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Y siguen las habas

Betty Marroquin
23 de enero, 2018

Existen partidos de partidos, pero sin duda, los partidos Republicano y Demócrata de los Estados Unidos son dos señores partidos organizados, estructurados, cuyas filas tradicionalmente se organizaban más ordenadamente. Eso, es historia.

Este fin de semana, con el Congreso que no aprobó el financiamiento del Estado en ese país, quedó en evidencia que la rebeldía de los políticos no conoce ciudadanía, y que mantendrán sus opiniones personales por encima de lo que el partido les diga, si les conviene.

El voto latino es un voto sumamente apetecible. Congresistas de ambos partidos saben que en su distrito o Estado ese voto cuenta, y con el debate migratorio en torno a los llamados “dreamers” quedó en evidencia cual vulnerable es ese voto y cuanto les importa. Ambos partidos quieren solucionar el problema del limbo de los “dreamers” sólo que los demócratas quieren legalizar a todo mundo de un plumazo mientras que los republicanos son más selectivos y no están dispuestos a dar amnistía a todos los solicitantes. El tema debiera y deberá ser negociado, para encontrar una solución que satisfaga ambos extremos del espectro que es, valga la redundancia, extremamente extremo.

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Los republicanos están divididos como nunca antes en el tema. Un grupo no quiere más inmigrantes y punto, otro quiere legalizar a los que entraron cuando niños (los dreamers) pero que no entre más gente, otros quieren legalizar a todo inmigrante ilegal que trabaja y paga sus impuestos, y un puñado quiere legalizar a todo el mundo. Entre los demócratas son menos divididos, la gran mayoría quiere legalizar a todos los inmigrantes ilegales, punto.

Es así que enfrascados en el tema de los dreamers los demócratas condicionaron el financiamiento del Estado a que los republicanos aprobaran el lenguaje incluido en el proyecto de ley de financiamiento sí o sí. Los republicanos se negaron, y no se llegó a los 60 votos que se necesitaban en el Senado para lograr el financiamiento. El pulso siguió todo el fin de semana mientras que el gobierno “cerro” por falta de fondos, cosa que no sucedía desde el 2013, cuando no lograron ponerse de acuerdo sobre el famoso Obamacare. Afortunadamente, el estancamiento terminó cuando el Presidente Trump pudo firmar la ley el lunes en la noche, luego de una medida fuertísima pocas veces utilizada: la divertidamente llamada “cláusula nuclear” porque es como una bomba atómica de los procedimientos legislativos.

El lunes al medio día el Senado aprobó con 81 votos a favor y 18 en contra, votar por la “cláusula nuclear”, y lograr que con mayoría simple (51) aprobaran el financiamiento del Estado hasta el 8 de febrero 2018. Parece como de película, pero es así. El país más importante del mundo no ha aprobado un financiamiento total para todo el año, sino que va por etapas. Y nosotros aquí preocupados de la Alianza para la Prosperidad. Risible, sin duda.

Y con todo eso, ¿nos extrañamos que en Guatemala las imitaciones de partidos políticos que tenemos no logren aterrizar mayor cosa? En todos lados se cuecen habas, sin lugar a dudas.

Lo interesante será ver como reaccionan los votantes en las próximas semanas, antes de que tengan que volver a tratar el tema de DACA para solucionarlo realmente, como también el financiamiento del muro de Trump. Parece increíble pero son temas referentes a inmigración los que más división están causando entre ambos partidos, convirtiéndose en las herramientas de combate y caballitos de batalla de ambos partidos, uno para un lado y el otro para el otro.

Y más interesante aún será ver como se inclinan los votantes en noviembre, cuando sean las elecciones de medio período al Senado y a la Cámara de Representantes. Veremos si los beneficios de recibir más dinero ayudan a los republicanos, y pesan más que el aprobar una amnistía para los inmigrantes indocumentados, que ayuda más a los demócratas.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Y siguen las habas

Betty Marroquin
23 de enero, 2018

Existen partidos de partidos, pero sin duda, los partidos Republicano y Demócrata de los Estados Unidos son dos señores partidos organizados, estructurados, cuyas filas tradicionalmente se organizaban más ordenadamente. Eso, es historia.

Este fin de semana, con el Congreso que no aprobó el financiamiento del Estado en ese país, quedó en evidencia que la rebeldía de los políticos no conoce ciudadanía, y que mantendrán sus opiniones personales por encima de lo que el partido les diga, si les conviene.

El voto latino es un voto sumamente apetecible. Congresistas de ambos partidos saben que en su distrito o Estado ese voto cuenta, y con el debate migratorio en torno a los llamados “dreamers” quedó en evidencia cual vulnerable es ese voto y cuanto les importa. Ambos partidos quieren solucionar el problema del limbo de los “dreamers” sólo que los demócratas quieren legalizar a todo mundo de un plumazo mientras que los republicanos son más selectivos y no están dispuestos a dar amnistía a todos los solicitantes. El tema debiera y deberá ser negociado, para encontrar una solución que satisfaga ambos extremos del espectro que es, valga la redundancia, extremamente extremo.

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Los republicanos están divididos como nunca antes en el tema. Un grupo no quiere más inmigrantes y punto, otro quiere legalizar a los que entraron cuando niños (los dreamers) pero que no entre más gente, otros quieren legalizar a todo inmigrante ilegal que trabaja y paga sus impuestos, y un puñado quiere legalizar a todo el mundo. Entre los demócratas son menos divididos, la gran mayoría quiere legalizar a todos los inmigrantes ilegales, punto.

Es así que enfrascados en el tema de los dreamers los demócratas condicionaron el financiamiento del Estado a que los republicanos aprobaran el lenguaje incluido en el proyecto de ley de financiamiento sí o sí. Los republicanos se negaron, y no se llegó a los 60 votos que se necesitaban en el Senado para lograr el financiamiento. El pulso siguió todo el fin de semana mientras que el gobierno “cerro” por falta de fondos, cosa que no sucedía desde el 2013, cuando no lograron ponerse de acuerdo sobre el famoso Obamacare. Afortunadamente, el estancamiento terminó cuando el Presidente Trump pudo firmar la ley el lunes en la noche, luego de una medida fuertísima pocas veces utilizada: la divertidamente llamada “cláusula nuclear” porque es como una bomba atómica de los procedimientos legislativos.

El lunes al medio día el Senado aprobó con 81 votos a favor y 18 en contra, votar por la “cláusula nuclear”, y lograr que con mayoría simple (51) aprobaran el financiamiento del Estado hasta el 8 de febrero 2018. Parece como de película, pero es así. El país más importante del mundo no ha aprobado un financiamiento total para todo el año, sino que va por etapas. Y nosotros aquí preocupados de la Alianza para la Prosperidad. Risible, sin duda.

Y con todo eso, ¿nos extrañamos que en Guatemala las imitaciones de partidos políticos que tenemos no logren aterrizar mayor cosa? En todos lados se cuecen habas, sin lugar a dudas.

Lo interesante será ver como reaccionan los votantes en las próximas semanas, antes de que tengan que volver a tratar el tema de DACA para solucionarlo realmente, como también el financiamiento del muro de Trump. Parece increíble pero son temas referentes a inmigración los que más división están causando entre ambos partidos, convirtiéndose en las herramientas de combate y caballitos de batalla de ambos partidos, uno para un lado y el otro para el otro.

Y más interesante aún será ver como se inclinan los votantes en noviembre, cuando sean las elecciones de medio período al Senado y a la Cámara de Representantes. Veremos si los beneficios de recibir más dinero ayudan a los republicanos, y pesan más que el aprobar una amnistía para los inmigrantes indocumentados, que ayuda más a los demócratas.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo