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El fin de la carrera con Paula Piña

Redacción República
03 de mayo, 2018

Por Paula M. Piña

Instagram: @paulapinadr
Facebook: @pmpinablog

Edición: Mariela Murga / Content Manager: Mariela Murga

Cuando tenía 13 años le anuncié a mi papá, agrónomo él,  que quería estudiar veterinaria al graduarme del cole.

Siempre me gustaron los animales, sobretodo los gatos.

El me contestó que en veterinaria iba a tener que meterle la mano en las entrañas a una vaca y que no me iba a gustar, que yo no era para eso.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER DE VIVE

Y, claro, lo pensé dos veces.


Yo era pintora infantil y amaba lo que hacía.

Siempre, desde que era un bebé, me había gustado dibujar y pintar, y hasta gané concursos internacionales estudiando en el Atelier Paul Klee con mi querida mentora.

Y así fue como, a mis 17, año en que nos mudamos a Guatemala y recién recibida de bachiller, papá me “vendió” la carrera de diseño gráfico.

Segurísimo de que era una profesión perfecta para mi, donde podía darle una salida económica a mi arte.


Y como era, más o menos evidente, que lo mío no eran los números o la ciencia -ni las leyes-, empecé el año 1994, inscrita en Licenciatura en Diseño Gráfico en la URL.

Los 5 años de estudio fueron extraordinarios para mi y mi promoción.

Nos tocó vivir el proceso de transición desde el diseño manual, junto con los fascinantes procesos tradicionales de impresión y reproducción, hacia el diseño y artes digitales.


En resumen, aprendimos y experimentamos lo mejor de los dos mundos.

Los catedráticos en mi época era fulminantes: técnicas de ilustración, ¡Mortal!; expresión gráfica…uff; dibujo de la figura humana, con modelos en vivo, toda una experiencia traumática con un catedrático cuasi nazi.

Dibujo publicitario, o sea, story boards a mano y en marcador.

En fin, todas las cátedras llenas de desafíos y lágrimas y noches en vela y madrugadas de ansiedad.


Mañanas de 70/100, en los mejores casos, o para la mayoría, 40 o 30 o 20 sobre 100… ¡Y furia!

El diseño en computadora la salvó un poco… mucho mas fácil editar fotos que ilustrar, menos estrés, pero igual hubo que aprender a usar el Freehand y el Photoshop.

Que en ese entonces era como un dron para un anciano de 80 años.

Pero lo logramos y los dominamos.


Años mas tarde hasta di la cátedra de artes gráficas digitales y logré transmitir un poco de esos dos mundos a mis alumnos.

Magna Cum Laude era un honor casi imposible de alcanzar y lo logré, muy a pesar de mis 61 en mate 1 y 2 y en contabilidad aplicada, que la pasé en blanco… Y a empezar la vida real.

Diseño de imagen corporativa era mi “expertise”; y entre mis logos y el diseño editorial, “packaging”, publicidad exterior y promocionales, se fue formando mi estudio… mi empresa propia.


Ser dueña y directora de arte con un equipo de 5 diseñadores junior era un reto con muchas frustraciones y más recompensas.

Las frustraciones iban por el lado de la gerencia y las finanzas que, repito, nunca fueron lo mío.

Glifos nació, creció y murió en 13 años de trabajo arduo.


Después vinieron los hijos y la pasión cambió de rumbo.

El compromiso se desvió a uno más fuerte y más entrañable.

La excusa fue “voy a ser mamá, al menos por un tiempo” (que ilusa).


Pero la realidad paralela es que me había peleado con el diseño, ya no me gustaba más, ya no más.

Y, ¿porque?

¡Lo analicé por tanto tiempo!

No fue acomodarme a la vida casera, de hecho seguí trabajando en proyectos, pero de otra índole.

Siempre estaba allí el diseño, claro, y era conveniente pedirme que yo lo hiciera.

¡Cómo odié esos momentos! Y lo hacia una y otra vez.


Si, había tenido éxito, el diseño me dio satisfacciones, fama y algo de plata, que como buena “cero financiera”, derroché en pesados gastos fijos, viajes, macs y mucha ropa.

Pero ya en 2009 eso era historia antigua.

Hoy, 18 años después de mi Magna Cum Laude, marido, dos hijos (y dos adoptadas más), mudanzas, muchos libros y estudio autodidacta puedo decir: Soy buena para hacer más que sólo diseño gráfico.


Hoy día, no se necesita una licenciatura para hacer un logo, un volante o un banner.

Lo único que se requiere es contratar un “patojo pilas” (bachiller no más) que sepa usar una compu, piratear un diseño europeo o americano (editándolo un poco).

O pagar los veinticinco o treinta dólares que piden una de esos websites para (con algoritmos) desarrollar toda la imagen corporativa de una empresa.


Ya no existen aquellos quinientos dólares que cobraba por un logotipo, y ya no existes “entrepreneurs” o medianas empresas que quieran pagarlos.

Tampoco están más esos proyectos de creatividad al full cuando con los clientes hacíamos “brainstorming” y realmente desarrollábamos marcas que luego se volvían realidad, desvelos de por medio.

Hoy los desvelos ya son por otros motivos mas loables y diez años después sigo preguntándome porqué escogí diseño gráfico.

Volver a la pintura artística es una utopía.


Luego de que por tantos años me acostumbré a ilustrar para vender productos, el proceso creativo libre y desestructurado ya no existe en mi haber.

Un diseñador gráfico no tiene un título en educación, cuando mi sueño sería dedicarme a la educación en el arte a nivel escolar.

Un diseñador gráfico no tiene un título en mercadeo y sabe todo sobre eso.

Un diseñador gráfico tampoco es un publicista ni tiene un “degree” en comunicación, aunque siempre su trabajo fue hacer publicidad y comunicar conceptos.

No es un psicólogo, no es un sociólogo.

Un diseñador gráfico es simple y llanamente un diseñador gráfico.


Por eso estoy convencida que como carrera y profesión está desvirtuada…en total decadencia.

Y por eso, hoy, para comunicar, ya no dibujo, hoy escribo.

Profesión y familia

Te comparto algunos consejos útiles sobre como llevar tu profesión de la mano con tu familia.

1. No mezclar tu atención, si estas con tus hijos no veas el celular. Si estas trabajando no te sientas culpable por los babies.

2. Lo mismo con tu marido, deja el trabajo cuando el llegue a casa retoma cuando él se vaya a dormir.

3. Prográmate. El calendario del iphone es lo máximo para dividir y organizar tu agenda.

4. Contrata una buena asistente del hogar, que cocine y limpie y vos ordená tu casa…eso te da mas tiempo de calidad con tus hijos y marido.

5. Tené siempre a mano una buena niñera, que sea maestra o por el estilo para casos de reuniones en la tarde que no puedas evitar…o para salir con tu pareja en la noche de vez en cuando.

6. No pierdas tiempo en compras o en cosas que puedas pedir a domicilio…eso te resuelve mucho y ahorras tiempo y energía.

7. Almuerza o toma café con tus amigas para darte un tiempo y descompresionar tensiones…chachalaquear ayuda y quita ansiedades.

8. Hacé ejercicio… si, Cinco de la mañana es la hora, hacele ganas y ponete fit para sentirte bien con vos misma.

9. Escoge un trabajo de medio tiempo o en casa que te permita tener a tu familia bajo control, a las asistentes domésticas vigiladas y orientadas y tu refri llena.

10. Last but not least… ¡No trabajes los primeros dos años de tus hijos! Te necesitan pegada a ellos y ellos a vos.

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Edición: Mariela Murga / Content Manager: Mariela Murga

Cuando tenía 13 años le anuncié a mi papá, agrónomo él,  que quería estudiar veterinaria al graduarme del cole.

Siempre me gustaron los animales, sobretodo los gatos.

El me contestó que en veterinaria iba a tener que meterle la mano en las entrañas a una vaca y que no me iba a gustar, que yo no era para eso.

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Y, claro, lo pensé dos veces.


Yo era pintora infantil y amaba lo que hacía.

Siempre, desde que era un bebé, me había gustado dibujar y pintar, y hasta gané concursos internacionales estudiando en el Atelier Paul Klee con mi querida mentora.

Y así fue como, a mis 17, año en que nos mudamos a Guatemala y recién recibida de bachiller, papá me “vendió” la carrera de diseño gráfico.

Segurísimo de que era una profesión perfecta para mi, donde podía darle una salida económica a mi arte.


Y como era, más o menos evidente, que lo mío no eran los números o la ciencia -ni las leyes-, empecé el año 1994, inscrita en Licenciatura en Diseño Gráfico en la URL.

Los 5 años de estudio fueron extraordinarios para mi y mi promoción.

Nos tocó vivir el proceso de transición desde el diseño manual, junto con los fascinantes procesos tradicionales de impresión y reproducción, hacia el diseño y artes digitales.


En resumen, aprendimos y experimentamos lo mejor de los dos mundos.

Los catedráticos en mi época era fulminantes: técnicas de ilustración, ¡Mortal!; expresión gráfica…uff; dibujo de la figura humana, con modelos en vivo, toda una experiencia traumática con un catedrático cuasi nazi.

Dibujo publicitario, o sea, story boards a mano y en marcador.

En fin, todas las cátedras llenas de desafíos y lágrimas y noches en vela y madrugadas de ansiedad.


Mañanas de 70/100, en los mejores casos, o para la mayoría, 40 o 30 o 20 sobre 100… ¡Y furia!

El diseño en computadora la salvó un poco… mucho mas fácil editar fotos que ilustrar, menos estrés, pero igual hubo que aprender a usar el Freehand y el Photoshop.

Que en ese entonces era como un dron para un anciano de 80 años.

Pero lo logramos y los dominamos.


Años mas tarde hasta di la cátedra de artes gráficas digitales y logré transmitir un poco de esos dos mundos a mis alumnos.

Magna Cum Laude era un honor casi imposible de alcanzar y lo logré, muy a pesar de mis 61 en mate 1 y 2 y en contabilidad aplicada, que la pasé en blanco… Y a empezar la vida real.

Diseño de imagen corporativa era mi “expertise”; y entre mis logos y el diseño editorial, “packaging”, publicidad exterior y promocionales, se fue formando mi estudio… mi empresa propia.


Ser dueña y directora de arte con un equipo de 5 diseñadores junior era un reto con muchas frustraciones y más recompensas.

Las frustraciones iban por el lado de la gerencia y las finanzas que, repito, nunca fueron lo mío.

Glifos nació, creció y murió en 13 años de trabajo arduo.


Después vinieron los hijos y la pasión cambió de rumbo.

El compromiso se desvió a uno más fuerte y más entrañable.

La excusa fue “voy a ser mamá, al menos por un tiempo” (que ilusa).


Pero la realidad paralela es que me había peleado con el diseño, ya no me gustaba más, ya no más.

Y, ¿porque?

¡Lo analicé por tanto tiempo!

No fue acomodarme a la vida casera, de hecho seguí trabajando en proyectos, pero de otra índole.

Siempre estaba allí el diseño, claro, y era conveniente pedirme que yo lo hiciera.

¡Cómo odié esos momentos! Y lo hacia una y otra vez.


Si, había tenido éxito, el diseño me dio satisfacciones, fama y algo de plata, que como buena “cero financiera”, derroché en pesados gastos fijos, viajes, macs y mucha ropa.

Pero ya en 2009 eso era historia antigua.

Hoy, 18 años después de mi Magna Cum Laude, marido, dos hijos (y dos adoptadas más), mudanzas, muchos libros y estudio autodidacta puedo decir: Soy buena para hacer más que sólo diseño gráfico.


Hoy día, no se necesita una licenciatura para hacer un logo, un volante o un banner.

Lo único que se requiere es contratar un “patojo pilas” (bachiller no más) que sepa usar una compu, piratear un diseño europeo o americano (editándolo un poco).

O pagar los veinticinco o treinta dólares que piden una de esos websites para (con algoritmos) desarrollar toda la imagen corporativa de una empresa.


Ya no existen aquellos quinientos dólares que cobraba por un logotipo, y ya no existes “entrepreneurs” o medianas empresas que quieran pagarlos.

Tampoco están más esos proyectos de creatividad al full cuando con los clientes hacíamos “brainstorming” y realmente desarrollábamos marcas que luego se volvían realidad, desvelos de por medio.

Hoy los desvelos ya son por otros motivos mas loables y diez años después sigo preguntándome porqué escogí diseño gráfico.

Volver a la pintura artística es una utopía.


Luego de que por tantos años me acostumbré a ilustrar para vender productos, el proceso creativo libre y desestructurado ya no existe en mi haber.

Un diseñador gráfico no tiene un título en educación, cuando mi sueño sería dedicarme a la educación en el arte a nivel escolar.

Un diseñador gráfico no tiene un título en mercadeo y sabe todo sobre eso.

Un diseñador gráfico tampoco es un publicista ni tiene un “degree” en comunicación, aunque siempre su trabajo fue hacer publicidad y comunicar conceptos.

No es un psicólogo, no es un sociólogo.

Un diseñador gráfico es simple y llanamente un diseñador gráfico.


Por eso estoy convencida que como carrera y profesión está desvirtuada…en total decadencia.

Y por eso, hoy, para comunicar, ya no dibujo, hoy escribo.

Profesión y familia

Te comparto algunos consejos útiles sobre como llevar tu profesión de la mano con tu familia.

1. No mezclar tu atención, si estas con tus hijos no veas el celular. Si estas trabajando no te sientas culpable por los babies.

2. Lo mismo con tu marido, deja el trabajo cuando el llegue a casa retoma cuando él se vaya a dormir.

3. Prográmate. El calendario del iphone es lo máximo para dividir y organizar tu agenda.

4. Contrata una buena asistente del hogar, que cocine y limpie y vos ordená tu casa…eso te da mas tiempo de calidad con tus hijos y marido.

5. Tené siempre a mano una buena niñera, que sea maestra o por el estilo para casos de reuniones en la tarde que no puedas evitar…o para salir con tu pareja en la noche de vez en cuando.

6. No pierdas tiempo en compras o en cosas que puedas pedir a domicilio…eso te resuelve mucho y ahorras tiempo y energía.

7. Almuerza o toma café con tus amigas para darte un tiempo y descompresionar tensiones…chachalaquear ayuda y quita ansiedades.

8. Hacé ejercicio… si, Cinco de la mañana es la hora, hacele ganas y ponete fit para sentirte bien con vos misma.

9. Escoge un trabajo de medio tiempo o en casa que te permita tener a tu familia bajo control, a las asistentes domésticas vigiladas y orientadas y tu refri llena.

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