cumplimiento de 180 días de clases efectivos, (ii) docentes preparados y competentes, y (iii) alumnos que aprenden. Me gusta explicar la relación que estos tres puntos tienen entre sí con una analogía: hornear galletas.

Para cocinar unas galletas ricas necesitamos seguir una buena receta, un horno con la temperatura adecuada y un tiempo prudente de cocción. Pueden surgir distintos escenarios de todo esto. Si no tenemos una buena receta o no la seguimos al pie de la letra, probablemente nuestras galletas no saldrán tan ricas como quisiéramos. Si el horno no tiene la temperatura suficiente, nuestras galletas no se cocinarán del todo. Y, finalmente, si pretendemos hornear las galletas en menos tiempo del debido, estas permanecerán crudas. Sucede exactamente lo mismo con la educación de nuestros niños y jóvenes.

Los estudiantes necesitan ser expuestos a un buen currículo, un aula adecuada con maestros competentes y un tiempo suficiente para poder adquirir las competencias mínimas que el CNB indica. 180 días no es el ideal, pero es el tiempo mínimo para alcanzar tal objetivo. Afortunadamente, este 2017 el cumplimiento de esos días de clases se ha posicionado como un objetivo importante, por lo que se redoblaron esfuerzos para acercarnos a la meta. Es positivo que los centros educativos, la comunidad de padres de familia, los alumnos, la ciudadanía y las autoridades, muestran genuino interés por cumplir con esta variable.

Pero pasar muchos días recibiendo clase no necesariamente es lo mejor. Debe existir un justo medio. De hecho, en Asia los niños asisten entre 220-245 días a la escuela y se encuentran en los primeros puestos, pero un estudio de la Universidad de Duke indicó que entre el 50-80% de ellos sufren de cansancio y privación de sueño, lo cual afecta su bienestar físico y mental. Para Guatemala, ExE recomienda un mínimo de 200 días.

En nuestro caso, 170 días promedio aún no es suficiente, por lo que no debemos abandonar el ser guardianes del cumplimiento de los días mínimos de clase. No obstante, no es el único factor que se requiere para sacar del horno buenas galletas. Tenemos grandes pendientes para elevar la temperatura del horno: debemos innovar para generar mejores modelos de formación continua de nuestros maestros en servicio, debemos velar porque el tiempo en el aula produzca verdadero aprendizaje, debemos construir acuerdos sobre el termostato para monitorear esos logros de aprendizaje, etcétera. Hoy estamos a tiempo de prepararnos para iniciar bien el año entrante, pero de todos depende que los cambios que necesitamos se vayan implementando. Les pregunto entonces, ¿qué sacaremos del horno? ¿Galletas crudas o galletas que se encuentren en su punto, aquellas que están esponjosas y crujientes a la vez?

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República  es ajena a la opinión expresada en este artículo

¿Galletas crudas o bien cocinadas?

Salvador Paiz
14 de diciembre, 2017

Al cierre de este año, nos podemos asignar una buena calificación en el cumplimiento de los 180 días de clase. Empresarios por la Educación (ExE) y Mejoremos Guate presentaron los resultados del monitoreo de esta variable la semana pasada. Gracias a los esfuerzos del Mineduc y toda la comunidad educativa, los resultados son positivos. 

El sistema de monitoreo de días de clases de ExE y Mejoremos Guate inició en 2013. Desde entonces esta plataforma digital ha sido alimentada por miembros de la comunidad a través de reportes de apertura o cierre de centros educativos. A diferencia de años pasados, este 2017 se registró un cumplimiento de 170 días de clase promedio, muy cerca de la meta de 180 días.

Del 16 de enero al 31 de octubre, la plataforma recibió 56,780 reportes. De ese total, el 89% indicó centros educativos abiertos y el 11% los mostró cerrados por distintas razones, tales como manifestaciones, huelgas, actividades o celebraciones. Cabe resaltar que, dentro de ese promedio, existen un grupo de escuelas que no dan la talla. Por ejemplo, el monitoreo de Izabal mostró el 48% de los días como cerrados, le sigue Sololá con un 25%, la ciudad capital con un 16% y luego seis departamentos (Petén, Quiché y otros) con un 13%.

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Se preguntarán, ¿por qué es tan importante que se cumplan 180 días de clase? Según ExE, es uno de los tres factores a monitorear para asegurar una educación de calidad en nuestro país. Los factores son: (i) cumplimiento de 180 días de clases efectivos, (ii) docentes preparados y competentes, y (iii) alumnos que aprenden. Me gusta explicar la relación que estos tres puntos tienen entre sí con una analogía: hornear galletas.

Para cocinar unas galletas ricas necesitamos seguir una buena receta, un horno con la temperatura adecuada y un tiempo prudente de cocción. Pueden surgir distintos escenarios de todo esto. Si no tenemos una buena receta o no la seguimos al pie de la letra, probablemente nuestras galletas no saldrán tan ricas como quisiéramos. Si el horno no tiene la temperatura suficiente, nuestras galletas no se cocinarán del todo. Y, finalmente, si pretendemos hornear las galletas en menos tiempo del debido, estas permanecerán crudas. Sucede exactamente lo mismo con la educación de nuestros niños y jóvenes.

Los estudiantes necesitan ser expuestos a un buen currículo, un aula adecuada con maestros competentes y un tiempo suficiente para poder adquirir las competencias mínimas que el CNB indica. 180 días no es el ideal, pero es el tiempo mínimo para alcanzar tal objetivo. Afortunadamente, este 2017 el cumplimiento de esos días de clases se ha posicionado como un objetivo importante, por lo que se redoblaron esfuerzos para acercarnos a la meta. Es positivo que los centros educativos, la comunidad de padres de familia, los alumnos, la ciudadanía y las autoridades, muestran genuino interés por cumplir con esta variable.

Pero pasar muchos días recibiendo clase no necesariamente es lo mejor. Debe existir un justo medio. De hecho, en Asia los niños asisten entre 220-245 días a la escuela y se encuentran en los primeros puestos, pero un estudio de la Universidad de Duke indicó que entre el 50-80% de ellos sufren de cansancio y privación de sueño, lo cual afecta su bienestar físico y mental. Para Guatemala, ExE recomienda un mínimo de 200 días.

En nuestro caso, 170 días promedio aún no es suficiente, por lo que no debemos abandonar el ser guardianes del cumplimiento de los días mínimos de clase. No obstante, no es el único factor que se requiere para sacar del horno buenas galletas. Tenemos grandes pendientes para elevar la temperatura del horno: debemos innovar para generar mejores modelos de formación continua de nuestros maestros en servicio, debemos velar porque el tiempo en el aula produzca verdadero aprendizaje, debemos construir acuerdos sobre el termostato para monitorear esos logros de aprendizaje, etcétera. Hoy estamos a tiempo de prepararnos para iniciar bien el año entrante, pero de todos depende que los cambios que necesitamos se vayan implementando. Les pregunto entonces, ¿qué sacaremos del horno? ¿Galletas crudas o galletas que se encuentren en su punto, aquellas que están esponjosas y crujientes a la vez?

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República  es ajena a la opinión expresada en este artículo