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La palabra perfecta

Diana Brown
30 de abril, 2018

La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta, es la misma que entre el rayo y la luciérnaga.​​​​​​​​​Mark Twain

El gozo por un libro espectacular exige compartirlo. La armonía de su lenguaje, la coherencia de los conceptosplasmados, el ritmo dentro de una proposición, la estructura del andamiaje de las ideas, y todos estos son elementos que no siempre se encuentran en un libro. Habrá un pincelazo de uno, una posibilidad de lo otro, pero el conjunto total de las perfecciones literarias, difícilmente se encuentran.

La excepción que confirma la regla se llama “Los libros y la libertad”, escrito por Emilio Lledó.  Un tomo delgado, de apenas ciento cincuenta y nueve páginas; pero cada una de ellas contiene una riqueza invaluable, un tesoro que cuando se internaliza jamás se podrá perder, un despertar de comprensión de la importancia de la palabra exacta.

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En el capitulo uno, el autor comparte  con el lector variadasinquietudes sobre el concepto de cultura; lo ata al lenguaje, elemento que en cuanto el ser humano inicia la expresión en sus primeros balbuceos , se sale de ser un “animal”  y llega a ser el ser humano. El psicólogo que fue en primera instancia, biólogo, Jean Piaget, en su teoría de la inteligencia, la cual basa en la observación puntual y continua de sus hijos, expuso que la inteligencia y el pensamiento se desarrollancuando el ser humano inicia el habla.  Lev Vigotsky, contemporáneo de época y de pensamiento, añade otro factor, la socialización, el compartir con los pares, así enriqueciendo la experiencia vivencial. Ambos gozan de ser constructores del conocimiento, observan el andamiaje que permite el aprendizaje estructurado, afianzándolo en el conocimiento previo. ¿Y cómo se percibe este conocimiento? ¿Cómo se comparte? Por medio del lenguaje.

El autor Lledó demuestra la innegable importancia del lenguaje con referencias y ejemplos de la inclusión  verbal en el sentimiento de la amistad, como base esencial de la socialización; la humanización como lo comparte él, que forma parte intrínseca de una cultura, las relaciones entre los grupos, y una mutua identificación.

En el siglo veintiuno, el lenguaje es aún mas importante; la velocidad de la comunicación debe provocar su uso perfecto, aunque por la premura de la misma comunicación, suceden errores, por momentos graciosos, en otros, sumamente negativos.    El lenguaje pasa las fronteras culturales  por la ultra carretera cibernética; las traducciones de obras clásicas, y las nuevas propuestas arriban con el simple pulsar de la tecla. El uso adecuado del lenguaje queda en las huellas de su arribo. La amplitud de las variadas interpretaciones de las palabras, puede torcer su comprensión y llevar a conclusiones que no fueron su intención.

Dentro de los conceptos de cultura que comparte Lledó se encuentra la ética colectiva, la sabiduría transmitida por generaciones.  El ejercicio de sofistica, que de acuerdo al DRAE es “Movimiento cultural que en Grecia del siglo V antes de Cristo intentaba renovar los hábitos mentales tradicionales mediante el análisis del lenguaje y su utilización para influir en las ciudades.” ; es el estudio y aplicación de la palabra. Hoy día, se podría cuestionar,  se usa así ¿en la política o en la publicidad?  ¿Cómo influye una sola palabra perfectamente colocada en lo que es el deseo de adquirir alguna prenda o pertenencia? O en la intención de voto? Y la entonces influencia en la cultura, que sufre vaivenes, cambiando la sociedad, basado en el uso del lenguaje. Se confía que se use correctamente. El receptor debe estar alerta a todas la excepciones, y cuidadosamente analizar la estructura del enunciado: sustantivos, verbos y complementos, un mundo en redondo.

Se sufre la sensible preocupación por las generaciones en desarrollo, que dominan las teclas de dispositivos cibernéticos, por ende una comunicación instantánea, comunicándose con aberraciones gramaticales y abreviaturas cada vez más minúsculas, que provocan la perdida de la riqueza de la etimología de cada palabra, la cual refleja su desarrollo durante los siglos.

El privilegio de leer libros excepcionales como este enriquece el mundo de la interpretación personal. Entre más palabras y conceptos que se integran al vocabulario, se adquiere más visión de mundo, y la cultura se enriquece como resultado de ello. Se desarrolla la imaginación, la creatividad, la innovación; todas ellas reflejadas en como cada ser se comunica, con la palabra precisa en el momento perfecto.

El delgado tomo de ciento cincuenta y nueve palabras resalta la importancia de la palabra y todo el sentimiento que conlleva. En estos días de sentimientos profundos,  y exabruptos agresivos, sería sensato pensar antes de hablar, elegir las palabras correctas y expresarse con respeto, comunicar el sentido con pausa, porque las palabras pueden confortar, elevar, alegrar, y también herir.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

La palabra perfecta

Diana Brown
30 de abril, 2018

La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta, es la misma que entre el rayo y la luciérnaga.​​​​​​​​​Mark Twain

El gozo por un libro espectacular exige compartirlo. La armonía de su lenguaje, la coherencia de los conceptosplasmados, el ritmo dentro de una proposición, la estructura del andamiaje de las ideas, y todos estos son elementos que no siempre se encuentran en un libro. Habrá un pincelazo de uno, una posibilidad de lo otro, pero el conjunto total de las perfecciones literarias, difícilmente se encuentran.

La excepción que confirma la regla se llama “Los libros y la libertad”, escrito por Emilio Lledó.  Un tomo delgado, de apenas ciento cincuenta y nueve páginas; pero cada una de ellas contiene una riqueza invaluable, un tesoro que cuando se internaliza jamás se podrá perder, un despertar de comprensión de la importancia de la palabra exacta.

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En el capitulo uno, el autor comparte  con el lector variadasinquietudes sobre el concepto de cultura; lo ata al lenguaje, elemento que en cuanto el ser humano inicia la expresión en sus primeros balbuceos , se sale de ser un “animal”  y llega a ser el ser humano. El psicólogo que fue en primera instancia, biólogo, Jean Piaget, en su teoría de la inteligencia, la cual basa en la observación puntual y continua de sus hijos, expuso que la inteligencia y el pensamiento se desarrollancuando el ser humano inicia el habla.  Lev Vigotsky, contemporáneo de época y de pensamiento, añade otro factor, la socialización, el compartir con los pares, así enriqueciendo la experiencia vivencial. Ambos gozan de ser constructores del conocimiento, observan el andamiaje que permite el aprendizaje estructurado, afianzándolo en el conocimiento previo. ¿Y cómo se percibe este conocimiento? ¿Cómo se comparte? Por medio del lenguaje.

El autor Lledó demuestra la innegable importancia del lenguaje con referencias y ejemplos de la inclusión  verbal en el sentimiento de la amistad, como base esencial de la socialización; la humanización como lo comparte él, que forma parte intrínseca de una cultura, las relaciones entre los grupos, y una mutua identificación.

En el siglo veintiuno, el lenguaje es aún mas importante; la velocidad de la comunicación debe provocar su uso perfecto, aunque por la premura de la misma comunicación, suceden errores, por momentos graciosos, en otros, sumamente negativos.    El lenguaje pasa las fronteras culturales  por la ultra carretera cibernética; las traducciones de obras clásicas, y las nuevas propuestas arriban con el simple pulsar de la tecla. El uso adecuado del lenguaje queda en las huellas de su arribo. La amplitud de las variadas interpretaciones de las palabras, puede torcer su comprensión y llevar a conclusiones que no fueron su intención.

Dentro de los conceptos de cultura que comparte Lledó se encuentra la ética colectiva, la sabiduría transmitida por generaciones.  El ejercicio de sofistica, que de acuerdo al DRAE es “Movimiento cultural que en Grecia del siglo V antes de Cristo intentaba renovar los hábitos mentales tradicionales mediante el análisis del lenguaje y su utilización para influir en las ciudades.” ; es el estudio y aplicación de la palabra. Hoy día, se podría cuestionar,  se usa así ¿en la política o en la publicidad?  ¿Cómo influye una sola palabra perfectamente colocada en lo que es el deseo de adquirir alguna prenda o pertenencia? O en la intención de voto? Y la entonces influencia en la cultura, que sufre vaivenes, cambiando la sociedad, basado en el uso del lenguaje. Se confía que se use correctamente. El receptor debe estar alerta a todas la excepciones, y cuidadosamente analizar la estructura del enunciado: sustantivos, verbos y complementos, un mundo en redondo.

Se sufre la sensible preocupación por las generaciones en desarrollo, que dominan las teclas de dispositivos cibernéticos, por ende una comunicación instantánea, comunicándose con aberraciones gramaticales y abreviaturas cada vez más minúsculas, que provocan la perdida de la riqueza de la etimología de cada palabra, la cual refleja su desarrollo durante los siglos.

El privilegio de leer libros excepcionales como este enriquece el mundo de la interpretación personal. Entre más palabras y conceptos que se integran al vocabulario, se adquiere más visión de mundo, y la cultura se enriquece como resultado de ello. Se desarrolla la imaginación, la creatividad, la innovación; todas ellas reflejadas en como cada ser se comunica, con la palabra precisa en el momento perfecto.

El delgado tomo de ciento cincuenta y nueve palabras resalta la importancia de la palabra y todo el sentimiento que conlleva. En estos días de sentimientos profundos,  y exabruptos agresivos, sería sensato pensar antes de hablar, elegir las palabras correctas y expresarse con respeto, comunicar el sentido con pausa, porque las palabras pueden confortar, elevar, alegrar, y también herir.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo