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Reflexión navideña

Redacción República
17 de diciembre, 2017

Por Rudy Pérez 

Cuando nos detenemos un instante a reflexionar sobre Navidad, es imposible hacer un lado todas las cosas que nos ocurrieron durante el año. Recordamos, por ejemplo, cómo en enero solventamos una deuda o, logramos cubrir los gastos escolares de nuestros hijos. Los malabares hechos para relajarnos en cualquier lugar en Semana Santa, hasta cubrir los gastos de graduación de alguno de nuestros hijos.

La vida en la clase media es así. El guatemalteco se convierte en el mejor de los bomberos, apagando uno que otro fuego y, aún saliendo ahumado, sale con vida y eso ya es bastante, por no decir, que es una bendición. Se aferra a un trabajo regular, aceptando toda clase de injusticias que son amalgamadas por una bendita necesidad.

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Los sueños de Navidad son tan mágicos que hacen creer que el próximo año será mejor que el anterior. Pero, la gente pobre, aún con graves problemas, sabe a ciencia cierta que cada día que amanece, aparte de ser un milagro de vida, también es, el mejor alimento de esperanza que puede obtener.
Las fechas de Navidad son sagradas. Sólo con el hecho de que hacen olvidar por instantes nuestros problemas. Usted guatemalteco se ha dado cuenta, que, incluyendo el veinticuatro, Dios lo bendice con centavitos para ganarse una sonrisa de sus hijos. Por eso es maravilloso contemplar la lucha de todos aquellos vendedores informales, por ejemplo, que, vendiendo periódicos, frutas, adornos, en miles de esquinas de nuestra ciudad, mantienen en su mirada esa LUZ DE FE Y ESPERANZA, que durante el día lograrán sacar para los famosos estrenos y tamalitos.

Y es tan grande la fe de la gente pobre, que, no se precipita para obtener sus bendiciones. Pregúntese usted porqué todo mundo que tiene carro, ya no corre si no vuela en las fechas de diciembre. Con dinero en mano y con las grandes preocupaciones por comprar. Por eso Dios, al pobre da un alimento, que mucha gente jamás podrá probar. Siempre ese alimento llevará como principales ingredientes el amor, la fe y la esperanza.

Cuando se aprende a compartir, la vida es diferente. Una de las mejores decisiones que se pueden tomar en Navidad, es el ayudar a alguien. Una infinidad de familias necesitan a aquel guatemalteco bondadoso. Todas las necesidades están a la vuelta de la esquina. Dios es tan infalible que siempre, siempre multiplica nuestras acciones buenas y tienen como producto las mejores bendiciones.

No se quede ciego en Navidad. Alguien con hambre y frio siempre lo estará esperando. Disfrute el don de dar. Y si le toca derramar una lagrima por algo triste, hágalo. Es muy raro el ser humano que logra ver el final de una lágrima. Esta misma, termina casi siempre en el recuerdo de aquellos momentos críticos donde nos hemos encontrado. Por eso, es que una persona que ha sufrido, sabe perfectamente que el dolor propio conduce a la bondad. Aunque si usted está bien, trate de que su llanto piadoso no sea al lado de alguien que sufre más que usted, porque entonces ambos no podrán ver las estrellas. Recuerde que la fortaleza está en haber aceptado con humildad la santa voluntad de Jesús.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Reflexión navideña

Redacción República
17 de diciembre, 2017

Por Rudy Pérez 

Cuando nos detenemos un instante a reflexionar sobre Navidad, es imposible hacer un lado todas las cosas que nos ocurrieron durante el año. Recordamos, por ejemplo, cómo en enero solventamos una deuda o, logramos cubrir los gastos escolares de nuestros hijos. Los malabares hechos para relajarnos en cualquier lugar en Semana Santa, hasta cubrir los gastos de graduación de alguno de nuestros hijos.

La vida en la clase media es así. El guatemalteco se convierte en el mejor de los bomberos, apagando uno que otro fuego y, aún saliendo ahumado, sale con vida y eso ya es bastante, por no decir, que es una bendición. Se aferra a un trabajo regular, aceptando toda clase de injusticias que son amalgamadas por una bendita necesidad.

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Los sueños de Navidad son tan mágicos que hacen creer que el próximo año será mejor que el anterior. Pero, la gente pobre, aún con graves problemas, sabe a ciencia cierta que cada día que amanece, aparte de ser un milagro de vida, también es, el mejor alimento de esperanza que puede obtener.
Las fechas de Navidad son sagradas. Sólo con el hecho de que hacen olvidar por instantes nuestros problemas. Usted guatemalteco se ha dado cuenta, que, incluyendo el veinticuatro, Dios lo bendice con centavitos para ganarse una sonrisa de sus hijos. Por eso es maravilloso contemplar la lucha de todos aquellos vendedores informales, por ejemplo, que, vendiendo periódicos, frutas, adornos, en miles de esquinas de nuestra ciudad, mantienen en su mirada esa LUZ DE FE Y ESPERANZA, que durante el día lograrán sacar para los famosos estrenos y tamalitos.

Y es tan grande la fe de la gente pobre, que, no se precipita para obtener sus bendiciones. Pregúntese usted porqué todo mundo que tiene carro, ya no corre si no vuela en las fechas de diciembre. Con dinero en mano y con las grandes preocupaciones por comprar. Por eso Dios, al pobre da un alimento, que mucha gente jamás podrá probar. Siempre ese alimento llevará como principales ingredientes el amor, la fe y la esperanza.

Cuando se aprende a compartir, la vida es diferente. Una de las mejores decisiones que se pueden tomar en Navidad, es el ayudar a alguien. Una infinidad de familias necesitan a aquel guatemalteco bondadoso. Todas las necesidades están a la vuelta de la esquina. Dios es tan infalible que siempre, siempre multiplica nuestras acciones buenas y tienen como producto las mejores bendiciones.

No se quede ciego en Navidad. Alguien con hambre y frio siempre lo estará esperando. Disfrute el don de dar. Y si le toca derramar una lagrima por algo triste, hágalo. Es muy raro el ser humano que logra ver el final de una lágrima. Esta misma, termina casi siempre en el recuerdo de aquellos momentos críticos donde nos hemos encontrado. Por eso, es que una persona que ha sufrido, sabe perfectamente que el dolor propio conduce a la bondad. Aunque si usted está bien, trate de que su llanto piadoso no sea al lado de alguien que sufre más que usted, porque entonces ambos no podrán ver las estrellas. Recuerde que la fortaleza está en haber aceptado con humildad la santa voluntad de Jesús.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo