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Monzón y el sistema electoral putrefacto

Jorge Alvarado
06 de abril, 2018

Nuevamente es importante mencionar que para que cambie un país hay que cambiar tres cosas fundamentalmente que son: el sistema político (carta magna), el sistema electoral y el sistema de partidos. En Guatemala, tenemos una Ley Electoral y de Partidos Políticos putrefacta y maloliente que favorece y soporta sistemáticamente a una clase política mediocre, perversa y mezquina.
Las declaraciones del colaborador eficaz Juan Carlos Monzón en el caso cooptación del Estado, la Línea entre otros, solamente es la comprobación de cómo funciona el sistema electoral y pone sobre la mesa como tema fundamental el delito del financiamiento electoral ilícito y las formas de llegar al poder para saquear el Estado de una forma asquerosa y que llora sangre.
La narrativa del ex secretario privado de Roxana Baldetti es tan peculiar que incluso el mismo Monzón hace analogía a los pasajes y personajes bíblicos para referirse al ex presidente Otto Pérez Molina como el “Rey David” y a la ex vicepresidenta Roxana Baldetti como la “Reina Jezabel” y de cómo ese espíritu demoniaco estuvo presente durante todo el gobierno del Partido Patriota.
Hoy en día, Juan Carlos Monzón y sus declaraciones escalofriantes nos hacen reflexionar de cómo las redes de poder se unen con el único objetivo de lucrar con las instituciones del estado y nos recuerda que el sistema electoral está colapsado desde cualquier perspectiva. Paradójicamente, la Corte de Constitucionalidad le ordenó al Congreso de la República crear una Comisión Extraordinaria para reformar el artículo 407 inciso N del Código Penal sobre financiamiento electoral ilícito. Esto es un mal chiste, casi como poner a cuidar a Drácula el banco de sangre. Esto quiere decir, pedirle a una legislatura marcada por diputados señalados, con procesos penales abiertos, otros en la cárcel, otros diputados que pronto saldrán a la luz pública por casos de corrupción hacer una ley que los beneficie. Cómo podemos confiar en el “pacto de corruptos” para reformar el delito del financiamiento electoral ilícito, es ridículo, aberrante y absurdo.
En Guatemala, tenemos un modelo y sistema político diseñado para la impunidad y la corrupción. La única reflexión que debería venir a nuestra mente es que no hay moral electoral para llevar al poder a personajes oscuros en las próximas elecciones porque llegue quien llegue el sistema no ha cambiado en nada. La pregunta es: ¿Cómo podremos celebrar unas elecciones en donde ya sabemos el resultado y el final? El cual no será tan diferente de los incentivos e intereses perversos que hay en juego para las redes de poder que lo controlan todo.
Nuestro sistema político electoral y de partidos es lo más semejante al slogan de uno de los bancos del sistema: casas, carros, sueldos, puntos. Es increíble que ser político en este país sea sinónimo de ladrón, pues la política no es mala son las personas quienes llegan a saciar sus ansias de poder, de enriquecimiento ilícito a través de un modelo de negocios como lo son las comisiones, coimas, sobrevaloraciones, contratistas del Estado, plazas fantasma, entre decenas de métodos con el único objetivo de acumular riqueza.
De nuevo, insisto, la moral electoral está por los suelos. Monzón solamente ha corroborado el “vox populi” sobre la mediocridad de nuestro sistema electoral. El financiamiento electoral ilícito dinerario o en especie es uno de los verdaderos causantes del subdesarrollo de un país como nuestra bella Guatemala. Es triste y lamentable pensar en que en el próximo enero de 2019 será la convocatoria a elecciones generales de un sistema que se cae en pedacitos cada día. Si reflexionamos por un momento nos tomaría poco tiempo llegar a la conclusión que seguiremos en una espiral de corrupción e impunidad que nos llevara al cataclismo sin precedentes.
Cuando ya no sabes en quien creer; no encuentras por quien votar; no identificas líderes en tu sociedad; comprendes que se habla de cambiar, pero no cambia nada y todo es parte de un discurso político de masas, en ese momento te das cuenta de que estamos en un verdadero problema. Que las soluciones a nuestros problemas no están dentro de la agenda de esta clase política expirada. ¿Qué vamos a hacer? ¿Acaso quedarnos de brazos cruzados? Lo más denso y tenso está por venir. ¿Estás preparado para asumir tu responsabilidad ciudadana?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Monzón y el sistema electoral putrefacto

Jorge Alvarado
06 de abril, 2018

Nuevamente es importante mencionar que para que cambie un país hay que cambiar tres cosas fundamentalmente que son: el sistema político (carta magna), el sistema electoral y el sistema de partidos. En Guatemala, tenemos una Ley Electoral y de Partidos Políticos putrefacta y maloliente que favorece y soporta sistemáticamente a una clase política mediocre, perversa y mezquina.
Las declaraciones del colaborador eficaz Juan Carlos Monzón en el caso cooptación del Estado, la Línea entre otros, solamente es la comprobación de cómo funciona el sistema electoral y pone sobre la mesa como tema fundamental el delito del financiamiento electoral ilícito y las formas de llegar al poder para saquear el Estado de una forma asquerosa y que llora sangre.
La narrativa del ex secretario privado de Roxana Baldetti es tan peculiar que incluso el mismo Monzón hace analogía a los pasajes y personajes bíblicos para referirse al ex presidente Otto Pérez Molina como el “Rey David” y a la ex vicepresidenta Roxana Baldetti como la “Reina Jezabel” y de cómo ese espíritu demoniaco estuvo presente durante todo el gobierno del Partido Patriota.
Hoy en día, Juan Carlos Monzón y sus declaraciones escalofriantes nos hacen reflexionar de cómo las redes de poder se unen con el único objetivo de lucrar con las instituciones del estado y nos recuerda que el sistema electoral está colapsado desde cualquier perspectiva. Paradójicamente, la Corte de Constitucionalidad le ordenó al Congreso de la República crear una Comisión Extraordinaria para reformar el artículo 407 inciso N del Código Penal sobre financiamiento electoral ilícito. Esto es un mal chiste, casi como poner a cuidar a Drácula el banco de sangre. Esto quiere decir, pedirle a una legislatura marcada por diputados señalados, con procesos penales abiertos, otros en la cárcel, otros diputados que pronto saldrán a la luz pública por casos de corrupción hacer una ley que los beneficie. Cómo podemos confiar en el “pacto de corruptos” para reformar el delito del financiamiento electoral ilícito, es ridículo, aberrante y absurdo.
En Guatemala, tenemos un modelo y sistema político diseñado para la impunidad y la corrupción. La única reflexión que debería venir a nuestra mente es que no hay moral electoral para llevar al poder a personajes oscuros en las próximas elecciones porque llegue quien llegue el sistema no ha cambiado en nada. La pregunta es: ¿Cómo podremos celebrar unas elecciones en donde ya sabemos el resultado y el final? El cual no será tan diferente de los incentivos e intereses perversos que hay en juego para las redes de poder que lo controlan todo.
Nuestro sistema político electoral y de partidos es lo más semejante al slogan de uno de los bancos del sistema: casas, carros, sueldos, puntos. Es increíble que ser político en este país sea sinónimo de ladrón, pues la política no es mala son las personas quienes llegan a saciar sus ansias de poder, de enriquecimiento ilícito a través de un modelo de negocios como lo son las comisiones, coimas, sobrevaloraciones, contratistas del Estado, plazas fantasma, entre decenas de métodos con el único objetivo de acumular riqueza.
De nuevo, insisto, la moral electoral está por los suelos. Monzón solamente ha corroborado el “vox populi” sobre la mediocridad de nuestro sistema electoral. El financiamiento electoral ilícito dinerario o en especie es uno de los verdaderos causantes del subdesarrollo de un país como nuestra bella Guatemala. Es triste y lamentable pensar en que en el próximo enero de 2019 será la convocatoria a elecciones generales de un sistema que se cae en pedacitos cada día. Si reflexionamos por un momento nos tomaría poco tiempo llegar a la conclusión que seguiremos en una espiral de corrupción e impunidad que nos llevara al cataclismo sin precedentes.
Cuando ya no sabes en quien creer; no encuentras por quien votar; no identificas líderes en tu sociedad; comprendes que se habla de cambiar, pero no cambia nada y todo es parte de un discurso político de masas, en ese momento te das cuenta de que estamos en un verdadero problema. Que las soluciones a nuestros problemas no están dentro de la agenda de esta clase política expirada. ¿Qué vamos a hacer? ¿Acaso quedarnos de brazos cruzados? Lo más denso y tenso está por venir. ¿Estás preparado para asumir tu responsabilidad ciudadana?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo