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Un obiturario para Jon Dunn

Gabriel Arana Fuentes
25 de abril, 2018

Desde que Jon Dunn me dio clases en la universidad Rafael Landívar ha sido un referente en mis conversaciones con comunicadores. Con muchos exalumnos coincidimos en la genialidad de su pedagogía, y con otros… no tanto. Conozco a muchxs detractorxs. Y ahora, que recién ha muerto Jon, los traigo a colación.

Jon respetaba tu opinión, eso recuerdo yo. Entonces, primero trataré de describir al comunicador que rechazaba la clase de Jon, esa en la que todos sacaban 100 puntos y por eso no servía.

El detractor de Jon era el que quería un catedrático cuadrado de colegio.

“Tome su libro y ábralo en la página 45. Van a leer el capítulo y luego haremos una compresión de lectura. Para el lunes, tendremos un exámen que va de la página 45 a la 94. Estudien jóvenes”.

Si eso era lo que querías, como lo hacían otros catedráticos landivarianos… ahuevos que ibas a aborrecer una clase de Jon. Ahora recuerdo una que dictaba el contenido de un cuaderno desvencijado.

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Entonces, Jon Dunn, este catedrático con su spanglish, te iba a obligar a usar tu cerebro, si no estabas dispuesto a abrir tu mente… te iba a caer mal. ¿y cómo no? luego de 13 años de educación que premia a la memoria, era difìcil, o un reto que no fácil aceptarías, el toparte con alguien que te iba obligar a ser creativo, a utilizar tu mente a cuestionarte tus creencias e ideas.

Por eso es que ahora, a pocos días de su muerte, es que en las redes sociales su nombre es tendencia entre los comunicadores landivarianos. Vi que Edgar López puso algo así como: “Si Jon Dunn no te dio clases… no podés decir que sos comunicador de la Landivar”, creo que tienen razón.

Jon Dunn y su forma de llamarte la atención

Tengo muchas anécdotas de los cuatro cursos que me dio. Y sin extenderme mucho demostraré con ellas, la genialidad de este don.

Luego de entregar notas de un proyecto audiovisual, con mi grupo sacamos una calificación de 6 de un proyecto de 10 puntos netos. Otro grupo, uno de unas compañeras poco creativas y con un video simple, muy chafa en mi opinión,  sacaron 8 de 10.

Me indigné.

¿Cómo era posible que a un video tan malo le fue mejor que al mío, uno que en mi opinión era muuuuucho mejor? Me acerqué, y mitad reclamo, mitad duda honesta, le dije al mítico Jon Dunn:

-Ala Jon, hoy se peló con la nota. Nos puso 6, y hay otros trabajos con mejor nota. Y no son mejores, ahí con tomas a contraluz… -me interrumpió-

[SIC]

Shhh, shh… Gaby, escuchar, Gaby… El trabajo de XX (agarró en el aire a qué trabajo me refería) es máximo esfuerzo de ellas. Su esfuerzo es en video evidente. Ellas evolucionar de verdad con su trabajo. Recuerda primas muestras de ellas. XX y su grupo esforzaron mucho…

En cambio tú, ¡I mean, Puta! huevones verga todos con tus amigos. Todos ser muy creativos, pero ser huevones. Muy huevones. No quieren avanzar y se autochinga. Ja, ja, ja… Sebas, Héctor, Alejandro, Rodrigo y tú muy huevones. Ja, ja, ja, ja. Ustedes no esforzarse en el video. Si no te presionas, no te sorprenderás a ti mismo. Tu esfuerzo merece un 6”.

Fue un knock out. La risa que le siguió fue una sinfonía de realidad que me lanzó al suelo.

Un golpe que desmoronó en instantes años de arrogancia. Agradecí su honestidad. Me sentí halagado con su amistad. La primera gran lección de muchas. Con 18 años entendí su frase favorita: “no te autochingues”.

Y como yo, aseguro que muchas personas recibieron esas perlas de sabiduría.

Otra ocasión, y con eso dejo de escribir. Jon me ayudó a seguir en la U. Desempleado, a final de semestre, y sin experiencia en medios… digamos que no tenía muchas opciones.

[SIC]

“Gaby, ven. Ana dijo que no seguirías en la U ¿por qué te autochingas?-  expliqué mis motivos. Me dijo entonces que debía llegar al Laboratorio de la U y que trabajaría archivando todos los trabajos de comunicación que sería algo temporal.

Llegué y recuerdo que ni Mariano, ni Edgar, los encargados de entonces, sabían algo. Ambos me respondieron: “si Jon dice, dale”. Ahí me pasé las tardes de un mes archivando los trabajo de video de los estudiantes de la década de los años 90, luego los videos la de principios de 2000.

Terminé y Jon me dio un cheque. Con eso pagué la matrícula del siguiente ciclo.

Tiempo después y atando cabos supe que el dinero salió de su bolsa. Supe que lo que había hecho era cuestionable a ojos de la enseñanza landivariana. Y lo hizo porque según él y las personas que como él me ayudaron a seguir en la universidad, lo hicieron porque en mí veían potencial.

“No me debes nada Gaby. No me lo pagues. Recuerda, no te autochingues”, eso dijo cuando en otra ocasión intenté hablar con él del tema. Esa fue la última vez que hablé con él.

El viernes 20 de abril, a las 9 de la noche me cayó un whatsapp, “Pst, se murió Jon”.

Una avalancha de nostalgia me cayó encima. Sentí alivio por él. Sabía que estaba enfermo y que en temas de salud no la pasaba bien. No dejé de sentir tristeza. 17 años desde aquellas lecciones, y no las olvido. No te autochingues…. no te autochingues.

Jon Dunn, ¡qué sujeto!

El sábado 21, en la funeraria, vi a conocidos a los que no sabía que Jon les había dado clases. Vi rostros que justo desde esa época no veía. Según supe, mucha gente llegó a rendirle y darle las gracias el viernes por la noche.

Hace poco, su hija publicó:

“Aquí es donde descansará mi papá, les quiero mostrar que colocamos todo aquello que lo representa a él, lastimosamente por el espacio no se pudieron agregar más cosas. Para todo aquel que lo quiera visitar, esta en el Cementerio Los Parques en el columbario”.

Gracias Jon, lo único que lamento es perderme los Derbys en su casa. Nunca fui.

Me encantaría pensar que mis palabras están a la altura de un sujeto que siendo extranjero, ayudó y formó una estructura de pensamiento innovadora en muchos comunicadores en Guatemala, un país que no era el suyo. ¿A cuánta gente formaría? Muchos de ellos los has visto en la televisión nacional, has visto sus películas o has leído sus reportajes en los periódicos nacionales.

Vino a Guatemala en 1986 y jamás se fue, ni se irá.

Jon, gracias


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Gabriel Arana Fuentes
25 de abril, 2018

Desde que Jon Dunn me dio clases en la universidad Rafael Landívar ha sido un referente en mis conversaciones con comunicadores. Con muchos exalumnos coincidimos en la genialidad de su pedagogía, y con otros… no tanto. Conozco a muchxs detractorxs. Y ahora, que recién ha muerto Jon, los traigo a colación.

Jon respetaba tu opinión, eso recuerdo yo. Entonces, primero trataré de describir al comunicador que rechazaba la clase de Jon, esa en la que todos sacaban 100 puntos y por eso no servía.

El detractor de Jon era el que quería un catedrático cuadrado de colegio.

“Tome su libro y ábralo en la página 45. Van a leer el capítulo y luego haremos una compresión de lectura. Para el lunes, tendremos un exámen que va de la página 45 a la 94. Estudien jóvenes”.

Si eso era lo que querías, como lo hacían otros catedráticos landivarianos… ahuevos que ibas a aborrecer una clase de Jon. Ahora recuerdo una que dictaba el contenido de un cuaderno desvencijado.

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Entonces, Jon Dunn, este catedrático con su spanglish, te iba a obligar a usar tu cerebro, si no estabas dispuesto a abrir tu mente… te iba a caer mal. ¿y cómo no? luego de 13 años de educación que premia a la memoria, era difìcil, o un reto que no fácil aceptarías, el toparte con alguien que te iba obligar a ser creativo, a utilizar tu mente a cuestionarte tus creencias e ideas.

Por eso es que ahora, a pocos días de su muerte, es que en las redes sociales su nombre es tendencia entre los comunicadores landivarianos. Vi que Edgar López puso algo así como: “Si Jon Dunn no te dio clases… no podés decir que sos comunicador de la Landivar”, creo que tienen razón.

Jon Dunn y su forma de llamarte la atención

Tengo muchas anécdotas de los cuatro cursos que me dio. Y sin extenderme mucho demostraré con ellas, la genialidad de este don.

Luego de entregar notas de un proyecto audiovisual, con mi grupo sacamos una calificación de 6 de un proyecto de 10 puntos netos. Otro grupo, uno de unas compañeras poco creativas y con un video simple, muy chafa en mi opinión,  sacaron 8 de 10.

Me indigné.

¿Cómo era posible que a un video tan malo le fue mejor que al mío, uno que en mi opinión era muuuuucho mejor? Me acerqué, y mitad reclamo, mitad duda honesta, le dije al mítico Jon Dunn:

-Ala Jon, hoy se peló con la nota. Nos puso 6, y hay otros trabajos con mejor nota. Y no son mejores, ahí con tomas a contraluz… -me interrumpió-

[SIC]

Shhh, shh… Gaby, escuchar, Gaby… El trabajo de XX (agarró en el aire a qué trabajo me refería) es máximo esfuerzo de ellas. Su esfuerzo es en video evidente. Ellas evolucionar de verdad con su trabajo. Recuerda primas muestras de ellas. XX y su grupo esforzaron mucho…

En cambio tú, ¡I mean, Puta! huevones verga todos con tus amigos. Todos ser muy creativos, pero ser huevones. Muy huevones. No quieren avanzar y se autochinga. Ja, ja, ja… Sebas, Héctor, Alejandro, Rodrigo y tú muy huevones. Ja, ja, ja, ja. Ustedes no esforzarse en el video. Si no te presionas, no te sorprenderás a ti mismo. Tu esfuerzo merece un 6”.

Fue un knock out. La risa que le siguió fue una sinfonía de realidad que me lanzó al suelo.

Un golpe que desmoronó en instantes años de arrogancia. Agradecí su honestidad. Me sentí halagado con su amistad. La primera gran lección de muchas. Con 18 años entendí su frase favorita: “no te autochingues”.

Y como yo, aseguro que muchas personas recibieron esas perlas de sabiduría.

Otra ocasión, y con eso dejo de escribir. Jon me ayudó a seguir en la U. Desempleado, a final de semestre, y sin experiencia en medios… digamos que no tenía muchas opciones.

[SIC]

“Gaby, ven. Ana dijo que no seguirías en la U ¿por qué te autochingas?-  expliqué mis motivos. Me dijo entonces que debía llegar al Laboratorio de la U y que trabajaría archivando todos los trabajos de comunicación que sería algo temporal.

Llegué y recuerdo que ni Mariano, ni Edgar, los encargados de entonces, sabían algo. Ambos me respondieron: “si Jon dice, dale”. Ahí me pasé las tardes de un mes archivando los trabajo de video de los estudiantes de la década de los años 90, luego los videos la de principios de 2000.

Terminé y Jon me dio un cheque. Con eso pagué la matrícula del siguiente ciclo.

Tiempo después y atando cabos supe que el dinero salió de su bolsa. Supe que lo que había hecho era cuestionable a ojos de la enseñanza landivariana. Y lo hizo porque según él y las personas que como él me ayudaron a seguir en la universidad, lo hicieron porque en mí veían potencial.

“No me debes nada Gaby. No me lo pagues. Recuerda, no te autochingues”, eso dijo cuando en otra ocasión intenté hablar con él del tema. Esa fue la última vez que hablé con él.

El viernes 20 de abril, a las 9 de la noche me cayó un whatsapp, “Pst, se murió Jon”.

Una avalancha de nostalgia me cayó encima. Sentí alivio por él. Sabía que estaba enfermo y que en temas de salud no la pasaba bien. No dejé de sentir tristeza. 17 años desde aquellas lecciones, y no las olvido. No te autochingues…. no te autochingues.

Jon Dunn, ¡qué sujeto!

El sábado 21, en la funeraria, vi a conocidos a los que no sabía que Jon les había dado clases. Vi rostros que justo desde esa época no veía. Según supe, mucha gente llegó a rendirle y darle las gracias el viernes por la noche.

Hace poco, su hija publicó:

“Aquí es donde descansará mi papá, les quiero mostrar que colocamos todo aquello que lo representa a él, lastimosamente por el espacio no se pudieron agregar más cosas. Para todo aquel que lo quiera visitar, esta en el Cementerio Los Parques en el columbario”.

Gracias Jon, lo único que lamento es perderme los Derbys en su casa. Nunca fui.

Me encantaría pensar que mis palabras están a la altura de un sujeto que siendo extranjero, ayudó y formó una estructura de pensamiento innovadora en muchos comunicadores en Guatemala, un país que no era el suyo. ¿A cuánta gente formaría? Muchos de ellos los has visto en la televisión nacional, has visto sus películas o has leído sus reportajes en los periódicos nacionales.

Vino a Guatemala en 1986 y jamás se fue, ni se irá.

Jon, gracias


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