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¡Cuidado! En Guate hay que cuestionarlo todo

Juan Diego Godoy
11 de marzo, 2018

El 07 de marzo tuve la oportunidad de asistir al “Tercer Encuentro Ciudadano, ¿Estado Democrático o Estado Capturado?” y a pesar de haber visto tantos espectáculos y escuchado tantos discursos, he decidido quedarme con cuatro aspectos que considero son importantes y que, a mi criterio, debemos prestarles atención.

Primero, la finalidad del evento. He aprendido que es sano cuestionarlo todo y este tipo de eventos son un ejemplo de circunstancias que deben someterse a un atento juicio personal. Y es que muchas veces (lastimosamente) basta con analizar quién está detrás del acto para comprender cuáles pueden ser sus inclinaciones. Personalmente, hasta la fecha no tengo absolutamente nada en contra de Gutiérrez. No lo conozco (aunque pude notar que es un gran orador) y sé que me hace falta investigar a este personaje más a fondo. Eso sí, lo que cualquiera con dos dedos de frente sabe es que es una figura muy importante cuando se trata de decisiones políticas y económicas en el país. Que este personaje haya regresado a encabezar los titulares en este preciso momento (cuando nos enfrentamos a la elección de un nuevo fiscal general, nuevo Superintendente y atravesamos una crisis política que no pareciera terminar) y con ese discurso anticorrupción (uno que cae como anillo al dedo y que es un mensaje con el que indudablemente cualquiera queda bien) es una llamada de atención; una alerta. Bien dicen por ahí que “nadie gasta su tiempo, recursos y energías en aquello que no le interesa”. Saliéndonos del falso discurso patriota y romántico, el regreso de este personaje a los escenarios llama la atención, para bien o para mal. Y como hemos tenido mala experiencia con los personajes que pronuncian buenos discursos sin ser estadistas, no nos queda más que estar atentos y evitar ser convencidos, o engañados, por cualquiera con mucho poder.

Segundo, la participación de Thelma Aldana. Tampoco tengo nada personal contra la Fiscal General y aunque no esté de acuerdo con la extrema mediatización que han tenido los casos investigados por el MP y la Cicig y crea que, tal como lo dijo Nikki Haley (la embajadora permanente de Estados Unidos en la ONU) “Deberían ser como el FBI: todos saben que hacen su trabajo, pero lo hacen en silencio. No necesitan estar en el periódico todos los días”, respeto y reconozco que Aldana ha hecho un importante papel. Es cierto que pasará a la historia como uno de los personajes más notorios en la historia moderna de nuestro país. Sin embargo preocupa mucho la a veces ciega admiración del guatemalteco por este personaje. La historia ya nos ha enseñado que ni debemos odiar pero tampoco adorar a los políticos, funcionarios públicos y famosos. Todo con medida. Y por lo que he visto en los últimos años y por lo que viví en este evento, considero que está bien reconocer la labor de las personas, pero tampoco debemos endiosarlas. Con esto no pretendo descalificar a la Fiscal, sino llamar al orden y tener cuidado con enamorarnos de una idea y una figura que nos llegue a nublar nuestro juicio razonable cuando tengamos que pensar en nuestro futuro.

Tercero, el debate de los jóvenes. Esto fue, más que nada, un mensaje muy positivo. Independientemente de lo que se dijo en ese debate, quedó expuesto que en el país hay una generación que ha despertado y que es muy distinta a la de sus padres; una generación que creció asustada por los muy recientes efectos del conflicto armado interno. La siguiente frase es muy romántica y se ha escrito mucho, pero es muy cierta hoy por hoy: “los jóvenes somos el futuro de este país” y me alegra ver que aquellos que estuvieron presentes (no solo en la tarima porque había también importantes personajes en el público) estén interesados en construir un mejor país. Eso si, cabe reconocer que no es un mérito. Es nuestro deber y nuestra obligación como juventud construir una mejor nación. Sin embargo, da gusto saber que no es una batalla de un solo soldado y que el ejército crece poco a poco, y no con armas, pero con cerebros.

Por último, la clara y nula existencia de ideologías. Lo dijo Gabriela Carrera: “El hecho de que los partidos políticos carezcan de ideología se debe a que carecen de proyectos políticos”. A eso se debe la pobreza de nuestros partidos políticos, que de partidos no tienen nada. Ningún país con partidos políticos que defiendan una ideología clara llega a tener 26 grupos en el Congreso. Es ridículo. Los únicos partidos que hay hoy por hoy (y ese si lo comparto) son el corrupto y el anti-corrupto. En esos dos partidos caben todos los guatemaltecos; hasta la fecha no sabemos cuál tiene más afiliados. Es urgente plantear y ejecutar “proyectos políticos” entonces para construir una verdadera democracia, con partidos políticos que sirvan como ese vehículo sano para ejercerla. Como dijo Samuel Pérez en el evento, “debemos renovar la oferta política y dejar atrás ese reciclaje político”. ¿Como se consigue esto? ¡Participando sin miedo! O como diría alguien por ahí, “mojándose los pies”.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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Juan Diego Godoy
11 de marzo, 2018

El 07 de marzo tuve la oportunidad de asistir al “Tercer Encuentro Ciudadano, ¿Estado Democrático o Estado Capturado?” y a pesar de haber visto tantos espectáculos y escuchado tantos discursos, he decidido quedarme con cuatro aspectos que considero son importantes y que, a mi criterio, debemos prestarles atención.

Primero, la finalidad del evento. He aprendido que es sano cuestionarlo todo y este tipo de eventos son un ejemplo de circunstancias que deben someterse a un atento juicio personal. Y es que muchas veces (lastimosamente) basta con analizar quién está detrás del acto para comprender cuáles pueden ser sus inclinaciones. Personalmente, hasta la fecha no tengo absolutamente nada en contra de Gutiérrez. No lo conozco (aunque pude notar que es un gran orador) y sé que me hace falta investigar a este personaje más a fondo. Eso sí, lo que cualquiera con dos dedos de frente sabe es que es una figura muy importante cuando se trata de decisiones políticas y económicas en el país. Que este personaje haya regresado a encabezar los titulares en este preciso momento (cuando nos enfrentamos a la elección de un nuevo fiscal general, nuevo Superintendente y atravesamos una crisis política que no pareciera terminar) y con ese discurso anticorrupción (uno que cae como anillo al dedo y que es un mensaje con el que indudablemente cualquiera queda bien) es una llamada de atención; una alerta. Bien dicen por ahí que “nadie gasta su tiempo, recursos y energías en aquello que no le interesa”. Saliéndonos del falso discurso patriota y romántico, el regreso de este personaje a los escenarios llama la atención, para bien o para mal. Y como hemos tenido mala experiencia con los personajes que pronuncian buenos discursos sin ser estadistas, no nos queda más que estar atentos y evitar ser convencidos, o engañados, por cualquiera con mucho poder.

Segundo, la participación de Thelma Aldana. Tampoco tengo nada personal contra la Fiscal General y aunque no esté de acuerdo con la extrema mediatización que han tenido los casos investigados por el MP y la Cicig y crea que, tal como lo dijo Nikki Haley (la embajadora permanente de Estados Unidos en la ONU) “Deberían ser como el FBI: todos saben que hacen su trabajo, pero lo hacen en silencio. No necesitan estar en el periódico todos los días”, respeto y reconozco que Aldana ha hecho un importante papel. Es cierto que pasará a la historia como uno de los personajes más notorios en la historia moderna de nuestro país. Sin embargo preocupa mucho la a veces ciega admiración del guatemalteco por este personaje. La historia ya nos ha enseñado que ni debemos odiar pero tampoco adorar a los políticos, funcionarios públicos y famosos. Todo con medida. Y por lo que he visto en los últimos años y por lo que viví en este evento, considero que está bien reconocer la labor de las personas, pero tampoco debemos endiosarlas. Con esto no pretendo descalificar a la Fiscal, sino llamar al orden y tener cuidado con enamorarnos de una idea y una figura que nos llegue a nublar nuestro juicio razonable cuando tengamos que pensar en nuestro futuro.

Tercero, el debate de los jóvenes. Esto fue, más que nada, un mensaje muy positivo. Independientemente de lo que se dijo en ese debate, quedó expuesto que en el país hay una generación que ha despertado y que es muy distinta a la de sus padres; una generación que creció asustada por los muy recientes efectos del conflicto armado interno. La siguiente frase es muy romántica y se ha escrito mucho, pero es muy cierta hoy por hoy: “los jóvenes somos el futuro de este país” y me alegra ver que aquellos que estuvieron presentes (no solo en la tarima porque había también importantes personajes en el público) estén interesados en construir un mejor país. Eso si, cabe reconocer que no es un mérito. Es nuestro deber y nuestra obligación como juventud construir una mejor nación. Sin embargo, da gusto saber que no es una batalla de un solo soldado y que el ejército crece poco a poco, y no con armas, pero con cerebros.

Por último, la clara y nula existencia de ideologías. Lo dijo Gabriela Carrera: “El hecho de que los partidos políticos carezcan de ideología se debe a que carecen de proyectos políticos”. A eso se debe la pobreza de nuestros partidos políticos, que de partidos no tienen nada. Ningún país con partidos políticos que defiendan una ideología clara llega a tener 26 grupos en el Congreso. Es ridículo. Los únicos partidos que hay hoy por hoy (y ese si lo comparto) son el corrupto y el anti-corrupto. En esos dos partidos caben todos los guatemaltecos; hasta la fecha no sabemos cuál tiene más afiliados. Es urgente plantear y ejecutar “proyectos políticos” entonces para construir una verdadera democracia, con partidos políticos que sirvan como ese vehículo sano para ejercerla. Como dijo Samuel Pérez en el evento, “debemos renovar la oferta política y dejar atrás ese reciclaje político”. ¿Como se consigue esto? ¡Participando sin miedo! O como diría alguien por ahí, “mojándose los pies”.

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