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Monterroso y el dinosaurio de las noticias

Luis Felipe Garrán
20 de diciembre, 2017

El clima está bastante más fresco que de costumbre. “Está helado”, dice una señora local que se pone bufanda para salir de noche a la calle con 18° C en el termómetro ambiental. Como me dio hambre, decidí bajar al parque, y la abrí para satisfacerme.

No, no es una bolsa con comida, ni una lonchera ni una bandeja de duroport; es mi computadora. Porque entre el gallo pinto, las tajadas, las fritangas de la esquina y los asados de cerdo no se está nada mal en este pueblo del norte de Nicaragua, pero el hambre que tanto me atacaba era el de consumir noticias.

“La familia XXXX informa del fallecimiento de XXXX a las 7 am; la vela será en su casa de habitación”. Un viejo Kia con tres amplificadores en el techo se pasa la tarde dándole vueltas al pueblo para avisarle a la gente de un nuevo muerto. Por vejez o enfermedad, nunca por violencia. Esa es una de las noticias más destacadas del día, pero da la impresión de que, fuera de ahí nada más ocurre.

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Desde que llegué a Condega, en Honduras dejó de haber revueltas y ya no hubo un presidente demasiado aferrado al poder asumiendo su puesto una vez más; Catalunya ya no buscó independizarse de España, y la batalla entre constitucionalistas y secesionistas programada para el 21 de diciembre pasó a un plano más propio del Street Fighter que del mundo real.

Desde que arribé, no fue un submarino argentino el que desapareció, sino todo el cosmos que rodeaba al ARA San Juan; May y Europa se olvidaron de seguir negociando por el Brexit y ni en Francia ni en Estados Unidos han contabilizado accidentes ferroviarios fatales recientes.

La ultraderecha austríaca no se hizo con las principales carteras del país centroeuropeo, y la expresidenta y ex primera dama de la Argentina no ha sido llamada a juicio oral. Eso sí, el gol fantasma de Suárez haciendo una rabona lo ha visto todo el mundo.

¿Qué es lo que sí sucede, entonces? El control sobre los medios es tal que la gente apenas puede saber realmente en qué mundo está viviendo. Las televisoras locales dedican sus espacios internacionales a “videos curiosos” de choques y salvadas imposibles en Polonia o algún país del este de Europa y a los resultados de La Liga, la Premier y la Bundesliga. ¿De fuera? Tres canales extranjeros acaparan la dosis informativa: TeleSur (Venezuela), CubaVisión y Russia Today. No hace falta pedirle el pasaporte a estos medios para saber de dónde son y cómo piensan. El único oasis es CNN, cuya difusión nos recuerda que para ser Venezuela a un falta muchísimo.

La prensa escrita tampoco es una opción. Otras veces iba al despacho de un abogado a comprar ejemplares de La Prensa por C$10 (unos Q2.5), pero el hombre murió, y con él la llegada de la información en papel al pueblo. Que conseguir un periódico en un sitio de 30 mil habitantes sea imposible, resulta increíble; pero saber que ese lugar ha sido fiel por muchos años al partido del gobierno (FSLN) y que en la prensa se refieren todo el tiempo a Daniel Ortega como Presidente Inconstitucional, es una explicación tan comprensible como alarmante.

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, nos contaba el chapín Monterroso, y seguramente cuando Condega (y quién sabe cuántos sitios más de la bella Nicaragua) despierte, el mundo real todavía estará allí; y aunque no sea tan maravilloso como lo que quizá les han querido ocultar, ni tan terrible como lo que hubieran podido ignorar, sí será muy distinto a lo que han podido vislumbrar.

Cierro la compu, y entre ella y el hecho de tener wi-fi gratis en el parque del pueblo, siento una nueva esperanza.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Monterroso y el dinosaurio de las noticias

Luis Felipe Garrán
20 de diciembre, 2017

El clima está bastante más fresco que de costumbre. “Está helado”, dice una señora local que se pone bufanda para salir de noche a la calle con 18° C en el termómetro ambiental. Como me dio hambre, decidí bajar al parque, y la abrí para satisfacerme.

No, no es una bolsa con comida, ni una lonchera ni una bandeja de duroport; es mi computadora. Porque entre el gallo pinto, las tajadas, las fritangas de la esquina y los asados de cerdo no se está nada mal en este pueblo del norte de Nicaragua, pero el hambre que tanto me atacaba era el de consumir noticias.

“La familia XXXX informa del fallecimiento de XXXX a las 7 am; la vela será en su casa de habitación”. Un viejo Kia con tres amplificadores en el techo se pasa la tarde dándole vueltas al pueblo para avisarle a la gente de un nuevo muerto. Por vejez o enfermedad, nunca por violencia. Esa es una de las noticias más destacadas del día, pero da la impresión de que, fuera de ahí nada más ocurre.

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Desde que llegué a Condega, en Honduras dejó de haber revueltas y ya no hubo un presidente demasiado aferrado al poder asumiendo su puesto una vez más; Catalunya ya no buscó independizarse de España, y la batalla entre constitucionalistas y secesionistas programada para el 21 de diciembre pasó a un plano más propio del Street Fighter que del mundo real.

Desde que arribé, no fue un submarino argentino el que desapareció, sino todo el cosmos que rodeaba al ARA San Juan; May y Europa se olvidaron de seguir negociando por el Brexit y ni en Francia ni en Estados Unidos han contabilizado accidentes ferroviarios fatales recientes.

La ultraderecha austríaca no se hizo con las principales carteras del país centroeuropeo, y la expresidenta y ex primera dama de la Argentina no ha sido llamada a juicio oral. Eso sí, el gol fantasma de Suárez haciendo una rabona lo ha visto todo el mundo.

¿Qué es lo que sí sucede, entonces? El control sobre los medios es tal que la gente apenas puede saber realmente en qué mundo está viviendo. Las televisoras locales dedican sus espacios internacionales a “videos curiosos” de choques y salvadas imposibles en Polonia o algún país del este de Europa y a los resultados de La Liga, la Premier y la Bundesliga. ¿De fuera? Tres canales extranjeros acaparan la dosis informativa: TeleSur (Venezuela), CubaVisión y Russia Today. No hace falta pedirle el pasaporte a estos medios para saber de dónde son y cómo piensan. El único oasis es CNN, cuya difusión nos recuerda que para ser Venezuela a un falta muchísimo.

La prensa escrita tampoco es una opción. Otras veces iba al despacho de un abogado a comprar ejemplares de La Prensa por C$10 (unos Q2.5), pero el hombre murió, y con él la llegada de la información en papel al pueblo. Que conseguir un periódico en un sitio de 30 mil habitantes sea imposible, resulta increíble; pero saber que ese lugar ha sido fiel por muchos años al partido del gobierno (FSLN) y que en la prensa se refieren todo el tiempo a Daniel Ortega como Presidente Inconstitucional, es una explicación tan comprensible como alarmante.

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, nos contaba el chapín Monterroso, y seguramente cuando Condega (y quién sabe cuántos sitios más de la bella Nicaragua) despierte, el mundo real todavía estará allí; y aunque no sea tan maravilloso como lo que quizá les han querido ocultar, ni tan terrible como lo que hubieran podido ignorar, sí será muy distinto a lo que han podido vislumbrar.

Cierro la compu, y entre ella y el hecho de tener wi-fi gratis en el parque del pueblo, siento una nueva esperanza.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo