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Un presidente ausente

Jorge Alvarado
04 de mayo, 2018

Un presidente siempre será juzgado por su entereza en tiempo de crisis porque es cuando demuestra de qué madera está hecho.  Sale a relucir su liderazgo y la estirpe a la que pertenece. De aquí, sale aquella máxima comunicacional que dice “si hablamos que comunicar es gobernar, manejar la crisis es liderar un gobierno.  Esto tiene que ver en cómo se gestiona la comunicación en diferentes etapas y cómo se actúa durante la crisis.

Lamentablemente en la coyuntura actual, Jimmy Morales es un presidente ausente. No es una ocurrencia sino es producto de un Análisis Diacrónico, una comparación del presidente en sus momentos de crisis. Como sucedió el 18 de abril de 2016 cuando se encontraba en Nueva York y la PGN opinó sobre anular el contrato de TCQ. O como sucedió el 20 de septiembre de 2016 en su visita a la ONU que fue cuando emitió el acuerdo gubernativo para prevenir desastres que limitaban la libertad de locomoción y de expresión cuando ocho días antes se había conocido a tras de un video que su hermano y su hijo eran investigados por el MP. Sin dejar de lado, el 27 de noviembre de 2016 cuando viajó a Israel en medio del debate de las reformas constitucionales y en medio de su propia solicitud para aprobar el presupuesto general para el ejercicio fiscal del 2017.

Un presidente ausente es aquel que no atiende, no gestiona y no coordina sus propias crisis sino que huye de ellas. Cuando un presidente se atrinchera y ve en sus detractores sus más acérrimos enemigos es una señal inequívoca de que algo anda mal. También lo es, cuando no tiene la capacidad de entablar un diálogo y enviar mensajes conciliadores, cuando existe intolerancia ante la crítica, no se escuchan consejos y se insiste en continuar batallas perdidas.

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Es decir, que muchos motivos para andar por ahí diciendo que ahí ha estado siempre no hay, pues los antecedentes mencionados son un punto de referencia que no pueden pasar inadvertidos para el análisis político. De esa cuenta, el presidente este 3 de mayo de 2018 ha nombrado como nueva Fiscal General a la Licda. Consuelo Porras actual magistrada suplente de la CC. Curiosamente la magistrada titular Dina Ochoa quien fue designada por él para el cargo, es quien ahora preside la CC. Es un tema para prestarle atención dentro de los momentos de tensión que vivimos.

Lo que hay que comprender es que por sus antecedentes no es necesario que el mandatario haga un acuerdo gubernativo para decretar Estado de Sitio, que dicho sea de paso, debe hacerse en Consejo de Ministros y como mínimo con la firma de 9 de los 14 ministros, situación que sería terrible. El punto es, que no necesita hacer eso, pues puede tomar alguna otra decisión unilateral y arbitraria para concretar algún paso de su plan en contra de la CICIG, lo que enviaría un mal mensaje a la comunidad internacional, pero también con efectos devastadores para la población en general.

Curiosamente, habrá que estar atentos pues ya han sido anunciados dos viajes del presidente Morales el primero para el 7 de mayo a Costa Rica para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de ese país y el segundo, del 14 al 18 de mayo a Israel para el traslado de la Embajada de Guatemala a Jerusalén. El presidente tiene que tomar en cuenta que aunque la Comisión Helsinki  del senado de los Estados Unidos esté investigando el caso de la familia rusa Bitkov, jamás podría tomar este tema como un aliciente para empoderarse en contra de la Cicig y cometer alguna acción abrupta y temeraria, porque eso solo significaría el principio del fin de su mandato de forma anticipada.

El presidente ya tomó una decisión y se ha decantado por impulsar, promover, difundir y divulgar su odio contra la Cicig. Además, este tema es la única agenda de gobierno que se conoce, pues el mandatario Morales ha convertido esta batalla en una lucha personal, pasional y se ha obsesionado con expulsar a Iván Velásquez del país a cualquier precio y a cualquier costo; incluso el costo institucional que sería lo más lamentable para la Nación.

La semana del 1 de mayo al 4 de mayo de este 2018 pasara a la historia como una de protestas, en tiempos en los que el mandatario Morales está en busca de apoyo y la solidaridad de aquellos que entienden su causa que es incomprendida por la mayoría. Esto puede tomarse como demostraciones de fuerza con las cuales busca escuchar lo que necesita escuchar. Entre las manifestaciones que vinieron de parte de algunos sectores en circunstancias atípicas como lo fueron parte de algunos vendedores de la Terminal el 3 de mayo, el 4 de mayo del Magisterio liderados por Joviel Acevedo y el 5 de mayo del Sindicato de los Trabajadores de la Empresa Municipal de Agua.

Cosas curiosas como que la PGN dará su dictamen como miembro del Consejo Nacional de Seguridad sobre si la Cicig es una amenaza para la Seguridad Nacional, ¡por favor! Justamente cuando la honorable licenciada Morfín termina su mandato y cuando la todavía Fiscal General Thelma Aldana también lo termina. Curiosamente, ahora la Asociación de Municipalidades (ANAM) por medio de su presidente Edwin Escobar, con la muerte del alcalde Arzú, ha denunciado presiones para hacer movilizaciones en favor del presidente, por lo que ellos, ahora han adoptado una postura de quitarle su apoyo de forma repentina.

El presidente Morales debe interpretar correctamente su papel como representante de la unidad nacional tal y como manda la Constitución política de la República de Guatemala y dejar de lado sus discursos de confrontación en tono retador y desafiante. Debe saber que la amenaza es una premonición de una acción que se planea ejecutar. Quiero decir que su discurso no hace más que anunciar que tomará bajo algún argumento una decisión desesperada porque tarde o temprano deberá responder ante los entes competentes su situación jurídica.

En definitiva, ante el anuncio de protestas para este sábado 5 de mayo enfrente de la sede de la Cicig en señal de desaprobación, lo cual es muy respetable y están en su pleno derecho y libertad, todos los guatemaltecos deberíamos dejarle de estar echando la culpa de todos nuestros males a la Cicig. En verdad, debemos asumir nuestra propia responsabilidad como guatemaltecos, pues somos nosotros los únicos culpables de un sistema político con incentivos e intereses perversos. El tema aquí no es la Cicig, es poner sobre la mesa qué país queremos en los próximos 20 o 30 años. Como dice un refrán popular, “tonto es el que quiere resultados distintos haciendo siempre lo mismo”. Necesitamos un cambio, esperemos que ante todos los errores del presidente no se encuentre a punto de hacer su obra maestra. Después de todo como humano se puede equivocar pero jamás debe sacrificar la modernización del Estado y sus instituciones por un capricho personal.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Un presidente ausente

Jorge Alvarado
04 de mayo, 2018

Un presidente siempre será juzgado por su entereza en tiempo de crisis porque es cuando demuestra de qué madera está hecho.  Sale a relucir su liderazgo y la estirpe a la que pertenece. De aquí, sale aquella máxima comunicacional que dice “si hablamos que comunicar es gobernar, manejar la crisis es liderar un gobierno.  Esto tiene que ver en cómo se gestiona la comunicación en diferentes etapas y cómo se actúa durante la crisis.

Lamentablemente en la coyuntura actual, Jimmy Morales es un presidente ausente. No es una ocurrencia sino es producto de un Análisis Diacrónico, una comparación del presidente en sus momentos de crisis. Como sucedió el 18 de abril de 2016 cuando se encontraba en Nueva York y la PGN opinó sobre anular el contrato de TCQ. O como sucedió el 20 de septiembre de 2016 en su visita a la ONU que fue cuando emitió el acuerdo gubernativo para prevenir desastres que limitaban la libertad de locomoción y de expresión cuando ocho días antes se había conocido a tras de un video que su hermano y su hijo eran investigados por el MP. Sin dejar de lado, el 27 de noviembre de 2016 cuando viajó a Israel en medio del debate de las reformas constitucionales y en medio de su propia solicitud para aprobar el presupuesto general para el ejercicio fiscal del 2017.

Un presidente ausente es aquel que no atiende, no gestiona y no coordina sus propias crisis sino que huye de ellas. Cuando un presidente se atrinchera y ve en sus detractores sus más acérrimos enemigos es una señal inequívoca de que algo anda mal. También lo es, cuando no tiene la capacidad de entablar un diálogo y enviar mensajes conciliadores, cuando existe intolerancia ante la crítica, no se escuchan consejos y se insiste en continuar batallas perdidas.

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Es decir, que muchos motivos para andar por ahí diciendo que ahí ha estado siempre no hay, pues los antecedentes mencionados son un punto de referencia que no pueden pasar inadvertidos para el análisis político. De esa cuenta, el presidente este 3 de mayo de 2018 ha nombrado como nueva Fiscal General a la Licda. Consuelo Porras actual magistrada suplente de la CC. Curiosamente la magistrada titular Dina Ochoa quien fue designada por él para el cargo, es quien ahora preside la CC. Es un tema para prestarle atención dentro de los momentos de tensión que vivimos.

Lo que hay que comprender es que por sus antecedentes no es necesario que el mandatario haga un acuerdo gubernativo para decretar Estado de Sitio, que dicho sea de paso, debe hacerse en Consejo de Ministros y como mínimo con la firma de 9 de los 14 ministros, situación que sería terrible. El punto es, que no necesita hacer eso, pues puede tomar alguna otra decisión unilateral y arbitraria para concretar algún paso de su plan en contra de la CICIG, lo que enviaría un mal mensaje a la comunidad internacional, pero también con efectos devastadores para la población en general.

Curiosamente, habrá que estar atentos pues ya han sido anunciados dos viajes del presidente Morales el primero para el 7 de mayo a Costa Rica para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de ese país y el segundo, del 14 al 18 de mayo a Israel para el traslado de la Embajada de Guatemala a Jerusalén. El presidente tiene que tomar en cuenta que aunque la Comisión Helsinki  del senado de los Estados Unidos esté investigando el caso de la familia rusa Bitkov, jamás podría tomar este tema como un aliciente para empoderarse en contra de la Cicig y cometer alguna acción abrupta y temeraria, porque eso solo significaría el principio del fin de su mandato de forma anticipada.

El presidente ya tomó una decisión y se ha decantado por impulsar, promover, difundir y divulgar su odio contra la Cicig. Además, este tema es la única agenda de gobierno que se conoce, pues el mandatario Morales ha convertido esta batalla en una lucha personal, pasional y se ha obsesionado con expulsar a Iván Velásquez del país a cualquier precio y a cualquier costo; incluso el costo institucional que sería lo más lamentable para la Nación.

La semana del 1 de mayo al 4 de mayo de este 2018 pasara a la historia como una de protestas, en tiempos en los que el mandatario Morales está en busca de apoyo y la solidaridad de aquellos que entienden su causa que es incomprendida por la mayoría. Esto puede tomarse como demostraciones de fuerza con las cuales busca escuchar lo que necesita escuchar. Entre las manifestaciones que vinieron de parte de algunos sectores en circunstancias atípicas como lo fueron parte de algunos vendedores de la Terminal el 3 de mayo, el 4 de mayo del Magisterio liderados por Joviel Acevedo y el 5 de mayo del Sindicato de los Trabajadores de la Empresa Municipal de Agua.

Cosas curiosas como que la PGN dará su dictamen como miembro del Consejo Nacional de Seguridad sobre si la Cicig es una amenaza para la Seguridad Nacional, ¡por favor! Justamente cuando la honorable licenciada Morfín termina su mandato y cuando la todavía Fiscal General Thelma Aldana también lo termina. Curiosamente, ahora la Asociación de Municipalidades (ANAM) por medio de su presidente Edwin Escobar, con la muerte del alcalde Arzú, ha denunciado presiones para hacer movilizaciones en favor del presidente, por lo que ellos, ahora han adoptado una postura de quitarle su apoyo de forma repentina.

El presidente Morales debe interpretar correctamente su papel como representante de la unidad nacional tal y como manda la Constitución política de la República de Guatemala y dejar de lado sus discursos de confrontación en tono retador y desafiante. Debe saber que la amenaza es una premonición de una acción que se planea ejecutar. Quiero decir que su discurso no hace más que anunciar que tomará bajo algún argumento una decisión desesperada porque tarde o temprano deberá responder ante los entes competentes su situación jurídica.

En definitiva, ante el anuncio de protestas para este sábado 5 de mayo enfrente de la sede de la Cicig en señal de desaprobación, lo cual es muy respetable y están en su pleno derecho y libertad, todos los guatemaltecos deberíamos dejarle de estar echando la culpa de todos nuestros males a la Cicig. En verdad, debemos asumir nuestra propia responsabilidad como guatemaltecos, pues somos nosotros los únicos culpables de un sistema político con incentivos e intereses perversos. El tema aquí no es la Cicig, es poner sobre la mesa qué país queremos en los próximos 20 o 30 años. Como dice un refrán popular, “tonto es el que quiere resultados distintos haciendo siempre lo mismo”. Necesitamos un cambio, esperemos que ante todos los errores del presidente no se encuentre a punto de hacer su obra maestra. Después de todo como humano se puede equivocar pero jamás debe sacrificar la modernización del Estado y sus instituciones por un capricho personal.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo