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Si Dios me quita la vida (9)

Gabriel Arana Fuentes
07 de enero, 2018

Estas son las Crónicas policiales del Comisario Wenceslao Pérez Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado

Un amor que surgió en Oriente

El comisario salió a la calle. Tras presenciar el panorama decadente de las reacciones a la muerte, caminó unos pasos hacia un parquecito y realizó la llamada.

—Enio, ¿novedades?

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Del auricular salió la voz firme de uno de sus detectives estrella:

—Se trata del matrimonio Figueroa – Izaguirre. Ambos son originarios del Oriente del país, de por allá por donde somos nosotros ¿usted es de Gualán, verdad?

—Evite comentarios al margen, Enio.

—Ella se llamaba Lucrecia Izaguirre Parra, de 40 años, jutiapaneca y él, respondía al nombre en vida de Bernardino del Tránsito Figueroa Sandoval, de 45 años, originario de Jalapa. Según acta de matrimonio, se casaron hace 20 años. ¿Producto del amor, comisario?

—Otra vez, Enio…

—Pues producto del amor, nacieron cuatro hijos de la pareja. El mayor, Joselito de 19; Cristina, de 17; Felipe de 15 y Roberto, de 3 añitos. Según la base de datos, en estos últimos años Bernardino se dedicó a la economía informar. Tal parece que la casa y lo demás son o eran de doña Lucrecia pues según el informe, sus padres le heredaron la casa de la zona 2, donde estaban todas la calacas, comisario. La familia Izaguirre dejó Jutiapa hace años para establecerse en la ciudad. La información me arroja, que el padre de Lucrecia era dueño de varias fincas de ganado por La cuna del Sol. Por otro lado, Bernardino venía a menos en términos económicos. Algo más y es que le aparecen muchísimas remisiones, incluso, estuvo de visita en dos de los Toros, pues fue encontrado en el volante en estado etílico. Esas remisiones son de cuatro años para acá. Por el momento, eso tenemos, comisario. Seguimos investigando.

—Muy bien, Enio. en dos horas nos juntamos ya sabe dónde, ¿verdad? Vamos a necesitar, como siempre, todo el esfuerzo necesario. Algo me dice que no podemos dejar de pensar en lo que ocurrió en el Mateo con lo de esta casa.

—Sus corazonadas, comisario.

—(…)

El comisario Pérez Chanám, como siempre, evitó hablar con reporteros y dar declaraciones. Le ordenó a Fabio para que se encargara de ofrecer los detalles de la información y responder ambiguamente. Pensó que quizá las especulativas noticias impresas, radiales y televisivas provocarán salir de su madriguera a los perpetuadores de la masacre. A veces, ese tipo de noticias, funciona, se dijo el comisario, mientras sorteaba micrófonos y cámaras de los cazanoticias. Los reporteros de policiales lo catalogaban como un tipo renuente a dar declaraciones. Más de alguna vez había recibido la distinción del peor funcionario en relacionarse con la prensa.

Periférico, minutos más tarde

El comisario pidió las llaves de una de las patrullas apostadas en la escena del crimen. Ya los forenses trabajaban en los cuerpos. Wenceslao sabía que tendría información de primera mano al respecto de las autopsias y de la salud del pequeño sobreviviente. Tomo el inicio del Periférico Sur, a los pocos metros dejó al lado la cervecería y en seguida se dirigió al supermercado, precisamente donde habían emitido la factura del finado Bernardino.

Estacionó y salió empapado en sudor. De su rostro caía una especie de aguacero. Sacó su pañuelo y se lo colocó en el cuello como para que absorbiera su sudor. Palpó en vano sus bolsas en busca de maní garapiñado.

Se dirigió hacia la gerencia y tras intercambiar palabras amistosas con el gerente, que desde el principio se mostró anuente a colaborar. El hombre se levantó y le cedió su silla a Wenceslao. Frente a él quedó una pantalla en blanco, por lo que le solicitó al gerente, quien era un tipo muy delgado, con exageradas venas en los brazos y vestido con camisa blanca de manga corta, corbata y pantalón de tela, que lo ayudara con el video.

Comenzaron a visualizar los videos, que hacían pasar imágenes a toda prisa, como en las películas del cine mudo. Wenceslao volvió a corroborar fecha y hora en la factura, hasta que llegó a la grabación.

La cámara ofrecía imágenes en blanco y negro, sin embargo, en breve, el comisario distinguió la silueta y vestimenta de Bernardino.

¿Cuál fue la escena que el comisario observó? La próxima semana será develada.

Estas son las Crónicas policiales del Comisario W.P. Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado

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Gabriel Arana Fuentes
07 de enero, 2018

Estas son las Crónicas policiales del Comisario Wenceslao Pérez Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado

Un amor que surgió en Oriente

El comisario salió a la calle. Tras presenciar el panorama decadente de las reacciones a la muerte, caminó unos pasos hacia un parquecito y realizó la llamada.

—Enio, ¿novedades?

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Del auricular salió la voz firme de uno de sus detectives estrella:

—Se trata del matrimonio Figueroa – Izaguirre. Ambos son originarios del Oriente del país, de por allá por donde somos nosotros ¿usted es de Gualán, verdad?

—Evite comentarios al margen, Enio.

—Ella se llamaba Lucrecia Izaguirre Parra, de 40 años, jutiapaneca y él, respondía al nombre en vida de Bernardino del Tránsito Figueroa Sandoval, de 45 años, originario de Jalapa. Según acta de matrimonio, se casaron hace 20 años. ¿Producto del amor, comisario?

—Otra vez, Enio…

—Pues producto del amor, nacieron cuatro hijos de la pareja. El mayor, Joselito de 19; Cristina, de 17; Felipe de 15 y Roberto, de 3 añitos. Según la base de datos, en estos últimos años Bernardino se dedicó a la economía informar. Tal parece que la casa y lo demás son o eran de doña Lucrecia pues según el informe, sus padres le heredaron la casa de la zona 2, donde estaban todas la calacas, comisario. La familia Izaguirre dejó Jutiapa hace años para establecerse en la ciudad. La información me arroja, que el padre de Lucrecia era dueño de varias fincas de ganado por La cuna del Sol. Por otro lado, Bernardino venía a menos en términos económicos. Algo más y es que le aparecen muchísimas remisiones, incluso, estuvo de visita en dos de los Toros, pues fue encontrado en el volante en estado etílico. Esas remisiones son de cuatro años para acá. Por el momento, eso tenemos, comisario. Seguimos investigando.

—Muy bien, Enio. en dos horas nos juntamos ya sabe dónde, ¿verdad? Vamos a necesitar, como siempre, todo el esfuerzo necesario. Algo me dice que no podemos dejar de pensar en lo que ocurrió en el Mateo con lo de esta casa.

—Sus corazonadas, comisario.

—(…)

El comisario Pérez Chanám, como siempre, evitó hablar con reporteros y dar declaraciones. Le ordenó a Fabio para que se encargara de ofrecer los detalles de la información y responder ambiguamente. Pensó que quizá las especulativas noticias impresas, radiales y televisivas provocarán salir de su madriguera a los perpetuadores de la masacre. A veces, ese tipo de noticias, funciona, se dijo el comisario, mientras sorteaba micrófonos y cámaras de los cazanoticias. Los reporteros de policiales lo catalogaban como un tipo renuente a dar declaraciones. Más de alguna vez había recibido la distinción del peor funcionario en relacionarse con la prensa.

Periférico, minutos más tarde

El comisario pidió las llaves de una de las patrullas apostadas en la escena del crimen. Ya los forenses trabajaban en los cuerpos. Wenceslao sabía que tendría información de primera mano al respecto de las autopsias y de la salud del pequeño sobreviviente. Tomo el inicio del Periférico Sur, a los pocos metros dejó al lado la cervecería y en seguida se dirigió al supermercado, precisamente donde habían emitido la factura del finado Bernardino.

Estacionó y salió empapado en sudor. De su rostro caía una especie de aguacero. Sacó su pañuelo y se lo colocó en el cuello como para que absorbiera su sudor. Palpó en vano sus bolsas en busca de maní garapiñado.

Se dirigió hacia la gerencia y tras intercambiar palabras amistosas con el gerente, que desde el principio se mostró anuente a colaborar. El hombre se levantó y le cedió su silla a Wenceslao. Frente a él quedó una pantalla en blanco, por lo que le solicitó al gerente, quien era un tipo muy delgado, con exageradas venas en los brazos y vestido con camisa blanca de manga corta, corbata y pantalón de tela, que lo ayudara con el video.

Comenzaron a visualizar los videos, que hacían pasar imágenes a toda prisa, como en las películas del cine mudo. Wenceslao volvió a corroborar fecha y hora en la factura, hasta que llegó a la grabación.

La cámara ofrecía imágenes en blanco y negro, sin embargo, en breve, el comisario distinguió la silueta y vestimenta de Bernardino.

¿Cuál fue la escena que el comisario observó? La próxima semana será develada.

Estas son las Crónicas policiales del Comisario W.P. Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado

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