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Volver a vivir

Carmen Camey
06 de febrero, 2018

He pasado las últimas semanas en un seminario en Yad Vashem, el museo del Holocausto en Jerusalén, estudiando e investigando sobre la Shoá. Eramos 35 personas de distintos países de Latinoamérica, todos educadores. En un momento, hablando sobre el mandato judío de recordar lo ocurrido, una profesora argentina me comentó que había estado en un congreso con algunas mujeres indígenas guatemaltecas que hablaban sobre el conflicto interno “sin ningún resentimiento y con gran ánimo de superación”. Me sentí orgullosa, pues ese fino y delicado equilibrio entre el recuerdo y el olvido son la clave para el avance positivo. Ese equilibrio es el motor de la historia.

Nadie duda de los sufrimientos de esas mujeres ni de los judíos durante el Holocausto, ni del sufrimiento de tantos otros que quizás no han sido recordados con tanta vehemencia. Sin embargo, no es cosa sencilla volver a vivir. Muchas veces cuando se habla de lo ocurrido durante esos años oscuros del dominio nazi se termina con un “final feliz” en el momento de la liberación. Pero, ¿qué fue de esas personas que sobrevivieron? ¿Cómo poder volver a vivir después de lo que habían visto, de lo que habían vivido? ¿A dónde ir cuando ya no les quedaba nada ni nadie? En definitiva: ¿cómo volver a vivir?

Para explicar la complicada relación de estos judíos con el pasado, el Rabí de Bluzhov explicaba a sus Jasidim: “Cuando el Faraón restituye al Ministro de Coperos a su puesto como se lo predijera Iosef al interpretar su sueño, éste lo olvidó. Más el Ministro de Coperos no recordó a Iosef, sino que lo olvidó (Génesis 40:23). ¿Por qué emplea la Biblia este lenguaje repetitivo? ¡Obviamente, si el Ministro de Coperos no recordó a Iosef, lo olvidó! Sin embargo, se emplean ambos verbos, recordar y olvidar. La Biblia al emplear este lenguaje nos enseña una muy importante lección. Hay eventos que por ser de tan dominante magnitud, uno no debería recordar en todo momento, pero tampoco se los debe olvidar. Un evento tal es el Holocausto”.

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Recordar y olvidar: ambos verbos deben usarse. Quien renuncia al recuerdo es un necio y está condenado a repetir el pasado. Sin embargo, quien no sabe cuándo olvidar, cuándo perdonar, cuándo dejar ir, renuncia a avanzar y a seguir adelante. Quien quiere volver a vivir debe equilibrar el recuerdo y el olvido, recordar lo importante, pero sin permitir que el recuerdo y el dolor del pasado nublen sus ganas de vivir hoy. En Guatemala esto es importante y hemos de conseguir este equilibrio que tal vez esas señoras de las que me hablaron ya han encontrado. Recordar lo que muchos han sufrido, no dejar que mueran sus memorias, y al mismo tiempo olvidar, saber ir hacia delante, no dejar que el pasado nos impida construir un futuro común.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Volver a vivir

Carmen Camey
06 de febrero, 2018

He pasado las últimas semanas en un seminario en Yad Vashem, el museo del Holocausto en Jerusalén, estudiando e investigando sobre la Shoá. Eramos 35 personas de distintos países de Latinoamérica, todos educadores. En un momento, hablando sobre el mandato judío de recordar lo ocurrido, una profesora argentina me comentó que había estado en un congreso con algunas mujeres indígenas guatemaltecas que hablaban sobre el conflicto interno “sin ningún resentimiento y con gran ánimo de superación”. Me sentí orgullosa, pues ese fino y delicado equilibrio entre el recuerdo y el olvido son la clave para el avance positivo. Ese equilibrio es el motor de la historia.

Nadie duda de los sufrimientos de esas mujeres ni de los judíos durante el Holocausto, ni del sufrimiento de tantos otros que quizás no han sido recordados con tanta vehemencia. Sin embargo, no es cosa sencilla volver a vivir. Muchas veces cuando se habla de lo ocurrido durante esos años oscuros del dominio nazi se termina con un “final feliz” en el momento de la liberación. Pero, ¿qué fue de esas personas que sobrevivieron? ¿Cómo poder volver a vivir después de lo que habían visto, de lo que habían vivido? ¿A dónde ir cuando ya no les quedaba nada ni nadie? En definitiva: ¿cómo volver a vivir?

Para explicar la complicada relación de estos judíos con el pasado, el Rabí de Bluzhov explicaba a sus Jasidim: “Cuando el Faraón restituye al Ministro de Coperos a su puesto como se lo predijera Iosef al interpretar su sueño, éste lo olvidó. Más el Ministro de Coperos no recordó a Iosef, sino que lo olvidó (Génesis 40:23). ¿Por qué emplea la Biblia este lenguaje repetitivo? ¡Obviamente, si el Ministro de Coperos no recordó a Iosef, lo olvidó! Sin embargo, se emplean ambos verbos, recordar y olvidar. La Biblia al emplear este lenguaje nos enseña una muy importante lección. Hay eventos que por ser de tan dominante magnitud, uno no debería recordar en todo momento, pero tampoco se los debe olvidar. Un evento tal es el Holocausto”.

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Recordar y olvidar: ambos verbos deben usarse. Quien renuncia al recuerdo es un necio y está condenado a repetir el pasado. Sin embargo, quien no sabe cuándo olvidar, cuándo perdonar, cuándo dejar ir, renuncia a avanzar y a seguir adelante. Quien quiere volver a vivir debe equilibrar el recuerdo y el olvido, recordar lo importante, pero sin permitir que el recuerdo y el dolor del pasado nublen sus ganas de vivir hoy. En Guatemala esto es importante y hemos de conseguir este equilibrio que tal vez esas señoras de las que me hablaron ya han encontrado. Recordar lo que muchos han sufrido, no dejar que mueran sus memorias, y al mismo tiempo olvidar, saber ir hacia delante, no dejar que el pasado nos impida construir un futuro común.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo