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Contribución del Objetivismo a desvanecer los errores de KANT, parte 3

Warren Orbaugh
07 de febrero, 2018

Veamos ahora la formulación del problema general que consiste en cómo es posible la cognición a partir de la Razón pura con el lenguaje técnico que usa Kant. La pregunta en su terminología es: ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? El pensamiento, nos dice Kant, es el conocimiento por conceptos y los conceptos se relacionan como predicados de juicios posibles con una representación cualquiera de un objeto aún indeterminado. Y como el entendimiento es la facultad de pensar el objeto de la intuición sensible, el entendimiento es la facultad de juzgar.

Los juicios matemáticos son todos sintéticos, mas sin embargo, nos dice Kant, todas las conclusiones de las matemáticas proceden de acuerdo a la Ley de Contradicción, como lo demanda toda certeza apodíctica, y por lo tanto, todo juicio matemático es a priori, y no empírico, porque conlleva con él la necesidad, que no puede obtenerse de la experiencia. Tanto los principios de la matemática como los de la geometría necesitan ir más allá del análisis trayendo en su auxilio alguna imagen concreta, una visualización (Anschaung). Por ejemplo, el que una línea recta sea la distancia más corta entre dos puntos, es una proposición sintética, porque mi concepto de “recto” no contiene nada de cantidad, sólo de cualidad. El atributo de más corta es por tanto añadido y no puede provenir por el análisis o descomposición del concepto de línea recta. Aquí, insiste Kant, para que sea posible la síntesis es preciso acudir a la visualización intuitiva.

Los axiomas matemáticos como el todo es igual a sí mismo [a = a], o el todo es mayor que la parte [(a + b) > a], ciertamente son analíticos y se apoyan en la Ley de Contradicción, pero sólo sirven en tanto proposiciones idénticas, como método de concatenación y no como principios. Y sin embargo, nos dice Kant, aun estos, aunque reconocidos válidos de meros conceptos, son admitidos en las matemáticas solamente porque pueden ser representados en alguna forma visual. Lo que nos hace creer que el predicado de tales juicios apodícticos está ya contenido en nuestro concepto, y que por tanto el juicio es analítico, es según Kant, la duplicidad de la expresión, que nos lleva a pensar que el predicado está necesariamente implicado en el pensamiento del concepto sujeto, lo que entonces lo ata necesariamente al concepto. Pero la cuestión no reside en lo que unimos en el pensamiento al concepto sujeto dado, sino que a lo que de hecho pensamos junto con y en él, aunque de un modo oscuro, dice Kant. Entonces vemos de hecho que el predicado pertenece necesariamente al concepto sujeto, mas no directamente sino mediante una visualización que se le añade.

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La posibilidad de las proposiciones analíticas se comprende fácilmente ya que se apoyan en el Principio de Contradicción. La posibilidad de las proposiciones sintéticas a posteriori, aquellas que se dan apoyadas en la experiencia, no requieren mayor explicación ya que la experiencia no es sino una síntesis ininterrumpida de percepciones. Queda pues, según Kant, establecer, no la posibilidad de los juicios sintéticos a priori, pues como vimos con las matemáticas esta cognición sintética pero puramente racional existe de hecho, sino que cómo es tal cognición posible, para desde los principios de su posibilidad poder determinar las condiciones de su uso, su esfera y sus límites. O sea: ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?

En las matemáticas Kant sostiene que existe visualizaciones no sensuales o intuiciones puras (reine Anschauung) que deben formar su base, en las que se exhiben y construyen todos sus conceptos en concreto y sin embargo a priori. Las intuiciones empíricas nos permiten ampliar sin dificultad el concepto que enmarcamos de un objeto de la percepción sensorial, por medio de nuevos predicados que la intuición misma nos presenta sintéticamente en la experiencia. La intuición pura o visualización de formas en nuestra imaginación, de las que se excluye toda cosa sensual o pensamiento de cualidades materiales, hace lo mismo, sólo que con esta diferencia: que en el último caso el juicio sintético es cierto a priori y apodíctico, y en el primero, sólo a posteriori y empíricamente cierto, porque el primero contiene sólo aquello que ocurre en la intuición empírica contingente, mientras que el segundo contiene aquello que necesariamente debe descubrirse en la intuición pura. Aquí la intuición, al ser a priori, se da antes de toda experiencia, antes de toda percepción de cualquier objeto particular, inseparablemente unida a su concepto. Y los conceptos son tales, dice Kant, que fácilmente podemos formar algunos de ellos a priori, que no contengan nada sino el pensamiento de un objeto en general, como el concepto de causa, cantidad, cualidad, etcétera, como veremos en la analítica. Pero aun estos requieren para entenderse, un uso concreto, es decir, una aplicación a alguna experiencia sensual o intuición de un objeto dado. Pregunta el filósofo alemán: ¿Pero entonces, cómo puede la intuición del objeto (su visualización) preceder al objeto mismo? Si nuestra intuición fuera de tal naturaleza que representara las cosas como son en sí mismas, no habría ninguna intuición a priori, pues esta sería siempre empírica. Además, indica el prusiano, es incomprensible como la intuición de una cosa presente me hace conocer esta cosa como es en sí misma, ya que sus propiedades no pueden migrar a mi facultad de representación. Por lo tanto, dice Kant:

“Entonces sólo en una forma puede mi intuición (Anschauung) anticipar la actualidad del objeto, y darse como cognición a priori, cuando mi intuición no contiene nada más, que la forma de la sensibilidad, precediendo en mi subjetividad toda impresión actual por la que soy afectado por los objetos.”

Continuará.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Contribución del Objetivismo a desvanecer los errores de KANT, parte 3

Warren Orbaugh
07 de febrero, 2018

Veamos ahora la formulación del problema general que consiste en cómo es posible la cognición a partir de la Razón pura con el lenguaje técnico que usa Kant. La pregunta en su terminología es: ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? El pensamiento, nos dice Kant, es el conocimiento por conceptos y los conceptos se relacionan como predicados de juicios posibles con una representación cualquiera de un objeto aún indeterminado. Y como el entendimiento es la facultad de pensar el objeto de la intuición sensible, el entendimiento es la facultad de juzgar.

Los juicios matemáticos son todos sintéticos, mas sin embargo, nos dice Kant, todas las conclusiones de las matemáticas proceden de acuerdo a la Ley de Contradicción, como lo demanda toda certeza apodíctica, y por lo tanto, todo juicio matemático es a priori, y no empírico, porque conlleva con él la necesidad, que no puede obtenerse de la experiencia. Tanto los principios de la matemática como los de la geometría necesitan ir más allá del análisis trayendo en su auxilio alguna imagen concreta, una visualización (Anschaung). Por ejemplo, el que una línea recta sea la distancia más corta entre dos puntos, es una proposición sintética, porque mi concepto de “recto” no contiene nada de cantidad, sólo de cualidad. El atributo de más corta es por tanto añadido y no puede provenir por el análisis o descomposición del concepto de línea recta. Aquí, insiste Kant, para que sea posible la síntesis es preciso acudir a la visualización intuitiva.

Los axiomas matemáticos como el todo es igual a sí mismo [a = a], o el todo es mayor que la parte [(a + b) > a], ciertamente son analíticos y se apoyan en la Ley de Contradicción, pero sólo sirven en tanto proposiciones idénticas, como método de concatenación y no como principios. Y sin embargo, nos dice Kant, aun estos, aunque reconocidos válidos de meros conceptos, son admitidos en las matemáticas solamente porque pueden ser representados en alguna forma visual. Lo que nos hace creer que el predicado de tales juicios apodícticos está ya contenido en nuestro concepto, y que por tanto el juicio es analítico, es según Kant, la duplicidad de la expresión, que nos lleva a pensar que el predicado está necesariamente implicado en el pensamiento del concepto sujeto, lo que entonces lo ata necesariamente al concepto. Pero la cuestión no reside en lo que unimos en el pensamiento al concepto sujeto dado, sino que a lo que de hecho pensamos junto con y en él, aunque de un modo oscuro, dice Kant. Entonces vemos de hecho que el predicado pertenece necesariamente al concepto sujeto, mas no directamente sino mediante una visualización que se le añade.

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En las matemáticas Kant sostiene que existe visualizaciones no sensuales o intuiciones puras (reine Anschauung) que deben formar su base, en las que se exhiben y construyen todos sus conceptos en concreto y sin embargo a priori. Las intuiciones empíricas nos permiten ampliar sin dificultad el concepto que enmarcamos de un objeto de la percepción sensorial, por medio de nuevos predicados que la intuición misma nos presenta sintéticamente en la experiencia. La intuición pura o visualización de formas en nuestra imaginación, de las que se excluye toda cosa sensual o pensamiento de cualidades materiales, hace lo mismo, sólo que con esta diferencia: que en el último caso el juicio sintético es cierto a priori y apodíctico, y en el primero, sólo a posteriori y empíricamente cierto, porque el primero contiene sólo aquello que ocurre en la intuición empírica contingente, mientras que el segundo contiene aquello que necesariamente debe descubrirse en la intuición pura. Aquí la intuición, al ser a priori, se da antes de toda experiencia, antes de toda percepción de cualquier objeto particular, inseparablemente unida a su concepto. Y los conceptos son tales, dice Kant, que fácilmente podemos formar algunos de ellos a priori, que no contengan nada sino el pensamiento de un objeto en general, como el concepto de causa, cantidad, cualidad, etcétera, como veremos en la analítica. Pero aun estos requieren para entenderse, un uso concreto, es decir, una aplicación a alguna experiencia sensual o intuición de un objeto dado. Pregunta el filósofo alemán: ¿Pero entonces, cómo puede la intuición del objeto (su visualización) preceder al objeto mismo? Si nuestra intuición fuera de tal naturaleza que representara las cosas como son en sí mismas, no habría ninguna intuición a priori, pues esta sería siempre empírica. Además, indica el prusiano, es incomprensible como la intuición de una cosa presente me hace conocer esta cosa como es en sí misma, ya que sus propiedades no pueden migrar a mi facultad de representación. Por lo tanto, dice Kant:

“Entonces sólo en una forma puede mi intuición (Anschauung) anticipar la actualidad del objeto, y darse como cognición a priori, cuando mi intuición no contiene nada más, que la forma de la sensibilidad, precediendo en mi subjetividad toda impresión actual por la que soy afectado por los objetos.”

Continuará.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo