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¿Otro cambio de calendario?

Carolina Castellanos
29 de diciembre, 2017

“Si no es aquí, dónde. Si no es ahora, cuándo”. Anónimo

El próximo 1 de enero cambiamos de calendario. Otra vez, como todos los años. Es importante, sea calendario físico, el del celular o cualquier otro.

Por alguna razón, este cambio usualmente trae esperanzas, deseos de mejorar nuestra vida en cualquiera de sus aspectos y genera ánimos para seguir adelante.

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Lo interesante del caso es que solo ha habido un cambio de página y del número de año. Todo lo demás sigue igual.

No pretendo ser negativa ni alejar esos sentimientos, emociones y deseos positivos. Muy por el contrario.

Quisiera encontrar la fórmula para que todos esos buenos deseos y abrazos (físicos y virtuales) que nos dimos uso a otros en Navidad y en Año Nuevo, perduraran todo el año.

Pero, lamentablemente, no hay fórmulas mágicas. Pienso que la clave está en asumir cada quien su responsabilidad en hacer que esos buenos deseos se mantengan vigentes.

La “fórmula mágica” que siempre funciona es ayudando a otros a lograr cualquier cosa, por pequeña que sea.

Se ha demostrado, desde el inicio de la historia, que es ayudando a otros como nos ayudamos a nosotros mismos.

Tampoco pretendo ser moralista con esta columna de opinión. Solo recuerdo lo acontecido en este 2017 que está por terminar y entro en pánico al pensar que 2018 será igual o peor.

Tantos insultos y desacreditaciones a quienes piensan diferente han destruido la convivencia mínima que debería existir simplemente porque vivimos en el mismo país.

Es válido pensar diferente. De hecho, es bueno pues en la diversidad está el aprendizaje y debería estar en el desarrollo.

Pero si esta diversidad es negativa, nefasta y destructiva, no podemos pensar en mejorar como país.

Las acusaciones por doquier, de parte de los funcionarios y de cualquiera que piense diferente al acusador, han acabado con la reputación y arruinado la vida de muchos.

De demasiados, especialmente cuando se trata de acusaciones mediatizadas con el objetivo de humillar al acusado y al resto de empresarios, políticos y a la población trabajadora.

No estoy defendiendo a nadie. Simplemente veo que tales acusaciones no progresan, que las pruebas no son tales, que el tiempo transcurre y no pasa nada, que la presunción de inocencia quedó en el olvido y la confianza en el sistema de justicia se acabó.

También queda evidente que el respeto a la Constitución es la última de las prioridades, pues en estos “shows mediáticos” se ha violado el segundo párrafo del artículo 13 que dice:

“Las autoridades policiales no podrán presentar de oficio, ante los medios de comunicación social, a ninguna persona que previamente no haya sido indagada por tribunal competente”.

Sin más que decir…

Es terrible tener que decir que estamos en guerra. Sí, en guerra ideológica, mediática, de redes sociales, de políticos y política (nada nuevo aquí), de “clases sociales”, de injerencias internacionales, de maras, de narcotraficantes, de todo.

Dijo Platón: “solo los muertos han visto el final de una guerra”. ¿Cuántos muertos más tendremos en 2018?
Este año que viene es “pre electoral” y ya se presagian muchos cambios a nivel político, luchas de intereses para “irse ubicando” en el mapa electoral, zancadillas, codazos y de todo.

O sea, nuestra pobre y lastimada economía no se ve que vaya a mejorar mayor cosa, si al caso mejora en algo. La traducción de esto: más desempleo, más pobreza.

Si no es ahora, ¿cuándo tendremos un país en el que podamos vivir en paz? ¿Cuándo ya no haya nada que salvar, como está Venezuela, un país “sentado” en petróleo que ahora tiene que racionar la gasolina?

Si no es ahora, ¿cuándo vamos a tener las condiciones mínimas necesarias para atraer inversión (local y extranjera) y así generar el tan necesario empleo para que cientos de miles de guatemaltecos salgan de la pobreza?

¿Seguiremos dependiendo de los magistrados de la CC para que autoricen el funcionamiento de mega proyectos que generan miles de empleos y desarrollo, como es el caso de Mina San Rafael?

¿Seguirá la mal llamada “sociedad civil” teniéndonos a todos de rodillas con sus acusaciones judiciales sin sustento pero cargadas de ideología, con sus bloqueos constantes, robo de energía, abusos a las poblaciones marginadas pues las tienen de esclavas “para defenderlas”?

Si no es aquí en Guatemala, ¿dónde? ¿Piensa usted mudarse a otro país? Yo no. Espero que usted tampoco y que asuma la responsabilidad que le corresponde como guatemalteco.

Todos podemos mejorar “el metro cuadrado” que nos tocó. Es ahora…o nunca.

¿Otro cambio de calendario?

Carolina Castellanos
29 de diciembre, 2017

“Si no es aquí, dónde. Si no es ahora, cuándo”. Anónimo

El próximo 1 de enero cambiamos de calendario. Otra vez, como todos los años. Es importante, sea calendario físico, el del celular o cualquier otro.

Por alguna razón, este cambio usualmente trae esperanzas, deseos de mejorar nuestra vida en cualquiera de sus aspectos y genera ánimos para seguir adelante.

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Lo interesante del caso es que solo ha habido un cambio de página y del número de año. Todo lo demás sigue igual.

No pretendo ser negativa ni alejar esos sentimientos, emociones y deseos positivos. Muy por el contrario.

Quisiera encontrar la fórmula para que todos esos buenos deseos y abrazos (físicos y virtuales) que nos dimos uso a otros en Navidad y en Año Nuevo, perduraran todo el año.

Pero, lamentablemente, no hay fórmulas mágicas. Pienso que la clave está en asumir cada quien su responsabilidad en hacer que esos buenos deseos se mantengan vigentes.

La “fórmula mágica” que siempre funciona es ayudando a otros a lograr cualquier cosa, por pequeña que sea.

Se ha demostrado, desde el inicio de la historia, que es ayudando a otros como nos ayudamos a nosotros mismos.

Tampoco pretendo ser moralista con esta columna de opinión. Solo recuerdo lo acontecido en este 2017 que está por terminar y entro en pánico al pensar que 2018 será igual o peor.

Tantos insultos y desacreditaciones a quienes piensan diferente han destruido la convivencia mínima que debería existir simplemente porque vivimos en el mismo país.

Es válido pensar diferente. De hecho, es bueno pues en la diversidad está el aprendizaje y debería estar en el desarrollo.

Pero si esta diversidad es negativa, nefasta y destructiva, no podemos pensar en mejorar como país.

Las acusaciones por doquier, de parte de los funcionarios y de cualquiera que piense diferente al acusador, han acabado con la reputación y arruinado la vida de muchos.

De demasiados, especialmente cuando se trata de acusaciones mediatizadas con el objetivo de humillar al acusado y al resto de empresarios, políticos y a la población trabajadora.

No estoy defendiendo a nadie. Simplemente veo que tales acusaciones no progresan, que las pruebas no son tales, que el tiempo transcurre y no pasa nada, que la presunción de inocencia quedó en el olvido y la confianza en el sistema de justicia se acabó.

También queda evidente que el respeto a la Constitución es la última de las prioridades, pues en estos “shows mediáticos” se ha violado el segundo párrafo del artículo 13 que dice:

“Las autoridades policiales no podrán presentar de oficio, ante los medios de comunicación social, a ninguna persona que previamente no haya sido indagada por tribunal competente”.

Sin más que decir…

Es terrible tener que decir que estamos en guerra. Sí, en guerra ideológica, mediática, de redes sociales, de políticos y política (nada nuevo aquí), de “clases sociales”, de injerencias internacionales, de maras, de narcotraficantes, de todo.

Dijo Platón: “solo los muertos han visto el final de una guerra”. ¿Cuántos muertos más tendremos en 2018?
Este año que viene es “pre electoral” y ya se presagian muchos cambios a nivel político, luchas de intereses para “irse ubicando” en el mapa electoral, zancadillas, codazos y de todo.

O sea, nuestra pobre y lastimada economía no se ve que vaya a mejorar mayor cosa, si al caso mejora en algo. La traducción de esto: más desempleo, más pobreza.

Si no es ahora, ¿cuándo tendremos un país en el que podamos vivir en paz? ¿Cuándo ya no haya nada que salvar, como está Venezuela, un país “sentado” en petróleo que ahora tiene que racionar la gasolina?

Si no es ahora, ¿cuándo vamos a tener las condiciones mínimas necesarias para atraer inversión (local y extranjera) y así generar el tan necesario empleo para que cientos de miles de guatemaltecos salgan de la pobreza?

¿Seguiremos dependiendo de los magistrados de la CC para que autoricen el funcionamiento de mega proyectos que generan miles de empleos y desarrollo, como es el caso de Mina San Rafael?

¿Seguirá la mal llamada “sociedad civil” teniéndonos a todos de rodillas con sus acusaciones judiciales sin sustento pero cargadas de ideología, con sus bloqueos constantes, robo de energía, abusos a las poblaciones marginadas pues las tienen de esclavas “para defenderlas”?

Si no es aquí en Guatemala, ¿dónde? ¿Piensa usted mudarse a otro país? Yo no. Espero que usted tampoco y que asuma la responsabilidad que le corresponde como guatemalteco.

Todos podemos mejorar “el metro cuadrado” que nos tocó. Es ahora…o nunca.