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Descrédito fiscal

María Dolores Arias
30 de enero, 2018

Las más recientes investigaciones del Ministerio Público, MP, y de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, nos confirman lo que ya sabíamos, desde hace rato, sobre el complicado sistema tributario: que hay quienes se aprovechan del sistema para extorsionar al tributario, otros que defraudan al fisco y las víctimas que pagan a cabalidad.

Los que se aprovechan del sistema para extorsionar a los tributarios son por lo general burócratas que tienen el poder discrecional de “acelerar” o entorpecer los trámites.  La ley o los reglamentos están hechos para que cualquier burócrata sin escrúpulos lo aproveche.

Éstos al saber que tienen el poder de actuar arbitrariamente sin consecuencias negativas en su contra, se aprovechan de la situación y complican los trámites a su cargo para desesperar al tributario y entonces ofrecerles “ayuda” a cambio de un pago. Otros acceden a la solicitud de ayuda, previo acuerdo monetario, para “apurar” los trámites que realizan.

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Los que defraudan al fisco forman el equipo perfecto junto a los anteriores. Ambos buscan obtener sus fines violando la ley. Mediante el fraude se coluden con burócratas corruptos.

Las víctimas son aquellos tributarios que aun cumpliendo con los requisitos de las leyes fiscales son extorsionados por los burócratas, aquellos que tardan años en obtener respuestas a sus solicitudes de crédito fiscal, aquellos que tardan semanas o meses en liberar sus importaciones, por sólo mencionar algunos ejemplos.

Las investigaciones del MP y la CICIG en materia fiscal nos confirman que el sistema tributario está hecho para que surjan “líneas” de corrupción y extorsión por todos lados.  Con cada reforma en lugar de simplificar el cálculo y el pago de los impuestos lo han complicado aún más. Con cada reforma en lugar de limitar el poder de los burócratas los han aumentado.

Vale la pena recordar que en la reforma fiscal de 2012, la cual impulsó el gobierno Patriota de Otto Pérez, cuando se discutían los cambios en el Congreso muchos nos argumentaron que no debíamos oponernos “porque había que darles el beneficio de la duda”, me pregunto si ahora seguirán pensando lo mismo.

El descrédito fiscal se alimenta de una ley como la del IVA que hace difícil sino es que imposible solicitar la devolución legítima de impuestos; una ley en la que se puede llevar más de cuatro años en avanzar tan sólo el primer paso de muchos; una ley que prescribe el derecho de solicitar la devolución en cuatro años y que por consiguiente se deben reiterar las solicitudes y solicitar amparos para tratar de acelerar, aunque sea muy poco, el proceso.

El descrédito fiscal se alimenta de procesos engorrosos que desaniman a muchos a solicitar la devolución, otros asumen el costo no sólo financiero sino de tiempo y productividad que implica el proceso.

El descrédito fiscal consta de un sistema complicado, engorroso y en cierto modo arbitrario que complica o impide al tributario realizar sus trámites, que  permite extorsionar al tributario y que facilita al corrupto coludirse para hacer sus transas.

No es con más regulaciones y controles como se mejorará la situación sino por el contrario, es con un sistema simple, rápido y transparente como se reducirá el incentivo de extorsionar o coludirse. ¿Será este gobierno o legislatura, que dicen combatir la corrupción, quienes propondrán esta simplificación? ¿Usted qué piensa?

@Md30

Facebook.com/Mda30

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Descrédito fiscal

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Las más recientes investigaciones del Ministerio Público, MP, y de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, nos confirman lo que ya sabíamos, desde hace rato, sobre el complicado sistema tributario: que hay quienes se aprovechan del sistema para extorsionar al tributario, otros que defraudan al fisco y las víctimas que pagan a cabalidad.

Los que se aprovechan del sistema para extorsionar a los tributarios son por lo general burócratas que tienen el poder discrecional de “acelerar” o entorpecer los trámites.  La ley o los reglamentos están hechos para que cualquier burócrata sin escrúpulos lo aproveche.

Éstos al saber que tienen el poder de actuar arbitrariamente sin consecuencias negativas en su contra, se aprovechan de la situación y complican los trámites a su cargo para desesperar al tributario y entonces ofrecerles “ayuda” a cambio de un pago. Otros acceden a la solicitud de ayuda, previo acuerdo monetario, para “apurar” los trámites que realizan.

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Los que defraudan al fisco forman el equipo perfecto junto a los anteriores. Ambos buscan obtener sus fines violando la ley. Mediante el fraude se coluden con burócratas corruptos.

Las víctimas son aquellos tributarios que aun cumpliendo con los requisitos de las leyes fiscales son extorsionados por los burócratas, aquellos que tardan años en obtener respuestas a sus solicitudes de crédito fiscal, aquellos que tardan semanas o meses en liberar sus importaciones, por sólo mencionar algunos ejemplos.

Las investigaciones del MP y la CICIG en materia fiscal nos confirman que el sistema tributario está hecho para que surjan “líneas” de corrupción y extorsión por todos lados.  Con cada reforma en lugar de simplificar el cálculo y el pago de los impuestos lo han complicado aún más. Con cada reforma en lugar de limitar el poder de los burócratas los han aumentado.

Vale la pena recordar que en la reforma fiscal de 2012, la cual impulsó el gobierno Patriota de Otto Pérez, cuando se discutían los cambios en el Congreso muchos nos argumentaron que no debíamos oponernos “porque había que darles el beneficio de la duda”, me pregunto si ahora seguirán pensando lo mismo.

El descrédito fiscal se alimenta de una ley como la del IVA que hace difícil sino es que imposible solicitar la devolución legítima de impuestos; una ley en la que se puede llevar más de cuatro años en avanzar tan sólo el primer paso de muchos; una ley que prescribe el derecho de solicitar la devolución en cuatro años y que por consiguiente se deben reiterar las solicitudes y solicitar amparos para tratar de acelerar, aunque sea muy poco, el proceso.

El descrédito fiscal se alimenta de procesos engorrosos que desaniman a muchos a solicitar la devolución, otros asumen el costo no sólo financiero sino de tiempo y productividad que implica el proceso.

El descrédito fiscal consta de un sistema complicado, engorroso y en cierto modo arbitrario que complica o impide al tributario realizar sus trámites, que  permite extorsionar al tributario y que facilita al corrupto coludirse para hacer sus transas.

No es con más regulaciones y controles como se mejorará la situación sino por el contrario, es con un sistema simple, rápido y transparente como se reducirá el incentivo de extorsionar o coludirse. ¿Será este gobierno o legislatura, que dicen combatir la corrupción, quienes propondrán esta simplificación? ¿Usted qué piensa?

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo