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La Idea en el Proceso Creativo de una Obra de Arte Eicónico

Redacción República
21 de enero, 2018

En el artículo anterior estudiamos en un segundo nivel de profundidad la propuesta de mi fórmula para crear arte eicónico i + h + s + c = A. Ahora me aventuraré en un tercer nivel de ampliación para poder poner en práctica una ejemplificación en la elección y definición de un tema conceptual para ser integrado, representado, recreado, imitado, simbolizado en una obra de arte escultórica. El tema conceptual de la obra de arte es la IDEA o un conjunto de ideas y la primera variable de la fórmula. El principal propósito de este inciso es ayudar al artista, al estudiante de arte y al contemplador de las artes a formular, definir e identificar una o varias ideas combinadas; ofrecerle una serie de herramientas muy básicas para lograrlo. En la definición de arte de Ayn Rand, de la cual yo me baso “el arte es la recreación selectiva de la realidad según los juicios de valor metafísicos del artista”, los temas conceptuales representan a los juicios de valor, la IDEA, que implica la filosofía del artista, que en el arte se traduce concreta y emocionalmente de manera general y universal como su sentido de vida, su visión de la misma. Rand dice que en una obra de arte existen dos elementos distintos que deben integrarse: el tema y el estilo; el tema es lo que se elige simbolizar y el estilo es el cómo se va a simbolizar. El tema representa la visión moral y existencial (JUICIOS DE VALOR-METAFÍSICOS) del artista y el estilo su psico-epistemología o el cómo percibe y entiende la realidad.  El tema es la IDEA. Él aislará de la realidad, de la naturaleza, de su contexto y representará la esencia, la visión de sí mismo y de su relación con la existencia.  El resultado será la abstracción concretada, personificada en una escultura, en una pintura a manera de microcosmos del universo mostrando los valores y virtudes que artista profesa, su visión moral.

Esta elección, formulación y definición de la IDEA a sumarse e integrarse con todas las variables de la fórmula para crear una obra de arte puede hacerse básicamente de dos maneras, consciente o inconscientemente, es decir con todo el uso de nuestros sentidos y proceso racional ordenado o de manera caprichosa, emocional y arrebatada, inspirada en el resentimiento o algún estimulante artificial, alcohol o droga que lo haga alejarse de la realidad, pretendiendo acercarse a lo incognoscible. Y a pesar de que ya aprendimos y estudiamos que la valorización de la IDEA, de la visión de la vida del artista no es lo esencial al momento de juzgar la calidad de una obra de arte, la IDEA, el tema conceptual, la filosofía para el creador que la expresa, para el espectador que se identifica con ella, sí lo es. Los consejos y herramientas que ofreceré a continuación están destinados a los individuos que no se creen infalibles y que desean dejarse guiar y ayudar de manera lógica en la búsqueda y definición de la IDEA, del tema conceptual, de la filosofía y sentido de vida que comandará la creación de su obra de arte eicónico, o de igual manera el disfrute, goce e identificación con dicha IDEA que la pintura, escultura u otro arte eicónico expresa. Apliquemos entonces la ciencia del buen pensar, la lógica y utilicemos una estructura jerárquica con un orden lógico para un fin integrador. Iniciemos con una exploración de los potenciales temas a expresar:

  1. LA ARQUITECTURA es la Madre de las Artes, de la cual todas las otras dependen. En primer lugar, deberíamos preguntarnos: ¿Cuál será el destino, el lugar, qué naturaleza arquitectónica cobijará la obra eicónica, pintura o escultura? ¿Qué filosofía en singular y plural, visiones, sentidos de vida se practicarán en dicha edificación? Evitemos contradicciones. Un Cristo o una Virgen se integran bien a una Iglesia Judeocristiana, pero no a una Evangélica o menos aún al lobby de un edificio corporativo. Un Atlas o una Venus se verían muy mal integrados en un Templo Hindú. Debería existir una integración entre el propósito del arte visual y la arquitectura donde descansará; así como debería existir una integración entre los juicios de valor que se practicarán en dicha arquitectura y los que el arte visual recreará y representará. Por ejemplo, el “Grito” de Edward Munch es un grito de miedo, de pavor, de desesperación y no se integraría a la sala de una casa que protege a una familia psicológicamente sana que quiere mejorar y disfrutar su vida.
  1. EL MECENAS. En segundo lugar, debemos preguntarnos a quién va a pertenecer la obra de arte: ¿Quién será el propietario de dicha pintura o escultura? ¿A un patrono de las artes? ¿O será el artista mismo que la presentará en una exposición en donde la adquirirá el mejor postor? ¿La poseerá un ingeniero, un amante de la belleza, un científico, un profesor de economía liberal clásica, por ejemplo? Si el Mecenas tuviese un pensamiento político de corte socialista, por ejemplo, tal vez tendríamos que pensar entonces en que los juicios de valor a representar deberían estar tendenciosos al altruismo con una moral de autosacrificio de y para uno mismo y no a la visión contraria. Por el contrario, si el Mecenas fuese un empresario responsable de creación de riqueza intentando alcanzar la más alta productividad entonces tal vez habría que elegir un valor, virtud, emoción o característica que lo identifique con su esencia moral virtuosa que lo conduce a dicho logro. Si es un médico, si es un campeón olímpico, si es un comerciante o un finquero, de igual manera. Nunca recomendaría a un médico cirujano elegir la idea como juicio de valor de un artista que represente misticismo en una pintura que estará colgada en el consultorio de su clínica, ya que estaría más inspirado en la curación de su cliente a través de la brujería que con el uso de la ciencia y conocimiento comprobable, que fue lo que él estudió para lograrlo.
  1. MORAL DEL ARTISTA Y DEL MECENAS. En tercer lugar, debemos hacernos la pregunta de cuáles son los juicios de valor-metafísicos que deseamos y/o elegiremos recrear con la idea, con el tema conceptual, con el sentido de vida que intentamos expresar en nuestra obra de arte. Inclusive, si es una emoción como idea la que eligiéramos imitar como el miedo, la tristeza, la cólera o el placer, dichos estados derivan de una escala de valores en particular que el individuo ha decidido alcanzar. Tanto para nuestro proceso creativo como para el contemplador y analista de una obra de arte visual, deberíamos explorar, profundizar y hacernos la pregunta, de dónde nace nuestra moral, de qué epistemología y metafísica derivan los valores y virtudes que elegiremos, tanto para recrear como para identificarnos con la pintura, escultura, fotografía y todo el resto de artes eicónicas. En todas las artes eicónicas concretamos una imagen expresando un sentido de vida que proviene de una visión del mundo, la cual se reduce a una o varias ideas, cuyo significado y definición podemos establecer de manera consciente, objetiva y racional o de manera inconsciente, caprichosa, subjetiva e irracional (no conozco resultados excelentes de esta última manera). Deberemos preguntarnos más ampliamente cuál es nuestra filosofía; si nuestro juicio de valor está relacionado de manera integrada y es coherente con la visión de vida que poseemos y practicamos. Como la definición objetiva del arte le permite a cada artista en particular representar su visión individual; éste elegirá la moral, valor y virtud que crea es la mejor para él, aunque el comprador o espectador no se identifique necesariamente con dicha visión y no comparta el mismo gusto. Si el artista conjuga  con los juicios de valor del Mecenas y los que la arquitectura expresa es maravilloso y resulta ser el escenario ideal como un potencial cultivo de identificaciones casadas; si no, el artista tiene la segunda opción que es luchar por persuadir a su mecenas y poderse identificar con un porcentaje jerárquico  y suficiente entre ambas filosofías para poder rescatar cierta identificación importante; y si no, tiene la tercera y última opción que es sencillamente ofrecer sus servicios profesionales de conocimiento para representar lo que el mecenas desea y el artista no (para él antivalores y anti virtudes) pero que  a través del medio y manera de expresar dicha visión contraria a la del artista, al momento de utilizar su estilo todavía podrá expresar su sentido de vida, como por ejemplo cuando en 1494 el Duque de Milán, Ludovico Sforza, encarga  a Leonardo da Vinci una de las obras más emblemáticas y geniales del Renacimiento, como lo fuera “La Última Cena” para el refectorio del convento dominico de Santa Maria de la Gracia en Milán. De lo que estamos muy seguros es que la obra fue creada, ejecutada e integrada de manera perfecta para el propósito que su arquitectura y sus usuarios le exigían, que era donde los religiosos almorzarían todos los días; aunque no sabemos qué tan fervoroso era el Duque en realidad, ya que de da Vinci se dice que era ateo, católico alejado o creyente de un Dios únicamente y se dan diferentes versiones pero que ultimadamente no son relevantes más que para el que la va a disfrutar por su belleza e identificación con respecto al juicio de valor en cuestión.

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La Última Cena de Leonardo da Vinci, 1495-7, 460 cm de alto x 880 cm de ancho temple, óleo sobre yeso, Santa María delle Grazie, Milán, Italia.

Cuando estemos convencidos de lo que nuestra idea o conjunto de ideas a representar significan entendemos el qué y por lo tanto el cómo se nos hará más fácil de procesar. Definir el qué se lo dejamos a la filosofía, a los pensadores, a las enciclopedias para que nos ayuden y el cómo se lo dejaremos a la historia del arte, a la semiótica y la composición. Definamos ahora nuestra filosofía completa con el fin de convencernos de nuestra IDEA; una de dos, o la variamos o la reafirmamos.

Definir la Filosofía

Solamente si el artista integra la IDEA (juicio de valor-metafísico) a la filosofía correspondiente podrá comunicar con sentido una imagen. Cuando elegimos una idea, un concepto, un tema a recrear en las artes, casi en su totalidad de las veces es una característica humana, valor, virtud o emoción en su contexto literal o inclusive en un contexto relacionado indirectamente con un valor epistemológico o metafísico existencial. Entre dichas ideas y temas es muy frecuente observar y escuchar que el artista elige expresar conceptos como el amor o el rechazo (odio, resentimiento), la libertad o la esclavitud, la contemplación o el nihilismo, la belleza o el caos (desorden) , la felicidad o la tristeza, el egoísmo o el altruismo, la ambición o la conformidad, la justicia o la injusticia, la  melancolía y la añoranza o la esperanza por el alcance de un valor, la jovialidad o la indiferencia, el triunfo o la derrota, la convicción o la ignorancia, la seguridad o el miedo, la independencia o la codependencia, nuestra grandeza ante el universo o nuestra insignificancia ante el mismo. Casi siempre, las variables serán valores o antivalores, virtudes o anti virtudes, emociones negativas o positivas (derivadas de nuestra moral particular, de nuestra escala de valores y el resultado de cómo evaluamos nuestra relación con la realidad y la existencia) que elegiremos alegorizar, simbolizar y personificar; y según la moral, la filosofía que cada uno posea y profese, así será la visión que tenga de cada uno de dichos juicios de valor metafísicos. Si el artista está seguro de su filosofía, estará mejor preparado para definir su idea, su tema; pero si no lo está debería apoyarse en los hombros de por lo menos tres filósofos importantes, serios y bien estructurados que lo ayuden a analizar una contraparte y una o varias visiones alternativas parecidas a la propia y así lograr convencerse de la validez o invalidez de su idea elegida. En la medida que el artista esté más seguro y convencido de su propia moral integrada a toda su filosofía, mayor será la posibilidad de obtener éxito en la claridad de expresión, que es uno de los principales objetivos del arte eicónico.

Detalle de La Escuela de Atenas (aparecen en la parte central Platón y Aristóteles), Raphael Sanzio, 1509-11, Fresco, Stanza della Segnatura, El Vaticano, Roma.

“La filosofía es una necesidad para el hombre racional: la filosofía es el cimiento de la ciencia, el organizador de la mente humana, el integrador de su conocimiento, el programador de su subconsciente, la que selecciona sus valores.”        

[Leonard Peikcoff. “De la Boca del Caballo,” Para el Nuevo Intelectual, 99;pb28.]

Si y sólo si el artista desea proveerse de una visión entendible de la vida, sobre la realidad, de claridad sobre sus conceptos y de sus ideas; le sugeriré una serie de principios y pasos básicos de la ciencia de la lógica para ayudarle a definir mejor su IDEA Y EL TEMA CONCEPTUAL de la obra que creará. El artista debería querer iniciar el proceso creativo buscando la respuesta a la pregunta sobre ¿QUÉ ES SU IDEA?, y el medio para establecer la verdad de su respuesta es la lógica, el método que le ayudará a pensar correctamente a través de un proceso de observación, identificación e integración de los hechos para formar y relacionar ideas verdaderas. Aristóteles identificó, no sólo las reglas de la deducción silogística y la Ley de No Contradicción como estándar de la lógica, sino también el hecho de que la percepción que es lo evidente y la base y raíz de toda conclusión conceptual.

Los cuatro (4) Principios fundamentales de la Lógica para definir una idea:

LA LEY DE IDENTIDAD

A es A

Ser es ser una identidad específica

ser una idea es ser lo que es    

   LA LEY DE NO CONTRADICCIÓN

A no es no-A

Ser una identidad específica es no ser otra

ser una idea específica es no ser otra 

          LA LEY DEL TERCIO EXCLUSO

si X no es A es no-A

No ser una identidad es ser otra identidad específica

no ser una idea es ser otra idea específica      

    LA LEY DE RAZÓN SUFICIENTE o CAUSALIDAD

A es A luego hace Aⁿ

Ser una identidad específica es poder hacer lo que su identidad permite

ser una idea específica es poder hacer lo que su naturaleza le permite

La lógica requiere que uno empiece el razonamiento y lo desarrolle a partir de la observación perceptual, única fuente de información que disponemos sobre los hechos. Esta establece el procedimiento para la formación de un concepto, en la elaboración de juicios o proposiciones y en las inferencias, para mantener el razonamiento conectado a la realidad percibida para adquirir conocimiento y poder descubrir la verdad o falsedad de algo. Sugiero los siguientes pasos básicos a seguir para definir una o varias ideas integradas a una filosofía que valide su significado y poder así iniciar con pie firme el proceso creativo lógico de la mente humana en las artes visuales:

  1. ATENCIÓN. Debemos concentrarnos, estar enfocados en el proceso de crear arte, tanto al principio en la definición de la idea como en los pasos subsecuentes.
  2. LAS IDEAS, SU ORIGEN Y SUS DATOS. Una idea se refiere a un hecho objetivo, sea cosas o eventos, sus cualidades, acciones, cantidades, pasiones, situaciones, posesiones, relaciones, duración. Nuestras ideas nos conectan con el mundo. Y, como son ideas las que representamos en el arte y dichas ideas son expresadas a través de símbolos, dichos símbolos nos deben conectar con las primeras y deben poder reducirse a algo cognoscible. El enfoque debe estar siempre sobre la fuente que origina nuestras ideas en el mundo objetivo.
  3. EVITE USAR UN LENGUAJE VAGO Y AMBIGUO. Cuando una o varias ideas son vagas y ambiguas, impide la comunicación clara y efectiva. Las expresiones vagas y ambiguas contribuyen a que la mente erre en lugar de lograr establecer una idea con un significado definitivo de un concepto particular. Una palabra es vaga si su referente es confuso e indefinido y por lo tanto no se logra saber con precisión lo que dicha palabra indica o significa. La más alta precisión en la definición contribuirá al mejor aprovechamiento de la IDEA en el proceso creativo.
  4. VERDAD. El propósito del razonamiento eficaz, de la aplicación de la lógica al razonamiento, es llegar a la verdad de las cosas; todo artista, por más irracional que pueda ser la filosofía que profese y desea comunicar, siempre quiere estar convencido él mismo y hacerle creer al espectador también que su idea es la verdadera, aunque a veces diga lo contrario. Inclusive cuando un artista dice que cree en la contradicción está aseverando que para él la contradicción es la verdadera aunque en realidad no lo sea.

EJEMPLO PRÁCTICO EN UNA ELECCIÓN Y DEFINICIÓN DE UNA IDEA PARA EL PROCESO CREATIVO DE UN PROYECTO ARTÍSTICO REAL. Para poner en práctica la fórmula del proceso creativo i + h + s + c = A, utilizaré como EJEMPLO para la definición de una IDEA i y sumar las posteriores variables h, s y c, mi proyecto escultórico monumental ” PROPÓSITO: El Arquero ”. En 1999 decidí participar en la Competencia de Arte del Comité Olímpico Guatemalteco ART & SPORT 2000 del Comité Olímpico Internacional en Laussanne, Suiza. Siendo este último (COI) el mecenas, las bases ofrecían mucha amplitud en los temas a expresar (olimpismo, espíritu olímpico, juego limpio, igualdad, hermandad de culturas, deporte, competencia, ganar, perder y varios etcéteras más). Estudié la arquitectura donde podría colocarse la obra de arte, los juicios de valor del COI, el potencial dueño de esta obra, estudié con qué virtudes y valores me identificaba yo para posteriormente decidir representar la fusión entre mente y cuerpo, la mente conduciendo al cuerpo. Yo deseaba recrear el principio más profundo de la razón de competir en el deporte y en la vida, el principio moral de la mente definiendo un propósito para poder estar orgulloso del logro; perseguir y alcanzar metas para ser feliz. Cuando uno practica el deporte uno mejora su vida, cuando uno compite ofreciendo el máximo y más inteligente esfuerzo en el deporte y aun así pierde se debe aceptar dignamente; y si gana no hay emoción más heroica que esa. Definir un propósito, perseguirlo y alcanzarlo en la vida provoca una sensación heroica llenándonos de una inmensa satisfacción moral (hemos alcanzado los valores necesarios), un justo placer espiritual. Yo elegí representar el paralelismo de la persecución de metas entre la vida real y el deporte; es decir, una visión más universal.

Aplicando los principios de la lógica que mencioné anteriormente procedí entonces a investigar el concepto de qué es tener una meta, qué es un propósito, qué se necesita para lograrlo y primero investigué en la RAE con el fin de tener una base sólida del lenguaje. Luego proseguí con enciclopedias y los pensadores Ayn Rand, Warren Orbaugh y Eugen Herrigel (sobre él profundizaré en el artículo de Semiótica). Aprendí y descubrí que, para alcanzar metas en la vida, en el deporte, para alcanzar el valor del propósito se deben practicar y alcanzar toda una serie de virtudes y valores adicionales. Es decir que, para definir mi IDEA, tuve qué definir varias ideas integradas antes y así poder comprender la amplitud completa de la misma.

PROPÓSITO: El Arquero, Walter Peter B., 1999, Marmolina, mármol, vidrio reflectivo, hierro, 150cm de altura, Colección privada, Guatemala, Ciudad, C.A.

            El Profesor W. Orbaugh explica en su libro OBJETIVISMO: LA FILOSOFÍA BENEVOLENTE, ayudándonos a entender mejor la moral objetivista de Ayn Rand en la página 83, escribe lo siguiente: “Las tres virtudes cardinales, la racionalidad, la productividad y el orgullo, son los hábitos que consiguen y conservan tres meta-valores fundamentales del hombre: la razón, el propósito y la autoestima. La razón es un valor objetivo porque es el instrumento para identificar lo que es ventajoso y lo que es desventajoso para uno. El propósito es un valor objetivo porque es el fin primordial que sirve de referencia para establecer la importancia que una persona les asigna a otras cosas, permitiéndole priorizar distintas metas. Y la autoestima es un valor objetivo porque es la suma integrada de auto confianza y auto respeto, la convicción de que uno es competente para vivir y que merece vivir.”

“El valor último que alcanza y conserva la vida virtuosa es el florecimiento o vida feliz. Florecer es prosperar, es vivir en buena condición, es funcionar en forma que uno mejora su perspectiva de supervivencia. Por “felicidad”, Rand se refiere al componente emotivo del florecimiento.

Derivo también de una filosofía moral objetiva que, para alcanzar una meta importante, un sueño realizable, florecer y ser feliz, aparte de las tres virtudes cardinales tendremos que practicar también las de honestidad, independencia, integridad, justicia, creatividad, laboriosidad, ambición, perseverancia, determinación y por supuesto el interés propio. Para todas los anteriores tuve también que encontrar su definición lógica. Y en esta etapa había decidido definir la IDEA de este anteproyecto escultórico como El PROPÓSITO, uno de los tres meta-valores por alcanzar en la vida.

Definir el Sentido de Vida

Cuando tenemos nuestra IDEA bien definida e integrada a nuestra filosofía es muy importante saber qué sentido de vida profesaremos para que de una manera consciente lo recreemos con todos y cada uno de nuestros símbolos y representaciones integrados. Veamos ahora cuáles sentidos de vida distintos existen para elegir expresar. A diferencia de la filosofía, que es toda una estructura de pensamiento con un entendimiento de la metafísica, epistemología, moral, política y de la estética por separadas y en lo particular, el sentido de vida es una sensación generalizada que evoca dicha filosofía a manera de emoción y es precisamente lo que el arte expresará. El sentido de vida del artista deriva por supuesto de la filosofía que posee, es un resumen de la misma, integrada psicológicamente en un contexto emocional, para lo cual sugiero al creativo expresar dicho sentido, primero, por escrito en pocas palabras en un pequeño párrafo para posteriormente poder, de manera congruente y organizada recrear la visión de vida del creador artístico.

“Un sentido de vida es formado por un proceso de generalización emocional que puede ser descrito como una contraparte subconsciente de un proceso de abstracción ya que es un método de clasificación e integración. Pero es un proceso de abstracción emocional: consiste en clasificar cosas de acuerdo con las emociones que invoca – en esencia, atando juntos, por asociación o connotación todas aquellas cosas que tienen el poder de hacer la experiencia de un individuo la misma (o similar) emoción.”

“Sólo son aquellos valores los que él toma o aprende a tomar como “importantes”, aquellos que representan su visión implícita de la realidad, eso descansa en el subconsciente de un hombre y forma su sentido de vida.”

[Ayn Rand, Manifiesto Romántico, Filosofía y Sentido de Vida, 33; pág. 27.]

El sentido de vida es una especie de emoción generalizada y provocada por la filosofía en la que el hombre cree. Y como las emociones son respuestas automáticas a los juicios de valor integrados en su subconsciente; dichas emociones son estimados de aquello que promueve los valores del hombre o los amenaza, por lo cual podemos deducir que sentidos de vida distintos, bajo un punto de vista general y universal, existen únicamente dos, pensando en los extremos en el contexto de la emociones positivas (UNA: placer-felicidad) y las negativas (TRES: tristeza, cólera y miedo), el que perfila al hombre como lo mejor y lo contrario. Por supuesto que dependerá en qué contexto se presenta cada una de estas emociones. Claro está que emociones derivadas de la fusión de las principales básicas existen más, pero se siguen pudiendo categorizar entre negativas y positivas. Con lo anterior no digo que sea malo necesariamente sentir tristeza, cólera o miedo, sino que, en principio, no es deseable. Entonces, básicamente, sólo existen dos sentidos de vida distintos, el que hace ver al hombre como lo mejor o el que no; un sentido de vida heroico de ganador o de perdedor. Existe uno tercero intermedio o de indiferencia, el cual yo categorizo entre los negativos también, ya que una visión de apatía no aporta ni construye y mejora la vida de nadie. Cada artista deberá elegir cuál desea representar y en qué contexto moral y filosófico lo hará. Obviamente, en mi ejemplo de PROPÓSITO: El Arquero yo deseaba perfilar al hombre como un héroe, una visión heroica del mismo.

En el siguiente artículo analizaremos la segunda variable de la fórmula, la h de Historia del Arte, aparte de aprender cómo analizar y evaluar una obra de arte eicónico, estudiaremos qué idea, filosofía, sentido de vida, semiótica y composición eligió, cómo la

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La Idea en el Proceso Creativo de una Obra de Arte Eicónico

Redacción República
21 de enero, 2018

En el artículo anterior estudiamos en un segundo nivel de profundidad la propuesta de mi fórmula para crear arte eicónico i + h + s + c = A. Ahora me aventuraré en un tercer nivel de ampliación para poder poner en práctica una ejemplificación en la elección y definición de un tema conceptual para ser integrado, representado, recreado, imitado, simbolizado en una obra de arte escultórica. El tema conceptual de la obra de arte es la IDEA o un conjunto de ideas y la primera variable de la fórmula. El principal propósito de este inciso es ayudar al artista, al estudiante de arte y al contemplador de las artes a formular, definir e identificar una o varias ideas combinadas; ofrecerle una serie de herramientas muy básicas para lograrlo. En la definición de arte de Ayn Rand, de la cual yo me baso “el arte es la recreación selectiva de la realidad según los juicios de valor metafísicos del artista”, los temas conceptuales representan a los juicios de valor, la IDEA, que implica la filosofía del artista, que en el arte se traduce concreta y emocionalmente de manera general y universal como su sentido de vida, su visión de la misma. Rand dice que en una obra de arte existen dos elementos distintos que deben integrarse: el tema y el estilo; el tema es lo que se elige simbolizar y el estilo es el cómo se va a simbolizar. El tema representa la visión moral y existencial (JUICIOS DE VALOR-METAFÍSICOS) del artista y el estilo su psico-epistemología o el cómo percibe y entiende la realidad.  El tema es la IDEA. Él aislará de la realidad, de la naturaleza, de su contexto y representará la esencia, la visión de sí mismo y de su relación con la existencia.  El resultado será la abstracción concretada, personificada en una escultura, en una pintura a manera de microcosmos del universo mostrando los valores y virtudes que artista profesa, su visión moral.

Esta elección, formulación y definición de la IDEA a sumarse e integrarse con todas las variables de la fórmula para crear una obra de arte puede hacerse básicamente de dos maneras, consciente o inconscientemente, es decir con todo el uso de nuestros sentidos y proceso racional ordenado o de manera caprichosa, emocional y arrebatada, inspirada en el resentimiento o algún estimulante artificial, alcohol o droga que lo haga alejarse de la realidad, pretendiendo acercarse a lo incognoscible. Y a pesar de que ya aprendimos y estudiamos que la valorización de la IDEA, de la visión de la vida del artista no es lo esencial al momento de juzgar la calidad de una obra de arte, la IDEA, el tema conceptual, la filosofía para el creador que la expresa, para el espectador que se identifica con ella, sí lo es. Los consejos y herramientas que ofreceré a continuación están destinados a los individuos que no se creen infalibles y que desean dejarse guiar y ayudar de manera lógica en la búsqueda y definición de la IDEA, del tema conceptual, de la filosofía y sentido de vida que comandará la creación de su obra de arte eicónico, o de igual manera el disfrute, goce e identificación con dicha IDEA que la pintura, escultura u otro arte eicónico expresa. Apliquemos entonces la ciencia del buen pensar, la lógica y utilicemos una estructura jerárquica con un orden lógico para un fin integrador. Iniciemos con una exploración de los potenciales temas a expresar:

  1. LA ARQUITECTURA es la Madre de las Artes, de la cual todas las otras dependen. En primer lugar, deberíamos preguntarnos: ¿Cuál será el destino, el lugar, qué naturaleza arquitectónica cobijará la obra eicónica, pintura o escultura? ¿Qué filosofía en singular y plural, visiones, sentidos de vida se practicarán en dicha edificación? Evitemos contradicciones. Un Cristo o una Virgen se integran bien a una Iglesia Judeocristiana, pero no a una Evangélica o menos aún al lobby de un edificio corporativo. Un Atlas o una Venus se verían muy mal integrados en un Templo Hindú. Debería existir una integración entre el propósito del arte visual y la arquitectura donde descansará; así como debería existir una integración entre los juicios de valor que se practicarán en dicha arquitectura y los que el arte visual recreará y representará. Por ejemplo, el “Grito” de Edward Munch es un grito de miedo, de pavor, de desesperación y no se integraría a la sala de una casa que protege a una familia psicológicamente sana que quiere mejorar y disfrutar su vida.
  1. EL MECENAS. En segundo lugar, debemos preguntarnos a quién va a pertenecer la obra de arte: ¿Quién será el propietario de dicha pintura o escultura? ¿A un patrono de las artes? ¿O será el artista mismo que la presentará en una exposición en donde la adquirirá el mejor postor? ¿La poseerá un ingeniero, un amante de la belleza, un científico, un profesor de economía liberal clásica, por ejemplo? Si el Mecenas tuviese un pensamiento político de corte socialista, por ejemplo, tal vez tendríamos que pensar entonces en que los juicios de valor a representar deberían estar tendenciosos al altruismo con una moral de autosacrificio de y para uno mismo y no a la visión contraria. Por el contrario, si el Mecenas fuese un empresario responsable de creación de riqueza intentando alcanzar la más alta productividad entonces tal vez habría que elegir un valor, virtud, emoción o característica que lo identifique con su esencia moral virtuosa que lo conduce a dicho logro. Si es un médico, si es un campeón olímpico, si es un comerciante o un finquero, de igual manera. Nunca recomendaría a un médico cirujano elegir la idea como juicio de valor de un artista que represente misticismo en una pintura que estará colgada en el consultorio de su clínica, ya que estaría más inspirado en la curación de su cliente a través de la brujería que con el uso de la ciencia y conocimiento comprobable, que fue lo que él estudió para lograrlo.
  1. MORAL DEL ARTISTA Y DEL MECENAS. En tercer lugar, debemos hacernos la pregunta de cuáles son los juicios de valor-metafísicos que deseamos y/o elegiremos recrear con la idea, con el tema conceptual, con el sentido de vida que intentamos expresar en nuestra obra de arte. Inclusive, si es una emoción como idea la que eligiéramos imitar como el miedo, la tristeza, la cólera o el placer, dichos estados derivan de una escala de valores en particular que el individuo ha decidido alcanzar. Tanto para nuestro proceso creativo como para el contemplador y analista de una obra de arte visual, deberíamos explorar, profundizar y hacernos la pregunta, de dónde nace nuestra moral, de qué epistemología y metafísica derivan los valores y virtudes que elegiremos, tanto para recrear como para identificarnos con la pintura, escultura, fotografía y todo el resto de artes eicónicas. En todas las artes eicónicas concretamos una imagen expresando un sentido de vida que proviene de una visión del mundo, la cual se reduce a una o varias ideas, cuyo significado y definición podemos establecer de manera consciente, objetiva y racional o de manera inconsciente, caprichosa, subjetiva e irracional (no conozco resultados excelentes de esta última manera). Deberemos preguntarnos más ampliamente cuál es nuestra filosofía; si nuestro juicio de valor está relacionado de manera integrada y es coherente con la visión de vida que poseemos y practicamos. Como la definición objetiva del arte le permite a cada artista en particular representar su visión individual; éste elegirá la moral, valor y virtud que crea es la mejor para él, aunque el comprador o espectador no se identifique necesariamente con dicha visión y no comparta el mismo gusto. Si el artista conjuga  con los juicios de valor del Mecenas y los que la arquitectura expresa es maravilloso y resulta ser el escenario ideal como un potencial cultivo de identificaciones casadas; si no, el artista tiene la segunda opción que es luchar por persuadir a su mecenas y poderse identificar con un porcentaje jerárquico  y suficiente entre ambas filosofías para poder rescatar cierta identificación importante; y si no, tiene la tercera y última opción que es sencillamente ofrecer sus servicios profesionales de conocimiento para representar lo que el mecenas desea y el artista no (para él antivalores y anti virtudes) pero que  a través del medio y manera de expresar dicha visión contraria a la del artista, al momento de utilizar su estilo todavía podrá expresar su sentido de vida, como por ejemplo cuando en 1494 el Duque de Milán, Ludovico Sforza, encarga  a Leonardo da Vinci una de las obras más emblemáticas y geniales del Renacimiento, como lo fuera “La Última Cena” para el refectorio del convento dominico de Santa Maria de la Gracia en Milán. De lo que estamos muy seguros es que la obra fue creada, ejecutada e integrada de manera perfecta para el propósito que su arquitectura y sus usuarios le exigían, que era donde los religiosos almorzarían todos los días; aunque no sabemos qué tan fervoroso era el Duque en realidad, ya que de da Vinci se dice que era ateo, católico alejado o creyente de un Dios únicamente y se dan diferentes versiones pero que ultimadamente no son relevantes más que para el que la va a disfrutar por su belleza e identificación con respecto al juicio de valor en cuestión.

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La Última Cena de Leonardo da Vinci, 1495-7, 460 cm de alto x 880 cm de ancho temple, óleo sobre yeso, Santa María delle Grazie, Milán, Italia.

Cuando estemos convencidos de lo que nuestra idea o conjunto de ideas a representar significan entendemos el qué y por lo tanto el cómo se nos hará más fácil de procesar. Definir el qué se lo dejamos a la filosofía, a los pensadores, a las enciclopedias para que nos ayuden y el cómo se lo dejaremos a la historia del arte, a la semiótica y la composición. Definamos ahora nuestra filosofía completa con el fin de convencernos de nuestra IDEA; una de dos, o la variamos o la reafirmamos.

Definir la Filosofía

Solamente si el artista integra la IDEA (juicio de valor-metafísico) a la filosofía correspondiente podrá comunicar con sentido una imagen. Cuando elegimos una idea, un concepto, un tema a recrear en las artes, casi en su totalidad de las veces es una característica humana, valor, virtud o emoción en su contexto literal o inclusive en un contexto relacionado indirectamente con un valor epistemológico o metafísico existencial. Entre dichas ideas y temas es muy frecuente observar y escuchar que el artista elige expresar conceptos como el amor o el rechazo (odio, resentimiento), la libertad o la esclavitud, la contemplación o el nihilismo, la belleza o el caos (desorden) , la felicidad o la tristeza, el egoísmo o el altruismo, la ambición o la conformidad, la justicia o la injusticia, la  melancolía y la añoranza o la esperanza por el alcance de un valor, la jovialidad o la indiferencia, el triunfo o la derrota, la convicción o la ignorancia, la seguridad o el miedo, la independencia o la codependencia, nuestra grandeza ante el universo o nuestra insignificancia ante el mismo. Casi siempre, las variables serán valores o antivalores, virtudes o anti virtudes, emociones negativas o positivas (derivadas de nuestra moral particular, de nuestra escala de valores y el resultado de cómo evaluamos nuestra relación con la realidad y la existencia) que elegiremos alegorizar, simbolizar y personificar; y según la moral, la filosofía que cada uno posea y profese, así será la visión que tenga de cada uno de dichos juicios de valor metafísicos. Si el artista está seguro de su filosofía, estará mejor preparado para definir su idea, su tema; pero si no lo está debería apoyarse en los hombros de por lo menos tres filósofos importantes, serios y bien estructurados que lo ayuden a analizar una contraparte y una o varias visiones alternativas parecidas a la propia y así lograr convencerse de la validez o invalidez de su idea elegida. En la medida que el artista esté más seguro y convencido de su propia moral integrada a toda su filosofía, mayor será la posibilidad de obtener éxito en la claridad de expresión, que es uno de los principales objetivos del arte eicónico.

Detalle de La Escuela de Atenas (aparecen en la parte central Platón y Aristóteles), Raphael Sanzio, 1509-11, Fresco, Stanza della Segnatura, El Vaticano, Roma.

“La filosofía es una necesidad para el hombre racional: la filosofía es el cimiento de la ciencia, el organizador de la mente humana, el integrador de su conocimiento, el programador de su subconsciente, la que selecciona sus valores.”        

[Leonard Peikcoff. “De la Boca del Caballo,” Para el Nuevo Intelectual, 99;pb28.]

Si y sólo si el artista desea proveerse de una visión entendible de la vida, sobre la realidad, de claridad sobre sus conceptos y de sus ideas; le sugeriré una serie de principios y pasos básicos de la ciencia de la lógica para ayudarle a definir mejor su IDEA Y EL TEMA CONCEPTUAL de la obra que creará. El artista debería querer iniciar el proceso creativo buscando la respuesta a la pregunta sobre ¿QUÉ ES SU IDEA?, y el medio para establecer la verdad de su respuesta es la lógica, el método que le ayudará a pensar correctamente a través de un proceso de observación, identificación e integración de los hechos para formar y relacionar ideas verdaderas. Aristóteles identificó, no sólo las reglas de la deducción silogística y la Ley de No Contradicción como estándar de la lógica, sino también el hecho de que la percepción que es lo evidente y la base y raíz de toda conclusión conceptual.

Los cuatro (4) Principios fundamentales de la Lógica para definir una idea:

LA LEY DE IDENTIDAD

A es A

Ser es ser una identidad específica

ser una idea es ser lo que es    

   LA LEY DE NO CONTRADICCIÓN

A no es no-A

Ser una identidad específica es no ser otra

ser una idea específica es no ser otra 

          LA LEY DEL TERCIO EXCLUSO

si X no es A es no-A

No ser una identidad es ser otra identidad específica

no ser una idea es ser otra idea específica      

    LA LEY DE RAZÓN SUFICIENTE o CAUSALIDAD

A es A luego hace Aⁿ

Ser una identidad específica es poder hacer lo que su identidad permite

ser una idea específica es poder hacer lo que su naturaleza le permite

La lógica requiere que uno empiece el razonamiento y lo desarrolle a partir de la observación perceptual, única fuente de información que disponemos sobre los hechos. Esta establece el procedimiento para la formación de un concepto, en la elaboración de juicios o proposiciones y en las inferencias, para mantener el razonamiento conectado a la realidad percibida para adquirir conocimiento y poder descubrir la verdad o falsedad de algo. Sugiero los siguientes pasos básicos a seguir para definir una o varias ideas integradas a una filosofía que valide su significado y poder así iniciar con pie firme el proceso creativo lógico de la mente humana en las artes visuales:

  1. ATENCIÓN. Debemos concentrarnos, estar enfocados en el proceso de crear arte, tanto al principio en la definición de la idea como en los pasos subsecuentes.
  2. LAS IDEAS, SU ORIGEN Y SUS DATOS. Una idea se refiere a un hecho objetivo, sea cosas o eventos, sus cualidades, acciones, cantidades, pasiones, situaciones, posesiones, relaciones, duración. Nuestras ideas nos conectan con el mundo. Y, como son ideas las que representamos en el arte y dichas ideas son expresadas a través de símbolos, dichos símbolos nos deben conectar con las primeras y deben poder reducirse a algo cognoscible. El enfoque debe estar siempre sobre la fuente que origina nuestras ideas en el mundo objetivo.
  3. EVITE USAR UN LENGUAJE VAGO Y AMBIGUO. Cuando una o varias ideas son vagas y ambiguas, impide la comunicación clara y efectiva. Las expresiones vagas y ambiguas contribuyen a que la mente erre en lugar de lograr establecer una idea con un significado definitivo de un concepto particular. Una palabra es vaga si su referente es confuso e indefinido y por lo tanto no se logra saber con precisión lo que dicha palabra indica o significa. La más alta precisión en la definición contribuirá al mejor aprovechamiento de la IDEA en el proceso creativo.
  4. VERDAD. El propósito del razonamiento eficaz, de la aplicación de la lógica al razonamiento, es llegar a la verdad de las cosas; todo artista, por más irracional que pueda ser la filosofía que profese y desea comunicar, siempre quiere estar convencido él mismo y hacerle creer al espectador también que su idea es la verdadera, aunque a veces diga lo contrario. Inclusive cuando un artista dice que cree en la contradicción está aseverando que para él la contradicción es la verdadera aunque en realidad no lo sea.

EJEMPLO PRÁCTICO EN UNA ELECCIÓN Y DEFINICIÓN DE UNA IDEA PARA EL PROCESO CREATIVO DE UN PROYECTO ARTÍSTICO REAL. Para poner en práctica la fórmula del proceso creativo i + h + s + c = A, utilizaré como EJEMPLO para la definición de una IDEA i y sumar las posteriores variables h, s y c, mi proyecto escultórico monumental ” PROPÓSITO: El Arquero ”. En 1999 decidí participar en la Competencia de Arte del Comité Olímpico Guatemalteco ART & SPORT 2000 del Comité Olímpico Internacional en Laussanne, Suiza. Siendo este último (COI) el mecenas, las bases ofrecían mucha amplitud en los temas a expresar (olimpismo, espíritu olímpico, juego limpio, igualdad, hermandad de culturas, deporte, competencia, ganar, perder y varios etcéteras más). Estudié la arquitectura donde podría colocarse la obra de arte, los juicios de valor del COI, el potencial dueño de esta obra, estudié con qué virtudes y valores me identificaba yo para posteriormente decidir representar la fusión entre mente y cuerpo, la mente conduciendo al cuerpo. Yo deseaba recrear el principio más profundo de la razón de competir en el deporte y en la vida, el principio moral de la mente definiendo un propósito para poder estar orgulloso del logro; perseguir y alcanzar metas para ser feliz. Cuando uno practica el deporte uno mejora su vida, cuando uno compite ofreciendo el máximo y más inteligente esfuerzo en el deporte y aun así pierde se debe aceptar dignamente; y si gana no hay emoción más heroica que esa. Definir un propósito, perseguirlo y alcanzarlo en la vida provoca una sensación heroica llenándonos de una inmensa satisfacción moral (hemos alcanzado los valores necesarios), un justo placer espiritual. Yo elegí representar el paralelismo de la persecución de metas entre la vida real y el deporte; es decir, una visión más universal.

Aplicando los principios de la lógica que mencioné anteriormente procedí entonces a investigar el concepto de qué es tener una meta, qué es un propósito, qué se necesita para lograrlo y primero investigué en la RAE con el fin de tener una base sólida del lenguaje. Luego proseguí con enciclopedias y los pensadores Ayn Rand, Warren Orbaugh y Eugen Herrigel (sobre él profundizaré en el artículo de Semiótica). Aprendí y descubrí que, para alcanzar metas en la vida, en el deporte, para alcanzar el valor del propósito se deben practicar y alcanzar toda una serie de virtudes y valores adicionales. Es decir que, para definir mi IDEA, tuve qué definir varias ideas integradas antes y así poder comprender la amplitud completa de la misma.

PROPÓSITO: El Arquero, Walter Peter B., 1999, Marmolina, mármol, vidrio reflectivo, hierro, 150cm de altura, Colección privada, Guatemala, Ciudad, C.A.

            El Profesor W. Orbaugh explica en su libro OBJETIVISMO: LA FILOSOFÍA BENEVOLENTE, ayudándonos a entender mejor la moral objetivista de Ayn Rand en la página 83, escribe lo siguiente: “Las tres virtudes cardinales, la racionalidad, la productividad y el orgullo, son los hábitos que consiguen y conservan tres meta-valores fundamentales del hombre: la razón, el propósito y la autoestima. La razón es un valor objetivo porque es el instrumento para identificar lo que es ventajoso y lo que es desventajoso para uno. El propósito es un valor objetivo porque es el fin primordial que sirve de referencia para establecer la importancia que una persona les asigna a otras cosas, permitiéndole priorizar distintas metas. Y la autoestima es un valor objetivo porque es la suma integrada de auto confianza y auto respeto, la convicción de que uno es competente para vivir y que merece vivir.”

“El valor último que alcanza y conserva la vida virtuosa es el florecimiento o vida feliz. Florecer es prosperar, es vivir en buena condición, es funcionar en forma que uno mejora su perspectiva de supervivencia. Por “felicidad”, Rand se refiere al componente emotivo del florecimiento.

Derivo también de una filosofía moral objetiva que, para alcanzar una meta importante, un sueño realizable, florecer y ser feliz, aparte de las tres virtudes cardinales tendremos que practicar también las de honestidad, independencia, integridad, justicia, creatividad, laboriosidad, ambición, perseverancia, determinación y por supuesto el interés propio. Para todas los anteriores tuve también que encontrar su definición lógica. Y en esta etapa había decidido definir la IDEA de este anteproyecto escultórico como El PROPÓSITO, uno de los tres meta-valores por alcanzar en la vida.

Definir el Sentido de Vida

Cuando tenemos nuestra IDEA bien definida e integrada a nuestra filosofía es muy importante saber qué sentido de vida profesaremos para que de una manera consciente lo recreemos con todos y cada uno de nuestros símbolos y representaciones integrados. Veamos ahora cuáles sentidos de vida distintos existen para elegir expresar. A diferencia de la filosofía, que es toda una estructura de pensamiento con un entendimiento de la metafísica, epistemología, moral, política y de la estética por separadas y en lo particular, el sentido de vida es una sensación generalizada que evoca dicha filosofía a manera de emoción y es precisamente lo que el arte expresará. El sentido de vida del artista deriva por supuesto de la filosofía que posee, es un resumen de la misma, integrada psicológicamente en un contexto emocional, para lo cual sugiero al creativo expresar dicho sentido, primero, por escrito en pocas palabras en un pequeño párrafo para posteriormente poder, de manera congruente y organizada recrear la visión de vida del creador artístico.

“Un sentido de vida es formado por un proceso de generalización emocional que puede ser descrito como una contraparte subconsciente de un proceso de abstracción ya que es un método de clasificación e integración. Pero es un proceso de abstracción emocional: consiste en clasificar cosas de acuerdo con las emociones que invoca – en esencia, atando juntos, por asociación o connotación todas aquellas cosas que tienen el poder de hacer la experiencia de un individuo la misma (o similar) emoción.”

“Sólo son aquellos valores los que él toma o aprende a tomar como “importantes”, aquellos que representan su visión implícita de la realidad, eso descansa en el subconsciente de un hombre y forma su sentido de vida.”

[Ayn Rand, Manifiesto Romántico, Filosofía y Sentido de Vida, 33; pág. 27.]

El sentido de vida es una especie de emoción generalizada y provocada por la filosofía en la que el hombre cree. Y como las emociones son respuestas automáticas a los juicios de valor integrados en su subconsciente; dichas emociones son estimados de aquello que promueve los valores del hombre o los amenaza, por lo cual podemos deducir que sentidos de vida distintos, bajo un punto de vista general y universal, existen únicamente dos, pensando en los extremos en el contexto de la emociones positivas (UNA: placer-felicidad) y las negativas (TRES: tristeza, cólera y miedo), el que perfila al hombre como lo mejor y lo contrario. Por supuesto que dependerá en qué contexto se presenta cada una de estas emociones. Claro está que emociones derivadas de la fusión de las principales básicas existen más, pero se siguen pudiendo categorizar entre negativas y positivas. Con lo anterior no digo que sea malo necesariamente sentir tristeza, cólera o miedo, sino que, en principio, no es deseable. Entonces, básicamente, sólo existen dos sentidos de vida distintos, el que hace ver al hombre como lo mejor o el que no; un sentido de vida heroico de ganador o de perdedor. Existe uno tercero intermedio o de indiferencia, el cual yo categorizo entre los negativos también, ya que una visión de apatía no aporta ni construye y mejora la vida de nadie. Cada artista deberá elegir cuál desea representar y en qué contexto moral y filosófico lo hará. Obviamente, en mi ejemplo de PROPÓSITO: El Arquero yo deseaba perfilar al hombre como un héroe, una visión heroica del mismo.

En el siguiente artículo analizaremos la segunda variable de la fórmula, la h de Historia del Arte, aparte de aprender cómo analizar y evaluar una obra de arte eicónico, estudiaremos qué idea, filosofía, sentido de vida, semiótica y composición eligió, cómo la