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Es la hora de dejar los viejos vicios

Warren Orbaugh
26 de diciembre, 2017

“Con el viejo almanaque y el año viejo, deja los viejos vicios, aunque te sean muy queridos.”

El aforismo de Benjamin Franklin que aparece en su publicación Almanaque del Pobre Richard, obra que apareció continuamente desde 1732 a 1758, es un excelente consejo para empezar el año que viene. En estas fechas, cuando finaliza otro año más, muchos se plantean la meta de vivir más ordenada y saludablemente. Montón de individuos se auto imponen el noble propósito de mejorar su calidad de vida.

¿Te lo has planteado tú? ¿Amas tú tu vida?

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Si es así, entonces dale la bienvenida a la vida. Sal a encontrar reiteradamente la realidad de tu experiencia. Sácale hasta la última gota al tuétano de la vida. Vive deliberada e intencionalmente. Vive una vida poética. Vive una vida extraordinaria. Vive a plenitud. Pues tu vida es tuya para vivirla, es única, y es breve. Tu vida es tuya para cuidarla, disfrutarla, venerarla, vivirla como tú elijas. No desperdicies el tiempo de tu existencia pues es limitado e incierto. Recuerda el otro refrán del Almanaque del Pobre Richard de Franklin:

“¿Amas la vida? No desperdicies el tiempo porque es la sustancia de que está hecha.”

Primero acéptate cómo eres. Eres un cuerpo consciente que para mantenerte con vida tienes que interactuar –con todo tu cuerpo– percibiendo la realidad, para identificar que te beneficia y así buscarlo e identificar que te perjudica, para evitarlo. Como cuerpo consciente que eres, tienes la facultad de razonar –una de tantas facultades que posees– es decir, de percibir, de conocer, de poder identificar la realidad a partir de la evidencia que tus sentidos te aportan, integrándola en conceptos y principios. Es un proceso físico y neurológico. Pero razonar bien es así mismo una habilidad adquirida y un arte. Si razonas bien podrás identificar la causalidad de las cosas y actuar acorde; si no, no.

Valora pues tu razón.

No podrás razonar bien si tu mente –la consciencia humana– está enferma. Y tu mente no es sólo tu cerebro con sus neuronas, sino que todo tu orden sensorial, tus sentidos, nociceptores, sistema nervioso, neurotransmisores y redes cognitivas corticales que reflejan el conocimiento que has automatizado.

Si tu mente está enferma por tu causa, que es la que aquí nos interesa, por consumo de sustancias como alcohol o drogas, que entorpecen el funcionamiento de tus sentidos y orden sensorial, no podrás identificar correctamente la realidad y actuar prudentemente. La mente enferma es la que no puede desempeñar bien su función biológica: no conoce, evalúa mal, conduce a la acción auto-destructiva; está en conflicto con los hechos y con sus necesidades como cuerpo vivo.

Si tu mente está corrompida por ideas que en lugar de identificar la realidad, fingen un mundo alternativo, creando unas redes cognitivas corticales que reflejan un mundo fantasioso, tampoco podrás identificar correctamente que te beneficia o perjudica y por tanto, no podrás actuar con buen juicio. La mente corrompida es la que funciona mal, que intencionalmente no desempeña bien su función biológica: actúa de mala fe – se engaña a sí misma; no conoce, si no que inventa los hechos, inventa mundos ultraterrenos, inaccesibles, indemostrables; valora lo que le es perjudicial y por tanto, conduce a la acción auto-destructiva. También pelea con los hechos y con sus necesidades como cuerpo vivo. Recuerda otro consejo de Franklin publicado en su Almanaque del Pobre Richard:

“Invertir en conocimientos produce siempre los mejores intereses.”

Si valoras tu vida, entonces deseas una mente sana. Una mente que desempeñe bien su función biológica que consiste en conocer, evaluar, regular la acción auto-generadora y auto-sustentante. Valoras una mente entrenada en el arte de razonar bien – que es la aplicación de la lógica y la objetividad al pensar. Pero como sabes que tu mente es una facultad del cuerpo que eres, si quieres que funcione bien, es menester que tu cuerpo funcione bien, que sea eficiente, que pueda enfrentar exitosamente las adversidades de la vida.

Crear el cuerpo sano y eficiente, es comprometerse a lograr ser física y mentalmente perfecto, es desear ser lo que uno mismo aprueba en otros hombres. Es evitar ser gordo, débil, enfermizo, alfeñique. Es evitar que le falte a uno el aire cuando lo necesita. Es evitar padecer de achaques o dolor de espalda. Por el contrario, comprometerse a cultivar uno su cuerpo es afanarse por conseguir ser fuerte, flexible, resistente, coordinado, veloz, de reacción rápida, simétrico y tener magnetismo físico. Es afanarse por adquirir buena aptitud física para sobrevivir. Es llegar a ser apto para vivir. Es buscar el éxito en el desarrollo de uno mismo.

También en este tema, Franklin nos dejó un gran legado mediante su ejemplo y sus aforismos. Franklin fue un hombre de muchos talentos: científico, inventor, diplomático, escritor, sabio, músico, administrador, empresario, padre fundador y un gurú de fitness. Tan longevo como y parecido a Jack Lalanne, Franklin, quien vivió hasta los ochenta y cuatro años, estuvo vendiendo la idea de una dieta apropiada y de ejercitar el cuerpo dos siglos antes de que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos construyera su pirámide alimenticia. Franklin, un hombre corpulento y de pecho poderoso, según la descripción de su biógrafo Walter Isaacson, se ejercitó regularmente toda su vida. Gustaba de la natación, caminar, y levantar pesas. “No hay ganancia sin dolor” solía decir.

No sólo Benjamin Franklin combinó un alto intelecto con un cuerpo bien desarrollado –mens sana in corpore sano, como se dice– sino que otros personajes lo acompañan en tan ilustre lista. Sócrates, el célebre filósofo griego, sostenía que todo humano tenía la responsabilidad de desarrollar su potencial físico. “Ningún ciudadano tiene el derecho de ser un amateur en materia de entrenamiento físico… que desgracia es para un hombre envejecer sin haber visto la belleza y la fuerza de la es capaz su cuerpo”, decía. Y su discípulo Aristocles, mejor conocido como Platón, el apodo que le puso su entrenador de lucha, Ariston de Argos, debido a su corpulencia y hombros anchos, dijo: “Para que un hombre triunfe en la vida, Dios le dio dos medios, educación y entrenamiento físico. No separadamente, uno para la mente y la otra para el cuerpo, sino que para los dos juntos. Con estos dos medios, el hombre puede alcanzar la perfección.”

Otro ilustre personaje que engrosa esa lista de hombres completos es Leonardo Da Vinci, quizá el más diversamente talentoso en la historia de la humanidad. Fue pintor, escultor, arquitecto, ingeniero, científico, músico, matemático, inventor, anatomista, geólogo, cartógrafo, botánico y escritor. Diseño la bomba hidráulica, el cañón de vapor, aeroplanos, helicópteros, autómatas, puentes, fortalezas, tanques, y armas. Fue uno de esos tipos que sabe mucho de todo. Según su biógrafo Giorgio Vasari, Leonardo era alto, atlético y bien parecido. También era conocido por poseer gran fuerza, destreza y por mantenerse en óptima condición física.

El triunfar en la consecución de la aptitud física, de salud y fuerza espléndidas, requiere identificar lo que se quiere conseguir y las debilidades que hay que corregir. Es imprescindible identificar cómo funciona la fisiología humana para diseñar un programa de ejercicios que sea eficiente. Se requiere no fingir que las capacidades o resultados son distintos de como son. Se requiere trabajo y una fuerza de voluntad y decisión a toda prueba para insistir en el desarrollo de sí mismo sin tener en cuenta las renuncias que se vea obligado a hacer. Se requiere invertir apropiadamente y convenientemente en desarrollar un cuerpo bello y saludable. Se debe tener valor y no temer al fracaso ni a los errores, de los cuales se debe aprender. Se requiere honrar la decisión de ser mejor.

Es necesario también reformar malos hábitos que lo debilitan o que lo exponen a uno a enfermarse, y sustituirlos con hábitos que le sirvan a uno para hacerse de un cuerpo nuevo, bello, acorde al buen gusto, para así poder disfrutar siempre de una salud espléndida. Los hábitos que lo fortalecen a uno consisten en una rutina de ejercicios físicos según la capacidad de cada quien y buenos costumbres de higiene y nutrición. El individuo es lo que es por sus hábitos diarios del pasado. Día a día ayuda a su cuerpo o lo destruye.

Si tu cuerpo está sano y en forma podrás desempeñar bien tu función biológica que consiste en conocer, evaluar, regular y ejercer la acción auto-generadora y auto-sustentante, para florecer, para vivir plenamente la vida que tú quieras. Descuidar tu cuerpo es estropear la calidad de tu vida.

Así que si este año nuevo vas a iniciar una vida nueva, deja atrás los queridos vicios y abraza nuevas virtudes y ve al gimnasio. Y recuerda siempre esta frase de Franklin:

“La energía y la perseverancia conquistan todas las cosas.”
República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Es la hora de dejar los viejos vicios

Warren Orbaugh
26 de diciembre, 2017

“Con el viejo almanaque y el año viejo, deja los viejos vicios, aunque te sean muy queridos.”

El aforismo de Benjamin Franklin que aparece en su publicación Almanaque del Pobre Richard, obra que apareció continuamente desde 1732 a 1758, es un excelente consejo para empezar el año que viene. En estas fechas, cuando finaliza otro año más, muchos se plantean la meta de vivir más ordenada y saludablemente. Montón de individuos se auto imponen el noble propósito de mejorar su calidad de vida.

¿Te lo has planteado tú? ¿Amas tú tu vida?

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Si es así, entonces dale la bienvenida a la vida. Sal a encontrar reiteradamente la realidad de tu experiencia. Sácale hasta la última gota al tuétano de la vida. Vive deliberada e intencionalmente. Vive una vida poética. Vive una vida extraordinaria. Vive a plenitud. Pues tu vida es tuya para vivirla, es única, y es breve. Tu vida es tuya para cuidarla, disfrutarla, venerarla, vivirla como tú elijas. No desperdicies el tiempo de tu existencia pues es limitado e incierto. Recuerda el otro refrán del Almanaque del Pobre Richard de Franklin:

“¿Amas la vida? No desperdicies el tiempo porque es la sustancia de que está hecha.”

Primero acéptate cómo eres. Eres un cuerpo consciente que para mantenerte con vida tienes que interactuar –con todo tu cuerpo– percibiendo la realidad, para identificar que te beneficia y así buscarlo e identificar que te perjudica, para evitarlo. Como cuerpo consciente que eres, tienes la facultad de razonar –una de tantas facultades que posees– es decir, de percibir, de conocer, de poder identificar la realidad a partir de la evidencia que tus sentidos te aportan, integrándola en conceptos y principios. Es un proceso físico y neurológico. Pero razonar bien es así mismo una habilidad adquirida y un arte. Si razonas bien podrás identificar la causalidad de las cosas y actuar acorde; si no, no.

Valora pues tu razón.

No podrás razonar bien si tu mente –la consciencia humana– está enferma. Y tu mente no es sólo tu cerebro con sus neuronas, sino que todo tu orden sensorial, tus sentidos, nociceptores, sistema nervioso, neurotransmisores y redes cognitivas corticales que reflejan el conocimiento que has automatizado.

Si tu mente está enferma por tu causa, que es la que aquí nos interesa, por consumo de sustancias como alcohol o drogas, que entorpecen el funcionamiento de tus sentidos y orden sensorial, no podrás identificar correctamente la realidad y actuar prudentemente. La mente enferma es la que no puede desempeñar bien su función biológica: no conoce, evalúa mal, conduce a la acción auto-destructiva; está en conflicto con los hechos y con sus necesidades como cuerpo vivo.

Si tu mente está corrompida por ideas que en lugar de identificar la realidad, fingen un mundo alternativo, creando unas redes cognitivas corticales que reflejan un mundo fantasioso, tampoco podrás identificar correctamente que te beneficia o perjudica y por tanto, no podrás actuar con buen juicio. La mente corrompida es la que funciona mal, que intencionalmente no desempeña bien su función biológica: actúa de mala fe – se engaña a sí misma; no conoce, si no que inventa los hechos, inventa mundos ultraterrenos, inaccesibles, indemostrables; valora lo que le es perjudicial y por tanto, conduce a la acción auto-destructiva. También pelea con los hechos y con sus necesidades como cuerpo vivo. Recuerda otro consejo de Franklin publicado en su Almanaque del Pobre Richard:

“Invertir en conocimientos produce siempre los mejores intereses.”

Si valoras tu vida, entonces deseas una mente sana. Una mente que desempeñe bien su función biológica que consiste en conocer, evaluar, regular la acción auto-generadora y auto-sustentante. Valoras una mente entrenada en el arte de razonar bien – que es la aplicación de la lógica y la objetividad al pensar. Pero como sabes que tu mente es una facultad del cuerpo que eres, si quieres que funcione bien, es menester que tu cuerpo funcione bien, que sea eficiente, que pueda enfrentar exitosamente las adversidades de la vida.

Crear el cuerpo sano y eficiente, es comprometerse a lograr ser física y mentalmente perfecto, es desear ser lo que uno mismo aprueba en otros hombres. Es evitar ser gordo, débil, enfermizo, alfeñique. Es evitar que le falte a uno el aire cuando lo necesita. Es evitar padecer de achaques o dolor de espalda. Por el contrario, comprometerse a cultivar uno su cuerpo es afanarse por conseguir ser fuerte, flexible, resistente, coordinado, veloz, de reacción rápida, simétrico y tener magnetismo físico. Es afanarse por adquirir buena aptitud física para sobrevivir. Es llegar a ser apto para vivir. Es buscar el éxito en el desarrollo de uno mismo.

También en este tema, Franklin nos dejó un gran legado mediante su ejemplo y sus aforismos. Franklin fue un hombre de muchos talentos: científico, inventor, diplomático, escritor, sabio, músico, administrador, empresario, padre fundador y un gurú de fitness. Tan longevo como y parecido a Jack Lalanne, Franklin, quien vivió hasta los ochenta y cuatro años, estuvo vendiendo la idea de una dieta apropiada y de ejercitar el cuerpo dos siglos antes de que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos construyera su pirámide alimenticia. Franklin, un hombre corpulento y de pecho poderoso, según la descripción de su biógrafo Walter Isaacson, se ejercitó regularmente toda su vida. Gustaba de la natación, caminar, y levantar pesas. “No hay ganancia sin dolor” solía decir.

No sólo Benjamin Franklin combinó un alto intelecto con un cuerpo bien desarrollado –mens sana in corpore sano, como se dice– sino que otros personajes lo acompañan en tan ilustre lista. Sócrates, el célebre filósofo griego, sostenía que todo humano tenía la responsabilidad de desarrollar su potencial físico. “Ningún ciudadano tiene el derecho de ser un amateur en materia de entrenamiento físico… que desgracia es para un hombre envejecer sin haber visto la belleza y la fuerza de la es capaz su cuerpo”, decía. Y su discípulo Aristocles, mejor conocido como Platón, el apodo que le puso su entrenador de lucha, Ariston de Argos, debido a su corpulencia y hombros anchos, dijo: “Para que un hombre triunfe en la vida, Dios le dio dos medios, educación y entrenamiento físico. No separadamente, uno para la mente y la otra para el cuerpo, sino que para los dos juntos. Con estos dos medios, el hombre puede alcanzar la perfección.”

Otro ilustre personaje que engrosa esa lista de hombres completos es Leonardo Da Vinci, quizá el más diversamente talentoso en la historia de la humanidad. Fue pintor, escultor, arquitecto, ingeniero, científico, músico, matemático, inventor, anatomista, geólogo, cartógrafo, botánico y escritor. Diseño la bomba hidráulica, el cañón de vapor, aeroplanos, helicópteros, autómatas, puentes, fortalezas, tanques, y armas. Fue uno de esos tipos que sabe mucho de todo. Según su biógrafo Giorgio Vasari, Leonardo era alto, atlético y bien parecido. También era conocido por poseer gran fuerza, destreza y por mantenerse en óptima condición física.

El triunfar en la consecución de la aptitud física, de salud y fuerza espléndidas, requiere identificar lo que se quiere conseguir y las debilidades que hay que corregir. Es imprescindible identificar cómo funciona la fisiología humana para diseñar un programa de ejercicios que sea eficiente. Se requiere no fingir que las capacidades o resultados son distintos de como son. Se requiere trabajo y una fuerza de voluntad y decisión a toda prueba para insistir en el desarrollo de sí mismo sin tener en cuenta las renuncias que se vea obligado a hacer. Se requiere invertir apropiadamente y convenientemente en desarrollar un cuerpo bello y saludable. Se debe tener valor y no temer al fracaso ni a los errores, de los cuales se debe aprender. Se requiere honrar la decisión de ser mejor.

Es necesario también reformar malos hábitos que lo debilitan o que lo exponen a uno a enfermarse, y sustituirlos con hábitos que le sirvan a uno para hacerse de un cuerpo nuevo, bello, acorde al buen gusto, para así poder disfrutar siempre de una salud espléndida. Los hábitos que lo fortalecen a uno consisten en una rutina de ejercicios físicos según la capacidad de cada quien y buenos costumbres de higiene y nutrición. El individuo es lo que es por sus hábitos diarios del pasado. Día a día ayuda a su cuerpo o lo destruye.

Si tu cuerpo está sano y en forma podrás desempeñar bien tu función biológica que consiste en conocer, evaluar, regular y ejercer la acción auto-generadora y auto-sustentante, para florecer, para vivir plenamente la vida que tú quieras. Descuidar tu cuerpo es estropear la calidad de tu vida.

Así que si este año nuevo vas a iniciar una vida nueva, deja atrás los queridos vicios y abraza nuevas virtudes y ve al gimnasio. Y recuerda siempre esta frase de Franklin:

“La energía y la perseverancia conquistan todas las cosas.”
República es ajena a la opinión expresada en este artículo